Revista Entornos

ISSN 0124-7905 | e-ISSN 2590-8081



Artículo

Recibido: 31 Octubre de 2019/Aceptado: 30 Diciembre de 2019



Ethos colectivo en la movilización estudiantil feminista en Chile o “Mayo Feminista” (2018): del fastidio a la lucha contra la violencia estructural patriarcal1 2.”


The collective ethos in the feminist student protest in Chile or “Feminist May” (2018): from frustration to the struggle against the patriarchal structural violence



Patricia Obreque Oviedo*


Resumen


Durante la primera mitad del año 2018, una gran movilización estudiantil sacudió los cimientos de la institucionalidad universitaria al cuestionar las estructuras sociales patriarcales que producen y reproducen prácticas sexistas al interior de estas instituciones. Nuestro propósito es indagar, a partir de las herramientas teórico-metodológicas del Análisis del Discurso, los modos de construcción de la imagen de sí colectiva en los discursos del Movimiento Estudiantil Feminista chileno entre abril y julio 2018, a partir del concepto “ethos colectivo”. Dicho ethos está conformado por un “discurso de identificación” que tiene como núcleo identitario un nosotras mujeres movilizadas que se expande a un nosotres sujetes oprimides ante un sistema de opresión estructural-patriarcal; y que le permite al Movimiento Estudiantil Feminista aunar intereses políticos y colectivos a través de la experiencia común de la violencia directa, estructural y cultural (Galtung, 1969, 2003).


Palabras claves: análisis del discurso, teoría de los conocimientos situados, ethos colectivo, movimiento estudiantil, feminismos.


Abstract


In 2018, a massive mobilization shook the foundations of university institutions to question the patriarchal social structures that produce and reproduce sexist practices. Our purpose is to investigate the modes of construction of subjectivity in the Chilean Feminist Student Movement (April-July 2018) from the concept of “collective ethos”. This ethos is made up of a “discourse of identification”, in which its “core identity” is “nosotras mujeres movilizadas” that expands to “nosotres sujetes oprimides” before a system of structural-patriarchal oppression. The construction of the collective ethos allows the MEF (Student Feminist Movement) to unite political interests through the experience of direct, structural and cultural violence (Galtung, 1969, 2003).


Keywords: discourse analysis, theory of situated knowledge, collective ethos, student movement, feminisms.


Introducción


El 17 de abril de 2018, estudiantes de laUniversidad Austral de Valdivia, tomaron una de sus sedes y el 27 de abril del mismo año, ocurría lo mismo en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. A partir de allí se irían sumando, ya sea con paros de actividades o tomas de facultades, distintas universidades, tanto públicas como privadas, hasta alcanzar un número cercano a la treintena a finesde mayo. Las movilizaciones se extendieron hasta los primeros días de agosto cuando las estudiantes de la Universidad de Playa Ancha de Valparaíso depusieron la huelga de hambre que sostuvieron por cuatro días. Esta vez no era por el reclamo de educación pública, gratuita y de calidad, como había sido la tónica de los anteriores ciclos de protesta (2006 y 2011); sino por la denuncia de situaciones de acoso sexual, laboral y violaciones vividas dentro de los planteles educativos y, al mismo tiempo, se explicitaba el descrédito y silencio cómplice de las autoridades universitarias frente a las denuncias de estudiantes y funcionarias.


A partir de las herramientas teórico-metodológicas del Análisis Discurso – en específico, las pertenecientes a la Escuela Francesa (EFAD) – y a la influencia de las Teorías de Conocimientos Situados, nos proponemos en este artículo describir la conformación de la imagen de sí colectiva (Orkibi, 2008; Amossy, 2010) en un corpus compuesto por doce comunicados públicos de cinco universidades pertenecientes a la producción discursiva del Movimiento Estudiantil Feminista (MEF) también conocido como el “Mayo Feminista”, entre abril y junio 2018. Planteo como hipótesis la conformación de una imagen de sí colectiva o “ethos colectivo” compuesto por un “núcleo duro identitario” nosotras mujeres movilizadas ante experiencias de violencia directa (acoso y abuso sexual) y que se expande a un nosotres sujetes oprimides. Al mismo tiempo, construirían un adversario discursivo en torno a la Universidad con valores y modos de gestión opuestos a los caracterizados en este ethos colectivo.


Anclaje teórico


Este trabajo se inscribe a partir de un doble anclaje teórico: por una parte, desde los aportes de la EFAD; y, por otra, la perspectiva epistemológica de la Teoría de los Conocimientos Situados (Harding, 2004; Hartsock, 2004; Haraway, [1991] (1995)) a partir de la cual se cuestiona la objetividad como neutralidad en la producción de conocimientos y, al mismo tiempo, se postula la posibilidad de construir dicho conocimiento desde la posición social que ocupamos quienes investigamos. Esta imbricación teórica surge a partir de la pregunta sobre el rol político de nuestras investigaciones.


Escuela Francesa del Análisis del Discurso, la EFAD surge a fines de la década de los sesenta con dos obras fundantes que reflexionaban entorno al discurso: por una parte, “La arqueología del saber” de Michel Foucault (1969); y, por otra, “Análisis automático del discurso” de Michel Pêcheux (1969), a partir de las propuestas lingüísticas de Zelling Harris y el cruce entre marxismo y psicoanálisis influido por Althusser y Lacan, respectivamente. Luego, a mediados de la década del ochenta y durante los años noventa con los aportes de D. Maingueneau (1976, 1984, 19873) y J.M. Adam (1990, 2005, 20114) entre otros, pasa a un costado la preocupación por la dimensión política en el AD y las investigaciones se vuelcan hacia una postura “gramaticalizada, que favorece las posturas objetivizantes y logocéntricas y bloquea el trabajo de la dimensión política y conflictiva de las circulaciones discursivas en la sociedad5 ”(Paveau, 2018).


A finales de la primera década del siglo XXI, cuando ya la influencia de las Teorías de Género había motivado múltiples investigaciones en la Sociología, la Historia y otras Ciencias Sociales recién surge la pregunta: ¿por qué el Análisis del Discurso en Francia “ha sido una tradición ciega al género?” (Couloumb-Gully, Rennes, 2012).


¿Un “giro genérico” en el Análisis del Discurso? El género como “epistemología contributiva”. Una posible respuesta a esta interrogante surge del trabajo desarrollado por Marie- Anne Paveau, quien propone tres “bloqueadores epistemológicos” responsables de la invisibilización del género en la EFAD ; a saber: la pretensión de “objetivismo” entendida como neutralidad de un sujeto cognoscente que enmascara su “masculinidad abstracta” (Nancy Hartsock; 1987) ; el marxismo, que en los albores de la disciplina antepuso la acción política por la lucha de clases antes que la situación de opresión en la que vivían las mujeres; y por último, la excesiva tendencia a la “gramaticalización” que deshistoriza y despolitiza las investigaciones científicas (Paveau, 2018).


Sin embargo, esta desarticulación teórica entre los estudios de género y la EFAD de a poco ha comenzado a cambiar: las tesis doctorales de Noémie Marignier (2019) “Las materialidades discursivas del sexo” y de Glória França (2018) sobre los discursos turísticos sobre Brasil desde una dimensión genérica/racializada en el marco del Análisis del Discurso, han venido a renovar el modo de interpelar las herramientas “clásicas” de esta disciplina6. A estos trabajos se suma la aparición del dossier “Nuevas argumentaciones feministas. Datos empíricos y teorizaciones” en la revista >Argumentation et Analyse du Discours<, dirigida por Marie-Anne Paveau yS tephanie Pahud (2017), que recopila artículos donde las autoras se declaran feministas “en modalidades diversas” y se inscriben en la Standpoint Theory, no separando discurso científico de posición política. Paralelamente, las reformulaciones de la EFAD en Brasil también han seguido este “giro genérico”: desde 2012 se ha desarrollado en Uni Camp el proyecto “Mulheres en discurso. Lugares de enunciação y processos desubjetivação”, bajo la dirección de Mónica Zoppi Fontana7.


A partir estas lecturas y referentes teóricos, buscamos pensar un Análisis del Discurso que no solo considere el género como temática, sino en la posibilidad de reflexión sobre las condiciones de producción de nuestros propios discursos científicos, y a la epistemología feminista como “contributiva” (Paveau, 2018), es decir, no como “ideología”, ni tampoco como “herramienta” o “disciplina”, sino como un modo de producir conocimiento a fin de poder cuestionar los límites de nuestra propia producción científica. Asumir esta posición no tiene relación con “listar privilegios” (Marignier, 2017) sino con explicitar un lugar de enunciación que “se funda en un compromiso político contra la opresión hacia las posiciones femeninas en sus diversas complejidades” (Cruz, 2018).


El Ethos colectivo como herramienta del Análisis del Discurso


La categoría de ethos discursivo ha sido objeto de amplios estudios en la EFAD. Aquí consideraremos principalmente las propuestas teóricas de D. Maingueneau y de R. Amossy, quienes lo definen como “la imagen de sí que construye el locutor en su discurso para ejercer influencia sobre su alocutario” (Amossy, 2006; 10). Esta noción, que involucra la conformación de un carácter, pero también de una corporalidad, tributarios de estereotipos y representaciones sociales propias de una comunidad (Maingueneau, 2002), será la categoría para explorar, pero a partir de pensar: ¿qué pasa cuando quien enuncia lo hace de modo colectivo? y, al mismo tiempo, ¿de qué modo se funda discursivamente una identidad de grupo al establecer intereses sociales y políticos colectivos? (Orkibi (2008), Amossy (2010), Obreque Oviedo (2017, 2018).


La interrogante por un “ethos colectivo” fue incipientemente planteada por Patrick Charaudeau en 2005 y fue retomada por Eithan Orkibi en sus estudios sobre el movimiento estudiantil universitario francés durante la guerra con Argelia, desde una propuesta basada en los estudios retóricos de los movimientos sociales, con el fin de analizar “la construcción de las identidades públicas en la acción colectiva y la relación entre identidad colectiva, tal como se construye al interior del grupo y la imagen del grupo tal cual es proyectada hacia el exterior en la retórica de un movimiento de protesta” (Orkibi, 2008).


Según Stewart, Smith y Denton (2002) las identidades colectivas tienen como característicala tendencia a la fragilidad debido al riesgo de sentirse marginalizadas, ignoradas, depreciadas por la opinión pública. El refuerzo de la identidad positiva de la colectividad se hace una necesidad si esta pretende posicionarse como un grupo de seres humanos capaces de cambiar su mundo (Stewart, 1999). Este refuerzo, entonces, se produciría a partir de una “retórica de la identificación” sobre la base de la raza, la edad, el sexo (o género) o del estatus profesional y consiste en la elaboración de características propias al grupo como la apariencia, el lenguaje, los valores y las creencias y los símbolos visuales. Y complementaria a esta, una “retórica de la polarización” que consiste en la construcción discursiva de un grupo antagónico de quien diferenciarse, (a fin de)reclutar miembros potenciales y adherir a otros auditorios (Orkibi, 2008).


En la misma línea, Ruth Amossy añade a esta definición la doble posibilidad de la construcción del ethos colectivo en el discurso, en tanto “acción, ya que construye una realidad social; y persuasión: busca movilizar al auditorio llevándolo a la adhesión a una cierta imagen de la colectividad” (Amossy, 2010; 158), pudiendo además establecer jerarquías en su constitución en el discurso, es decir, la posibilidad de configurar más de un ethos colectivo a partir de distintas estrategias discursivas y distintos objetivos.


En la misma línea, en investigaciones recientes, hemos propuesto entender la relación entre ethos discursivo (individual) en la figura del o la portavoz de acciones y ethos colectivos, a partir de la idea de un “núcleo identitario expansivo”; es decir, de un núcleo base predominante, construido en estrecha relación con el ethos discursivo (individual), que presenta “capas superficiales” correspondientes a otros ethos colectivos de menor jerarquía, y que coexisten en tensión (Obreque Oviedo 2017, 2018).


Breve contextualización socio histórica del “Mayo feminista” y descripción de la construcción del corpus.


Metodolog ́ıa


Como premisa fundamental consideraremos que la formación de cualquier discurso es indisociable y constitutiva de los procesos histórico-sociales en los cuales se produce y circula (Foucault, 1970). En este caso, las condiciones de producción de los discursos, que son objeto de nuestro análisis, se enmarcan entre abril y junio de 2019 y pertenecen al género discursivo “comunicado público”, donde el locutor o locutora tiene como objetivo comunicar o informar sobre la situación actual de la movilización, reaccionar ante algún movimiento de su adversario o convocar a la participación en algún evento. En este caso, los comunicados nacen desde las asambleas que tienen como característica una disposición no jerárquica y son elaborados en conjunto. La destinación es múltiple, tal como se lo indica en los encabezados y se extiende desde las autoridades universitarias, académicos/as, funcionarios/as, compañeros/as, hasta la comunidad en general. Si bien cada universidad llevó los procesos de movilización con autonomía respecto de una dirección central como Confech (Confederación de estudiantes de Chile), se reconoce la comunicación entre las asambleas y la pertenencia a un movimiento común a partir de dos hitos: la convocatoria a marchas nacionales del 16 de mayo y 6 de junio por parte de COFEU (Coordinadora Feminista Universitaria creada en 2016 y dependiente de Confech) y el 1◦ encuentro de mujeres autoconvocadas en Concepción en junio. Como ya adelantamos, el corpus para este análisis consiste en una serie de comunicados emitidos por asambleas de mujeres en movilización de cinco universidades8: Universidad de la Frontera (Temuco), Universidad Católica de Valparaíso, Universidad de Playa Ancha (Valparaíso), Universidad Austral de Chile (Valdivia) y Universidad de Concepción. Los comunicados fueron difundidos a través de las páginas oficiales de cada asamblea en la plataforma Facebook en archivos .doc, .pdf o .jpg. Algunos llevaban adjuntos planificaciones semanales de actividades para los paros o tomas.


Por otra parte, debemos considerar que la aparición del MEF se suscitó dos meses posterior a la asunción de Sebastián Piñera a la presidencia de Chile por segunda vez; es decir, la derecha tradicional y heredera ideológica de Pinochet asumió el poder con la prima intención de revertir, mediante mecanismos no democráticos, como la apelación ante el Tribunal Constitucional, leyes promulgadas por el Congreso de Chile durante el mandato de la expresidenta Bachelet (gratuidad universitaria y despenalización del aborto en 3 causales). Además, el MEF se inserta en un contexto internacional de luchas del movimiento feminista tanto en EUA (]me too) como a nivel regional: el “Ni una menos” en Argentina (que se propagó por Latinoamérica), y la campaña por la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo, también en Argentina. Estas se convirtieron, entonces, en las condiciones de “oportunidad política” (Tarrow, 1994) que movilizaron a las estudiantes universitarias a partir de abril del 2018.


Resultados


En conocimiento de los antecedentes recién mencionados, analizaremos la conformación del “ethos colectivo” en el movimiento estudiantil del mayo feminista, a partir de dos movimientos: la construcción de un discurso de identificación y uno de polarización o del adversario.


Discurso de identificación


"Nosotras mujeres movilizadas”: núcleo duro identitario


La construcción de un discurso de identificación en los comunicados públicos por parte del MEF está anclada en la constitución de un “nosotros”, en este caso, un “nosotras”9, que tiene como núcleo identitario mujeres movilizadas (2,1110). Las características de esta puesta en acción de las mujeres es través de la conformación de asambleas en carreras y facultades, con independencia de los Centros de Estudiantes (CCEE). La movilización, traducida en asambleas y otros “repertorios de acción” típicos de los movimientos sociales (Tilly; 2002) como tomas de espacios institucional eso paro de actividades, es gatillada por la experimentación del fenómeno de la violencia sexual y laboral y su impunidad dentro de los diversos planteles universitarios en el país; los usos tanto del verbo vivir y sufrir son utilizados transversalmente como un modo de construir el relato experiencial colectivo de la violencia en la cotidianeidad universitaria.


“Es entendible que desde el decanato el deseo sea continuar con el normal funcionamiento de la facultad, no obstante, consideramos que se está dejando fuera el hecho de que dentro dedicho normal funcionamiento ha habido acoso y abuso, ambos sostenidos durante años. Como mujeres movilizadas no estamos dispuestas a aceptar dicha normalidad [...]” (2)


Por otra parte, debemos precisar que la conformación de mujeres movilizadas no es esencialista, sino dinámica y en los discursos del MEF se extiende en un continuum que va desde este núcleo duro hasta presentar sucesivas capas que se construyen a partir de la experiencia particular de la violencia en cadaterritorio.Una de estas capas corresponde,por ejemplo, al caso del pueblo mapuche en la Universidad de la Frontera, ubicada en la Región de la Araucanía, epicentro del conflicto Estado-Mapuche, específicamente, a la violencia contra la mujer mapuche (4). El extremo opuesto del continuum está constituido por la totalidad de quienes pueden ser objeto de la violencia, es decir, de todes les sujetes oprimides, donde el uso del llamado lenguaje inclusivo es fundamental para identificar la violencia que viven, no solo mujeres, sino también hombres y, además, quienes no se reconozcan en la división binaria del sistema sexo-género.


“Tenemos conocimiento de que existen más afectades por las políticas institucionales autoritarias, disidencias sexuales, personas con capacidades distintas, profesoras, funcionarias, trabajadoras externalizadas y hombres [...]. Queremos trabajar para que la universidad sea el espacio donde absolutamente nadie se sienta vulnerade, ni discriminade en ninguna dimensión de su integridad humana” (6)


El origen y la constitución de ese grupo movilizado es a través de una “autoconvocatoria”, es decir, de un llamado que responde a sí mismas y no a una institución determinada, como pudieron ser en otro momento, los centros de estudiantes. Es frecuente este uso en la nominalización, es decir, se nombran como “autoconvocadas” (3,7,8,12). De esta manera el MEF rompe con un ethos previo relativo a la representatividad estudiantil que ha recaído en Confech ya que no se inscribe en el linaje de movimientos estudiantiles anteriores, sino que se levanta contra ellos y propone nuevas formas del ejercicio democrático.


Por otro lado, la problemática denunciada es reivindicada por el movimiento estudiantil feminista como “histórica”, es decir, sostenida durante años (2) y prueba de estos son los testimonios y denuncias por acoso sexual y laboral recopilados por las asambleas de mujeres. De un modo más amplio, las mujeres movilizadas se inscriben identitariamente en una comunidad internacional, una fuerza internacional (7) y transhistórica que corresponde en el momento presente a luchas como el aborto en Argentina (7) y al mismo tiempo, a las demandas históricas de las luchas de las mujeres (6) en la larga duración, que buscan la victoria social y moral del feminismo [...]”. (9)


Construcción de una “gestión democrática” de la acción colectiva del MEF


Las mujeres movilizadas del MEF construyen en sus discursos una gestión de la acción colectiva sustentada en la demanda por la democratización de las instituciones universitarias como forma de combatir la violencia. Esta democratización viene desde adentro, es decir, pertenece al núcleo duro identitario. Lo que podríamos definir entonces como “gestión democrática de la acción colectiva” del MEF tiene como características: la necesidad de romper con las jerarquías, ya sea de líderes o lideresas y /o partidos políticos; por lo cual la organización de la movilización– es decir, de los paros y las tomas- está basada en el diálogo y la participación de las y los estudiantes y personal universitario (tanto planta funcionaria como académica) con el fin de construir y validar petitorios para dialogar con las Autoridades Universitarias. Como ejemplo, observamos la propuesta de la Asamblea de Mujeres Autoconvocadas de la UFRO para la construcción de un protocolo altamente representativo, en contra de la violencia sexual en dos pasos: la discusión y la validación (en plebiscito) en las diversas asambleas de carreras y asambleas de mujeres y el reconocimiento de estas como instancias democráticas y participativas (3); o el pedido de consideración por lostiempos necesarios para el funcionamiento de las asambleas al momento de negociar – necesarios para el ejercicio democrático– con las autoridades universitarias, como en el caso de la U de C (12).


Gestión “feminista” de la toma


Concomitante al trabajo en el petitorio, que como género discursivo podríamos pensarlo como un plan a desarrollar para cumplir un objetivo, existe un calendario de actividades durante la toma de los espacios universitarios que, en algunos casos es publicado adjunto a los comunicados y otras veces de manera independiente en las redes sociales ya mencionadas. Estas actividades incluyen asambleas, pero también conversatorios sobre violencia sexual y talleres de formación feminista (historia y conceptos de feminismos, clubes de lectura feminista, autocuidado (salud sexual y reproductiva, aborto, yoga, deportes en general), artísticos y culturales (poesía, cine, teatro, circo, pintura, bordado). Algunos de estos, son separatistas, es decir, son llevados a cabo entre mujeres y disidencias sexuales, con el fin de generar espacios de confianza y seguridad para quienes participan, ya que la presencia misógina [...]arraigada en nuestra cultura no garantiza la comodidad o la seguridad emocional de las compañeras(9). Los hombres están llamados a acompañar en los espacios no separatistas. Lo mismo en las marchas.


Por otra parte, existe una “gestión de la toma”, que consiste en la organización de las tareas cotidianas como aseo y limpieza de los espacios universitarios, la alimentación (recolección y cocina) y la seguridad de los espacios en resistencia. Estas tareas cotidianas son políticas, ya que, por una parte, permiten la continuidad de las acciones, y por otra, responden a las críticas habituales de las autoridades universitarias (y de la comunidad) por daños en las instalaciones ocupadas, las cuales, en este caso, declaran: han sido cuidadas (10). Es constante en los comunicados el desmentir informaciones provenientes de las autoridades universitarias sobre daños a las instalaciones de las facultades (2) declarando que se encuentran intactas (4), sin destrozos, ni daños a terceros ni terceras (6). En relación con esto, la gestión de la toma es frecuentemente calificada como pacífica, y a rostro descubierto (9) que surge como respuesta a las críticas formuladas al Movimiento Estudiantil en acciones pasadas, como la figura de los encapuchados en las marchas. La apelación a la transparencia de los modos de hacer del MEFes un modo de combatir discursivamente el ser criminalizadas en respuesta a su lucha (7) debido a sumarios u otros procesos que han debido enfrentar estudiantes movilizados.as históricamente. (11).


Desde el fastidio a la propuesta de un proyecto político democratizador: la autoeducación como clave transformadora


Este proceso de lucha y de movilización de las Asambleas de Mujeres, asentado en sus comunicados públicos, fue un transcurrir desde el fastidio provocado por la violencia machista, manifestada en denuncias por acoso sexual y laboral y su invisibilización en la cotidianidad de la vida universitaria, hasta la evidencia por parte del MEF de una percepción de violencia estructural patriarcal que impregna, pero a la vez, desborda esta institución. Consignas como que el capitalismo, el racismo y el patriarcado caigan juntos (7) nos muestran la percepción de una “imbricación de opresiones” (Ochy Curiel, en Barroso (2017)) que no se limita al testimonio o la denuncia de hechos puntuales, sino a una propuesta de un proyecto político feminista, un cambio de paradigma como salida a esa violencia. Por lo tanto, el cambio de paradigma tiene relación no solo con la instauración de una política de género en las universidades (3) que traerá como consecuencia el cumplimiento de la consigna Nunca más sin nosotras (5); sino, más aún: una transformación estructural (3) a través de la democratización de las instituciones y al fin de la violencia machista y patriarcal (6) en la sociedad.


“[...] No solo abarca a las instituciones educacionales, sino más bien apela a un cambio cultural y de paradigma que permita erradicar las violencias que existen en todos los territorios, partiendo con nuestros cuerpos y espacios del cotidiano, como poblaciones, centros de salud, el campo, la calle [...]”. (7)


Discurso de polarización


Junto a la constitución de un discurso de identificación (Orkibi, 2008), podemos observar la elaboración de una imagen discursiva de un grupo de quien distinguirse, ya sea por motivos políticoso valóricos y que tiene como finalidad afirmar su propia identidad y ampliar la identificación o adhesión de otros miembros a la causa.


El adversario conformado discursivamente por el MEF es la Universidad en tanto institución que reproduce la lógica del sistema de opresión patriarcal. Siendo una institución estructuralmente machista (11), ejerce a través del autoritarismo la conducción de la institución,– recordemos que en Chile los y las estudiantes no pertenecen al gobierno universitario –en contraposición al carácter democrático y democratizante del MEF.


El MEF construye en los discursos la manifestación de la violencia machista de la institución a través de la descripción de una estructura jerárquica de las relaciones sociales, donde hombres, pertenecientes o cercanos a círculos de poder (4) pueden violentar a estudiantes y funcionarias de manera impune, ya que la jerarquización ha permitido dejar a muchos y muchas sin voz (10). Cuando las víctimas denuncian, la justicia machista impide el transparente desarrollo de los procesos. No existe resguardo a las víctimas –poco y nulo (11)— y estas deben enfrentar largos sumarios y durante estos, compartir espacios con los agresores. Finalmente, cuando los sumarios llegan a su fin, se castiga a estos agresores con medidas menores como el traslado de una unidad a otra (11) como en el caso de la U Austral de Valdivia.


El modo de enfrentar este conflicto, por parte de las universidades, es para el MEF una réplica de las mismas lógicas antidemocráticas criticadas anteriormente (3). En los comunicados en contramos variadas muestras de malas prácticas que las ilustran, como: amenazar a las estudiantes movilizadas, con el fin de infundir temor(2) a través de sanciones disciplinarias internas o del uso de la violencia represiva (19), es decir, la amenaza del desalojo de las instalaciones en toma por parte de Carabineros. A esto se suma la falta de espíritu de diálogo, ya que la negociación es percibida por el MEF bajo una lógica perpetuadora del sexismo. (6)


“[...] “Existe poco y nulo resguardo a las víctimas, lo que ha provocado en ellas un abandono por parte de la institución, la cual debiese velar por el bienestar de sus estudiantes; que se ven perjudicadas significativamente en el desarrollo de sus actividades curriculares. Estas situaciones de falencias institucionales[...]”. (11)


Por otra parte, los Centros de Estudiantes (CCEE) también son cuestionados por el MEF debido a su estructura jerárquica, autoritaria y a la relación de estos con partidos políticos; incluso, son acusados de malversar información relativa al estado de las instalaciones durante la toma.


“[...] Repudiamos las decisiones arbitrarias que han tomado los CCEE de nuestra facultad, por cuanto no aceptaremos cambios en los sistemas de votación establecidos que modifican el quorum, menos las votaciones a través de la plataforma online, puesto que para votarse necesita información y las asambleas son indispensables para este cometido [...]”. (4)


Discusión


Para finalizar, confirmamos en nuestro análisis la existencia de un nosotras construido a partir de un “núcleo duro identitario” correspondiente a mujeres movilizadas en un proceso democrático y participativo, pero que no se agota en esta movilización, sino que se expande al reconocimiento de un proceso organizativo que tiene como objetivo generar una propuesta política para el funcionamiento de las universidades y la sociedad en general, desde el feminismo. Este nosotras se hace expansivo, al incluir a personas que sufre notros tipos de opresión, en particular, las disidencias sexuales, y en general, a todes les sujetes oprimides y violentades por el sistema patriarcal, es decir, se posicionan desde el punto de vista de la imbricación de opresiones (Curiel, en Barroso, 2009) al momento de evaluar las relaciones de poder en el ámbito universitario. Esta evaluación es extensiva para los Centros de Estudiantes, por lo cual, creemos que no existe una identificación histórica con otros movimientos estudiantiles anteriores, sino una ruptura y nueva propuesta de organizar este tipo de acción colectiva: el MEF busca la democratización desde adentro, es decir, democratizándose. Por otro lado, queremos recuperar la importancia que el Movimiento otorga a la autoformación feminista, a través de la propuesta de actividades durante las tomas de los espacios universitarios, específicamente los talleres de formación feminista, historia del feminismo o clubes de lectura; pensamos que esto tiene relación con la necesidad del feminismo concebido como proyecto político, que necesita sujetas aptas para disputar espacios intelectuales y políticos. Como contrapartida, el movimiento feminista construye en sus discursos a un adversario: la Universidad, en tanto institución que funciona bajo una lógica patriarcal, es decir, de una “violencia estructural” (Galtung, 1969, 2003) al encubrir a quienes ejercen la “violencia directa” (acoso sexual, violaciones, acoso laboral), en calidad de cómplices y, además, la amedrentando a las víctimas.


El análisis también nos permite concluir que si bien, es posible pensar un ethos colectivo del MFE “nuclear”, debemos reconocer que dentro de las asambleas movilizadas existen diferencias que podríamos plantear como un continuum de posiciones más/menos conservadoras v/s más/menos radicales, que dependerían de factores como:la institución universitaria a las que pertenecen las mujeres movilizadas y su localización geopolítica. Cada asamblea retoma problemáticas que se dan en sus propios territorios, como el conflicto Estado chileno-mapuche en Temuco y Valdivia o las luchas ambientales contra el extractivismo en la V Región. También se observa una diferencia sustancial en la profundidad de los argumentos de las asambleas y es posible plantear una relación intertextual con feminismos comunitarioso de coloniales. Estas últimas observaciones son hipótesis para investigar en futuros análisis.


Consideramos que profundizar en las especificidades del MEF y no seguir la tendencia a homogeneizar el estudio de los movimientos estudiantiles es fruto de la reflexión sobre cómo, desde el Análisis del Discurso, y desde nuestro lugar periférico como investigadoras, nos posicionamos políticamente desde el (los) Feminismo (s) y damos cabida a la pluralidad, propia de la democracia.


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Anexo 1: Composición del Corpus


Universidad Social Comunicados
Universidad de la Frontera (UFRO) Temuco (1) “Comunicado de urgencia”

(2) “Comunicado asamblea de Mujeres Facultad de Salud

(3) “Mujeres autoconvocadas”

(4)” Comunicado Facultad de ciencias agropecuarias y forestales”

(5) “Asamblea Triestamental de mujeres”
Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) Valparaíso (6) “Comunicado 18 de mayo. A la universidad”
Universidad de Playa Ancha (UPLA) Valparaíso (7) “Comunicado por inicio de la huelgade hambre”

(8) “Comunicados varios”. Asamblea demujeres y disidencias.

(9) “Comunicado de ciencias e ingeniería”

(10) “Comunicado asamblea estudiantes pedagogÍa en matemÁticas”
Universidad Austral (UACH) Valdivia (11) “Estudiantes organizadas Uach”
Universidad de Concepción (UdeC) Concepción (12) “A la comunidad universitaria” Mujeres autoconvocadas




* Universidad de Buenos Aires, Argentina Universidad de Talca, Chile FFYL, UBA (Argentina), DEI-UV (Chile) DEI-UV (Chile). Proyecto Anillo PIA CONICTY SOC 180007, UV(Chile) Correo: obrequeoviedopatricia@gmail.com


1 Universidad de Buenos Aires, Argentina Universidad de Talca, Chile FFYL, UBA (Argentina), DEI-UV (Chile) DEI-UV (Chile). Proyecto Anillo PIA CONICTY SOC 180007, UV(Chile) Correo: obrequeoviedopatricia@gmail.com


2 Este artículo contó con el patrocinio del proyecto Anillo PIA CONICYT SOC 180007 “Cultura política y postdictadura: memorias del pasado, luchas del presente, desafíos del futuro”. Universidad de Valparaíso, Chile.


3 > Initiation aux méthodes de l’analyse du discours <, Paris, Hachette, 1976. > Genèses du discours <, Bruxelles-Liège, Mardaga, 1984. > Nouvelles tendances en analyse du discours <, Paris, Hachette, 1987.


4 > Linguistique textuelle. Des genres de discours aux textes <, Paris, Nathan, 1999. > La linguistique textuelle : Introduction âl’ analyse textuelle des discours, Paris, A. Colin,2005 <. > La linguistique textuelle. Introduction à l’ analyse textuelle des discours <, Paris, A. Colin, coll. > Cursus <, 2011.


5 La traducción es nuestra.


6 En ambos trabajos las investigadoras proponen relecturas de los conceptos “formación discursiva” e “interpelación”, clásicos en el AD francés, a partir de “formación sexo-género-sexualidades” (Marignier, 2019) e “interpelación interseccional”. (França, 2018). Por otra parte, Marignier introduce en el concepto de “puissance discursive” (2015), que traduciremos como “poder discursivo”, y que considera la nominalización como una práctica situada por parte de quienes investigan.


7 Este proyecto tiene como objetivo principal “comprender la relación entre el proceso de constitución del sujeto político y social y las prácticas discursivas que dislocan sentidos sobre las identificaciones del género y la historia”. https://mulheresemdiscurso.wordpress.com/


8 Ver Anexo 1


9 Seguimos a Marignier (2017) en su propuesta de “poder discursivo” que consiste en considerar al acto de nombrar objetos de investigación como una acción; y agregaremos: acción “política”.


10 El sistema de citación del corpus será a través del uso de cursivas en el cuerpo del texto o a parte con sangría francesa según la extensión de este, en ambos casos, será consignado un número a cada comunicado que se corresponde con la Tabla 1 “Composición del corpus”.