José Eustacio Rivera como intelectual

HILDA SOLEDAD PACHON FARIAS

SI aceptamos que la obra literaria también es une fuente de confrontación, veremos como La Vorágine está referida como texto literario a la ^ realidad del país y su significación se enriquece al ser vista en esa relación. La grandeza de ia metáfora no excluye su relación con la historia que la alimenta.

De escuchar la recomendación de Rivera respecto de lee' su novela como la recuperación de los originales de Arturo Cova, podría establecerse un juego en el que La Vorágine se hace a su vez fuente y documento, en el que podemos atisbar qué presencia tiene el intelectual y cómo se filtra allí la concepción del oficio de escribir.

Respecto de algunos rasgos técnicos, Rivera responde en 1918 sobre qué procedimientos adopta para trabajar diciendo “El de no escribir nunca nada: todos mis sonetos los ideo y los

Profesora de! Proarama de Lingüística y Literatura Universidad Surcoiombiana


Pulo de mrflioni'V argumento que riu relacionado con el procedimiento utilizado para evribir y correr La Vomgtnt Según lo bidk-a •I poeta Miguel Raih Isla: “Rivera era un artilla eximio y consciente, que. ®n perfeccionar una ettrafa o un párrafo, «tnpleba noche», días, •mana* y aún tnesrt «itero*".*

También interesa observar de que manera sn su nótela te preocupa por lector y cómo é»u-a si vea es atraído por la dimensión de poeta concedida por Ribera a Cova.

• •

ti* JOSl (USTASIO HIVffiA •n IndMn IVwl. NrMr Vori d 6(M itftn »<• 1928

¿Oóato ritá «cuboo H Intelectual Arturo Oova ’rvnlr a la «cMid? Hay una doN> condición derivada por una parto, del imai nano qu* utiliza Riwra en La Vorágine, que rctá teñido di su percepción del dfrwho y qur hace ver a Cbva huyendo de au p^fi como hombra-lnteiectiial di la ciudad y marcado por la condición dr fügitlvo, bajo la cual ingresa a loa llanos y a la selva. Frente a rita condición Covr opone la actitud del poeta qu* n la qu» le da Idi itidad. no la dr hombre nido y di*>ueato a enfrentar la diaria batalla de la llanura o la wlva Uno la identidad drl que esgrime la vfrtud literaria como demento válido en la participación de la* tareas cotidianas

De otra parte, rita la condición de Arturo Cova ya do faglUvo tino excluido m la división social dH trabajo.

Cova es un Intelectual de ciudad que m encuentra frente al llano ( la selva, expresan » doae como intelectual de daae media. ¿Cual N el multado de esta situación? Vario* tlfnoi m traducen en la perspectiva. relamo» ante la hiutflidad del arte en la vida de la selva y eito parece inferirte de las crUa. laa dudaa, la* búsqueda* de un intrlcrtuai de cíate media, que no ei aceptado nunca definitivamente, que eatá ripiado, y ei excluido al enfrentar la dlvtuon dH trabajo

Entre tanto, ae debate en concepto* de la rtvDUacion urbana como Patria. Te o juun.u. Es atfrakado pero esta admiración Ue¡. ■ H matiz dr la adulación y la ironía ¿Quiere Rivera plantear ■nquleladei aobra el oficio literario? fl" Intelectual parvee vivir auto en la doble Miledad cono hombre y como escritor

Estos dato» que no purdrn >rr «itfot fuera dd todo flctklo de Lm Vorupn* participan nn enibanto de una coherencia con laa cartas y documento» de loa añoi 1911-1928, dondr Rivera da cuenta de au poitura cuma intelectual.

Srfún J. Le Cioff, el termino ‘intelectual' drtigna. a quienes tienen por oTIcio pensar y enseñar ai ponimiento. Esta alian/a de la reflexión personal y mi difusión. caracterizaría al intelectual.* En nuestro medio, vemos qu* para estos años el intelectual no se aaum» como** marauo en sentido estricto, aunque ejerce un magiilenu con iu obra y au vida publica. En Rivera vemos de una parte la conciencia dr investigador de la realidad, au preocupación por hacerse participe dr su momrnto histórico. SI bien aa concepción ética del mundo deba proyectar como alternativa, «clámente una actitud patriótica y cívica. t>e otra parte, iu excelente pspei cono novelista, cano srUsta que consigue proponer la mejor metáfora sobre su época: La iHva Cabe preguntarse por lo» ubds y nabllos que Rivera onplemenla m si traban como Intelectual en ni doble pri._ yecclon de artista y de hambre público.

La opinión que Rivera tiene sobre el trabajo Intelectual es muy rigurow como sr deprende de loa documentos extrslitéranos Indagadoa.

»r

Vemos allí ai pt ocupación por contrnar copias dr documento1, Ir ■ la* fuentes y ü dialogar ron tos cauchero*, a mi vez. ritudia lai carias di Bolívar, investiga y cncurnba ti archivo dr Tómás ruñes, invriUfa s bu sos 4r Nnr/agaray ni como el destino de lo* enganchado* sr documenta sobrr la región amazónica, lee obre» de autores brasileros y p«rlu(uriri entre otros extranjeros, pide

informes a Luis Franco Zapata, prepara archivos de nota*, loa cuadernos del Vaupés, varios mapas, reco(e datos de sus viajes, toma apuntes «obre loa raudales de atures y maipures y sobre las instalaciones caucheras brasileras, estudia libros especializados en nuestros ríos y fronte raí, como CaswMrr de Jorfe Brlsson, o los textos de Humboldt. Asi mimo quiso cumplir una labor de denuncia en defensa de los U-nitorios y recurioc del país.

Según Giovanni Santini. el nacimiento del intelectual como Upo sociológico curvo prewpone la división del trabajo urbano4. La división del trabajo según las normas de producción capitalista, la ciudad, las nuevas instituciones y un eq>acio cultural que se transforma, son los rasgos del ambiente que se vivía rn los anos 20 en Colombia. Allí sr asignaba a nuestros Intelectuales un trabqjo de énfasis mas bitm pol¡tico qui docente o investigathro como veremos más adelante.

Hombre* de ciudad, los nueros Intelectuales colombianos están mirando más de lleno el país, algunos participan de su administración o emprenden una postura cívica y nacionalista.

Eíitrr la ciudad y la política. Rivera supo mimir una concepción ética det mundo, que rxpresaba su voluntad de ciudadano y de rreador

Ya la definición mi una del término 'intelectual' crea Iss dificultad» pruólas de un término impreciso, cuya sola mención suscita polémica.- No obstantr “mientra* la mayor parte de los hombres, en las profesiones o rn otras partej, tienden a dejarse ahsorvrr por la Duiqucda de rripuestas concretas a problemas concretos, los intelectuales tienten la necesidad de ir más allá de la tarea concreta e tntnrdiala".* Quizás por esto, comprendemos mejor el propóaito de Rivera como intelectual, y dentro de e*to. la justificación etica de su papel, la sensibilidad particular Dara convivir con la naturaleza y la sociedad Los intelectuales, como nos explica Lewls Coicr*, “toman laa ideas más en serio que cualesquiera de los hombres y esta wrirdad les permite articular Intereses y deseas que sólo pueden ler vagamente sentidos por los no-intextuales'

»


Dentro de esta reflexión, Rivera tomó en serio loa valores que daban identidad a su trabajo como escritor. Es así como en testimonio sobre su conciencia americana, en una conferencia dictada en la Universidad de Columbia:

Poco o nada se sabe de nuestra historia, que es continuación de la epopeya hispánica, ni de nuestras epopeyas ideales, ni de nuestras leyendas y tradiciones, ni de lo que sumos y lo que ambicionamos, ni de lo que podemos. Cas todo lo ijuc al alma de nuestra America se refiere, está oculto o silencioso como los lapos que reposan en la espalda de las cordilleras: pero cuando lleguen allá los zapadores de su porvenir. .. y provoquen el milagroso desbordamiento, se derramará sobre todas las civilizaciones una onda inagotable y fecunda que circulará en el poema, en el libro, en la palabra del escrito!, en la prédica del apóstol, en el diapasón de la música, en la paleta del artista Y entonces nacerá el concepto justo de lo que significamos en la cultura universal"7

Independientemente de lo poética del texto, vemos aquí una noción americana, una cercanía con la tierra americana que fue una constante de su pensamiento. Su convicción en la autenticidad de los hispanoamericanos más allá de su país, más allá de las fronteras, en la patria de la humanidad, en la cultura universal.

Por otra parte, respecto de su preocupación por la difusión de la cultura, Rivera refiere en sus cartas del final de la década del 20, aspectos relacionados con su concepción de la patria e hispanoamérica, lo que nos permite apreciar un proceso enriquecedor que va de su reacción nacionalista en la década del 10 al 20, a su actitud de identidad en lo americano y su afirmación en la corriente de pensamiento planteada por Henriquez Ureña y Rodó, a los que se aproxima en sus valores terrígenos, así como su proyección como intelectual moderno que entiende la capacidad difusor» del cine, del libro, en la proyección de su trabajo y la cultura latinoamericana en U.S. A.

Respecto de su actitud política, Rivera es conducido entonces por su impulso ético-crítico a exponer ante la lux pública, las irregularidades de la administración Ospina, a denunciar los problemas pertinentes a la explotación cauchera y petrolera.

No obstante y tal como afirma Neale Silva, # “Nada de particular tiene, pues, que a lo largo de su carrera pública Rivera s«* acercara cada vez más al convencimiento de que la política es un caudal de miseria, caprichos y aberraciones personal istas.®

Atrás queda la visión de Rivera en 1911 sobre el país pastoril que le permitiera integrarse tan de lleno en el paisaje y ya para 1928 y desde una ciudad extranjera, contempla con la necesaria distancia el país, con un dejo de escepticismo, como podemos ver en su carta a Lisandro Duran “Liso!” en septiembre de 1928.:

<0

Mi horizonte debe crecer de acuerdo con mi aspiración, > en Colombia nada tengo ijue hacer. ni en mi profesión ni en lu política conservadora de donde fui expulsado, ni en negocios lli en empresa alguna.

El cantar del trópico, que había sido destinado por sus tías al sacerdocio, por su padre a doctor en leyes, por su madre a médico y por su abuelo a la carrera militar, tal vez haya sido siempre solo un poco poeta, “un grávido río que corre entre el paisaje”.

- \ Notas

^“Con el poeta RLven", El Gráfico* abril 10, 1918

^RAStf, [■]«, Migucj, Cómo cscribtó *'La Vorúgin e “ j u rJ q 14 fi

LEGOFF. El intelectual en la edad media.

Ed. GedJH Etpañm. IBfiS p.2 1

‘‘SANTINI, Giovionl. Unlltritto e Societá nel XII Secolo Pillada medicina no denatten muccht. lBlfl. 0 lia

6COSER. Lewfa. Hombret de ideal. F. C. E. México. lflflü. D IO

6IWd. p. 10

7Frumento del (Uk^th leído en el Eli) Hall, ttnlvcrrfdad de Columbi», 1928

SNEALE SILVA. Op cit.pU.432 V._/

46

1

Silla (|u> d L> JOSt MISTAS 10 RiVrRA uulia m su oficina de la Lditonal AikIis cimldü de Ntw York. 1978