Artículo
Recibido: 2 de octubre de 2016/Aceptado: 31 de octubre de 2016

ENTORNOS, Vol. 29, No. 2, Noviembre 2016 

El Curso de lingüística general de Saussure y su importancia en el desarrollo de la lingüística estructural1

Gerda Haßler
Universidad de Potsdam, Alemania
gerda.hassler@uni-potsdam.de [Link]


Resumen

En esta contribución se explicará la influencia que tuvo el Curso de lingüística general de Ferdinand de Saussure en la lingüística estructural, así como el desarrollo de algunos conceptos prominentes en esta obra antes y después de Saussure. El estructuralismo es un fenómeno que se ha caracterizado por ser una corriente importante de la lingüística europea y americana del siglo XX. Se demostrará que la lingüística estructural no hace más que acentuar una actitud que ya se encontraba presente anteriormente en la lingüística y que todavía sigue estando presente. Esto también se puede ver en España donde la lingüística estructural no se puede explicar solamente como una importación tardía. También se observará, por el otro lado, que el pensamiento de Ferdinand de Saussure, considerado el fundador del estructuralismo, es menos opuesto a todo lo que se considera ajeno al estructuralismo. En esta contribución me propongo hacer una revisión de los conceptos que se consideran iniciadores del estructuralismo. La publicación de los manuscritos de la lingüística general de Saussure (2002) permite adquirir una visión más amplia y más detallada de los conceptos de las teorías lingüísticas en cuestión.

Palabras clave: CLG, Saussure, estructuralismo, lingüística estructural,

The Course of general linguistics of Saussure and its importance in the development of structural linguistics

Abstract

This contribution will explain the influence of Ferdinand de Saussure’s Course in General Linguistics in Structural Linguistics, as well as the development of some prominent concepts in this work before and after Saussure. Structuralism is a phenomenon that has been characterized as an important current of European and American linguistics of the twentieth century. It will be shown that structural linguistics does nothing more than accentuate an attitude that was already present in linguistics and which is still present. This can also be seen in Spain where structural linguistics cannot be explained only as a late importation. It will also be observed, on the other hand, that the thought of Ferdinand de Saussure, considered the founder of structuralism, is less opposed to everything considered outside structuralism. In this contribution I propose to make a revision of the concepts that are considered initiators of structuralism. The publication of Saussure’s general linguistics manuscripts (2002) allows a broader and more detailed view of the concepts of the linguistic theories in question.

Keywords: CLG, Saussure, structuralism, structural linguistics

En esta contribución se explicará la influencia que tuvo el Curso de lingüística general de Ferdinand de Saussure en la lingüística estructural, así como el desarrollo de algunos conceptos prominentes en esta obra antes y después de Saussure. El estructuralismo es un fenómeno que se ha caracterizado por ser una corriente importante de la lingüística europea y americana del siglo XX. Se demostrará que la lingüística estructural no hace más que acentuar una actitud que ya se encontraba presente anteriormente en la lingüística y que todavía sigue estando presente. Esto también se puede ver en España donde la lingüística estructural no se puede explicar solamente como una importación tardía. También se observará, por el otro lado, que el pensamiento de Ferdinand de Saussure, considerado el fundador del estructuralismo, es menos opuesto a todo lo que se considera ajeno al estructuralismo. En esta contribución me propongo hacer una revisión de los conceptos que se consideran iniciadores del estructuralismo. La publicación de los manuscritos de la lingüística general de Saussure (2002) permite adquirir una visión más amplia y más detallada de los conceptos de las teorías lingüísticas en cuestión.

1. El nacimiento de conceptos estructuralistas antes del estructuralismo

Según algunos autores, la época de la existencia de la lingüística estructural parece estar limitada a una época bastante breve. El concepto estructuralista nació en 1928 con el primer congreso internacional de lingüística y fue muriendo lentamente en los años 80 con el nacimiento de nuevas corrientes dominantes de la lingüística que superaron sus delimitaciones estrictas y su pensamiento en oposiciones. Hasta ahora, se le considera a Saussure el fundador del estructuralismo, no obstante, algunas teorías anteriores están calificadas como preestructuralistas. Por lo general, el estudio de autores como precursores de una teoría es considerado peligroso en la historiografía lingüística, por lo que prefiero evitar este postulado. Sin embargo, no es menos peligroso suponer que nuevas teorías vienen al mundo de golpe y que no hayan sido anunciadas en teorías y por autores anteriores.

Los problemas que se solucionan en un texto, tal como es el caso del Curso de lingüística general de Saussure que se destaca y, por consecuencia, es utilizado como texto de referencia de muchos autores posteriores, se encuentran en una serie de textos. Se puede suponer que había series textuales más o menos elaboradas en los siglos anteriores. Para estudiar mejor los procesos en cuestión propuse ya en Haßler (2002) un esquema de las relaciones entre los textos de referencia y las series de textos, así como una definición de una serie de textos2. Una serie de textos es un conjunto de textos individuales, impresos o manuscritos, que tratan del mismo tema en la misma rama epistemológica o sin metodología declarada, pero con el mismo objetivo y en condiciones comparables.

El desarrollo de una metodología de la historia de la lingüística tropieza con dificultades particulares cuando se trata de determinar los criterios de una serie de textos. Muchas veces las condiciones de producción de los textos, las referencias textuales y los objetivos de los autores no son suficientes para establecer una serie. La investigación de series textuales es, sin embargo, un complemento importante que se debe añadir al análisis de los grandes textos que siempre han sido el objeto preferido de la historiografía de la lingüística. El análisis de una serie de textos permite reconocer el carácter dinámico de la historia de la lingüística, que traspasa el horizonte de la obra de un solo investigador3. Muchas veces en los textos de los autores menores que la historia monumental no ha puesto al mismo nivel que los autores canónicos se reconocen las causas y las direcciones posibles de los procesos que, sin este trabajo serial, se pueden observar solamente en sus resultados.

Como el objeto principal del Curso de lingüística general de Saussure son los signos lingüísticos, nos limitaremos también a estos, estudiando sobre todo las teorías de su significación. A través de los siglos se oponen en la historia de la lingüística dos posiciones paradigmáticas: una de estas posiciones parte del principio que la lengua expresa pensamientos independientes de ella, y considera el vocabulario de una lengua como una nomenclatura que contiene rótulos para todas las nociones. Para la otra posición paradigmática la lengua tiene un papel activo en la formación de conceptos que se consideran formados en el momento de su denominación. Esta última posición es la del estructuralismo clásico, pero en la descripción de las lenguas se pueden encontrar también elementos estructurales en teorías racionalistas.

1.1. Estructuras léxicas antes de la semántica estructural

En la Gramática (1660) y, sobre todo, en la Lógica (1662) de Port-Royal se tomaron y se desarrollaron concepciones semánticas que influenciaron perdurablemente las teorías lingüísticas. Eso se refiere, sobre todo, a la noción del signo arbitrario y a la distinción entre intensión y extensión. Para los autores de Port-Royal, el pensamiento no depende de la lengua, pero la comunicación con la ayuda del lenguaje ha conducido a los hombres a utilizar signos también en su pensamiento. La arbitrariedad del signo está limitada a la relación entre el significado y el significante y no concierne la composición de los significados. Pero es notable que esta relación entre sonidos y significaciones se considere como una relación entre ideas. Esto se expresa claramente en una edición de la Lógica de 1683 con algunas adiciones de los mismos Antoine Arnauld y Pierre Nicole. Una de estas adiciones es un capítulo bajo el título “De las ideas de las cosas y de las ideas de los signos” (Des idées des choses et des idées des siges, Première Partie, Chapitre IV). No solamente se expresa el carácter bilateral del signo lingüístico, sino que se afirma la natura psicológica de ambos lados:

Ainsi le signe enferme deux idées, l’une de la chose qui représente, l’autre de la chose représenté; & sa nature consiste à exciter la seconde par la première. (Arnauld / Nicole 1993: 53)

En la discusión de los contenidos de los signos lingüísticos, Arnauld y Nicole acentúan la relación entre la intensión (compréhension) y la extensión (étendue). Entienden por intensión la totalidad de los rasgos que constituyen una idea y de los cuales ninguno puede quedar suprimido sin destruir la idea. La extensión se entiende como la totalidad de los objetos y sub-nociones a los cuales se refiere el signo, pero también como referencia en el uso de la lengua.

Lo que determina la identidad de la significación de una palabra no es su uso como denominación de diversos objetos sino su cualidad intensional. Siempre sería posible de restringir la extensión de una palabra, y la pérdida de rasgos intensionales conduciría al menoscabo de su identidad. Con esta determinación intencional de los significados, los autores de Port-Royal se refieren a la lengua como producto y no a su uso en actos de comunicación.

Mientras que la concepción intensional de la naturaleza de la significación ya indicaba el problema de la convención y del valor del signo lingüístico, la extensión conducía a la cuestión de cómo la significación de una palabra se reparte en términos subordinados. Arnauld y Nicole tratan, sobre todo, palabras semánticamente vecinas, cuyas relaciones semánticas se estudian en oposiciones. Discuten ampliamente los pares de palabras que cubren la extensión de otra palabra más amplia y llaman a esta oposición división e incluyen también pares morfológicas con un prefijo negativo.

nombre --> pair, impair (Arnauld/ Nicole 1993: 161-164)

En otras oposiciones hay una zona de indiferencia entre las palabras opuestas que no está cubierta por ellas. En el análisis de este tipo de oposiciones que llamaríamos antónimos en el sentido estricto, Arnauld y Nicole mencionan también ejemplos de indiferencia, llegando así al estudio de dimensiones de campos léxicos.

palabras opuestas zona de indiferencia
ignorant / savant médiocrité de suffisance
sain / malade indisposé, convalescent
jour / nuit crépuscule
impiété / superstition piété
avarice / prodigalité libéralité, épargne louable, générosité
timidité / témérité précaution

En el menosprecio de estas zonas de indiferencia, Arnauld y Nicole ven una razón de conclusiones falsas. Para caracterizar las relaciones semánticas entre los términos opuestos, estos autores los dividen en cuatro grupos:

Denominación de la relación semántica Ejemplos
1. termes relatifs père / fils, maître serviteur
2. termes contraires froid / chaud, sain / malade
3. termes privatifs vie / mort, vue / aveuglement
4. termes contradictoires voir / ne pas voir

Se puede constatar que la Lógica de Port- Royal contiene una teoría de las relaciones semánticas muy desarrollada que se encuentra en la semántica estructural del siglo XX4. Se trata de una base lógica que se transmite de siglo en siglo y que encontró en la semántica estructural un contorno muy provechoso.

1.2. Los signos lingüísticos en el sistema y descripción de rasgos semánticos en la sinonimia del siglo XVIII

La idea de relaciones mutuas en el vocabulario se desarrolla, entre otros, en el marco del Tratado de los sistemas (Traité des systèmes, 1749) de Condillac, donde un sistema es definido como la disposición de las diferentes partes de un arte o de una ciencia dentro de un orden, donde estas partes se apoyan mutuamente y donde las últimas se explican por las primeras:

[…] la disposition des différentes parties d’un art ou d’une science dans un ordre où elles se soutiennent toutes mutuellement, et où les dernières s’expliquent par les premières (Condillac 1947-51: I, 121)

En el Curso de estudios para el príncipe de Parma (Cours d’études pour l’instruction du prince de Parme, 1775) se trata también más tarde el lenguaje en términos de sistema. No obstante, eso no quiere decir que Condillac lo considera como uno de los falsos sistemas que había rechazado. El sistema del lenguaje se basaría en conocimientos empíricos que se estructurarían en la colaboración del lenguaje y del pensamiento (Condillac 1947-51: II, 174; I: 443).

El mejor método para la descripción del sistema de la lengua es, según Condillac, la observación de sí mismo. El sistema del lenguaje lo habría interiorizado cada hablante. El sistema se reconoce aquí ya como un presupuesto para la actividad lingüística:

Le système du langage est dans chaque homme qui sait parler. (Condillac 1947-51: I, 443)

El sistema de los signos lingüísticos, el sistema de los conocimientos de una sociedad y el sistema de las necesidades se condicionan mutuamente. Esta motivación del signo por el sistema es un complemento funcional del problema de su arbitrariedad, considerado sobre todo genéticamente. El sistema de una lengua sería más perfecto cuanto más sea determinado por su analogía (Condillac 1947-51: II, 400). El grado de analogía depende, por su lado, del genio de la lengua y de su formación. Las unidades lingüísticas podrán, por consecuencia, estar más determinadas por el sistema lingüístico cuanto más desarrolladas estén la individualidad y la historicidad.

Sin llegar a estas posiciones teoréticas, algunos autores utilizaban las relaciones sistémicas en la descripción de sinónimos. A diferencia de la descripción de la sinonimia de los siglos anteriores que se preocupaban por la variación sinonímica y por las cuestiones estilísticas, en los siglos XVII y XVIII se describe la sinonimia como una sinonimia diferencial y que quiere describir la significación precisa de cada palabra como presupuesto de su uso.

El libro más influyente sobre sinonimia apareció en 1718 bajo el título de Precisión de la lengua francesa (La Justesse de la langue française, ou les differentes significations des mots qui passent pour synonymes). En 1736, su autor, Gabriel Girard, lo publicó con el título modificado de Sinónimos franceses (Synonymes français, leurs significations et le choix qu’il faut en faire pour parler avec justesse). Girard afirma claramente que las lenguas en el estado que se propone estudiar forman sistemas, no obstante su formación y desarrollo son poco sistemáticos:

Les Langues ont beau se former sans systeme & sans délibération; elles n'en sont pas moins systématiques ni moins fondées en raison. (Girard 1747: 246)

La consideración de la lengua como un sistema es también la base de las reflexiones de Girard sobre el valor de las palabras. Girard supone, de manera racionalista, un sistema de ideas que se expresan por palabras. El valor de las palabras consiste en la representación de ideas que se reúnen con ellas por el uso de la lengua:

La Valeur est donc, en fait de mots, l'effet qu'ils doivent produire sur l'esprit, c'est à dire la représentation des idées qu'on y a attachées: ce qui dépend de l'institution, soit commune par un usage ordinaire, soit particulière par une supposition bien expliquée. (Girard 1747: 4)

En la descripción de los sinónimos, Girard subraya las diferencias de su valor. ‘Sinónimos’ son para él palabras que expresan una idea común, pero se distinguen por ideas accesorias. La similitud de la significación no concierne, por consecuencia, la totalidad de su significado. Cada sinónimo tiene su carácter particular, lo que exige que se elija la palabra correcta y justa en la situación en cuestión.

La riqueza de una lengua no depende entonces de la simple multitud de sus palabras, sino que se determina por las diferencias de significación, por la precisión y la simplicidad de expresión. En el sistema de las diferencias de los sinónimos cuentan solamente los valores de las palabras (Girard 1769: X: système sur la différence des Synonymes). En este sentido, Girard se dirige explícitamente contra la opinión de que la tarea principal de los sinónimos sería evitar monotonía por la diversidad de la articulación. La diversidad de valor por la cual se determina la posición de una palabra en un campo de vecinos semánticos sería más importante.

La distinción de los sinónimos en Girard se apoya sobre la suposición de una distribución geométrica de los sinónimos en un sistema coherente. Las dos series de sinónimos para designar cualidades intelectuales positivas y negativas aparecen como un sistema completo y simétrico de relaciones contrarias:

relaciones contrarias

esprit – bêtise
raison – folie
bon sens – sottise
jugement – étourderie
entendement – imbécillité
conception – stupidité
intelligence – incapacité
génie – ineptie

La existencia de más palabras que designan cualidades negativas ya demuestra que este sistema no corresponde a la realidad lingüística. Girard define el valor de una palabra independientemente de su contexto por su posición en el campo semántico. Es un presupuesto para la realización de varios valores en el uso de la lengua:

Il est de l’essence de la parole d’avoir un sens et de former une proposition; mais le mot n’a pour l’ordinaire qu’une valeur propre à faire partie de ce sens ou de cette proposition. (Girard 1769: 102)

El éxito del concepto de la sinonimia postulado por Girard contribuyó a su distribución también en otros países. Fue utilizado en Alemania por Johann August Eberhard que restablece al final del siglo XVIII el concepto de un sistema diferencial de los sinónimos elaborado por Girard. No le interesa contrastar los significados de palabras aisladas de diferentes lenguas, pero exige la descripción de sistemas completos de los sinónimos de cada lengua para poder compararlos y descubrir la metafísica sutil que domina en las lenguas cultas (Eberhard 1814, IX: "feine Metaphysik, die in allen gebildeten Sprachen herrscht"). Un diccionario de sinónimos sería una medida del saber conservado en una lengua, y por eso el manejo de la distinción de los sinónimos podría ayudar a una persona a manejar las ciencias:

Ein vollständiges Wörterbuch wird also der beste Maasstab des Verstandes einer ganzen Nation seyn; so wie der Grad ihres Scharfsinns insonderheit in ihrer vollständigsten Synonymik sichtbar werden müßte. (‘Un diccionario completo será, por lo tanto, la mejor medida del saber de toda una nación; de la misma manera que debiera ser visible el grado de su perspicacia, especialmente, en su sinonimia más completa’, Eberhard 1814, VIII)

Eberhard explica como en el proceso del desarrollo de una lengua aparecen más sinónimos y contribuyen a la distinción de los conceptos correspondientes. El progreso de los conocimientos está relacionado muy intensamente con el progreso del lenguaje que subdivide sus palabras en voces más detalladas que se consideran sinónimos. El diccionario de los sinónimos del alemán elaborado por Eberhard, así como el diccionario de los sinónimos franceses de Lafaye (1861 [1858]) y sus introducciones teóricas son cumbres tardías de una tradición europea que atribuye dos objetivos al estudio de los sinónimos: uno que es pedagógico y que consiste en la distinción de los sinónimos en el interior de una lengua para servir de guía al pensamiento exacto, y otro que constituye la base de la comparación y valoración de los vocabularios de dos o más lenguas.

En España, la discusión lingüística del siglo XVIII cambió considerablemente el objetivo de la descripción de los sinónimos. Tomás de Iriarte exigía incluso la colección de sinónimos por razones estilísticas y sin tener en cuenta su diferenciación semántica. En 1751, Ignacio Luzán escribió que un trabajo sobre los sinónimos podría ser útil a los españoles (cf. Lázaro Carreter 1985, 102). Ya había descripciones de sinónimos y de sus diferencias semánticas en Oudin, Doergang y Franciosini, pero se trataba de ayudas para los extranjeros que estudiaban español. Lo que exigió Luzán era la determinación de la verdadera significación de las voces desde el propio interés de la lengua castellana (cf. Haßler 1991, 67). Este programa es realizado por Manuel Dendo y Avila en su Ensayo de los sinónimos (1757), seguido por los Sinónimos castellanos (1789) de López de la Huerta. Pero ya había en España estudios más tempranos de relaciones sinonímicas desde una perspectiva contrastiva e incluso filosófica. En su Paralelo de las lenguas castellana y francesa (1726), Benito Jerónimo Feijoo afirma que la copia de voces es el único criterio que puede dar primacía a una lengua sobre otras:

En la copia de voces (único capítulo que puede desigualar sustancialmente los idiomas) juzgo que excede conocidamente el castellano al francés. Son muchas las voces castellanas que no tienen equivalente en la lengua francesa y pocas he observado en ésta que no la tengan en la castellana. Especialmente de voces compuestas abunda tanto nuestro idioma que dudo que le iguale aun el latino ni otro alguno, exceptuando el griego. El canciller Bacon, ofreciéndose hablar de aquella versatilidad política que constituye a los hombres capaces de manejar en cualquiera ocurrencia su fortuna, confiesa que no halla en alguna de las cuatro lenguas, inglesa, latina, italiana y francesa, voz que signifique lo que la castellana desenvoltura. Y acá estamos tan de sobra, que para significar lo mismo tenemos otras voces equivalentes: despejo y desembarazo. (Feijoo 1923-25, I, 270).

Feijoo utilizaba la copia de la lengua castellana también como un argumento para su defensa contra los galicismos. Pero no rechazaba los galicismos en general. Los galicismos en casos, para los cuales ya existían palabras castellanas, pueden considerarse como aceptables cuando expresan nuevas relaciones y tienen otra motivación semántica. Así, el galicismo remarcable no es solamente innecesario, pero tiene la misma relación con remarque al cual le corresponde la palabra notable con nota. Para Feijoo, la relación de una palabra al objeto designado es arbitraria, pero esta arbitrariedad no excluye que la asignación de una palabra a un objeto no solo se refiera a la palabra aislada, sino dependa también de relaciones en el vocabulario.

Refiriéndose a la copia descrita por Feijoo, Gregorio Mayans y Siscar (1737, I, 2f) aporta una precisión importante para la teoría de los sinónimos. La ventaja de una lengua no consiste en una simple riqueza de palabras, llamada copia, sino en su abundancia concebida como capacidad de denominar ideas distintas con palabras distintas. La afirmación más clara del concepto de que se necesita una palabra precisa para expresar cada idea de forma suficientemente distinta se encuentra, por lo tanto, en la Filosofía de la elocuencia de Antonio de Capmany (1777, 49/50). La multiplicación de las palabras no por razones semánticas, esto es, por el interés de la fuerza de expresión, la comprehensión, la precisión y la sencillez de los significados, sino por la mera variación de los sonidos no enriquece la lengua, contribuye por el contrario a su empobrecimiento. Capmany utiliza sus observaciones sobre el valor de los sinónimos en su obra lexicográfica y en su traductología.

Para demostrar que la distinción habida a finales del siglo XVIII entre el valor y la significación era casi terminológica, se ofrece para el español el ejemplo de Capmany. En un capítulo de sus Observaciones críticas sobre la excelencia de la lengua castellana titulado Significado y valor de las palabras, este escritor da una definición del valor como propiedad semántica:

El valor de las palabras consiste en la totalidad de las ideas que constituyen el sentido propio o el figurado. (Capmany 1852:41)

En este contexto se trata de la abundancia de la lengua española que consiste no solo en la simple cantidad de palabras, sino “en el cúmulo de aquellas locuciones que pueden hacerla apta para exprimir todas las ideas positivistas con precisión, distinguir todas las ideas accesorias con exactitud, y tratar todos asuntos con claridad” (Capmany 1852:41). Lo que constituye el valor es, por lo tanto, un fenómeno social, el uso que asigna un potencial semántico a una palabra, así como distinciones dentro del vocabulario de la lengua.

En su Nuevo diccionario francés-español (1805), Capmany ofrece una comparación aplicando este concepto de valor como potencial semántico de la palabra. No siempre se debe traducir una voz francesa con otra castellana, exacta y rigurosamente tomada por su primitiva y recta significación, porque muchas veces una palabra en una lengua expresa más, o expresa menos, que en otra, o designa un objeto, o una idea conocida en una nación, que no se conoce en las otras, y entonces se recurrirá a un equivalente. Por ejemplo, ville no es siempre ciudad, se toma en el sentido común por población, o más bien, por lugar en que habitamos, sea ciudad, villa, o aldea. Así, se dice: N. dîne en ville o Il est en ville, esto es, N. no come en casa, come fuera de casa: o bien, no está en casa, está fuera de casa, entendiéndose siempre que no ha salido del pueblo (Capmany 1805: XI). Esto ocurre, sobre todo, en las expresiones figuradas y proverbiales, ya satíricas, ya jocosas, para representar en ambas lenguas una misma idea con distintas imágenes y términos de semejanzas, tomados de distintos objetos. Sobran, según Capmany, los siguientes ejemplos para comprobar estas observaciones: en francés se llaman yeux d’aigle lo que en castellano llamamos ojos o vista de lince; nez de rinoceros a la nariz o trompa de elefante; arracheur de dents al sacamuelas; boire comme un templier a beber como un tudesco, sin cambiar el significado de la imagen como parte del discurso.

En la traducción de un texto concreto, se trata entonces de una significación en el uso del lenguaje que depende de la referencia actual de las palabras y de convenciones sintagmáticas de cada lengua. Esta significación debe distinguirse del valor como potencial semántico fuera del uso, porque, en realidad, no se confunden el águila y el lince, los dientes y las muelas, así como fuera del uso, la extensión semántica de ciudad es distinta a la de ville en francés. Dejando aparte la intención de probar la excelencia de una lengua, los ejemplos de Capmany y los ejemplos de Saussure sirven a un propósito semejante: distinguir entre dos cualidades semánticas en las palabras.

1.3. La distinción entre valor y acepciones

Como ya hemos visto, en las teorías lingüísticas del siglo XVIII, Capmany no representa un ejemplo aislado, sino una tendencia general e internacional, que se manifiesta en la aplicación a la práctica del estudio de sinónimos y metáforas. Los sinónimos dejan de ser un recurso exterior de variación que permite esquivar repeticiones de las mismas palabras y que facilita las rimas y la harmonía. Gabriel Girard había propuesto una definición de los sinónimos que destaca la distinción de sus valores. Esta noción de valor se encuentra también en los trabajos de los enciclopedistas que la consideran como parte del sistema léxico y le oponen las acepciones de palabras en enunciados:

el vocabulario como sistema enunciados
a describir en diccionarios a interpretar a través de ejemplos
Diderot valeur acception
Beauzée Signification o valeur⃒      sens ⃒      acceptions

Turgot, autor del artículo sobre la etimología en la Enciclopedia francesa, considera el valor de las palabras en relación con el origen y el cambio de cada una. Posteriormente, abandonará la contradicción entre arbitrariedad y valor en un trabajo no concluido bajo el título de Valores y monedas (Valeurs et monnaies, 1769). En ese trabajo, Turgot atribuye a todos los signos, tanto los lingüísticos como los económicos, un origen arbitrario, formulando el problema funcional desde el punto de vista del valor, complementario de su arbitrariedad (Turgot 1913-1923: III, 95). Se encuentran paralelismos entre las teorías lingüísticas y económicas también en Cesarotti, Beccaria, Condillac, Destutt de Tracy y otros. No fue necesario tomar prestada la noción de ‘valor’ de los economistas contemporáneos de Saussure, porque ya existían con mucha anterioridad paralelismos de denominación entre las dos ciencias.

Las observaciones filosóficas sobre la naturaleza del valor semántico de las palabras se encuentran, por su parte, asimiladas por propósitos prácticos, entre ellos los trabajos de López de Huerta y más tarde los de Jonama sobre sinónimos, o las discusiones de los ideólogos sobre el problema de la significación en las ciencias.

En su Ensayo de semántica (Essai de sémantique) publicado en 1897, Michel Bréal se refiere a la teoría del signo elaborada por estos últimos autores que habían servido de blanco para la crítica antiiluminista durante decenios y que llegaron a ser olvidados por la lingüística, interesada sobre todo por el estudio de las regularidades del cambio fónico de las lenguas. Bréal, haciéndose defensor de los ideólogos vituperados, escribe que estos estaban más cerca de la verdad cuando decían que las palabras eran signos.

En el desarrollo de la ciencia no es un hecho infrecuente rescatar posiciones de teorías previamente rechazadas por su incompatibilidad con el núcleo conceptual de la matriz disciplinar. Ese también es el caso de Bréal y de su recepción de las ideas dieciochescas sobre el valor de las palabras. En el siglo XIX, el problema del valor de las palabras aparece en el contexto de teorías lingüísticas que conciben el lenguaje como un todo orgánico cuyas partes se determinan solamente en este conjunto. La distinción de acepciones en el uso y de un valor sistémico que depende de relaciones entre palabras se continúa en el siglo XIX y hasta el nacimiento del estructuralismo.

Así por ejemplo, Guillermo de Humboldt toma la idea de una repartición del contenido mental en porciones por el lenguaje, integrándola en su teoría orgánica. La explicación del valor lingüístico de las palabras es más compleja en este contexto porque presupone que el conjunto preexiste en sus partes y las partes se pueden determinar solamente en relación al conjunto y por sus proporciones. El valor del elemento se determina entonces por la forma del conjunto de la cual depende la sustancia de sus elementos. Es la teoría de Kant que había inspirado a Humboldt para tener esta idea de un conjunto orgánico también en el caso de la lengua que tiene una fuerza orgánica perceptible en todos sus elementos:

[…] sie [die Sprache] muss in jedem Augenblick ihres Daseyns dasjenige besitzen, was sie zu einem Ganzen mach. Unmittelbarer Aushauch eines organischen Wesens in dessen sinnlicher und geistiger Geltung, theilt sie darin die Natur alles Organischen, dass Jedes in ihr nur durch das Andre, und alles nur durch die eine, das Ganze durchdringende Kraft besteht. (‘[...] ella [la lengua] debe poseer en todo momento de su existencia aquello que la hace un todo. El exhalar inmediato de una esencia orgánica en cuya validez sensorial y mental comparte en ello la naturaleza de todo lo orgánico que existe en ella solo por otro, y todo solo por otra (parte), por toda la fuerza orgánica, Humboldt 1903-1936: IV, 3)

Esta fuerza orgánica determina el valor de cada elemento de la lengua y contradice a la arbitrariedad de los signos. Pero esta fuerza orgánica sustrae la descripción. Es por eso que Humboldt, en un trabajo sobre los fundamentos del tipo general de la lenguas, se acerca a la descripción de las lenguas en términos de signos. Introduce una distinción entre la palabra como parte del sistema y las acepciones de la palabra en el uso. En estas últimas, lo semántico se disuelve en el habla momentánea, la palabra se produce cada vez con acepciones verdaderas, mientras que la palabra como parte de la lengua es una unidad muerta que se transmite de generación en generación (Humboldt 1903-36: V, 422)

Humboldt conceptualiza esta oposición entre la lengua y su uso mediante los términos Ergon y Energeia y también mediante su idea de estructuración a la que llama Gliederung (articulación). La lengua se considera como el resultado de esta articulación, es un enorme tejido en el cual cada elemento está en relaciones estrechas con todos los otros elementos y con el conjunto. El hablante toca solamente una parte del tejido, pero lo hace de una manera que evoca instintivamente el conjunto:

[…] die Sprache mit einem ungeheuren Gewebe vergleichen, in dem jeder Theil mit dem andren und alle mit dem Ganzen in mehr oder weniger deutlich erkennbarem Zusammenhange stehen. Der Mensch berührt im Sprechen, von welchen Beziehungen man ausgehen mag, immer nur einen abgesonderten Theil dieses Gewebes, thut dies aber instinctartig immer dergestalt, als wären ihm zugleich alle, mit welchen jener einzelne nothwendig in Übereinstimmung stehen muss, im gleichen Augenblick gegenwärtig (‘[…] comparar la lengua como un enorme tejido, en el cual cada parte se encuentra en una relación más o menos claramente reconocible con la otra (parte) y todas con todo el tejido. El hombre toca al hablar, de cuyas relaciones se puede partir, siempre solo una parte de este tejido, pero lo hace siempre instintivamente de tal manera como si fuera al mismo tiempo todo (el tejido), con el cual deberá necesariamente concordar cada parte, en el mismo momento actual’, Humboldt 1903-1936: VII,1, 70)

La concepción holística de Humboldt no era a propósito para la descripción de las lenguas, pero había autores que desarrollaron la idea del organismo del lenguaje en el sentido gramatical y la integraron en sus trabajos lingüísticos. La comparación del lenguaje con un organismo condujo a Jacob Grimm a destacar el cambio histórico de las lenguas. Al lado de la lingüística histórico-comparativa había, en el siglo XIX, algunas tentativas de desarrollar las posiciones de Humboldt hasta la descripción sincrónica. Estas tentativas subrayaron las implicaciones estructurales y funcionales del concepto de organismo y llegaron a métodos de descripción. La atención para el concepto de Humboldt en trabajos de Becker, Heyse y Steinthal contribuyó a sus interpretaciones y denegaciones posteriores.

Becker había deducido de las oposiciones en las ciencias naturales, tales como la electricidad positiva y negativa, los polos del sur y del norte y la contracción y la expansión, el principio general de que hay fenómenos que se determinan por su relación mutua. La lengua es para Becker un conjunto de miembros que se agrupan mutuamente, análogos al organismo biológico. Becker supone dos organismos, un organismo lógico determinado por las leyes orgánicas del pensamiento, y un organismo fonético (Becker 1827: I,10). A esta concepción dualista le opone Wilhelm Ludwig Heyse la forma de la lengua (Sprachform), por la cual el pensamiento recibiría su carácter específicamente lingüístico. Según Heyse, la lengua tiene características orgánicas, pero se distingue al mismo tiempo de un organismo por su finalidad: las relaciones entre sus elementos existirían solo potencialmente fuera de su uso y se realizarían en el uso determinado por los objetivos de los hablantes:

Diese Beziehung der Sprachtheile zu einander ist in dem objektiven Sprachstoffe nur der Möglichkeit nach vorhanden, verwirklicht wird sie erst durch das sprechende Subjekt. (‘Esta relación entre los elementos de la lengua se encuentra presente en la materia objetiva de la lengua solo de acuerdo a sus posibilidades, pues se realiza solamente por el sujeto hablante, Heyse 1856: 59)

La posición psicóloga se encuentra acentuada en los trabajos del discípulo de Heyse Heymann Steinthal que subraya el papel activo de las palabras en la formación de los conceptos. Distingue la forma interior de la lengua (innere Sprachform) de la forma lógica, porque no es idéntica a los rasgos de los objetos denominados (Steinthal 1881: 59). A este psicologuismo se opone August Friedrich Pott que acentúa el objetivo común de todas las lenguas y evita el término organismo, utilizando el término más antiguo, y más moderno, el sistema del lenguaje (Pott 1863: 196)

El concepto de una lengua sistémica y orgánica en la cual todos los elementos se apoyan mutuamente se encuentra nuevamente en Georg von der Gabelentz, quien quería comparar el vocabulario de las lenguas sobre el fundamento de las relaciones sinonímicas específicas de cada lengua. Se transforma de esta manera el concepto de organismo en un método operacional y descriptivo que aspira a la descripción de la forma interior y de la analogía en una lengua (Gabelentz 1984: 63). En la lexicología general (allgemeine Wortschatzkunde) de Gabelentz se tiene que estudiar la repartición de pensamientos entre palabras que se habían realizado hasta entonces solamente para algunos casos muy restringidos, como por ejemplo, las denominaciones de grados de parentesco:

Bei einzelnen Sprachen hat man wohl hervorgehoben, wie sie in ihrem Wortschatze gewisse Vorstellungskategorien bevorzugen, andere benachtheiligen. Besonders gern hat man es ihnen als Fehler angerechnet, wenn sie in bestimmten Fällen nur das Besondere, nicht das Allgemeine auszudrücken wissen, wenn sie zum Beispiel Wörter für den älteren Bruder und jüngeren Bruder, aber kein gemeinsames Wort für Bruder haben. Aber das Ganze zu übersehen und es dann mit anderen Ganzen vergleichen, das hat man noch nicht unternommen, auch nicht wohl unternehmen können, solange es keine systematischencyklopädischen Synonymenwörterbücher der einzelnen Sprachen gab. (‘En las lenguas se había resaltado, aparentemente, el hecho de que prefieran en su vocabulario ciertas categorías de representación y discriminaran otras. Particularmente, se les había atribuido como error el hecho de que solo pudieran expresar lo especial y no lo general, cuando por ejemplo, poseen palabras para ‘hermano mayor’ y ‘hermano menor’, pero no ninguna palabra en común para ‘hermano’. Pero pasar por alto todo y luego compararlo con otro todo, eso todavía no se ha realizado y tampoco se podrá realizar, mientras que no hayan diccionarios de sinónimos sistemáticamente enciclopédicos de las lenguas’, Gabelentz 1984: 462/463)

La comparación evaluativa del vocabulario de las lenguas que constataba, por ejemplo, la falta de denominaciones de conceptos abstractos y generales se integrará en esta lexicología general para la cual la descripción de los valores de las palabras en una lengua y su comparación será un objetivo central.

Como hemos visto, los principios de oposición, el binarismo, el concepto de valor y la distinción entre la lengua y el habla son anteriores a Saussure (cf. también Normand 1985). Pero no se pueden considerar estructurales estas teorías porque su objetivo y la base teorética eran diferentes. Se trataba, en muchos casos, de explicaciones ontológicas del lenguaje y no de principios de su descripción.

2. Las nociones de ‘arbitrariedad’ y ‘valor’ en la teoría de Saussure: continuación e innovación

2.1. La noción de valor en el Curso de Saussure

Como hemos visto en el desarrollo de la noción de valor desde el siglo XVII, existe una continuidad en la noción de ‘valor’ desde hace tres siglos antes de Saussure. Sin embargo, hay diferencias fundamentales entre la noción de valor de Saussure y el empleo de este término en los siglos anteriores. Si la distinción entre una cualidad semántica propia de cada palabra fuera de su uso y una acepción actualizada en el discurso ya era muy conocida en los siglos anteriores, entonces, esta distinción no sería el núcleo de la concepción de Saussure5. En el Curso de lingüística general y en los manuscritos del mismo Saussure se pregunta explícitamente en qué se distinguen ‘valor’ y ‘significación’ (Saussure 1967-1968). En los manuscritos se trata en este contexto, primero, de la relación entre valor y sentido (valeur/sens), entendiendo por sens –según el uso tradicional de la terminología– la cualidad semántica de las palabras dentro de la enunciación. Esa depende del valor, pero se distingue también de él, el valor se constituye solo una parte del sentido:

La valeur est bien un élément du sens ; […] le sens reste dépendant, et cependant distinct, de la valeur. (Saussure 1967-1968: 258)

La relación entre valor y sentido considera que un potencial semántico constituido por relaciones y oposiciones dentro del sistema llega a ser realizado en enunciaciones, en las cuales entran también componentes sustanciales y referenciales.

Saussure subraya la necesidad de distinguir entre dos cualidades semánticas de las palabras. Siendo parte de un sistema, una palabra tiene no solo una significación, que es el significado correlativo a un significante, sino también un valor constituido por las relaciones entre los signos lingüísticos (CLG, cap. IV, parágrafo 2).

La noción de valor pone en duda el concepto del léxico como nomenclatura, cuyos elementos corresponden a “objetos” predeterminados. El problema del valor aparece, por ejemplo, en la comparación de palabras de lenguas distintas, cuyas acepciones coinciden en el uso concreto, pero presentan divergencias en su potencial semántico considerado en la lengua como sistema fuera del uso. Saussure alega la palabra francesa mouton que puede asumir en enunciaciones concretas la misma significación que tiene la palabra inglesa sheep. El valor de las dos palabras, por el contrario, no puede ser igual: la lengua inglesa tiene dos palabras (sheep y mutton) que se reparten una continuidad semántica abrazada en francés por una única palabra mouton. En el Curso de Saussure tales ejemplos demuestran la problemática general de los valores lingüísticos, según la cual la lengua no es un conjunto de expresiones exteriores a la disposición del saber en unidades semánticas, sino un sistema de relaciones y oposiciones que asigna su lugar a cada uno de los elementos.

2.2. ‘Arbitrariedad’: elementos de reconstrucción de la noción

Hablando de la naturaleza del signo lingüístico, Saussure rechaza sobre todo la opinión de que una lengua no representa más que una nomenclatura (Saussure 1967-1968: 148). El signo lingüístico no es, según él, una forma exterior, sino la unión de dos lados, ambos de naturaleza psíquica. Esta unión entre una imagen acústica y un concepto o significado siendo arbitrario; el propio signo lingüístico tiene que ser considerado como arbitrario. Para explicar esta hipótesis, Saussure alega, como muchos autores antes de él, la variedad de las lenguas. No hay razón particular para llamar a la hermana en francés sœur, como prueban las diferentes denominaciones en otras lenguas.

Saussure se da cuenta de la tradición que posee la noción de arbitrariedad, y la considera como una noción largamente conocida (Saussure 1967-1968: 153). En un artículo elaborado en alemán sobre la “arbitrariedad del signo, la historia tardía de una noción aristotélica”, Coseriu (1967)6 corrigió la idea errónea de que la noción de arbitrariedad habría sido una invención de Saussure. La declaración de un concepto recientemente descubierto como teniendo una historia que remonta a Aristóteles debía desorientar a los lingüistas que se habían convertido recientemente al estructuralismo. En este sentido, hay que anotar que Saussure mismo no había caracterizado su noción del signo arbitrario como una innovación, tenía conciencia de su larga tradición y consideraba incluso que esta noción era conocida por todos; subraya, sin embargo, que todavía no se le había concedido el papel importante que se le debiera haber asignado. De su posición en la red nocional, parece justificado atribuirle al Curso de lingüística general de Saussure un papel paradigmático, pero la reconstrucción historiográfica no es menos importante.

El trabajo de Coseriu sobre esta noción es el primero que traza una historia larga desde Aristóteles a través de los cambios medievales, las ampliaciones cognitivas en las teorías sensualistas del siglo XVIII, hasta la teoría de Saussure. No es una sucesión de progresos, sino una historia de cambios, innovaciones y olvidos que modificaron el concepto. La discusión del texto de Aristóteles es muy importante para entender la descripción de esta historia. Aristóteles había utilizado el término χατα συνϑήχην que significa que el nombre es un sonido con significación, los sonidos lingüísticos son unidades mentales; los significados tampoco son objetos reales, sino unidades mentales. El problema aristotélico era meramente fenomenológico y funcional, excluía una visión genética. Según Coseriu, en la tradición de la definición aristotélica del signo lingüístico se subraya o su significado negativo (no es necesario por su naturaleza) o su significado positivo (es motivado por la historia). En este proceso la cuestión se desplazaba a lo genético-histórico (Coseriu 1967: 89, véase también Coseriu 2004).

La historia del concepto puede describirse como una disociación de la noción aristotélica en non natura sed ad placitum ‘no por su naturaleza, sino a voluntad’. Esta disociación de dos partes abrió la posibilidad de enfatizar o incluso de aislar una de ellas, lo que formaba el punto de partida de desarrollos nocionales posteriores.

Una reconstrucción completa de la historia del concepto de la arbitrariedad del signo tendría que tener en cuenta las posiciones racionalistas y sensualistas del siglo XVII. Para los teóricos racionalistas de Port-Royal, la relación entre los sonidos y las ideas es meramente arbitraria, a diferencia del sensualista John Locke (1632- 1704) para quien una palabra no está solamente impuesta arbitrariamente a una idea, sino que también el contenido que denomina es individual y arbitrario.

Pero Locke no solo toma la noción de arbitrariedad como un concepto previamente formado, sino que la desarrolla de una manera original y le da una importancia y un alcance desconocidos con anterioridad. Ya hemos visto que la noción de valor puede jugar el papel de complemento funcional de la arbitrariedad. Es esta unión de la arbitrariedad con el valor la que deviene paradigmática en el pensamiento de Saussure.

Hay que buscar una base para el funcionamiento de signos que no son parte de una nomenclatura y no tienen apoyo en el mundo exterior. Esta base es para Saussure la arbitrariedad, entendida como una unión sancionada por la comunidad lingüística entre un significado y un significante

Le mot arbitraire appelle aussi une remarque. Il ne doit pas donner l’idée que le signifiant dépend du libre choix du sujet parlant […] nous voulons dire qu’il est immotivé, c'est-àdire arbitraire par rapport au signifié, avec lequel il n’a aucune attache naturelle dans la réalité. (Saussure 1967-1968: 153)

Pero son arbitrarios también ambos lados del signo lingüístico, funcionando solo en su unión en el signo y no siendo predeterminados por ningún apoyo al lenguaje.

En la historia de la lingüística, el problema de la arbitrariedad aparece como pieza clave en la consideración del signo aislado del sistema del lenguaje, mientras que del punto de vista del lenguaje como un todo orgánico la relación entre los contenidos a expresar y el conjunto de los medios lingüísticos aparece necesaria y causal. Estas dos maneras de considerar el lenguaje confluyen en el Curso de Saussure. Metodológicamente la extensión de la arbitrariedad a todo el sistema lingüístico tiene consecuencias importantes: la continuidad semántica se puede imaginar como repartida entre los valores léxicos. A pesar de cubrir la continuidad semántica y no dejar lagunas, las palabras no son determinadas ni en sus elementos semánticos constitutivos ni en su extensión, sino que su valor resulta de las relaciones entre los signos lingüísticos. Eso explica diferencias en la repartición de los contenidos semánticos en dependencia de la cantidad de signos de que se dispone.

Del ángulo funcional, Saussure formula el problema de la arbitrariedad mucho más consecuentemente que sus predecesores en relación con la noción de valor. La arbitrariedad implica que el signo lingüístico, así como sus dos lados, son valores determinados dentro de un sistema:

Arbitraire et différentiel sont deux qualités corrélatives. (Saussure 1967-1968: 265)

Los editores del Curso consideran la arbitrariedad de la relación entre los dos lados del signo como una consecuencia de la relatividad de sus valores, es decir, de su dependencia de diferencias y oposiciones dentro del sistema lingüístico7. Saussure, en cambio, había establecido esta relación de la forma contraria, haciendo de la arbitrariedad la causa del valor de los signos:

Le choix qui appelle telle tranche acoustique pour telle idée est arbitraire. Aussi les valeurs sont-elles relatives. (Saussure 1967-1968: 265)

Los valores lingüísticos que son relativos no pueden funcionar hasta que sean sancionados por la comunidad de los hablantes. La noción de valor aparece así como un vínculo entre la definición formal del lenguaje y la afirmación de su naturaleza social:

À son tour, l’arbitraire du signe nous fait mieux comprendre pourquoi le fait social peut seul créer un système linguistique. La collectivité est nécessaire pour établir des valeurs dont l’unique raison d’être est dans l’usage et le consentement général, l’individu à lui seul est incapable d’en fixer aucune. (Saussure 1967-1968: 157)

Es verdad que implica también la posibilidad –desarrollada sobre todo en la recepción de Saussure– de estudiar la lengua como una red de relaciones y oposiciones. La divulgación del pensamiento de Saussure por la publicación del Curso en 1916 no permitía reconocer el horizonte de retrospección (cf. Auroux 1996) y tampoco la reticencia del autor que le impedía publicar prematuramente pensamientos no finalizados. Sin embargo, el Curso ha servido de punto de arranque para el desarrollo de la lingüística estructural en Europa y parcialmente en América.

Ya en 1940 Sechehaye había publicado un artículo sobre las tres lingüísticas saussureanas en el cual defendía la doctrina de su maestro. Admite que después de más de veinte años habría elementos atrasados en su teoría, pero enumera algunos conceptos que, según él, son incontestables, como por ejemplo, la distinción entre lengua y habla, su pensamiento acerca de la diferencia entre valor y significación, las noticias breves sobre las entidades lingüísticas, su doctrina sobre las relaciones asociativas y las relaciones sintagmáticas. Sería gracias a estas ideas que la teoría saussureana tendría un valor atemporal (Sechehaye 1940: 2). Son justamente estas las ideas cuya autenticidad se confirma por el análisis de los documentos encontrados al final del siglo XX.

Sechehaye admite también que Saussure nunca habría autorizado la publicación de sus lecciones porque las consideraba como inacabadas y provisorias (Sechehaye 1940: 2). Contestando a la crítica de varios lingüistas eminentes, Sechehaye deduce tres disciplinas lingüísticas de las dicotomías langue y parole, sincronía y diacronía respectivamente:

II y a une linguistique synchronique ou statique et une linguistique diachronique ou évolutive. Entre les deux se place la linguistique de la parole, laquelle a pour objet le phénomène qui, tout naturellement, sert d’intermédiaire entre le fait synchronique et le fait diachronique. (Sechehaye 1940: 7)

La lingüística del habla falta en el Curso y la lingüística diacrónica no se trata sistemáticamente. Es evidentemente el efecto de delimitación de los neogramáticos que produjo este sobrepeso de la lingüística sincrónica.

El producto de la actividad editora de Bally y Sechehaye fue muy bienvenido en una época cuando la lingüística buscaba una nueva orientación que abandonara el atomismo de los neogramáticos y permitiera el estudio sistemático del lenguaje. Pero además de los pensamientos que correspondían a las ideas del maestro, los editores introdujeron también conceptos que agudizaron o incluso falsificaron sus ideas8. Un ejemplo destacado es la última frase del Curso que declara el estudio de la lengua (langue) en sí y por sí como único objeto de la lingüística:

[…] la linguistique a pour unique et véritable objet la langue envisagée en elle-même et pour elle-même. (Wunderli/Saussure [1916] 2013: 440)

Esta frase no es una mera invención de Bally y de Sechehaye, sino que tiene una base en los textos originales. En los apuntes del alumno Constantin del tercer curso podemos leer lo siguiente:

C’est l’embranchement, la bifurcation que l’on rencontre immédiatement, savoir si c’est la parole ou la langue qu’on prend comme objet d’étude. On ne peut s’engager simultanément sur les deux routes, faut les suivre toutes deux séparément ou en choisir une. Nous l’avons dit, c’est l’étude de la langue que nous poursuivons pour notre part. Maintient-on le nom de linguistique pour les deux choses réunies ou faut-il le réserver à l’étude de la langue? <Nous pouvons distinguer en> linguistique de la langue et linguistique de la parole. Cela dit, il ne faut pas en conclure que dans la linguistique de la langue il ne faut jamais jeter de coup d’oeil sur la linguistique de la parole. <Cela peut être utile, mais c’est un emprunt au domaine voisin.> (Wunderli 2013: 463)

Del apunte de este alumno de Saussure podemos deducir una postura mucho más matizada del maestro. Saussure quería sobre todo subrayar la necesidad de hacer una distinción entre lengua (langue) y habla (parole), lo que no contradice la legitimidad de una lingüística del habla (linguistique de la parole). Para sus lecciones y en contraposición a la lingüística habitual de su tiempo, Saussure había escogido la lingüística de la lengua (linguistique de la langue) que tiene otro objeto distinto a la lingüística del habla y que consecuentemente puede echarle un vistazo al habla, sabiendo que se trata del objeto de una ciencia vecina.

De esta separación entre lengua y habla, que era importante para la fundación de la doctrina saussureana, Bally y Sechehaye excluyeron el habla de la lingüística. Esta interpretación reduccionista de la doctrina de Saussure que la presentaba exclusivamente como base de la lingüística estructural se divulgaba en el Curso de lingüística general publicado en 1916. Hay que mencionar también que Saussure no daba sus lecciones de lingüística general, sino por la obligación académica que lo llevó a hacerse cargo de las lecciones dadas hasta entonces por Joseph Wertheimer (1833-1908) (Stetter 1992: 520, Albrecht 2015: 223).

2.3. Aportación de los Manuscritos de Saussure

La publicación de los Écrits de linguistique générale de Saussure invita a una comparación con el Curso. De las tres áreas presentes en el pensamiento de Saussure (Bouquet 1997, Bouquet 2000), los editores del Curso, Bally y Sechehaye, acentúan solo uno: el de la reflexión prospectiva sobre una nueva disciplina. Los editores no se interesaban por la epistemología en la cual Saussure trazaba las condiciones de una lingüística comparada, incluyendo la fonología histórica. Se preocuparon también poco de la especulación analítica –analítica en el sentido de Aristóteles– sobre el lenguaje, extendida de vez en cuando por Saussure a todos los sistemas de significación humana. Esta especulación, Saussure la llamaba varias veces filosófica, lo que justifica el hablar de una filosofía del lenguaje. Las dos corrientes, menospreciadas por los editores, corresponden a dos influjos importantes en la teoría de Saussure: la epistemología del siglo XIX para su visión comparativa y las teorías del siglo XVIII para su filosofía del lenguaje. Es este horizonte de retrospección que explica porque Saussure había esbozado un programa de reorganización de la lingüística que debería estudiar en el plano sincrónico las relaciones semánticas así rigurosamente como lo había hecho la gramática comparada en el plano diacrónico para la fonología.

A partir de una lectura de los manuscritos encontrados en 1996 y publicados por Bouquet y Engler bajo el título de Ecrits de linguistique générale (2002), el programa de Saussure parece menos rígido y más complejo. Algunos conceptos que se consideran como saussureanos se encuentran confirmados por esta comparación, pero en algunos casos hay que añadir elementos importantes. Se pone en duda, por ejemplo, la restricción de la lingüística al estudio del sistema de la lengua y la exclusión de la historia de la lengua de los objetos de la lingüística.

Se alarga el área del interés, lo que conduce a una puesta en cuestión del objeto de la lingüística del habla. Es verdad que Saussure define el sistema de la lengua como objeto de la lingüística de la lengua, pero no deja en blanco las dificultades de esta definición de una ciencia que todavía no estaba organizada. En los marcos de la lingüística de la lengua sería imposible de hablar de sinónimos porque diferencias de forma contraerían diferencias de sentido. Pero Saussure observa la necesidad de una ciencia de los signes de parole, y estos signos del habla se estudiarían en una ciencia mucho más larga que la ciencia de la lengua:

Si la linguistique était une science organisée comme elle pourrait l’être très facilement, mais comme elle n’est pas jusqu’à présent, une de ses affirmations les plus immédiates serait: l’impossibilité de créer un synonyme, comme étant la chose la plus absolue et la plus remarquable qui s’impose parmi toutes les questions relatives au signe. La difficulté qu’on éprouve à noter ce qui est général dans la langue, dans les signes de parole qui constituent le langage, c’est le sentiment que ses signes relèvent d’une science beaucoup plus vaste que n’est la «science du langage». On a parlé un peu prématurément d’une science du langage. C’était à une époque où personne encore, à part de rares romanistes, ne pouvait avoir conçu l’idée de ce qu’est LA LANGUE, ni même UNE langue dans son évolution. (Saussure 2002: 265)

Esta cita confirma la tardanza de Saussure antes de la introducción de una lingüística “pura” y su dificultad en la delimitación de su objeto. La atribuye a algunos escasos romanistas que podrían saber lo que es una lengua. Pero lo que distingue a los romanistas de los otros lingüistas de su época es la preocupación por los estudios históricos y comparativos de las lenguas románicas. No excluye, por lo tanto, Saussure el estudio del cambio y la historia de la lengua, sino los considera como un presupuesto de la lingüística.

En esta perspectiva, la lingüística del futuro debería redescubrir los objetos tradicionales de la morfología, la lexicología y la sintaxis. Pero incluyen también, como se puede ver en los manuscritos, la retórica y la estilística. Esta lingüística reunirá todos los métodos para acercarse al lenguaje en una semiología, es decir, en una gramática de un tipo nuevo que explica sus objetos sobre la base del principio de las oposiciones, de la negatividad y de las diferencias. Saussure concibe estas oposiciones como partes constitutivas de una mathesis lingüística.

Esta idea de relaciones y oposiciones aparece ya en relación con los estudios históricocomparativos de Saussure. La expresa en relación con la comparación a un juego de ajedrez en sus notas de 1894:

La diversité successive des combinaisons linguistiques (dites états de langue) qui sont amenées par l’accident sont éminemment comparables à la diversité des situations d’une partie d’échecs. Or chacune des situations ou ne comporte rien, ou comporte une description et une appréciation mathématique. (Saussure 2002: 206-207)

Quince años más tarde afirma la misma idea en su Curso de 1908-1909:

(26) Toute espèce d’unité linguistique représente un rapport, et un phénomène aussi est un rapport. Donc tout est rapport. Les unités ne sont pas phoniques, elles sont créées par la pensée. On n’aura que des termes complexes:
Tous les phénomènes sont des rapports. Ou bien parlons de différences: tout n’est que différence utilisée comme opposition, et l’opposition donne la valeur. (Saussure 1967- 1968, 274-275)

La idea central de las oposiciones y de la negatividad se encuentra muy coherentemente desarrollada en los manuscritos de Saussure. Está formulada incluso más intensamente que en el Curso, cuando dice que los valores lingüísticos no consisten ni en formas, o sentidos, ni en signos o significaciones, sino que se determinan por la diferencia general de los signos, la diferencia general de las significaciones y la atribución de las significaciones a determinados signos:

(27) On ne saurait assez insister sur ce fait que les valeurs dont se compose primordialement un système de langue (un système morphologique), un système de signaux ne consistent ni dans les formes ni dans les sens, ni dans les signes ni dans les significations. Elles consistent dans la solution particulière d’un certain rapport général entre les signes et les significations, fondé sur la différence générale des signes plus la différence générale des significations plus l’attribution préalable de certaines significations à certains signes ou réciproquement. […] On ne peut pas définir ce qu’est une forme à l’aide de la figure vocale qu’elle représente, - pas davantage à l’aide du sens que contient cette figure vocale. On est obligé de poser comme fait primordial le fait GENERAL, COMPLEXE et composé de DEUX FAITS NEGATIF: de la différence générale des figures vocales jointe à la différence générale des sens qui s’y peuvent attacher. (Saussure 2002: 28/29)

La determinación de la identidad de los signos por oposiciones diferenciales está descrita en un esquema muy claro que corrige la vista simplificada de un signo consistente de un significante y de un significado. Se distingue en este esquema la perspectiva sistémica y la perspectiva del signo aislado y se aplica esta distinción a la existencia mental de ambos lados del signo lingüístico:

VUE HABITUELLE:
A Signification  
B Forme  
VUE PROPOSEE  
I   II
Différence générale des significations
(n’existe que selon la différence des formes)
Une signification
(relative à une forme)
  Figure vocale (servant de forme ou de
plusieurs formes dans I)
Différence générale des formes
(n’existant que selon la différence des significations
Une forme (toujours
relative à une signification
 

La fundación de la lingüística estructural por Saussure puede entonces confirmarse por los manuscritos, pero los editores del Curso han contribuido fuertemente al hecho de que esta obra se considera como manifiesto fundador. Como es típico en la historia de la lingüística, del pensamiento lingüístico antes de Saussure, se han mencionado solamente las teorías opuestas inmediatamente al núcleo de su innovación: la lingüística histórica y su estudio de cambios fonológicos puntuales. No se mencionan las raíces de Saussure en la lingüística sincrónica tradicional y en la filosofía del lenguaje que había, desde por lo menos tres siglos, discutido los problemas de la arbitrariedad y del valor de los signos. Eliminaron todas las dudas de Saussure acerca de la legitimidad de la restricción del objeto de la lingüística al sistema de la lengua y a la descripción des sus oposiciones. Un manifiesto fundador no puede funcionar como tal cuando contiene los escrúpulos del autor. El hecho de que Saussure no hubiera publicado sus textos que incluyen también observaciones sobre la lingüística del habla, contribuyó muchísimo a su calidad de fundador de una nueva corriente.

A partir del texto del Curso no se reconoce la apreciación que tenía Saussure por la lingüística histórico-comparada, que por lo tanto, se manifiesta en sus manuscritos. Saussure defiende la escuela lingüística de Bopp, subrayando que su objeto era diferente de la lingüística actual que, según él, todavía tiene que probar su legitimidad:

(28) L’école fondée par F[ranz] au commencement de ce siècle n’envisagea pas le langage sous l’aspect d’un phénomène, et donc son caractère d’exercice d’une faculté de l’âme. On lui reproche volontiers aujourd’hui d’avoir méconnu dans son essence l’objet qu’elle prétendait traiter. C’est bien plutôt lui supposer arbitrairement une mission qu’elle ne songeait pas à se donner; que beaucoup de ses adeptes auraient sans doute récusée. En réalité c’est l’objet qui a changé: et une science différente a succédé sans s’en douter à la première et prétendu passer condamnation de sa devancière elle pourrait bien ne s’être pas suffisamment assurée de la légitimité de sa propre existence. (Saussure 2002: 130/183)

3. ¿El Curso de lingüística general –el manifiesto de la lingüística estructural?

Saussure estaba lejos de escribir textos en los cuales haya fundado inconscientemente una nueva lingüística. Reconoció el cambio fundamental del objeto y del objetivo, y -distintivamente a los editores del Curso– su pensamiento está amarrado en los escritos de autores anteriores.

Hemos visto algunos representantes de la serie llamada pre-estructural que incluye textos que siendo estructurales no se consideran como fundadores del estructuralismo. Es sin embargo importante no dejarse guiar por una idea teleológica, sino apoyarse en textos concretos con finalidad histórica. En los análisis de series de textos es importante distinguir las condiciones socioculturales de la constitución misma de las series. Estas condiciones reflejan, entre otros, la manera de citar y de integrarse en una tradición. Al mismo tiempo, las series textuales pueden refuncionalizar un texto destacado de la historia, dándole la posibilidad de sobrevivir en un contexto científico completamente cambiado. Un texto que está relativamente poco fijado en el plano teórico puede presentarse como renovación particularmente intensa de la teoría. La reelaboración de las reglas y de los conceptos se lleva a cabo por acumulaciones sucesivas y puede llegar progresivamente a la elaboración de nuevos conceptos.

Se podría constatar que un texto se sitúe en el cruce entre un tipo de discurso y una serie de textos9, y que el investigador tenga que estudiar los dos para darse cuenta de la individualidad del texto. Llamamos texto de referencia a un texto que por razones diversas ha llegado a ser el representante típico de una serie y se considera muchas veces como el punto de partida de un discurso. En este sentido, el Curso de lingüística general puede considerarse como un texto de referencia importante para la lingüística estructural.

Hay visiones de la doctrina de Saussure que quieren construir, en base a una interpretación de los manuscritos, una lingüística neosaussureana que explique todos los fenómenos lingüísticos en términos de oposiciones y diferencias (cf. Bouquet 2014; Saussure 2011). Es verdad que esta opción de la negatividad aparece con más complejidad en los manuscritos, especialmente en un texto titulado De l’Essence double du langage (de la naturaleza doble del lenguaje, cf. Haßler 2015). A pesar de la afirmación que el Curso ha desnaturalizado el proyecto auténtico de Saussure10, hemos visto que el concepto del valor lingüístico está presente en todas las versiones de su doctrina: en sus trabajos sobre la lingüística histórico-comparativa, en el Cours de linguistique générale editado por Bally y Sechehaye que sirvió como fundamento para la lingüística estructural y en los manuscritos auténticos. Con la introducción de una naturaleza formal de la lengua, Saussure ha refuncionalizado un enfoque existente en teorías anteriores y lo ha puesto al centro de su doctrina (cf. Haßler 1991, Swiggers 1997, Sofía 2013). Es verdad que la rigidez de la determinación de fenómenos lingüísticos por la negatividad es diferente en estos textos. En los manuscritos auténticos la noción de valor diferencial-opositiva está más desarrollada, pero al mismo tiempo la reticencia de Saussure en su aplicación es más dominante. Se podría concluir que el Curso de lingüística general sirvió de base para la fundación de la lingüística estructural, a pesar de la circunspección de su autor, pero gracias a la audacia de sus editores.

Referencias

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1 Este texto es una nueva versión del artículo publicado en Res Diachronicae, vol. 13, 2015, páginas 4-19, titulado Las diferentes visiones de Saussure al centenario de la publicación del Curso de lingüística general.

2 Estas ideas fuero ya introducidas en Haßler (2006).

3 Schlieben-Lange (1991: 315): „Die historiographische Arbeit ist eine dynamische Auseinandersetzung mit den Quellen, in deren Verlauf sich die Fragestellung entfaltet und verschiebt“. (‘El trabajo historiográfico es una confrontación dinámica con las fuentes, en cuyo proceso se explica y se desarrolla el planteamiento de un problema’.

4 En la terminología actual, basada en la semántica estructural de John Lyons (1991, 1997), los ejemplos del primer grupo se llaman conversos. Los termes contraires corresponden a los antónimos en el sentido estricto. En estas dos relaciones la significación del término opuesto no se explica por la simple negación, que a diferencia de las dos últimas (termes privatifs, termes contradictoires), la significación se explica mutuamente por la negación. La división de la relación de complenimia se basa en la relación de posibles referencias: no tendría sentido referirse a una piedra con las palabras vista / ceguedad, lo que sí sería posible con ver / no ver.

5 Para la biografía intelectual de Saussure, cf. Mejía Quijano (2008), Joseph (2012).5 Cf. también el libro más desarrollado de Coseriu (2004).

6 Cf. también el libro más desarrollado de Coseriu (2004).

7 Cf. Saussure (1967-1968: 157); Casteleiro Oliveros (2000), Christmann (1972), Engler (1962: 62); Derossi (1965: 83); Koerner (1982); Jäger (1976: 237); Scheerer (1980), Wunderli (1981: 225).

8 Bally había expuesto sus ideas lingüísticas en un libro publicado antes del Curso de Saussure (Bally 1913).

9 Oesterreicher 1994: 297: „Texte stehen in sach- und gegenstandsorientierten Zusammenhängen und Fragehorizonten, die eine moyenne durée aufweisen und sich in Serien konstituieren. Quer dazu liegen die sog. Diskurstypen, verstanden als epochale Denkformen und Strukturierungsprinzipien des in Texten erscheinenden Sachwissens. [...] Der Gesichtspunkt der Serie garantiert ja eben erst eine Kontrolle der Interpretation von Texten in dem Sinne, daß vorschnelle, zufällige und ungerechtfertigte - positive oder negative - Bewertungen und Einordnungen von Texten vermieden werden können; gerade eine reine 'Höhenkamm' - Orientierung der Historiographie ist gegen derartige Fehleinschätzungen bekanntlich nicht gefeit.“ (‛Los textos se encuentran en relaciones orientadas a la realidad y al objeto y en horizontes interrogativos que presentan una media duración y que se constituyen en series. Transversalmente, se encuentran los tan llamados tipos de discursos, que se entienden como formas de pensamientos de la época y como principios de estructuración del conocimiento que aparece en los textos. [...] El punto de vista de la serie garantiza solo primero un control de la interpretación de textos en el sentido de que se puedan evitar evaluaciones –positivas o negativas– y clasificaciones de los textos en forma precipitada, ocasional e injustificada, exactamente como una ‘cresta’-orientación de la historiografía, como es bien sabido, no se libra de tales juicios equivocados’).

10 Mais Saussure n’est pas l’auteur du Cours, et ce livre, quelle qu’ait été son importance, a dénaturé le projet authentique du linguiste genevois sur des points essentiels, ainsi qu’en témoigne le double corpus saussurien des écrits autographes et des cahiers d’étudiants (corpus désigné ci-après par l’expression textes originaux). (Bouquet 2014: 1)