Traducción
Recibido: 1 de agosto de 2016/Aceptado: 31 de octubre de 2016

ENTORNOS, Vol. 29, No. 2, Noviembre 2016 

¿Hay que proteger a Saussure de sus seguidores? Notas ítem sobre la etimología saussureana1

Should Saussure be defended against his amateurs? Notes on the Saussurian etymology

Jürgen Trabant
Freie Universität, Berlin
trabant@zedat.fu-berlin.de


“Bach gegen seine Liebhabaer verteidigt”, “defensa de Bach contra sus entusiastas2” es el título de un célebre artículo de Theodor Adorno en el cual él ataca a los seguidores de un Bach “auténtico”, a los puristas bachianos y a un historicismo que cree ser el representante absoluto de la verdad musical. Estos seguidores de un Bach histórico luchaban –con un fervor caso religioso– para que se interpretara a Bach con los instrumentos de la época y que se reconstruyera la sonoridad “auténtica” que restituye el contexto eclesiástico. Estos seguidores confinan a Bach en su medio histórico estrecho –que no era precisamente apreciado por el propio Bach– de cantor de la Thomaskirche de Leipzig. Adorno defiende a Bach en el nombre del progreso musical mostrando las potencialidades de su música que justamente intenta romper las cadenas de su tiempo e insiste en la apertura de los textos musicales de Bach quien se rebela contra las limitaciones históricas, debidas por ejemplo a la estrechez de datos ideológicos y a la pobreza material de los instrumentos atrasados. El clavicordio no es necesariamente el sonido con el cual sueñe la música de Bach. Por supuesto, los casos históricos nunca son idénticos, pero hay analogías estructurales evidentes en lo que sucede alrededor de Saussure. ¿Hay que defender entonces a Saussure de sus amigos, seguidores de un Saussure auténtico?

1. En búsqueda de un Saussure auténtico

Desde hace algunos años, hay un renovado interés por Saussure. Después del estructuralismo y el post-estructuralismo, la era de Saussure parecía estar superada. Pero hay nuevas actividades relacionadas con un trabajo filológico sobre las “fuentes” que se emplean para reconstruir a un Saussure “auténtico”. Johannes Fehr y Ludwig Jäger3 (¡desde 1975!) en el mundo alemán y Simon Bouquet4 en el mundo francófono, son los representantes más destacados de esta tendencia. Pero ¿cuáles son las razones y cuáles son los desafíos de estas actividades? ¿Hay problemas en la discusión lingüística actual con los cuales se relaciona esta nueva presencia de Saussure y, si es así, se encuentran soluciones a esos problemas acudiendo al “verdadero Saussure? Tal es por ejemplo, ciertamente la razón del remozado interés por Humboldt, ligado a un sentimiento de desconsuelo: Humboldt sirve para recordar el hecho de que el estudio del lenguaje es un vasto campo de actividades científicas cuyo centro es la actividad individual de hablar, el discurso, Rede, energeia. Humboldt es utilizado para defender – contra la exclusividad de una lingüística naturalista psicobiológica– una lingüística “cultural” de las lenguas e incluso una lingüística “literaria” de los textos y del discurso.

Lo que es cierto para Humboldt también lo es para Saussure, al menos hasta cierto punto. Ludwig Jäger por ejemplo, lo invoca como testigo en contra de las tendencias dominantes de la lingüística moderna. Solamente para Jäger estas tendencias críticas de la lingüística, se deben justamente al propio Saussure o, para ser más preciso, al Curso de lingüística general. Curiosamente, la renovación de Saussure es, al menos en parte, profundamente antisaussureana. Ya que, contrariamente al caso de Humboldt, los amigos de Saussure no se refieren al Saussure clásico, el del Curso (lengua/habla, sintagmático/ asociativo, signo/significante/significado, arbitrario, semiología, sincronía/diacronía, etc.), sino a otro Saussure, un Saussure auténtico, que se encontraría en las notas de los cursos de los estudiantes pero sobre todo en las notas y manuscritos dejados por el propio Saussure. La nueva presencia de Saussure se debe entonces a una lucha de Saussure contra Saussure. Sobre la base de la filología saussureana se pueden atacar a todos aquellos que se refieren aún al Curso y a sus interpretaciones clásicas. Se puede atacar también a una lingüística que siga la tradición del Saussure “clásico”. Así por ejemplo, a todos aquellos que creyeron que Saussure habría preconizado una lingüística de la lengua (en sí misma y por sí misma) contra una lingüística del habla5, podemos mostrar lo contrario; las “fuentes” afirman categóricamente que hay dos lingüísticas:

“Lo que ocurre es que la lingüística, me atrevo a decirlo, es muy amplia. Particularmente, comporta dos partes: una que se halla más cerca de la lengua, acervo pasivo, y otra que se halla más cerca del habla, fuerza activa y auténtico origen de los fenómenos que se perciben a continuación en la otra mitad del lenguaje” [ELG, p. 2446]

Ciertamente es un juego interesante. Pero, ¿quién tiene necesidad de ello? ¿Es que esto aporta algo nuevo para la lingüística o para la teoría del lenguaje? (En lo concerniente a nuestro ejemplo, lingüística de la lengua/lingüística del habla, ¿la discusión de los años cincuenta había agotado los argumentos?7)

O ¿es que esto contribuye a la plena comprensión de Saussure? De la misma manera por ejemplo, que la interpretación lingüística o “sematológica” de Vico aportó algo nuevo: insistiendo en el aspecto sematológico que la tradición había olvidado, ella cambió la imagen y por lo tanto el alcance de la filosofía de este autor acercándolo a posiciones filosóficas modernas (generación semiótica del pensamiento, filosofía del lenguaje)8. Ciertamente es también el caso de Saussure: las interpretaciones de Fehr, de Bouquet, de Jäger sobre la base de documentos manuscritos, agregan profundidades no solo lingüísticas sino sobre todo filosóficas al pensamiento de Saussure que no se sospechaban antes.

Pero en lo que tiene que ver con su utilidad para la lingüística, podemos dudar desde el mismo comienzo: la lingüística actual se encuentra en planetas infinitamente alejados de la galaxia llamada “Saussure”. Prácticamente no se interesa en nada de lo que “Saussure” representa (con excepción posiblemente del problema de la reacción entre sincronía y diacronía). Los temas saussureanos le son completamente indiferentes: ¿“El objeto de la lingüística”? Esta cuestión ya no se discute pues parece estar resuelta completamente, no hay sombra de duda sobre el objeto de la lingüística, su objeto es “language”. ¿“Lengua y habla”? Nada le es más indiferente a la lingüística actual: las lenguas como tales ya no son el centro de la lingüística, se les describe cada vez menos “en sí mismas y por sí mismas” como sistemas semiológicos históricamente individuales; se les describe ante todo, como manifestaciones superficiales de language. Y el habla nada tiene que ver definitivamente con la lingüística: speech es una manifestación completamente contingente de language. “El signo lingüístico” –the arbitrary Saussurean sign- se invoca aún de vez en cuando, o digamos que acosa el discurso lingüístico como el espectro de un tiempo pasado, solamente para decir que el significante no imita al significado (que es la mayor parte del tiempo identificado con la cosa designada): “the wholly conventional pairing of a sound with a meaning9” (Pinker, 1994, p. 83). Pero el núcleo de la reflexión semiológica de Saussure, la unidad del significante y del significado y todo lo que de ella se desprende, no se encuentra en el centro de la lingüística actual. En lugar de la “doble esencia” (expresión que se encuentra en las notas recientemente encontradas por Engler y publicadas en los Escritos de lingüística general) que es, a fin de cuentas, la “doble articulación” del estructuralismo, es la “recursividad” la que constituye ahora la esencia del lenguaje o mejor de language. ¿”Semiología”? Que la lingüística pueda hacer parte de una ciencia de los signos más amplia ya no le interesa a nadie. Así pues, que la lingüística actual pueda interesarse en estas discusiones saussureanas me parece muy poco probable.

Pero esta distancia interestelar entre la lingüística y “Saussure” sería acaso justamente una razón de más para re-presentar a Saussure, como se ha intentado hacer con Humboldt. Es en efecto lo que hace Ludwig Jäger. El problema, con este ensayo de actualización, es que no es el Saussure conocido el que él le vuelve a proponer a la lingüística sino un Saussure nuevo, un Saussure que está aún más alejado de la lingüística actual que el antiguo Saussure, sobre el cual la lingüística ha mantenido, al menos aún, algunos prejuicios (“the arbitrary Saussurean sign10) – al igual que con Humboldt además, cuando la lingüística cree que fue el inventor de la tipología. Los demás saussureólogos mencionados tienen otras ambiciones. Sus trabajos son más contribuciones a la historia de las ciencias y a la comprensión del mismo Saussure, considerado como un clásico (Fehr), que sin embargo se debe remodelar radicalmente, liberar de su trampa histórica y lingüística para conducirlo a otras dimensiones, sobre todo filosóficas (Bouquet). Pero Saussure es un clásico muy especial, cuya especificidad conlleva cuestiones particularmente complicadas sobre estas actividades de reconstrucción de un nuevo Saussure, de un verdadero Saussure.

2. Saussure: un texto sin autor

Saussure –¿hay que mencionarlo acaso?– no es un autor. Saussure es un texto. Lo es de manera radical. Y en su textualidad este texto se distingue prácticamente de todos los textos importantes de la literatura europea: el Curso de lingüística general –es lo que designamos bajo el nombre de “Saussure”– no tiene autor, no fue escrito por aquel que se identifica como autor y sus escritores niegan su paternidad literaria, es un texto doblemente huérfano. La Ilíada por ejemplo, tampoco tiene un autor claramente definido. Tiene un autor inventado, Homero, para poder confirmar su coherencia textual. Pero la incertidumbre del padre no pone en duda el texto. Algunas veces los “escritos” de un autor moderno no provienen de la mano de un autor sino que pasan por un dispositivo de dictado. Simplemente, el que dicta es aún el maestro de su palabra y puede por ejemplo, releer y redactar el texto o supervisar su impresión. Como sucede a veces, para varios escritos de Humboldt11, el autor no es el dueño de la forma impresa de sus escritos por la sencilla razón de que no hizo imprimir sus manuscritos (textos aún no terminados) o porque está muerto. Pero existen sin embargo manuscritos de lo que se imprime, huellas del propio autor. Para los textos antiguos y medievales raramente contamos con autógrafos, se dispone de familias de manuscritos, reducidos a una forma definitiva desde la existencia de la imprenta. Podemos sin embargo presuponer una línea que va del autor hasta la última forma (impresa). La relación entre autor y texto (impreso) puede ser pues incierta o indirecta. Pero para el Curso de lingüística general, esta relación se quebró dos veces. “Saussure” es un texto escrito por dos lingüistas suizos –Bally y Sechehaye– a partir de las notas de los estudiantes que asistieron a los cursos de su colega Saussure en Ginebra a comienzos del siglo XX. Bally y Sechehaye explican en su prefacio al Curso de lingüística general, de julio de 1915, su “trabajo de asimilación y de reconstitución” (Bally/Sechehaye en el CLG, p. 38): “Saussure” es la puesta en escritura indirecta de una enseñanza acroamática12. Y esta enseñanza tenía todas las características de una enseñanza intencionalmente acroamática: estaba dirigida a un pequeño círculo de iniciados y se suponía que no fuera “publicada”, se convertiría en algo esotérico, no por razones criptológicas o de distinción social (como la enseñanza acroamática de Aristóteles) sino por las incertidumbres y dudas del hablante. “Y además Ferdinand de Saussure era uno de esos hombres que se renuevan sin cesar; su pensamiento evolucionaba en todas direcciones […]13” (Bally/ Sechehaye en el CLG, p. 37). Podríamos incluso cuestionar la legitimidad el registro escrito y de la publicación. Pero ¿quién pude descartar que Saussure se hubiera sentido contento al ver que personas tan enérgicas como Bally y Sechehaye hubieran puesto fin a sus vacilaciones y dudas y lograran fijar justamente su pensamiento vacilante? Sea lo que sea, el producto ya está hecho, el texto está ahí y tuvo la suerte que ya se conoce. Y el dispositivo discursivo –hay que repetirlo– que genera este texto “Saussure” es el siguiente: el hombre Saussure –pues no podemos dudar de que un hombre Saussure existió– le habla a algunos oyentes a partir de las notas que él mismo destruye después de los cursos. Como no existe aún el registro fonográfico (y no podemos saber si el expositor hubiera permitido semejante atrevimiento), los estudiantes escriben, ellos son las grabadoras de dichas lecciones (según el “método acroamático de enseñanza universitaria” del cual hablaba Nietzsche). Bally y Sechehaye no frecuentaron estos cursos. Ellos leen las notas de los estudiantes y algunas notas que su colega dejó. Hablaron también con estudiantes-asistentes. Escriben un texto sobre la base de estos testimonios, con la intención de “reconstituir” fielmente el pensamiento del hombre Saussure. Ellos no reconstituyen necesariamente la voz del ponente. Las coincidencias entre las fórmulas anotadas por los estudiantes, luego probablemente las palabras del propio Saussure y el texto del Curso no son muy grandes (Engler las hizo imprimir en negrilla en su edición crítica14). Entre su texto “Saussure” y el hombre Saussure, hay pues un doble proceso de escucha -registro y de lecturacomprensión. El Curso es un texto escrito para oír-decir y leer-escribir: palabras de Saussure -escucha por parte de los estudiantes– escritura de los estudiantes –lectura de Bally/Sechehaye– escritura de Bally/Sechehaye – Curso/ “Saussure”. La fuente vocal autoral de este texto escrito está muy lejana.

A pesar de esta distancia, este dispositivo de escritura es percibido por Bally y Sechehaye como un proceso de transcripción, estos escritores rehúsan asumir una paternidad suya: ellos no se presentan como los autores del Curso, sino como los transescribanos de una palabra ya transcrita, como fono-gramo-grafos. Pero, a pesar de su voluntad de escribas, la doble distancia hace más que precaria la relación del texto con un autor Saussure. Me parece entonces que sería mejor decir escuetamente que el Curso no tiene autor o que “Saussure” es un texto. En esto hay que ser radicales. Este texto es doblemente huérfano, no tiene padre ni padrastros. Esto no impide, por otro lado que haya un autor que se llame Saussure, que haya escrito libros, artículos y que haya dejado manuscritos. Pero, es un escritor lejano de este texto que se escribió en su nombre.

Me parece que en grandes textos de nuestra cultura, solo las palabras del Cristo sean aún menos auténticas: Jesús no escribe, no habla, y habla probablemente en arameo, Los evangelistas escriben. Pero, salvo por “Eli, eli, lama asabthani”, las únicas palabras arameas retenidas (palabras por otra parte, que no están dirigidas a los oyentes humanos sino a Dios), los evangelistas reportan las palabras de Cristo en griego. Además, los evangelistas no estaban presentes cuando estas palabras arameas fueron pronunciadas. Incluso no son testigos directos como lo fueron los estudiantes de Saussure. Como Bally/Sechehaye no son más que testigos indirectos que utilizan probablemente, para la redacción de sus textos, testimonios escritos, colecciones de palabras de Jesús, logia Jesu. Ignoramos la exacta constelación comunicativa que ha generado el texto de los Evangelios. Comparado con el Curso, el poner por escrito las palabras del Cristo, presenta, además, un proceso de traducción entre la voz del autor y el texto escrito. Pero esto no tiene importancia para el éxito del texto. Es el texto de los evangelios el que es auténtico –como se dice habitualmente– y que se convirtió en la base de la tradición cristiana, es decir interpretaciones de este texto y de toda una cadena de narraciones y de predicaciones orales y escritas. De todas maneras, lo que es verdad para los Evangelios, lo es también para el Curso de lingüística general: este texto poco “auténtico” da fe de ello.

Pero para los Evangelios, estamos en la feliz situación de no haber encontrado post festum, notas manuscritas de la mano de Jesús. El texto de los Evangelios se presta ya a interpretaciones diferentes y a terribles malentendidos. No nos atrevemos a pensar en las guerras de religión que hubiera generado el descubrimiento de los manuscritos de Jesús. ¿Sería esto lo que podría suceder alrededor del Curso de lingüística general?

3. El lamentable destino de un texto clásico

Desde el comienzo y hasta los años sesenta, el público leía a “Saussure” sin hacerse muchas preguntas. Había confianza, no existía otra alternativa. Solo existía el Curso. Y aquel al que se le atribuía este libro estaba bien muerto mucho antes de su publicación. Pero el texto se volvió célebre, no generó solo una escuela lingüística sino todo un movimiento intelectual: sus contradicciones permitían interpretaciones divergentes, su éxito incita a la revolución y al abandono, en síntesis se convierte en un texto fundador y “clásico”. Es entonces que se le rodea de cuidados filológicos como le corresponde a todo clásico. Se encuentran y se publican los documentos que conducen a su génesis: sobre todo los cuadernos de los estudiantes, así como las notas del mismo Saussure, relacionadas o no con la temática del Curso, miles de páginas que conforman en lo sucesivo el fondo textual del cual resurge el Curso15. Contrariamente a lo que sucede con otros textos clásicos sin embargo, la configuración de su escritura, la ausencia manifiesta o la doble distancia del autor, crean una sospecha y una especie de caverna filológica en la cual el texto corre el riesgo de desaparecer: nos damos cuenta de que este texto no es más que una huella indirecta de la voz del autor y que los documentos dan acceso a lo inmediato, a la voz o al menos a los testimonios de la escucha inmediata. Son inicialmente las Fuentes manuscritas de Godel, luego la edición crítica de Engler, la edición comentada de Tullio di Mauro, los anagramas de Starobinski, las reconstrucciones de los cursos a través de los cuadernos de los estudiantes, la publicación, en alemán, de las notas y otros documentos de Saussure a cargo de Fehr y finalmente los nuevos textos de Saussure, hallados en 1996 por Engler en la biblioteca de Ginebra y publicados –con los demás manuscritos– en los Escritos de lingüística general, que además, según Jäger (2003b, p. 15 en adelante), no son ni “escritos” y menos de “lingüística general”.

Necesariamente, todo esto es nefasto para un texto como “Saussure”. En la medida en que este solo se refiere dos veces indirectamente a una enseñanza acroamática, todos estos documentos que comienzan a girar a su alrededor tienden automáticamente a cuestionarlo, a destruirlo. De por sí en un trabajo filológico “normal” -confrontación de un texto definitivo (impreso) con el manuscrito del autor, con las tachaduras, las variantes, las dudas, etc., del autor–, la reconstrucción de la génesis del texto socava las certezas textuales. Pero la intención del trabajo filológico continua siendo “normalmente” el de saber a través de qué tipo de procesos de transformación el autor llegó al texto final (impreso) auténtico. El trabajo filológico es en esencia constructivo, su intención no es la de criticar ni de deconstruir el texto final. Por supuesto, la filología puede también destruir la credibilidad de un texto, como por ejemplo en la célebre crítica filológica que hizo el gran ancestro de la filología, Lorenzo Valla a la Donación de Constantino16. Valla demostró que se trataba de algo falso. Pero la intención de Godel era mostrar el buen trabajo, la fidelidad de Bally/ Sechehaye, la credibilidad del texto del Curso17. De la misma manera, la intención de Engler no era para nada destructora. La interpretaciónedición de Fehr sobre la base de todos estos subtextos e incluso la edición de Engler/Bouquet de los Escritos (¡no la interpretación de Bouquet!) se mantienen en esta tradición: muestran un pensamiento esotérico, acroamático, más rico pero al tiempo más incierto, más caótico que habría encontrado su forma exotérica, clara en el Curso. La filología saussureana es pues –en lo atinente a sus buenas intenciones– una filología clásica, que conduciendo y construyendo los fundamentos de un universo textual clásico.

Pero a pesar de estas intenciones constructivas, frente a todos estos documentos, el texto impreso del Curso, doblemente alejado de su fuente, huérfano, no pasa la prueba de paternidad. La filología saussureana se dirige necesariamente contra el Curso: ya que los demás documentos son más creíbles, que lo que escribieron Bally y Sechehaye. Todo aquello que está más cerca de la fuente, más próximo de la voz del maestro, es más creíble que el mismo texto impreso. Incluso las notas más defectuosas de un estudiante que no comprende nada de lo que dice el maestro son más auténticas que el propio Curso, simplemente porque este estudiante estaba allí, en presencia del maestro, cerca de la phonè. Son sacrosantas igualmente las notas del mismo maestro, es allí que se encuentra al Saussure auténtico, el verdadero, el étymon. Bajo el peso de esta metafísica de la proximidad, fonocéntrica, bien fijada en nuestra cultura desde el Fedro de Platón, la credibilidad del Curso se derrumba. Ludwig Jäger llega a esa conclusión en 1975 seguido por Simon Bouquet en 1997: el Curso es falso y es el resultado de una traición.

Si Bally y Sechehaye lograron una síntesis magistral del pensamiento de Saussure, el éxito alcanzado por su obra nos convence de ello. Este texto no es más que un reflejo deformado del pensamiento que pretende dar a conocer, traicionando […] las notas de curso y los manuscritos autógrafos de Saussure sobre los cuales se apoya”. (Bouquet 1997, p. 1, las negrillas son mías)

Frente a la traición, frente a las deformaciones, no es sorprendente que el autor de una reseña de los Escritos de lingüística general en la Neue Zürcher Zeitung [NZZ] anote –sobre la base de los testimonios autógrafos– que la historia de la recepción del Curso de “Saussure”, se revelará al fin de cuentas como la historia de un gran error. Seguramente. Porque el trabajo filológico alrededor del Curso solo puede partir del alejamiento o de la ausencia del autor y, cómo se puso a buscar al autor, alimenta automáticamente la sospecha de la no autenticidad del Curso. Revela necesariamente las transformaciones de lo que se encuentra en el fondo del pozo filológico, de este abismo de lo auténtico, como deformaciones y falsificaciones. Su efecto (no necesariamente su intención) es automáticamente destructor frente a ese texto, ya que no puede mostrar –lo que hace habitualmente la filología– cómo el autor llegó a la forma definitiva de su pensamiento en el texto, pero al contrario solamente cómo los compiladores –incluso de buena fe– transformaron y luego deformaron el original y se alejaron de la fuente, pura por supuesto, cómo se convirtieron en los usurpadores, ensuciadores y falsificadores –luego traidores. Visto desde las profundidades filológicas y de las “fuentes” de lo verdadero, el Curso solo puede ser desviación y “error”– una falsedad, y los lectores del Curso constituyen necesariamente una historia de errores.

Pero ¿no es caer en la trampa de la etimología ontológica –heideggeriana, isidoriana– que cree que lo “verdadero”, el etimón, de una palabra no se encuentra en la significación actual, generada por la historia, sino en lo que se halla detrás o en “el fondo” de una palabra? La significación y la forma material actuales de la palabra esconderían lo verdadero, la esencia semántica que solo se encuentra en la significación y la forma material del pasado, más próximas al ser. Pero se trata de un abuso de la etimología, de un cratilismo ideológico: la etimología convertida en sospecha contra el uso actual. La etimología científica no hace eso, ella reconstruye la historia de las palabras, constata los cambios, no encuentra lo antiguo más “verdadero” (a pesar del término “etimología”) que el resultado de los cambios, ella encuentra lo antiguo solamente antiguo –y diferente (si ha cambiado), Sobre todo, no hace reproches semánticos, ni exige que se utilice la palabra en su “verdadera” significación, la del pasado- veamos un caso: la palabra tête con la significación de “vaso de tierra cocido”18. Mientras que es exactamente lo que hace Heidegger cuando utiliza en sus textos las palabras según su (pretendida) etimología y no según el uso actual de la lengua alemana. La etimología científica por el contrario es una disciplina que contribuye a enriquecer nuestros conocimientos históricos. Pero estos son conocimientos que no tienen nada (o acaso poco) que ver con nuestro saber lingüístico sincrónico, con el empleo de la lengua. “Saussure” lo afirma incluso de manera más radical cuando constata que los hablantes no tienen conciencia histórica sino solamente un saber sincrónico de la lengua (CLG, p. 117).

La filología saussureana, así como la buena etimología ¿no debe partir de la constatación sincrónica que, desde hace un siglo, leemos y utilizamos un libro, el Curso de lingüística general, que ha generado y genera aún un saber lingüístico extremadamente rico e importante? La contribución de la filología saussureana con la utilización de este texto debería ser etimológica en el sentido descrito, es decir: constatar los cambios, no encontrar lo viejo más “verdadero” que el resultado de los cambios, sino simplemente viejo –y diferente (si cambió). Sobre todo no debería hacer reproches o solicitar que se utilice el Curso en su “verdadera” significación. La “verdadera” significación del Curso está en el Curso y no en los Escritos de lingüística general. Como la verdadera significación de cabeza está en la palabra cabeza y no en la palabra latina capitia de la cual proviene19. Pero no es esto lo que hacen los partidarios del verdadero Saussure, del etimón saussureano: en cuanto amigos de la verdad se deshacen del Curso, abandonan la mentira y viven en la verdad, en “la lectura de los textos originales, libre de la influencia del Curso de lingüística general” (Bouquet 1997, p. v).

Si se considera el corpus de los fragmentos saussureanos como profundidad “auténtica”, como “verdad”, el autor de la reseña de la NZZ tiene razón: el Curso es un conjunto de errores. Pero, y al mismo tiempo, este autor también se ha equivocado por dos razones: en la perspectiva de la génesis del Curso, no hay nada más auténtico que “Saussure”, que el Curso, porque no hay nada más que el Curso. De la misma forma que no hay nada más verdadero que los Evangelios. Es por eso que es inútil –por no decir ilegítimo– condolerse de los lectores de “Saussure” por ser víctimas de una gigantesco fraude pues se les privó del “verdadero” Saussure, de sus verdaderas intenciones, de sus dudas, de sus vacilaciones. Todos los lectores sabían perfectamente que no era Saussure quien había escrito este texto sino que el Curso procede de un dispositivo de escritura complicado y póstumo que se había denominado Saussure. Todos sabían que era un texto sin autor. Pero incluso, sin tener en cuenta este hecho, ellos leyeron el texto y encontraron este texto extremadamente interesante –como los lectores o los oyentes de los evangelios consideraron este mensaje como un buen mensaje. Luego, incluso si se le podía reprochar a los compiladores de haber hecho mal su tarea de “reconstitución” (aunque lo hubieran hecho seguramente de buena fe) y de haber creado un texto que se basa en “errores” en lo atinente a la relación con la fuente –el profesor Saussure–, el texto sigue siendo auténtico. Ya que el texto no recibe su fuerza y su credibilidad por el hecho de que sea la obra del profesor Saussure, que sale de la boca o de la mano de una persona histórica, sino simplemente de la fuerza y de sus argumentos inmanentes. Así, un génesis aparentemente “falso” no invalida las lecturas de “Saussure”, y no funda una historia de errores. Haber construido un estructuralismo severo, un formalismo radical, una semiología lingüística sobre la base del Curso por ejemplo, no es un error de Hjelmslev. Sobre la base del Curso, la lectura hjelmsleviana es totalmente legítima. Hjelmslev nunca afirmó que lo que decía era la última voluntad o la intención esencial del verdadero Saussure, ciudadano de Ginebra, sino que interpretó y radicalizó lo que encontraba en el Curso.

Hay, por supuesto lecturas falsas o problemáticas del Curso, como hay igualmente lecturas falsas o problemáticas de cualquier otro texto. Pero esto es otro problema. Así por ejemplo, la interpretación de Hjelmslev de la dimensión “asociativa” como dimensión “paradigmática” es una interpretación genial, pero es también una reducción de la dimensión “asociativa” tal y como figura en el Curso. De la misma forma, cuando se encuentra en los lectores de Saussure la opinión de que Saussure hubiera sido el inventor del arbitrario del signo, no es la culpa del texto. “Saussure” no lo afirma en ninguna parte, él afirma más bien lo contrario: “El principio de lo arbitrario del signo no está contradicho por nadie” (CLG, p. 93), es decir que es algo viejo que todo el mundo conoce –desde Aristóteles, en la especie. Esta opinión –que habría “the arbitrary Saussurean sign”– es simplemente debida a la ignorancia histórica de sus lectores. En otros contextos (por ejemplo los historiadores que discuten sobre el “linguistic turn” de las ciencias de la historia), leemos con frecuencia que “Saussure” hubiera eliminado el referente de la teoría del lenguaje. Pero esto no es exacto. El Curso afirma solamente que significante y significado juntos forman el signo, pero también afirma que este signo, este “pensamiento-sonido”, forma el mundo. El signo se refiere pues al mundo extralingüístico (CLG, p. 137). Es cierto sin embargo que el signo lingüístico cuando se considera como elemento del sistema abstracto de la lengua no se refiere directamente al mundo exterior, justamente porque se trata de una abstracción. Por otra parte, esto no excluye que, en el habla, los signos se refieran a los objetos. Podemos admitir incluso que, sobre este asunto, el Curso no es muy explícito.

4. ¿Los Escritos con o sin el Curso?

Es cierto que encontramos en las notas, antiguas y recientes, escritas de mano del propio Saussure y reunidas en los Escritos de lingüística general, un pensamiento rico y atormentado sobre el lenguaje y sobre la lingüística que se busca. Y parece que este pensamiento es el pensamiento auténtico, “verdadero”, de aquel que es la fuente del Curso. La pregunta que nos podemos plantear es la de saber cómo comportarse frente a este pensamiento “auténtico”. Hasta aquí he considerado implícitamente cuatro respuestas posibles y de las cuales voy a resumir las perspectivas: podemos simple y llanamente ignorar o alejar el “verdadero” Saussure y quedarnos con el Curso. En vista de la génesis y de la historia ulterior del Curso, me parece absolutamente legítimo afirmar que: el Saussure “auténtico” no me interesa, tenemos el Curso, es el texto que se volvió célebre con las consecuencias que ya conocemos, y eso me basta. O aún más, el lector del Curso puede conocer al “verdadero” Saussure. En este caso, puede utilizarlo en sus dos sentidos opuestos: o como información etimológica que le agrega placer y profundidad a su lectura –uso eufórico– o como información etimológica que va en contra de la lectura del Curso –uso disfórico–, “arisco” como lo denominaba Claudine Normand (2000, p.15). Este punto de vista conduce a la cuarta posibilidad: la lectura del “verdadero” Saussure solamente con el Curso. Este último, considerado como falso, un error, una catástrofe intelectual, y solo se deben leer los Escritos de lingüística general.

Es esta última posibilidad que es, por supuesto, la más radical y la más interesante. Para los antiguos lectores del Curso, ella es difícilmente imaginable. Es difícil volver al estado de una inocente ignorancia. Cuando leemos los Escritos, nos preguntamos siempre si lo que se lee afirma, contradice, precisa o completa el texto del Curso. Pero ¿acaso es que estos fragmentos tienen valor en sí mismos? ¿Son comprensibles, producen un sentido “en sí mismos y para sí mismos”, para un lector inocente que no conoce nada de “Saussure”? (pero ¿por qué un lector leería Saussure, si no sabe nada de “Saussure”?) Quisiera esbozar una respuesta a esta pregunta con la ayuda de algunos ejemplos.

Las tres conferencias de 1891 constituyen, por ejemplo, textos del corpus de los Escritos que sin duda tiene un valor independiente (ELG, pp. 128-154). En estas conferencias, Saussure sitúa a la lingüística, ciencia autónoma, en la oposición entre Ciencias y Letras. Se opone a la concepción de la lingüística como ciencia natural y afirma que la lingüística es una ciencia histórica, que “histórico” quiere decir “relacionado con las acciones humanas” y que estas acciones se transforman con el tiempo y se diversifican en el espacio. Ciertamente esto está bien dicho y es comprensible para todo lector (aunque difícil de contextualizar sin algunos conocimientos de la historia de la lingüística). Pero: estas bellas conferencias son más interesantes cuando sabemos que una parte importante de esta concepción de la lingüística cambia radicalmente en el Curso: la lingüística no es situada allí en la dualidad de las ciencias de la Naturaleza y de las Letras sino que se ubica bajo la legislación de la psicología (social) y de la semiología, una idea que encontramos también en otros fragmentos publicados en los Escritos, que pertenece evidentemente a otra época (nos gustaría saber cuál).

La mayoría de los textos sin embargo son difícilmente comprensibles por sí mismos. Ellos fueron además reunidos y ordenados por los editores. Los manuscritos prácticamente no imponen un orden preciso. La organización de los fragmentos es ya un paso interpretativo muy fuerte que orienta su sentido. Además, su contenido está señalado por títulos dados por los editores (excepto en los raros casos en donde Saussure colocó un título). Y finalmente tanto el ordenamiento como la asignación de títulos ¡se hacen en función de los temas del Curso! Engler lo hace evidentemente en el segundo volumen de la edición crítica del Curso y su ordenamiento se encuentra en los Escritos de lingüística general. Estos procesos editoriales fueron extendidos a los nuevos textos que Rudolf Engler encontró en 1996 y que constituyen la otra parte del corpus de los Escritos. De todas formas, inevitablemente ellos alteran la pureza de estas “fuentes”: los editores intervienen manifiestamente – trágicamente– con la autenticidad de los manuscritos. Una pregunta pasajera: ¿Es que los nuevos textos, encontrados en 1996, cambian algo? Ludwig Jäger (2003b, p. 18) subraya que los nuevos fragmentos no aportan ningún elemento fundamental a lo que ya se sabía con la aparición de la edición de Engler, treinta años atrás20. Sea como sea, ¿las “fuentes” antiguas o nuevas –son legibles por derecho propio– sin tener en cuenta el Curso?

Si comenzamos a leer por ejemplo, los nuevos documentos del fondo BPU 1996 caemos sobre las “verdades fundamentales” de la lingüística entre las cuales una seria la siguiente reflexión:

“Es erróneo (e impracticable) oponer forma y sentido. En cambio, es correcto oponer figura vocal, por una parte, y forma-sentido por otra”. (ELG, p. 23)

Esta observación, aparentemente clara y simple, es sin embargo difícil de comprender. En primer lugar parece estar dirigida contra el uso indiscriminado de “forma” y “sentido”. Luego precisa que en el lenguaje nos ocupamos, del lado de la “forma” de la voz. Y supongo que Saussure quiere decir además que no basta con distinguir lo material y lo espiritual en el lenguaje, sino que hay que hablar de “forma” desde dos ángulos, es decir que lo material (vocal) está formado también (figura) como lo inmaterial (forma-sentido). Pero este pasaje despliega toda su gracia sobre el fondo del Curso y de la interpretación hjelmsleviana del signo lingüístico como unión de dos formas, la forma de la expresión y la forma del contenido. Y podemos continuar pensando en el avatar de este teorema de Hjelmslev en la teoría de la doble articulación de Martinet.

Frente a esta primera observación, los editores presentan cinco fragmentos en los cuales Saussure toma posición contra una concepción de la lingüística cuyos objetos serían objetos materiales como los objetos de las ciencias naturales. El da las siguientes razones: “Una lengua existe si a m+a+r va unida una idea.” (ELG. p. 25) o: “Hay un primer ámbito, interior, psíquico, en el que existen tanto el signo como la significación, indisolublemente unidos” (ELG, p. 26). ¿Es que mi lector “inocente” comprende el alcance de estas afirmaciones? De todas formas, estos pasajes despliegan su sentido en relación con lo que dice el Curso sobre el signo y sobre la unidad indisoluble del significante y el significado que es una unidad psíquica. De la naturaleza psíquica del lenguaje depende también la sistemática de la lingüística como rama de la psicología y de la semiología, etc.

Estas indicaciones deben bastar como ejemplos de lo que se puede llamar el carácter “parasitario” de los escritos del “verdadero” Saussure: los Escritos de lingüística general revelan su sentido cuando se les lee en relación con los temas del Curso y de sus posteriores desarrollos. Creo entonces que podemos alejar la posibilidad de una lectura exclusiva de los Escritos de lingüística general. Quedan pues solo las lecturas “etimológicas” de los Escritos, como étymon del Curso.

Nosotros partimos de una fuerte separación entre el Curso y el Saussure de las notas a causa del abismo de transmisión que existe entre la voz del autor y el texto impreso, a causa de la cadena muy indirecta que relaciona el texto a su pretendido autor, a causa pues de un hecho “exterior”. Esta separación es corroborada por el hecho que es únicamente el texto impreso el que jugó el papel que conocemos en la historia de las ideas, lo que permite, según lo veo, quedarse solo con el Curso. La lectura filológica, etimológica, añade a esta separación de los dos Saussure diferencias profundas de contenido: Jäger, por ejemplo, parte de una lectura muy crítica del Curso que contendría todos los males de la lingüística moderna (epistemología analítica, formalismo, reduccionismo, exclusión del discurso) y encuentra diferencias semejantes entre el corpus del “verdadero” Saussure y el Curso que él cree, debe romper con este último. Encuentra los remedios contra las concepciones falsas del Curso justamente en el verdadero Saussure que se convierte verdaderamente así en un verdadero anti-Curso. Es evidente que semejante posición solo funciona en relación con el Curso. De la misma forma aquel que rechaza apasionadamente el Curso debe por lo tanto considerar este texto usurpador. Sin este “falso”, el caos de los textos auténticos no es manejable, apenas será comprensible. La reconstrucción del pensamiento del verdadero Saussure es sin duda alguna subversiva, pero sobrepasa al tiempo la separación de los dos Saussure. El Saussure auténtico –cualquiera que sea la intención de sus autores– es el resultado de una deconstrucción del Curso, a la manera de Derrida: Solo se ve este étymon a través del Curso que permanece visible incluso si es negado.

Pero si es así, si el verdadero Saussure solo funciona en términos de lo “falso”, si el verdadero Saussure construye necesariamente un puente hacia el Curso, ¿es preferible permanecer en la vía de la etimología saussureana eufórica y abandonar el discurso “arisco”? La reconstrucción acogedora presenta el “verdadero” Saussure como una cantera de ideas que le subyacen al texto impreso que como tal, no constituiría una traición sino una emanación legítima de esta cantera. La filología eufórica contribuye al saber reconstruyendo el contexto más amplio de un clásico. Es una posición irénica que genera, sin duda, conocimientos históricos importantes. Pero la etimología saussureana disfórica, polémica, es más interesante. Necesariamente es más ambiciosa ya que su reconstrucción negativa debe –para tener sentido– tener objetivos ulteriores: se mezcla con la investigación actual. No puede contentarse con probar los crímenes de Bally/Sechehaye, eso sería estúpido. El Curso no es la Donación de Constantino, que fue simplemente destruida por la crítica filológica.

No es un documento jurídico que funda derechos y que –una vez deconstruido– es nulo. Que la deconstrucción del Curso muestra los crímenes de Bally/Sechehaye (traición), es evidente, pero no destruye el Curso, no le arrebata su coherencia o su valor “sincrónico”. Propone a la investigación (lingüística, filosófica) un Saussure más profundo, más próximo de la realidad del lenguaje, más próximo a una justa concepción de la lingüística. El Saussure de Jäger, por ejemplo, es un teórico del lenguaje superior al Curso, un pensador casi humboltdiano, y –con esto– un crítico de la lingüística actual incluyendo la del propio Curso.

Solamente, de nuevo, no vemos cómo este nuevo y mejor Saussure eliminaría los lazos con el Curso. Nadie encontrará en la sola lectura de los Escritos de lingüística general (o los dos volúmenes alemanes que le corresponden) un autor comprehensible o coherente sino solamente fragmentos difíciles de comprender, que ganan cierta coherencia y cierto sentido solo si se les relaciona con el Curso. Será muy difícil entonces, como lo desea Simon Bouquet, fundar una nueva tradición de un gran pensador filosófico independiente del Curso, la tradición del verdadero Saussure. Como estos escritos solo funcionan en virtud del Curso, este Saussure auténtico es por necesidad, tributario del Curso. Está condenado a acompañar al Gran Clásico. Es un poco como el bufón de la corte que dice la verdad, por supuesto, pero que diciendo la verdad, no tiene la suficiente fuerza de desestabilizar el Poder, sino al contrario, lo confirma. Así, la versión deconstructiva de Saussure, el Saussure auténtico, etimológico, verdadero, no tendrá la fuerza para eliminar el poder del Gran Clásico, por más usurpado o falso que sea dicho poder. El Saussure «auténtico» está condenado trágicamente a seguir siendo el bufón del Curso.

Referencias

Del CLG y de los Escritos

Ferdinand de Saussure. 1916 [1922, 2ème édition, dont on emploie la pagination] Cours de linguistique générale, publié par Charles Bally et Albert Sechehaye, avec la collaboration de Albert Riedlinger. Paris: Payot.

Bouquet, Simon & Engler, Rudolf. 2002. Ferdinand de Saussure. Écrits de linguistique générale. Paris: Gallimard.

De Mauro, Tullio. 1972. Ferdinand de Saussure. Cours de linguistique générale. Paris: Payot.

Engler, Rudolf. 1968, 1974. Cours de linguistique générale de Ferdinand de Saussure, édition critique. Wiesbaden: O. Harrassowitz.

Saussure, Ferdinand de. 2003. Wissenschaft der Sprache - Neue Texte aus dem Nachlaß

Estudios complementarios

Adorno, Theodor. 1962. Defensa de Bach contra sus entusiastas. Prismas. La crítica de la cultura y la sociedad. Barcelona: Ariel.

Bouquet, Simon, 1997. Introduction à la lecture de Saussure. Paris: Payot.

Coseriu, Eugenio. 1952 (1962). “Sistema, norma y habla” Teoría del lenguaje y linguística general, Madrid: Gredos.

Godel, Robert. Les sources manuscrites du Cours de linguistique générale de Ferdinand de Saussure. Genève: Droz.

Jäger, Ludwig. 2003b. Wissenschaft der Sprache. Einleitender Kommentar zu den Notizen aus dem Gartenhaus, en Saussure (2003), pp. 11-55.

Jäger, Ludwig. 1975. Zu einer historischen Rekonstruktion der authentischen Sprach-Idee F. De Saussure. Tesis, Düsseldorf.

Normand, Claudine. 2000. Saussure. Paris : Les Belles Lettres.

Pinker, Stephen. 1994. The Language Instinct. New York: Harper Collins.

Rastier, François. 2015. Saussure au futur. Paris, Les Belles Lettres-Encre marine. [Versión española de Enrique Ballón Aguirre con el título Ferdinand de Saussure: de ahora en adelante. 2016. Paidós, México.]

Trabant, Jürgen. 2004. Vico’s New Science of Ancient Signs. A Study of Sematology. London-New York: Routledge. Turpin, B. (1995-1996).



1 Artículo publicado en la revista Langages 159, 2005, pp. 111-124. [NdT]

2 Así se tradujo el ensayo al español que se publicó en el libro Prismas. La crítica de la cultura y la sociedad, (1962) traducido al español por Manuel Sacristán. El título original del libro es PRISMEN Kulturkritik und Gesellschaft 1955), [NdT]

3 Johannes Fehr (1957-2014) Profesor Titular de teoría del lenguaje en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Zúrich. Entre sus trabajos sobre Saussure, destacamos los siguientes:

(1992). «la vie sémiologique de la langue» esquisse d’une lecture des notes manuscrites de Saussure. Langages, (107), 73-83.
(1995). Saussure: Zwischen Linguistik und Semiologie (Vol. 23). Max-Planck-Inst. für Wissenschaftsgeschichte.
(1996). Saussure: cours, publications, manuscrits, lettres et documents. Les contours de l’oeuvre posthume et ses rapports avec l’oeuvre publiée. Histoire épistémologie langage, 18(2), 179-199.
(2000). Saussure entre linguistique et sémiologie, trad. Pierre Caussat, Paris, PUF, coll. «Sciences, Modernités, Philosophies» (édition allemande: Suhrkam Verlag, Francfort-sur-le-Main, 1997).
(2001). Ferdinand de Saussure et l’interdisciplinarité des sciences du langage. Introduction au colloque. Cahiers Ferdinand de Saussure, 54, 147-153.
(2007). Saussure’s anticipation of poststructuralism. Semiotic Inquiry Journal of the Korean Association for Semiotic Studies, 21, 37-60.
Ludwig Jäger. Presidente de la Sociedad Alemana de Filología, y profesor titular de la Aachen University. Destacamos algunos de sus trabajos sobre Saussure:
(1975). Zu einer historischen Rekonstruktion der authentischen Sprach-Idee F. de Saussures. na.
(1977). Saussure-Kritik ohne Text-Kritik? Anmerkungen zu einem examplarischen Kritik-Klischee.(Critique de Saussure sans critique textuelle? Remarques sur un cas typique de critique). Zeitschrift für Germanistische Linguistik Berlin, 5(3), 298-312.
(1978). F. de Saussures semiologische Begründung der Sprachtheorie. Zeitschrift für germanistische Linguistik,6, 18.
(1990). Die semiologische Kritik des linguistischen Segmentalismus: die Sprachidee F. de Saussure und die kognitivistische Herausforderung der Linguistik.
(2001). Neurosemiologie: das transdisziplinäre Fundament der saussureschen Sprachidee. Cahiers Ferdinand de Saussure, (54), 289-337.
(2010). Ferdinand de Saussure zur Einführung. Junius Verlag. [NdT]

4 Simon Bouquet es profesor de lingüística en la Universidad de París X-Nanterre. Es especialista en la obra de Ferdinand de Saussure y divide sus investigaciones en tres áreas: (i) programa editorial saussureano, (ii) lingüística neosaussureana: programa semiótico que incluye las semióticas de la lengua y del habla en una perspectiva interpretativa y (iii) lingüística y pluridisciplinariedad. Estos son algunos de sus trabajos más reconocidos:
Bouquet, S. (1989). Le Cours de linguistique générale de Saussure et la philosophie. Histoire Épistémologie Langage, 11(2), 103-119.
Bouquet, S. (1992). La sémiologie linguistique de Saussure: une théorie paradoxale de la référence? Langages, (107), 84-95.
Bouquet, S. (1997). Introduction à la lecture de Saussure. Payot.
Bouquet, S. (1999). Y a-t-il une théorie saussurienne de l’interprétation? Cahiers de praxématique, (33), 17-40.
Bouquet, S. (2000). Sur la sémantique saussurienne (Réponse à Gabriel Bergounioux). Cahiers Ferdinand de Saussure, (53), 135-139.
Bouquet, S. (2000). La linguistique générale de Ferdinand de Saussure: textes et retour aux textes. Historiographia linguistica, 27(2-3), 265-277.
Bouquet, S. (2005). Après un siècle, les manuscrits de Saussure reviennent bouleverser la linguistique. [NdT]

5 cf. el célebre pasaje del Curso: “Se puede en rigor conservar el nombre de lingüística para cada una de estas dos disciplinas y hablar de una lingüística del habla; pero con cuidado de no confundirla con la lingüística propiamente dicha, ésa cuyo objeto único es la lengua” (CLG: 72 en adelante).
Las referencias a pasajes del Curso se han ajustado a la versión española de Amado Alonso [Edición de 2007, Editorial Losada, colección Biblioteca de Obras Maestras del Pensamiento] y las páginas que aparecen en esta traducción remiten a las páginas de dicha edición [NdT].

6 Escritos sobre lingüística general. 2004. De igual forma, las referencias a pasajes de los Écrits se han ajustado a la versión española de Clara Ubaldina Lorda y las páginas que aparecen en esta traducción remiten a las páginas de dicha edición [NdT].

7 cf. Coseriu (1952)

8 A manera de ejemplo, me permito remitir a Trabant (2004).

9 “el apareamiento totalmente convencional de un sonido con un significado.” [NdT]

10 “La arbitrariedad del signo lingüístico.” [ NdT]

11 “Hay que advertir, para el encaje cronológico, que Wilhelm von Humboldt escribió la mayor parte de su obra lingüística en su vejez, dejándola casi inédita. […] Ante todo, para la lectura de los textos (de Humboldt, MM), conviene advertir que Wilhem von Humboldt no escribía de una manera sistemática y científica sino con poderosas intuiciones enlazadas en un medio estilístico un tanto difuso”. Valverde, 1991, pp 9 y 11 [NdT].

12 Del lat. acroamatĭcus, y este del gr. ἀκροαματικός. Se dice del modo de enseñar por medio de narraciones, explicaciones o discursos. Se dice de la enseñanza así dada. [NdT].

13 Versión de Amado Alonso [NdT].

14 Edición de Engler, ver nota 19 [NdT].

15 Basta con revisar el último trabajo de la profesora Claudia Mejía (2015), L’oeuvre en réseaux– nouvelle Découverte de manuscrits saussuriens, publicado en Beiträge zur Geschichte der Sprachwissenschaft, Vol. 25, número 1, 149-176 [NdT].

16 “A mediados del siglo xv, una disputa territorial entre el papado y la Corona de Aragón produce la obra intelectual que dará paso al Humanismo: la Refutación de la Donación de Constantino. El autor, Lorenzo Valla, cumpliendo un encargo del rey Alfonso el Magnánimo, demuestra en un discurso sublime la falsedad de la Donación de Constantino, documento esgrimido por la Iglesia para declararse beneficiaria de la donación territorial del viejo emperador romano. El método crítico de Valla, su argumentación histórica y su estudio filológico demuestran de forma contundente que no se trata de un documento antiguo, sino de una interesada falsificación de época medieval. Una obra clave en la historia de la cultura. En definitiva, el triunfo de las luces del Humanismo sobre el oscurantismo y la manipulación”. http://www.akal.com/libros/RefutaciOn-dela-DonaciOn-de-Constantino/9788446028291 [Link] [NdT]

17 Godel escribe en el prefacio: “Esperamos que los capítulos que siguen le aporten a los lectores del Curso de lingüística general una ‘clave’ que permitirá una exégesis y si fuera necesario, la prueba de la consciencia e inteligencia que los dos discípulos pusieron al servicio del pensamiento de su maestro” (Godel 1957/69:11. Traducción nuestra [NdT]).

18 El autor cita el caso de la palabra francesa ‘tête’ cuyo origen etimológico es la palabra latina testa que quiere decir ‘vaso de tierra cocido’. Pero al utilizar actualmente la palabra ‘tete’ los hablantes del francés no se refieren precisamente al etimón inicial. [NdT]

19 Como la verdadera significación de ‘tête’ está en la palabra tête y no en la palabra latina testa de la cual proviene. [NdT]

20 Edición del CLG hecha por Rudolf Engler: La obra monumental que aparece en 1968 bajo el título de Curso de lingüística general, Tomo 1 es en efecto explícitamente la edición crítica del texto de 1916. Este se presenta en su continuidad en la primera columna, fragmentado en 3281 segmentos, en frente de los cuales figuran (en las columnas 2, 3 y 4) pasajes de los cuadernos de los estudiantes (entre los que se encuentran los cuadernos perdidos de Bally y Sechehaye) reunidos, sobre la base del análisis de Godel, del texto de Bally y Sechehaye y (en la columna 6) borradores del curso de la mano de Saussure así como algunos raros fragmentos de textos autógrafos […] El objetivo de la obra es permitir, partiendo del texto del Curso de lingüística general, y considerando las segmentaciones cortas de éste, tener acceso a los textos originales que le corresponden. En otras palabras: permitir “interpretar” pasajes problemáticos del Curso de lingüística general. [NdT]