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ALUSIONES AL TEMA DE LA INVESTIGACION CIENTIFICO-TECNOLOGICA, LA DOCENCIA V LA MODERNIZACION EN CIEN AÑOS DE SOLEDAD f*J

Por NORBERTO INSUASTY PLAZA

Director del Centro de Investigaciones y Desarrollo Científico - CIDEC-

1. JOSE ARCADIO BUENDIA O LA PASION NATIVA POR EL CONOCIMIENTO EN SI MISMO.

C^uando José Arcadio Buendla, tras largos meses de investigación, se hace experto en el manejo de instrumentos como el astrolabio, la brújula, el sextante y mapas de navegación, adquiere una noción tan lúcida del espacio cósmico que sin haber salido nunca de Macondo, y ante el asombro e incomprensión de Úrsula y sus hijos, un día, poseiao por el éxtasis y goce del conocimiento en si mismo, revela su gran descrubrimiento: "La tierra es redonda como una naranja”*11.

“Toda la aldea estaba convencida de que José Arcadio Buendia había perdido el juicio, cuando llegó Melquíades a poner las cosas en su punto. Exaltó en público la inteligencia de aquel hombre que por pura espe-culación astronómica había construioo una teoría ya comprobada en la práctica, aunque desconocida hasta entonces en Macondo. y como una prueba de su admiración le hizo un regalo que había de ejercer una influencia terminante en el futuro de la aldea: un laboratorio de alquimia", (p 12).

***Apartes del libro en preparación "Cosmovisión política en la obra de Gabriel García Márquez".

(1) GARCIA MARQUbZ, Gabriel. Cien años de soledad Editorial Oveja Negra. Edición de Lujo Maestros de la Literatura Universal, Bogotá, 1984 p 12 Nota: Las citas internas de esta obra se refieren a la edición anterior.

No es posible dejar pasar por alto que a pesar de la simplicidad inaugural de la vida en Macondo, -*EI mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas habla que señalarlas con el dedo"(p 9)-, el conocimiento aportado desde el exterior por los gitanos y, particularmente, por Melquíades, introduce desde el inicio de la arcadia una utopia de modernidad, si no en la consciencia colectiva, demasiado nueva para entender tales alcances, si en la mente de José Arcadio Buendia, como el más lúcido de sus exponentes.

Este contacto de Macondo con la técnica, la ciencia y la tecnología extranjera alcanza su punto crucial con el regalo del laboratorio de alquimia.    í

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Luego de conocer los milagros, misterios y posiDilidades del imán con el que pretendió inútilmente desentrañar todo el oro de la tierra; del catalejo y la lupa cuyas aplicaciones gigantezcas lo convirtieron en experto en las artas de la guerra solar; del telescopio que lo introdujo en noches insomnes y sin número en el centro mismo de la galaxia; y hasta de trivialidades como las dentaduras postizas, capaces de dibujar de nuevo la lozanía perdida en las sonrisas multiformes de Melpómene en los ruinosos rostros de los ancianos sin dientes, José Arcadio Buendia experimentó el profundo desaliento de estar escindido de la civilización, aislado de la revolución permanente de la luz y de la ¿ verdad de la ciencia

"En el mundo esfán ocurriendo cosas increíbles”, fe decía a Úrsula. “Ahí mismo, al otro lado del río, hay toda cíase de aparatos mágicos, mientras nosoíros seguimos viviendo como ios burros”(p. 14).

Por ello su empeño temerario de vincular a Macondo con el mundo y los inventos a través de una trocha por la inmensidad de la selva encantada que cerraba el nuevo camino con el crecimiento casi instantáneo de la vegetación.

Sólo el mar lo detuvo, sembrándolo para siempre en un Macondo que él creyó peninsular y rodeado de agua por todas partes

“Nunca llegaremos a ninguna parte”, se lamentaba ante Úrsula “Aquí nos hemos de pudrir en vida sin recibir los beneficios de la ciencia’fp 18)

El ideai de modernidad para Macondo como una busqueda afanosa de ciencia y tecnología nunca pudo concretarse en los proyectos posteriores de José Arcadlo Buendla, como el igualmente desproporcionaao de trasladar a todo el pueblo a un lugar más propicio a los impactos de la creatividad humana Esta vez no fue el mar quien se interpuso en su camino, sino una fuerza mucho más poderosa Úrsula Iguarán    •

Nada la conmovió tras su destino sedentario Su realismo de mujer muy puesta sobre la tierra nada tenia que ver con el mundo prodigioso de su marido “donde bastaba con echar unos líquidos mágicos en la tierra para que las plantas dieran frutos a voluntad ' del hombre, y donde se vendían a precio de baratillo toda clase -de aparatos para el dolor"(pp 18 y 19), anticipándose ' prospectivamente a los altos designios y satisfacciones de una . modernidad soñada, tanto más dolorosa en tanto utopia, en tanto 't inexistencia de ese lugar

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La frustración de José Arcadio Buendia por no poder acceder al ' conocimiento científico y tecnológico al más alto nivel alcanzado por la humanidad, a pesar de sus esfuerzos fallidos y de su tenacidad alucinada y clarividente, lo convierte en maestro de sus hijos, en alguien útil y funcional a la cotidianidad familiar y colectiva, en un docente, iniciador tal vez de enamoradosdel conocimiento en si mismo, divulgador provinciano de una sabiduría objetivamente maniatada por el aislamiento, la soledad y la falta de cooperación,

“En vez de andar pensando en tus alocadas novelerías, debes ocuparte de fus hijos -replicó-. Míralos cómo están, abandonados a la buena de Dios, igual que los burros (...) él permaneció contemplando a los niños con mirada absorta, hasta que los ojos se le humedecieron y se los secó con el dorso de la mano, y exhaló un hondo suspiro de resignación"(p 19)

Este contacto de Macondo con la técnica, la ciencia y la tecnología extranjera alcanza su punto crucial con el regalo del laboratorio de alquimia.

Ya tenia todo listo para partir Para partir hacia la luz. hacia la contemplación beatifica de la verdad, paradógica e inasible, donde nada del contorno existe, ni tan siquiera el amor, su familia, o incluso él mismo, sólo su afán de saber, o en su defecto, de adivinar, sólo sus ansias de descuDrir los principios, las leyes y los fundamentos últimos, guiado por su inquebrantable fé, acientlfica y metafísica, en la probabilidad del conocer

Pero en el instante de la ruptura definitiva, de la opción entre un destino para la creatividad de tiempo absoluto o el de una cotidianidad responsable al interior de una comunidad civil o familiar, José Arcadio Buendia tuvo que renunciar a sus más altos intereses de dedicar su vida al conocimiento por el conocimiento. Úrsula fue quien le señaló el camino de la terrenalidad, quien hizo posar su mirada en Siaereus Nuncius en algo irrenunciable pero atenazado!: la orfandad de sus propios hijos.

Bueno - dijo -. Diles que vengan a ayudarme a sacar fas cosas de fos cajones, "(p 19)

Afortunadamente aparece por un tiempo para José Arcadio Buendia la posibilidad de la enseñanza como tabla de salvación internedia entre los polos del saber y las exigencias ocupacionales. Fue la época de la lecciones de física, de los relatos sobre las maravillas del mundo y de la existencia de sociedades donde la paz estaba tan arraigada que la única ocupación entre los hombres era sentarse a pensar y a cultivar la imaginación

Asi, en actitud profesoral y académica, en medio del incipiente Macondo. lo recordaría su segundo hijo, el Coronel Aureliano Buendia, en ese instante de encuentro con la muerte muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, ‘aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo".(p.9).

Es el homenaje poético del hombre americano por el cultivo de la verdad científica, y a través de ella, por la paz y la armonía entre los hombres como ocupación gratificante en estas horas de final de siglo, de desarticulación social amenazante y violenta. Aquí poco importa que José Arcadio se equivoque en sus conjeturas por desentrañar el misterio del hielo, ese “aliento glacial" ese ‘enorme bloque transparante’ traído por los gitanos al corazón húmedo y sofocante de Macondo, ‘con Infinitas agujas internas en las cuales se despedazaba en estrellas de colores la claridad del crepúsculo”{p 21).

-Es el diamante más grande del mundo -No- corrigió el gitano - Es hielo”(p 21)

José Arcadio Buendia, aún sin entender, incluso paga varios reales para tocarlo, y paga aún más para que sus hijos vivan la maravilla de tan prodigiosa experiencia

“Pagó otros cinco reales, y con la mano puesta en el témpano, como expresando un testimonio sobre el texto sagrado, exclamó:

- Este es el gran invento de nuestro tiempo ’(p. 22)

Pero sus hijos crecieron, se hicieron hombres y Úrsula descubre sin proponérselo el camino de la civilización, la ruta de los grandes inventos Increíblemente, a sólo dos dias de camino había pueblos con comercio y cierto desarrollo a donde el correo llegaba al menos una vez por semana Ya para entonces hasta Úrsula aceptaba la alquimia, el día en que su marido pronunció el Eureka feliz al lograr separar el oro de su mujer del cascote metálico.(p.30)

Quien no equivoca su destino es José Arcadio Buendia al retornar con más ímpetu al delirio de la ciencia y a la búsqueda de la piedra filosofal (p.32), a la invención de una máquina de la memoria cuando la peste del insomnio asóla a Macondo con la consecuencia de que los enfermos olvidan el nombre de la cosas, y hasta su utilidad. Incluso podían olvidar los valores de la letra escrita en los letreros con que José Arcadio Buendia empezó a marcar todas las cosas, empezando por el laboratorio de alquimia y dos grandes e importantes anuncios que perpetuaran su identidad y naturaleza existencial "Macondo" a la entrada del pueblo, y “Dios existe" en la calle central, (p 45).

Con el paso del tiempo construyó juguetes que bailaban al compás de su propia música durante vanos días, y se introdujo en un estado ae delirio perpetuo del cual no regresó, (p 67)

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No volvió a comer ni a dormir tratando de aplicar los principios del péndulo a todo lo que fuera útil y tuviera movimiento como las carretas de bueyes y el arado, hasta el día aciago en que agobiado por la tristeza no pudo resistir a la evidencia de que la máquina del tiempo se habia descompuesto, con la consecuencia tremenda de la inmutabilidad de los dias y las cosas. Todo igual Ayer a hoy, el martes al lunes, y lo más grave aún, con Úrsula y Amaranta tan lejos, en viaje por la capital de la provincia

José Arcadio Buendía ya no tuvo motivos para vivir, pues aún en la diaria aventura de la ciencia no se suple el vacio absoluto del amor

"Entonces agarró le tranca de una puerta y con la violencia salvaje de su fuerza descomunal destrozó hasta convertirlos en polvo los aparatos de alquimia, el gabinete de daguerrotipia, el taller de orfebrería, gritando como un endemoniado en un idioma altisonante y fluido pero completamente incomprensible. Se disponía a terminar con el resto de la casa cuando Aurelíano pidió ayuda a los vecinos Se necesitaron diez hombres para tumbarlo, catorce para amarrarlo, veinte para arrastrarlo hasta el castaño del patio, donde lo dejaron atado, ladrando en lengua extraña y echando espumarajos verdes por la boca”(pp 68 y 69)

2. LA MODERNIZACION DE MACONDO:

UNA COCINA ARRASTRANDO A UN PUEBLO

Primero fue la fábrica de hielo, con su éxito y sus necesidades de exoansión por toda la comarca. Luego fue la invención de los helados, cuando se quiso diversificar la producción fabricando hielo con jugo de frutas Después fue el tren, el inocente tren amarillo, concebido por Aureliano Triste cuando decidió modernizar y expandir la industria de fabricación de hielo y de paso vincular a Macondo con el resto del mundo.

La primera mujer que lo vió aparecer en las cercanías del pueblo casi muere del susto mientras lanzaba alaridos por la calle central.

'-Ahí viene- alcanzó a explicar- un asunto espantoso como una cocina arrastrando un pueblo En ese momento la población fue estremecida por un silbato de resonancias pavorosas y una descomunal respiración acezante (...) El inocente tren amarillo que tantas inceriidumbres y evidencias, y tantos halagos y desventuras, y tantos cambios, calamidades y nostalgias había de llevar a Macondo" (p.178).

Eran los tiempos en que el proceso de modernización y la vinculación de Macondo con el resto del mundo y la implantación de nueva tecnología fue tan rápido que los habitantes salían todos los días a conocer maravillados a su propio pueblo (p. 183). Por el asombro de la otrora tranquila población de Macondo 'desfilaron, una a una. las siguientes novedades:

1    Las bombillas eléctricas, que no se cansaban de contemplar en las noches, y el tumtum monótono de la planta que las alimentaba, (p.179).

2    El cine, que arrancó lágrimas de aflicción con la muerte de un personaje y violencia contra el teatro cuando la gente no pudo soportar la burla de que el mismo actor reapareciera vivo en una película posterior, (p 179)

3    Los gramófono» cilindricos aportados por las alegres

matronas de Francia que aumentaron la clientela de la calle prohibida, y que cuando se popularizaron hubo una en cada casa (p.180).

4.    El teléfono de la estación del ferrocarril, que parecía un gramófono por lo de la manivela (p180)

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5.    Los vendedores ambulantes forasteros que con sus fingidas actitudes parecían gente de circo y que ofrecían desde una olla pitadora hasta un régimen de vida para la salvación del alma al séptimo día. (p.180).

“Era como si Dios hubiera resulto poner a prueba toda la capacidad de asombro, y mantuviera a los habitantes de Macondo en un permanente vaivén entre el alborozo y el desencanto, la duda y la revelación, hasta el extremo de que ya nadie podía saber a ciencia cierta dónde estaban lo limites de la realidad, (p.180).

6.    Para cerrar con broche de oro un proceso de modernización no deseado, un día cualquiera llegó también un gringo a Macondo. y para sorpresa del mundo descubre la delicia de una fruta, que de tanto crecer naturalmente por cada rincón de la zona nadie le ponía la mayor atención, así se comiera todos los dias: El banano

'Entre esas criaturas de farándula, con pantalones de montar y polainas, sombrero de cocho, espejuelos con armaduras de acero, ojos de topacio y pellejo de gallo tino, uno de tantos miércoles llegó a Macondo y almorzó en la casa el rechoncho y sonriente Mr Herbert. Nadie lo distinguió en la mesa mientras no se comió el primer racimo de bananos" (p 180).

Fue el inicio del enclave de la compañía bananera, de la desarticulación y descomposición social de Macondo, penetrado por la nueva era del capitalismo industrial, y tras él todo un vendabal de advenedizos y de hojarasca humana

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