RESEÑAS

San Agustín 1913-2013. 100 años de Investigación Científica

Hurtado Gallego, Fabio Eliseo. San Agustín 19132013. 100 años de Investigación Científica. Neiva: Grafiarte impresores, 2013.

Este libro de fotografías diseñado por Fabio Eliseo Hurtado nos presenta en 159 páginas, una historia de las estatuas del pueblo escultor comparando su estado en tres momentos: 1937, 1966 y 2013. Al contemplar el libro de Fabio Eliseo se percibe, a través de la comparación de las fotografías tomadas por José Pérez de Barradas (1937), Francisco Hidalgo (1966) y Fabio Eliseo (2013), el estado actual de los monumentos. Pero la historia y la dinámica de las esculturas no se limitan a la fotografía individual sino que hacen explícito al tiempo, el contexto en el que fueron halladas y posteriormente ubicadas. Causa sorpresa y cierto malestar comprobar en las páginas 20, 21 y 22 del libro que un grupo de estatuas (montículo N de la Mesita B) servían de pilares, como si fueran cualquier piedra, a columnas de madera de casas campesinas. En las páginas 56, 84 y 85 se pueden observar los procesos de excavación y al comienzo del libro se muestran las fotografías de las estatuas que fueron ubicadas de manera dispersa en la plaza de San Agustín.

San Agustín

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100 años

de Investigación

Científica

El objetivo central del libro es mostrar, con la evidencia fotográfica, el deterioro de la estatuaria comparando las fotografías en los tres momentos mencionados más arriba. Sin embargo, la exposición de las fotos no impide admirar la belleza del patrimonio escultórico, sentirse identificado con esa cultura, sentirse orgullosamente huilense y colombiano.

Los textos escritos que acompañan las fotografías fueron realizados por el maestro Luis Duque Gómez y Olga González Reyes.

¿Por qué es importante el libro?

Como se indica en la Ordenanza 013 de 2012, «El sector cultura del departamento presenta problemas ante la debilidad que tiene la estructura organizativa y formal de su Sistema Departamental de Cultura, que es la forma mediante el cual fluyen las políticas culturales». Esto explica la ausencia de actividades permanentes en pro de una conciencia cultural huilense que potencialice el patrimonio cultural departamental. Nadie niega los aportes hechos de manera marginal para mantener a flote la identidad huilense. La publicación de este libro es una invitación a la comunidad huilense para que integre, en sus planes y propuestas, a los sectores departamentales de ciencia & tecnología y de cultura & turismo. El libro de Fabio Eliseo es un llamado de atención para que se (re)conozca y se maneje con la dinámica socioeconómica del siglo XXI, el patrimonio cultural del Huila. Por eso uno de sus trabajos anteriores, Aves del Huila, rescata y comenta el patrimonio natural del departamento. Consolidar clústers culturales es el camino más expedito para lograr la innovación tal y como la proyectan Dellenback y Calderón, haciendo eco a las propuestas del Ministerio de la Cultura y el ICANH. La cultura San Agustín no está aislada, hace parte de todo el complejo cultural surcolombiano -del cual hace parte el área de la Serranía del Chiribiquete cuyas pinturas rupestres encierran profundos sentidos que deben descifrarse-en donde las universidades, las secretarias de cultura, turismo y educación municipales y departamentales, el CODECTI, la población en general, tienen aportes individuales que en colectivo contrarrestarían las dinámicas negativas que se citan con preocupación en el documento de la ordenanza: «Por otra parte, el departamento se enfrenta a un problema fundamental relacionado con su legado patrimonial que le da soporte e identidad al huilense de hoy; toda vez que no hay conciencia por parte de los diferentes sectores de la sociedad de la existencia de su amplio y variado Patrimonio Cultural de la Región y su importancia como elemento de identidad y desarrollo para la comunidad; razón por la cual el mismo se enfrenta a la desaparición, destrucción, tráfico ilícito y saqueo. Lo anterior se hace evidente con la falta de compromiso de las administraciones municipales para reconocer, valorar y promocionar los valores culturales, lo que ha llevado a la aculturación, falta de apropiación, saqueo y guaquería, reflejado en la pérdida de las tradiciones culturales, el


Revista ENTORNOS. Vol. 26, núm. 2. Universidad Surcolombiana. Vicerrectoría de Investigación y Proyección Social, 2013, pp. 401-417

deterioro de bienes inmuebles y sitios naturales, así como la destrucción del patrimonio arqueológico entre otros».

Uno de los sentidos expresados en el libro de fotografías es activar tanto la incertidumbre como el conocimiento, así sea parcial, de la cultura megalítica agustiniana. Mirar las fotografías es darle espacio a la imaginación, es jugar con las hipótesis y es representar la realidad desde variadas ópticas. Es nuestro álbum de vida.

Las estatuas del pueblo escultor. San Agustín y el Macizo Colombiano [The Statues of the Pueblo Escultor.

ha concentrado más en intereses de orden político, turístico que propiamente académico. Los ‘familiares, los parientes’ de San Agustín, o en otras palabras los huilenses, no valoran el culto a sus monumentos. Si seguimos lo indicado por Riegl (2001)1, un monumento, en el sentido original del término, designa una obra erigida con la intención precisa de mantener presentes para siempre en la conciencia de las generaciones futuras, eventos o hechos humanos particulares (...) Se trata ya sea de un monumento de arte, de un monumento escrito, ya sea que el evento que se desea perpetuar llegue al conocimiento del espectador únicamente por medio de la expresión del arte plástico o por medio de una inscripción.


Dellenback, David. Las estatuas del pueblo escultor. San Agustín y el Macizo Colombiano /The Statues of the Pueblo Escultor. San Agustin and the Macizo Colombiano/. Versión bilingüe español/inglés. Traducción al español Martha Gil. Neiva: Grafiplast del Huila, 2012

No resulta descabellado afirmar, después de leer el libro de D. Dellenback, que se trata de un aporte auténtico, desinteresado en el mejor sentido de la palabra y cuyo propósito es llamar la esquiva atención de los colombianos para que aprecien y comprendan las implicaciones identitarias evocadas en silencio por aquel Pueblo escultor. Recordando las palabras con que finaliza el proemio de la traducción del Arte Monumental, H.

Walde-Waldegg, hace explícito un deseo: ««Ojalá esta traducción sirva para hacer conocer mayormente también al Gobierno de Colombia la importancia de sus riquezas culturales, las únicas que verdaderamente formarán el progreso de la República y que serán las bases para la gloria de las generaciones venideras». En efecto, con la traducción se ha ganado mucho pero no se ha avanzado lo suficiente como para replantear varias de las intuiciones del alemán. El Centenario se

Muchos aspectos relevantes de la cultura del Huila han sido acallados. El Centenario se ha diluido en las arbitrarias decisiones de un burócrata gubernamental que parece ser de piedra pero cuya esencia no es más que arena compactada, esto es, el líder del ICANH.

David Dellenback, un estudioso norteamericano radicado hace varias décadas en Colombia, apasionado de la cultura megalítica de San Agustín y quien plantea una seria reflexión con el fin de responder a la pregunta central que se plantea como punto de partida de su obra ¿Cómo entender las estatuas?, es uno de aquellos solitarios creyentes que hacen eco del deseo de Walde-Waldegg, proponiendo reflexiones como la que sigue: «Las estatuas, sin hablar de su significado, son la manifestación del pensamiento de sus creadores antiguos. El hecho de que ellas sean producto del mundo ‘arcaico’ no solamente las hace diferentes a nosotros y lejanas a nuestras formas de pensamiento, sino que también nos da una percepción de la forma como sus creadores querían expresarse». El libro es un llamado de atención a la comunidad para la preservación de ese valioso patrimonio, es un plaidoyer por la dignidad cultural: «Pero


Introducción

De la obra de K.Th. Preuss, titulada «Arte Monumental Prehistórico», solo existe una traducción en español, de la cual se han realizado antes de ahora dos ediciones; la una, entregada con la firma autógrafa de los traductores, César Uribe Piedrahita y Hermann Walde-Waldegg, fue destinada a las 200 personas que la suscribieron, cuyo elenco aparece reproducido en todos los ejemplares publicados; la obra se distribuyó en librerías. Pero en la práctica, es una sola y la misma edición en cuanto hace referencia a diseño, características de impresión y demás detalles editoriales. Ambas fueron editadas en las «Escuelas Salesianas de

Aligación cultural universidad nacional de colomb

arte

nonumental

orehistdrico

preuss

Tipografía y Fotograbado», año MCMXXXI en Bogotá, en dos tomos, el uno de texto y el otro de fotografías y dibujos y, aunque la primera pudo ponerse en manos de los suscriptores con relativa regularidad, la segunda sufrió varias vicisitudes y demoras a causa de la demanda que contra los traductores y editores interpuso la firma que imprimió la edición original en alemán. De todas maneras, cuando el embargo fue levantado, la obra circuló y se agotó con rapidez. Hoy, por ello y por el valor intrínseco del libro, los dos tomos, el del texto y el de las fotografías, son de difícil adquisición.

Por esta última razón y porque la obra del profesor Preuss marca importante hito en la bibliografía de la cultura agustiniana, siendo de imprescindible consulta, Hjalmar de Greiff y Mario Arrubla, Director y Jefe de Publicaciones, en su orden, de la Dirección de Divulgación Cultural de la Universidad Nacional no han evitado esfuerzos para auspiciar la edición que ahora se entrega al público. Con ella, además, se ha querido rendirles justo homenaje de admiración así al ilustre autor alemán como a los no menos ilustres traductores cuya versión es ejemplo de fidelidad al texto original, pero enriquecida no solo con notas y observaciones muy pertinentes, sino también con admirable estilo, de meridiana claridad y de rigurosos dominio del idioma; no podía ser de otra manera en tratándose de labor intelectual suscrita por el doctor César Uribe Piedrahita, científico, artista, erudito y escritor de excelsas calidades humanísticas y por el doctor Hermann Walde-Waldegg, investigador de

justamente eso es lo que nosotros, la gente del presente, hemos hecho con las estatuas. Las hemos dispuesto a nuestro gusto, sobre la superficie de la tierra, expuesta a los más feroces elementos de la naturaleza, vulnerables a lo que nosotros sabemos con seguridad que las deteriorará y eventualmente las destruirá. Nosotros los que durante décadas hemos observado las estatuas del Pueblo Escultor, y que también estudiamos las ilustraciones publicadas anteriormente, sabemos que efectivamente ellas se están deteriorando y arruinando. Mucho de lo que se veía antes ahora es invisible, casi sin interés. Los techitos colgados encima de las estatuas no las salvarán, de hecho ellos son distractores para que no pensemos en nuestra decisión de abandonarlas, de dejarlas a la merced de los elementos de la naturaleza, muy distantes de su fecundo, húmedo y estable hogar subterráneo».

Arte Monumental Prehistórico

Preuss, Konrad Theodor. Arte Monumental Prehistórico. Traducido por Hermann Walde-Waldegg & César Uríbe Piedrahita. 3. ed. española / edición y notas a cargo de Eugenio Barney Cabrera y Pablo Gamboa Hinestrosa; fotografías de Pablo Gamboa Hinestrosa. - Bogotá: Dirección de Divulgación Cultural de la Universidad Nacional de Colombia, 1974.


Gamboa Hinestrosa, con las que deseamos enriquecer la parte gráfica y, además, actualizarla reproduciendo monolitos descubiertos con posterioridad a 1914 que aclaran, explican o complementan el texto de Preuss y que, gracias a la mejor técnica fotográfica y de impresión, objetivan con excelente precisión los casos ilustrados en las primera ediciones. Las referencias a estas fotografías se incluyen en las notas de fin de capítulo y las del texto de Preuss, repetimos, continúan iguales, con la misma numeración del original y, por lo tanto, remiten a la parte gráfica del facsímile.

En cuanto a las notas del autor y de los traductores, que continúan al pie de página, solamente hemos incluido el cambio de la numeración, adoptando los numerillos con el fin de evitar la confusión con las llamadas a las apostillas o nuevas notas que van en arábigos y entre paréntesis. Con el propósito de que cada uno de nosotros gozase de mayor autonomía y fuese más expedita la elaboración de los comentarios marginales o de las apostillas al texto de Preuss, nos hemos distribuido el trabajo así: Proemio, Prefacio y los dos primeros capítulos estuvieron a cargo de EBC y el resto fue acotado por PGH.

Huelga decir que las notas que ahora incluimos, lo mismo que la bibliografía, el itinerario de Preuss y esta explicación previa, es material con el cual no se intenta cosa distinta de explicarles a los estudiantes y al público en general, y no exactamente a las autoridades en la materia, algunos aspectos nuevos, ciertas aclaraciones que creemos necesarias para actualizar los avisados conceptos del científico alemán y dar la oportunidad de que esta obra, que ya es clásica en la bibliografía americanista, pero que se encontraba agotada, sea conocida por las nuevas generaciones de estudiosos.

Por último recuérdese que el profesor K. Th. Preuss nació en 1869 y murió en 1938 en Berlín. Como investigador y científico ocupó destacadas posiciones en aquella ciudad; entre ellas, la de Profesor universitario, conservador y luego director del Museo Etnográfico y Director del Departamento Americano del mismo Museo. Publicó varias obras como resultado de sus trabajos de campo en Colombia y México, siendo las más conocidas las siguientes: «Religión y Mitología de los Huitotos», «Fuentes de la Historia de las Religiones», «Viaje de exploración al país de los Kágaba» y «Religión y Mitos de los Mexicanos». Pero la única obra con versión completa al español que se ha publicado es «Arte Monumental Prehistórico», que ahora se edita por tercera vez en Colombia.

Eugenio Barney Cabrera

Proemio a la traducción

Cuando en 1929 apareció la obra Arte Monumental Prehistórico, Excavaciones en el Alto Magdalena y San Agustín, habían pasado ya más de diez años desde la salida de Colombia del Profesor K. Th. Preuss, autor del presente libro. El gran éxito que tuvo la obra en Alemania y en Europa en general, y la importancia extraordinaria de la misma, no solamente para la arqueología americana, sino sobre todo para el estudio del arte precolombino en Colombia, nos indujo a traducirla al español. No hay lugar a duda de que es la primera obra que trata de una manera profundamente científica, una de las muchas civilizaciones que un día ocupó una parte del que es hoy territorio colombiano y que debe al mismo tiempo considerarse como una de las más extensas e interesantes culturas que hayan desarrollado sus actividades en América. Gran cantidad de estatuas esculpidas en piedra, templos, adoratorios y sepulturas con sarcófagos monolíticos, son los únicos testigos silenciosos que nos hablan, en un idioma lleno de misterios, de aquel pueblo que eternizó su memoria con sus obras de arte en las selvas, los valles y los páramos del Alto Magdalena y los alrededores de San Agustín.

Todo lo que sabemos acerca de esta civilización son hipótesis, meras conjeturas, basadas en la observación y el estudio de los monumentos. Comparando estos y los muchos motivos estilísticos de las esculturas con los de otras civilizaciones americanas, encontraremos ciertos parecidos indiscutibles que nos indican que entre las varias tribus que en tiempos remotos habitaban el continente americano, había seguramente nexos directos, o indirectos, transmitidos de un pueblo a otro, o que, por lo menos, muchos de estos pueblos tenían un origen común. A la misma conclusión llegamos confrontando las creencias religiosas y, sobre todo, haciendo un estudio comparativo de los idiomas, que no tanto por las muchas raíces comunes que se hallan en las palabras, sino sobre todo por lo parecido de las construcciones gramaticales, nos dicen que por lo menos grandes contingentes de los pueblos que ocupaban las tierras del Nuevo Mundo, deben ser los descendientes de una raza común y deben de haber venido por un mismo camino.

En cuanto a la civilización de San Agustín, nos faltan por completo las noticias de los Conquistadores y esto nos demuestra que los factores de esta cultura ya no existían en la época de la Conquista o que, por lo menos, habían cambiado de sede antes de la llegada de los Españoles por razones desconocidas. Si así no fuera, una


Revista ENTORNOS Volumen 26. Núm. 2. Septiembre de 2013

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civilización como esta, que dejó tantas manifestaciones de su genio artístico, debería de haber llamado forzosamente la atención de los Conquistadores, ávidos de riquezas y aventuras.

La primera noticia escrita que tenemos de los monumentos de San Agustín se encuentra en las obras de Francisco José de Caldas y precisamente en la intitulada Estado de la Geografía del Virreinato de Santa Fe de Bogotá2 en donde leemos: «San Agustín... está habitado por pocas familias de indios, y en sus cercanías se hallan vestigios de una nación artística y laboriosa que ya no existe. Estatuas, columnas, adoratorios, mesas, animales, y una imagen del sol desmesurada, todo de piedra, en número prodigioso, nos indican el carácter y las fuerzas del gran pueblo que habitó las cabeceras del Magdalena. En 1797 visité estos lugares, y vi con admiración los productos de las artes de esta nación sedentaria, de que nuestros historiadores no nos han transmitido la menor noticia. Sería bien interesante recoger y diseñar todas las piezas que se hallan esparcidas en los alrededores de San Agustín. Ellas nos harían conocer el punto a que llevaron la escultura los habitantes de estas regiones, y nos manifestarían algunos rasgos de su culto y de su policía (sic). En los bosques de Laboyos y de Timaná no se puede dar paso sin hallar reliquias de otra inmensa población que ha desaparecido»..

Hasta la fecha no ha sido posible establecer la edad de esta cultura que, fuera de una cantidad verdaderamente sorprendente de monumentos que nos muestran un lento desarrollo artístico, no dejó huellas de su existencia. Inscripciones bajo forma de petroglifos u otras, nos faltan por completo de este pueblo, y las pocas piedras pintadas que se hallan en la región, son ciertamente residuos de otra civilización posterior. Sabemos que los Andaquíes ocuparon poco antes de la Conquista las selvas y colinas del Alto Magdalena y que también ellos desaparecieron.

Por lo tanto es posible que los petroglifos que fueron recientemente descubiertos en Isnos, sean residuos de este mismo pueblo. Los jeroglíficos que se hallan en una piedra cerca de Aipe, en la orilla izquierda del Magdalena, tierra de los antiguos Natagaimas, de la cual encontramos una magnífica reproducción en el Album de la Comisión Corográfica de Codazzi, todo pintado a mano, que se halla en la Biblioteca Nacional de Bogotá, no pueden tampoco considerarse como de la civilización de San Agustín por el estilo muy diferente de los dibujos que no tienen relación ninguna con los monumentos de que habla este libro. Otros petroglifos, encontrados cerca de Neiva, pueden ser también chibchas y quizás algunos hasta posteriores a la llegada de los Españoles. En la Historia del Nuevo Reino de Granada por Juan de Castellanos, primer historiador de Colombia, lo mismo que en la Historia General de las Conquistas del Nuevo Reino de Granada por Lucas Fernández de Piedrahita, leemos que en la expedición que hizo Gonzalo Jiménez de Quesada contra Neiva y de la cual tuvo que regresar a Bacatá. Después de haber sufrido grandes penalidades, iba acompañado de guías Moscas quienes, llegados a la Provincia de Neiva «huyeron dejándolo en grave desconsuelo»3. Estos petroglifos de Neiva muestran el mismo estilo y las mismas representaciones totémicas y decorativas de los petroglifos de la Mesa Central de Colombia, llamada vulgarmente «Sabana de Bogotá». Sabemos además que en una feria que se verificaba anualmente en Aipe, concurrían también los Chibchas de la altiplanicie, llevando sal, mantas, ídolos y adornos de oro labrado, recibiendo en cambio el oro en polvo que traían los indios comarcanos.

Para establecer la edad de una civilización no es suficiente estudiar sus obras de arte y confrontarlas con las de otras culturas. Este estudio, por cierto, nos hace llegar a conclusiones de carácter histórico; pero con todo esto no salimos del campo de las hipótesis. Muchos otros factores deben tomarse en cuenta, entre los cuales no es el último el factor antropológico, para el cual en San Agustín nos faltan por completo los elementos.

A pesar de las muchas sepulturas que se hallan en toda la región, no ha sido posible aún hallar un solo cráneo intacto, que indudablemente arrojaría luz sobre muchos puntos oscuros, y nos facilitaría grandemente la clasificación de la cultura que forma el estudio de la presente obra. La humedad excesiva del subsuelo huilense y los continuos cambios climáticos pulverizaron por completo todo resto humano, pero no perdemos la esperanza de que en el desmonte de las selvas que, con el progreso de la actual civilización se hará en tiempos no muy lejanos, habrá quien encuentre algún esqueleto que significará un verdadero tesoro para la investigación de la cultura de San Agustín.


Otro factor que es de grandísima importancia para la clasificación de culturas en Europa y en la América Septentrional, el cual sin embargo casi no puede tomarse en cuenta en Sur América, por la evolución continua de los Andes, es el factor geológico. A este respecto se pueden observar aún en nuestros días los fenómenos más extraños. En toda la región andina se hallan, al lado de rocas de formación reciente, rocas terciarias y hasta arcaicas y, en muchísimas partes, estas últimas se hallan encima de las primeras. Por lo tanto la manía de ciertos escritores de artículos de periódicos (que por fortuna nadie toma en serio), los cuales sin fundamentos científicos y sin prueba ninguna, creen poder adquirir una celebridad barata, dándole a ciertas «civilizaciones» una antigüedad fantástica por encontrarse sus restos más o menos en la superficie del suelo en capas de formación primaria o secundaria, demuestra fuera de una incapacidad crítica llevada al extremo, también una falta de seriedad absoluta en todo lo relacionado con la investigación histórica. Estos artículos dedicados a sociedades científicas tienen, sin embargo, una ventaja y precisamente la de servir de alimento a las ricas chimeneas, incrustadas en los muros de los salones profusamente decorados de estas últimas.

Desde la visita del Profesor Preuss, quien, justamente por la imposibilidad de establecer alguna edad segura, o siquiera aproximada de la civilización de San Agustín, no se expresó acerca de este punto en la presente obra, no hubo quien siguiera su labor, haciendo nuevas excavaciones. Pero sabemos que se hallaron otros monumentos sobre todo en la región llamada La Plata Vieja y en otros puntos situados al sur de la población de San Agustín. Varias fotografías que en parte nos fueron enviadas del Huila y otras que nos obsequió muy galantemente el actual secretario de la Legación de Francia en Bogotá, señor Christian Belle, quien a fines del año pasado hizo una visita a San Agustín en compañía del secretario de la Nunciatura Apostólica, monseñor Federico Lunardi, serán publicadas con otras, tomadas «in situ» dentro de poco tiempo en la Historia comparada del Arte Americano, obra en VIII tomos que está preparando el traductor de la presente, y de la cual, salvo un caso imprevisto, saldrá el primer tomo en el curso de este año.

En cuanto a la traducción de Arte Monumental Prehistórico, excavaciones en el Alto Magdalena y San Agustín, debemos advertir que, para conservar lo más posible el pensamiento del autor y para evitar falsas interpretaciones, la hemos hecho lo más literalmente posible, considerando el estilo cono cosa secundaria, como de hecho lo es en toda obra científica, cuyo único punto de vista debe ser la claridad.

La primera edición consta de 200 ejemplares, todos numerados a mano y firmados por el traductor.

Ojalá esta traducción sirva para hacer conocer mayormente también al Gobierno de Colombia la importancia de sus riquezas culturales, las únicas que verdaderamente formarán el progreso de la República y que serán las bases para la gloria de las generaciones venideras.

Dr. Hermann Walde-Waldegg

Redacción y publicación de artículos científicos. Enfoque discursivo

Cisneros, Mireya, y Giohanny Olave. Redacción y publicación de artículos científicos. Enfoque discursivo. Bogotá: Ecoe ediciones, 2012.

Redacción y publicación de

artículos científicos

Enfoque discursivo

Mireya Cisneros Estupiñán isiMfflXl    Giohanny Olave Arias

Cinco años después de que la Unesco divulgara por primera vez sus «Normas que deben aplicarse en materia de publicaciones científicas», en 1962, la literatura concerniente a este tema ha sido profusa y ha demostrado el interés que suscita la metodología para la diseminación del conocimiento. Todo el desarrollo posterior ha sido fiel a la idea original de que «la publicación es uno de los métodos inherentes al trabajo científico», con la comunicación estratégica del saber como núcleo de las directrices exploradas durante tal desarrollo.


Aunque mucho se ha recorrido en este campo de trabajo, lo cierto es que la escritura especializada, en general, y la composición de artículos científicos, en particular, sigue demandando la reflexión concentrada, sobre todo desde la práctica que incorpora nuevas variables como la virtualidad, el acceso abierto y las plataformas tecnológicas, además del conocimiento acumulativo de las ciencias en la actualidad.

Algo muy importante permanece: en el medio académico es común encontrar que la redacción se convierte en un problema para el investigador cuando intenta publicar sus trabajos en medios especializados. La dificultad que entraña el ejercicio de poner por escrito de manera eficiente lo que se ha experimentado o reflexionado muchas veces frustra al investigador o retrasa la diseminación del conocimiento; no obstante, la redacción en sí misma no es tanto un problema como una oportunidad para organizar las ideas, revisar experiencias y aprender del mismo proceso de escritura.

En esta obra le proponemos al investigador/autor pensar la redacción de sus artículos en función de la corrección a que son sometidos en el proceso de arbitraje. Esto es útil para generar estrategias de previsión en la escritura, que resulten mejores a la hora de publicar porque se invierte mayor esfuerzo en la elaboración del manuscrito que en su corrección al ser rechazado.

Realizamos tal propuesta desde una perspectiva discursiva del trabajo académico, con la pretensión de adscribirnos al conjunto de estudios sobre el discurso especializado, que ya empieza a formar su propia tradición interesante en el campo de la lingüística contemporánea. Nuestro objetivo fue involucrar la visión del discurso académico como actividad social y cultural4 con el proceso de la elaboración y publicación de artículos científicos, bajo los parámetros aceptados actualmente por la academia; en esta medida, aspiramos a construir provisoriamente algunas respuestas a la pregunta ¿Cómo elaborar y publicar artículos científicos? Y acercar a los autores/investigadores a esa construcción desde la práctica.

En el primer capítulo ubicamos el artículo científico en el marco amplio de la divulgación de la ciencia y de las publicaciones como se las entiende en la actualidad; en el siguiente capítulo nos concentramos en los elementos lingüísticos que caracterizan este género discursivo, en clave de recomendaciones o guía práctica; el tercer capítulo está dedicado a proveer a los autores/investigadores de formatos inteligentes en forma de plantillas, para la elaboración de cada una de las secciones de sus artículos; posteriormente, dedicamos un capítulo al tema de las fuentes bibliográficas, que relevamos de manera particular, desde la consulta, gestión y citación, como núcleo problemático de la tipología textual de la cual nos ocupamos; el capítulo final profundiza en el proceso de publicación y la manera cómo el autor/investigador se inserta en esas dinámicas cuando decide someter los textos que produce a la consideración de sus pares. También, incluimos un apéndice con instrucciones sobre el manejo de la corrección de estilo en pantalla, que representa bien el desplazamiento de algunos métodos tradicionales involucrados en el proceso de arbitraje de textos; una recuperación prescriptiva de la adecuación de estilo, que no dejamos de considerar importante; la clasificación vigente de publicaciones científicas en Colombia, y a modo de síntesis del trabajo general, un decálogo de buenas prácticas en la elaboración de artículos científicos.

Indicadores de Ciencia y tecnología, Colombia 2012

Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología. Indicadores de Ciencia y Tecnología, Colombia 2012. Bogotá: Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología, 2012. 152 páginas

El libro de Indicadores de ciencia y tecnología que ha sido publicado anualmente por el Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología (OCyT) es un referente de consulta para los actores del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI), dado que es la única publicación, de carácter nacional de amplia difusión, que reúne indicadores de diferentes temáticas relativas al de-


2012

COLOMBIA

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ISSN: 2323-072X

sarrollo de la Ciencia, la tecnología y la Innovación (CTI). Esta edición se compone de capítulos sobre: inversión en actividades de ciencia, tecnología e innovación; formación científica y tecnológica; capacidades nacionales en ciencia y tecnología; producción bibliográfica; títulos de propiedad industrial; innovación en la industria manufacturera; tecnologías de la información y las comunicaciones; y el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación-Colciencias.

Es de resaltar que a lo largo de estos siete años de producción ininterrumpida, desde el 2007, se ha avanzado mucho en la producción de nuevos indicadores, la inclusión de sectores institucionales, y la incorporación de fuentes de información adicionales; todo lo cual contribuye a la consolidación e institucionalización del proceso de generación y difusión de los indicadores de CTI en cabeza del OCyT. Este proceso no hubiese sido posible sin el decidido apoyo financiero de Colciencias, los demás socios del OCyT, y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), quien en años recientes ha apoyado esta labor a través del programa de crédito otorgado a Colciencias. De igual manera, el suministro oportuno de información por parte de las diferentes entidades del SNCTI hace posible la elaboración regular del libro.

Las fuentes de información y bases de datos que utilizamos para la construcción de los indicadores no son estables en el tiempo, lo cual hace necesaria una cercanía con los proveedores de dicha información para conocer de antemano cuándo se producen cambios en las mismas. Sin embargo, el trabajo sistemático de recolección, integración, depuración y validación de la información, nos ha permitido construir series de tiempo sólidas y consistentes. Hoy en día tenemos series a partir del año 2000 para la mayoría de indicadores. Adicionalmente, seguimos avanzando en la documentación de los procedimientos para el tratamiento de la información, con el fin último de construir una bodega de datos, que esperamos poner al servicio de todos los actores del SNCTI y no solo del OCyT.

Hay dos temáticas que no han sido constantes en la producción de los libros anteriores: innovación y TIC. Por un lado, el capítulo de «Innovación en la industria manufacturera», solamente se ha publicado cuando la información de las encuestas de innovación y desarrollo tecnológico (EDIT), desarrolladas por el DANE, ha estado disponible. Esta información se obtiene cada vez más de manera oportuna y regular, de tal manera que en esta edición podemos presentar daros 2003-2010, correspondientes a cuatro encuestas. De otro lado, está el capítulo sobre las «Tecnologías de la información y las comunicaciones», para el cual se ha hecho una revisión general de fuentes de información y se publican solo unos pocos indicadores, donde se tiene información para varios años. En esta temática, hay todavía mucho por hacer en el país, para tener indicadores más robustos y relevantes.

indicadores

de ciencia y tecnología

Los indicadores publicados son recolectados y procesados de acuerdo con los manuales internacionales elaborados por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), la Unesco y la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología (Ricyt), lo cual facilita las comparaciones a nivel internacional, y además posiciona al OCyT como una fuente de información confiable ante organismos multilaterales. En este sentido, en el proceso de admisión de Colombia al Comité de Política Científica y Tecnológica de la OCDE, el OCyT ha suministrado los datos, cumpliendo con el 75% de la información solicitada, y teniendo posibilidad de subir a un 87% en el corto plazo.

Esperamos que los indicadores acá presentados sean de gran utilidad en el desarrollo de políticas de investigación e innovación, y que favorezcan la gestión y evaluación de las actividades de CTI, y que a partir de las fortalezas y debilidades identificadas, las entidades del SNCTI pue-


Armas de Juego. Bogotá

Polo, Marco. Armas de Juego. Bogotá: Trilce Editores, 2013.

«En un pequeño libro , hoy olvidado -aunque, con alguna frecuencia, tomado como referencia-, dije que una de las promesas de la literatura huilense se configuraba con el trabajo, hasta ese momento conocido, de un joven de nombre Marco Polo Salcedo, nacido en Gigante, Huila, en 1952.

Cuentos sueltos, es decir, no libro todavía, publicados en revistas casi clandestinas, hoy también sepultadas por el sagrado olvido.

No debemos olvidar que cada cacique literario ha tenido como órgano de divulgación una revista para mostrarse y mostrar a su grupo e ignorar, ningunear y discriminar a quienes no son de su agrado o no compaginan con su concepción del mundo. Así ha sido siempre, desde los confines de la historia, aunque más en el Huila, cuyos cacicazgos han sido mezquinos y muchas veces deprimentes. Hoy, por fortuna, confirmo que no me equivoqué en ese lejano 1987, cuando hice la afirmación anunciada en el párrafo inicial. En efecto, un año después aparece su primer libro de cuentos «Cartas de Goma y otras ficciones», publicado por la Universidad Surcolom-biana, y con él se comienza a concretar el escritor de ahora, igualmente soñador pero ya no tan vulnerable. Encontré en sus textos un atrevimiento en la arquitectura del relato y en el lenguaje que rompía con un modo de narrar habitual, cuyo máximo exponente lo fuera Humberto Tafur con su inefable libro «La paz de los carteles», además de la presencia de Luis Ernesto Lasso con Los días de la espera, y algunos escarceos narrativos de Isaías Peña Gutiérrez y de Antonio Palomar Avilés. La esperanza, como se ve, era muy alta porque ellos regían, consciente o inconscientemente, el canon del oficio de escribir en el ámbito regional, algunos de ellos en el nacional, por aquella época.

Era a mi juicio una forma de recuperar el pasado, darle carta de presentación a sus recuerdos y dejar consignado para el futuro los rasgos primigenios de algo que, probablemente, hoy no existe. Los pueblos y los paisajes se transforman, lo sabemos muy bien, nunca vuelven a ser los mismos. Por eso cumplía con uno de los sagrados preceptos de la literatura y es el de preservar la sociedad del exterminio al dejar sentados sus saberes y su cultura para la posteridad.

dan orientar sus acciones para mejorar cada vez más las capacidades en CTI del país.

Mónica Salazar A.

Han pasado veintiséis años y hoy, al enfrentarme a la lectura de «Armas de juego», mi primera sensación ha sido la de haber vivido esas escenas en otro momento y en otro lugar. Ustedes saben muy bien que en la literatura se presenta una de las paradojas más grandes que se dan en el arte: lo que se recuerda no es lo que se ve. En pintura, por ejemplo, un retrato de Leonardo Da Vinci como La Mona Lisa, exquisito habitante hoy del Louvre, sigue siendo el mismo retrato que aquel puesto en escena en el siglo XVI, así muchos lo hayan deformado para desacralizarlo; o paisajes como los de Yesid Morales Ramírez son esos paisajes y en el tiempo siempre serán los mismos: el mismo óleo o el mismo acrílico, la misma soledad desvanecente.

En la literatura no sucede lo mismo. Ella se hace con palabras, con estas que se moldean, se transforman, se luchan, se inventan, se padecen y, así cambien sus significados con el tiempo, al final nadie las recuerda. Lo que el lector recuerda son las imágenes, las escenas que la maestría del autor y la contundencia de los párrafos lo hayan puesto a imaginar. En eso se emparenta con la pintura.

Entonces, el libro de Marco Polo lo que hace inicialmente es recordarme precisamente esas escenas y esas figuras que había visto deambular en sus libros de cuentos, el ya mencionado Cartas de Goma y el posterior Cuarto de amor discreto que saliera publicado en las desordenadas colecciones de Autores Huilenses, también manipuladas por los caciques literarios de turno.


Y    entonces se conforma en mi mente el universo nuevo al que he podido acceder cuando he asumido el juego de su lectura. Así descubro que son varios textos de sus libros anteriores los que se insertan en el nuevo, quizás los que me llevaron a ese déjà vu literario, latente durante 27 años, a pesar de la enorme carga de escenas y palabras de otros libros, tantos libros recorridos, carga tan abrumadora que ya me hace olvidar los nombres y me ha hecho caer el pelo.

Lo que no se olvida es porque es importante, me digo, como si descubriera una verdad sin atenuantes. Pero es cierto: Pocos autores guardaron la memoria de los movimientos estudiantiles de la década de los años sesenta y su influencia en la región y estas son las escenas que se fijaron en mi subconsciente con sus cuentos y ahora reviven con la lectura de su nuevo libro. París, México D.F., Bogotá, Neiva, Garzón deben estar vivas aún en algunos habitantes del planeta con sus represiones, sus gases lacrimógenos y sus asesinatos de estudiantes. Por lo menos los nuestros han quedado en la escritura de Marco Polo.

Desde esos primeros textos, Marco Polo demostró su interés por la recuperación del espacio y el tiempo de sus territorios nutricios, los pueblos donde naciera, biológicamente en uno, literariamente en otro. Gigante y Garzón permean su narrativa, así se escondan en nombres eufemísticos, como Seminario, por ejemplo, apelativo no tan obvio para alguien que no sea huilense, pero certero en la delineación de la atmósfera de ese lugar que fuera tan significativo en su formación como estudiante.

En ese sentido, Armas de juego se estructura a partir de la existencia de los cuentos que luego su autor articula en un fluir vertiginoso de escenas, como en una película. Y es en esa serie de instantes acumulados donde nace la historia familiar que se dibuja nítida, párrafo a párrafo, cuento a cuento, y va creciendo como el recuerdo hasta darle la textura de novela, sin que sea, en verdad, una novela en el sentido tradicional del término.

Y    es un juego, además, en el cual, como dijera Joyce Cary en un artículo sobre cómo se escribe una novela, el proceso creativo se asemeja más al de un coleccionista.

Y yo agregaría que al coleccionista que escoge o deshecha, restaura o actualiza, algo así como un experto en laberintos de ese mundo impredecible de las sensaciones y de los sentimientos.

Entonces Marco Polo juega a ensamblar esa colección de narraciones para unir los pensamientos y las acciones de sus personajes principales, hacer las actualizaciones necesarias, articular sus primeros textos con los nuevos, retratar los espacios específicos y hacer crecer la historia como si fuera una sola. Crea así la acción narrativa en la que el libro inicia con la muerte del protagonista y termina cuando es asesinado. Los recuerdos se recuperan desde el más allá. El pretexto es contárselos a un hermano para fijar la memoria. En definitiva, contárnoslos a nosotros, sus lectores. En el entretanto sucede todo lo demás: los acontecimientos de la infancia, los pueblos que habita, las casas que albergan su peregrinaje, la catarsis.

Además, el narrador les da un nombre singular a esas narraciones, los tacuinis, serie de notas de unos cuadernos negros que él crea para consignar sus impresiones sobre lo que acontece a su alrededor y en su interior y que, sin ser un diario, dan cuenta de su transcurrir físico y mental y sientan su posición en el mundo.

Pero, entonces, ¿Armas de juego es una novela?

Si nos atenemos a lo que opinaban los impulsores de la anti-novela, o de la «nouveau roman», los llamados objetalistas franceses, a cuya cabeza se ubica Alain Robert-Grillet, pues tendríamos que concluir, sin más, que Armas de juego es una novela. Bastante simple. Y esta afirmación según el postulado de Michel Butor, palabras más palabras menos, novela es todo escrito al que debajo del título se le escriba novela.

¿Deberíamos, por tanto, seguir las teorías de quienes crearon el movimiento de la nueva novela en la primera mitad del siglo XX para enfrentar la lectura de Armas de juego? Creo que sí, no solo por la influencia de los objetalistas en el desarrollo de la novela moderna, hecha evidente en la adjudicación del Premio Nobel en 1985 a Claude Simón y en el 2008 a Jean-Marie Le Clézio; o porque en nuestro siglo, este que transitamos ahora, se reconoce aún la importancia e influencia del «nouveau roman» en el desarrollo de la literatura contemporánea, sino porque en la escritura de Marco Polo se respira ese espíritu de ruptura y esa negación del orden establecido.


Es por eso he traído a cuento los anti-novelistas franceses, aunque él sea menos objetalista, más narrador que descriptivo, más de acción que contemplativo. Pero renovador, de todas formas.

Claro que no es esa mecánica definición lo que le daría a Armas de juego las posibilidades de tenerla entre nosotros como una novela, ni nos resolvería la cuestión en forma tan simple y automática. Más bien, como he afirmado en párrafos anteriores, debemos atenernos a que la suma de narraciones articula una historia que, contrario a la opinión de quienes niegan su cronología, crece en el tiempo, va con sus personajes de un inicio rural bucólico y agreste a un pueblo con ceiba centenaria, luego a un pueblo mayor con seminario, evoluciona ideológicamente de los juegos infantiles y el odio al padre y se ubica en el juego de la escritura, se evidencia en la música correspondiente a cada edad, la del jolgorio, la del amor y el desamor, en la importancia del colegio y luego en el juego de la pasión, el definitivo, lo cual le confiere las características de un discurrir en el tiempo, que no es otra cosa que una cronología palpable a medida que se avanza en su lectura.

Hay unas vidas que progresan y se visibilizan en el transcurrir, fértil en anécdotas, de esa época tan preñada de acontecimientos. Es decir, la segunda mitad del siglo XX se asume con todas sus miserias y esplendor. Entonces es cuando acepto como lector que Armas de juego no es un juego, es una novela.

Sí, una novela que es una suma de sucesos que hace crecer en el lector la sensación de haber vivido una vida cruel, de abandonos, una vida inverosímil para citadinos que ya no sepan cómo se han formado los pueblos y sus familias, acaso ni les importe, ni con qué desgarramientos o con cuantos odios y venganzas unos seres humanos han derrotado el tiempo y han pasado a ser eternos en un libro.

Y nos deja la gozosa sensación de la identificación, ya en la música o en las aventuras, ya en un universo que nos parece propio: el del primer juego, la primera pelea por una compañía, el descubrimiento de los secretos de un caserón antiguo, las armas de la venganza, las armas de juguete y las que matan, el primer amor, en fin, el del territorio sagrado de la infancia.

En efecto, estas experiencias tan humanas son las que le confieren carácter universal a «Armas de juego» aunque su espacio sea lo local, un sustento donde los nombres de personas, o sus sobrenombres, la nominación de calles, barrios, veredas y carreteras son la afirmación de la existencia de unos seres que sienten, piensan y actúan como cualquier ser humano en el mundo.

En el fondo hay una profunda nostalgia por lo que ya no es, por lo que se fue, desde el paisaje que la necesidad humana ha transformado a su acomodo a las costumbres que ahora son solo recuerdo. Y, por supuesto, la inevitable muerte, la señora de la casa, esa madre nutricia de miedos, envidias y venganzas, que va y viene por el libro como Pedro por su casa, esas armas de juego que son la alegoría de un espíritu de época que ya desapareció para siempre porque esas armas se eclipsaron en la sofisticación de la muerte, la entronización del exterminio, el desplazamiento continuo para acallar las utopías, la intolerancia y abuso en el manejo del poder.

La superposición de capas de esta milhojas literaria deja páginas memorables, como la narración de la expedición al Guayas, de 1960, ya substraída del olvido por Abel Díaz Manrique en su novela Atrapados en la jungla, o el viaje que emprenden padre e hijo hacia el Caquetá, la trocha infame para remontar la cordillera y asomarse al otro lado a la selva infinita, la del caucho y la codicia, la de La Vorágine de, José Eustasio Rivera, o la de Roger Casement, el Celta, en Mario Vargas Llosa.

En nada semejante a la escritura de novelas en nuestro medio, abanderada por decirlo de algún modo de la renovación del concepto de escritura como goce estético, es la propia narración, manejada con maestría por su autor, la que le da a Armas de juego la contundencia que nos reúne hoy para celebrar su alumbramiento. Los invito a disfrutarla».

Benhur Sánchez Suárez Ibagué, Altos de Piedrapintada, mayo de 2013

El Centenario del descubrimiento científico de la Cultura Agustiniana

Calderón Molina, Gabriel. El Centenario del descubrimiento científico de la Cultura Agustiniana, 5 de diciembre de 2013. Neiva: Editora Surcolombiana, 2012.

Es un cuadernillo publicado por el ex alcalde de San Agustín, Gabriel Calderón en julio de 2012, titulado El centenario del descubrimiento científico de la cultura agustiniana. En tres breves capítulos hace el recuento de los diferentes momentos de la cultura agustiniana y propone al final una suerte de reingeniería cultural, turística y ambiental de la zona arqueológica propendiendo por una proyección de impacto. Si bien es cierto que las conclusiones esbozadas al final de su texto son relevantes y dignas de toda la consideración, hay una que resume el estado actual del parque arqueológico y su entorno: «La Cultura Agustiniana, a pesar de su antigüedad, de su carácter eminentemente mítico-religioso y otras características que la hacen única en el mundo, no ha logrado despertar el interés del turismo mundial, por falta de promoción, como si lo ha conseguido Machu-Pichu y los sitios arqueológicos de Centro América que recibieron el mismo título de (sic.) parte de la UNESCO».


Historia Comprehensiva de Neiva

El Centenario

del descubrimiento científico de la Cultura Agustiniana

5 de diciembre de 2013

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Gabriel Calderón Molina

Julio de 2012

Tovar Zambrano Bernardo. Historia Comprehensiva de Neiva. Editora Surcolombiana, 2012. Neiva, 30 de julio de 2012 mayo de 1612, en el lugar de su actual localización. Antes de este emplazamiento, la ciudad había sido objeto de dos intentos fundacionales: el primero se llevó a cabo en 1539, cuando Juan de Cabrera siguiendo las instrucciones de Sebastián de Belalcázar, decidió fundar la ciudad en un sitio que quedaba a 5 kilómetros al sur de la actual Campoalegre, conocido como Las Tapias o Neivaviejo. Este asentamiento tuvo una existencia efímera. No obstante, en 1546 Hernando de Benavente, en compañía de Luis Mideros, repobló a Neiva, intento que resultó igualmente infructuoso, debido a los ataques de los indígenas. La segunda fundación, con el nombre de San Juan de Neiva, fue realizada por el capitán Juan Alonso, el 18 de agosto de 1550, en el lugar donde hoy se encuentra la ciudad de Villavieja. El 14 de noviembre de 1569, San Juan de Neiva fue blanco del más fuerte ataque de los indios pijaos, quienes mataron a todos los moradores españoles y a muchos indios de servicio; la villa se despobló y los indios que lograron sobrevivir se refugiaron en Timaná. Con el propósito de ocupar y pacificar el territorio defendido por los indios pijaos, quienes atacaban los asentamientos españoles, dificultaban las labores económicas e interferían las rutas entre Santafé y Popayán, el presidente de la real Audiencia, Juan de Borja, empezó a organizar, entre 1605 y 1606, la campaña bélica contra los aguerridos nativos. La guerra sistemática de aniquilación de los pijaos, con la práctica de tala y quema de los sembrados nativos, se desarrolló principalmente en 1607. Pese a que después del éxito de esta campaña se declaró terminada la guerra contra los pijaos, en los años siguientes hasta (1618) tuvieron lugar los últimos embates contra los reductos nativos. Sin embargo, hacia 1611 se consideraba que el territorio había sido completamente pacificado, situación que permitía el desarrollo del establecimiento español. Un personaje que se destacó en la guerra contra los pijaos fue el capitán y alguacil mayor de la Real Audiencia, Diego de Ospina, el futuro fundador de Neiva. Se comprende el hecho de que el apaciguamiento del territorio favoreció el flujo de las comunicaciones entre Santafé y Popayán, el desarrollo de las actividades económicas (ganadería, minería, cultivos, comercio, etc.) y constituyó una condición propicia para la fundación estable de Neiva, que sucedió, como se dijo, en 1612.


Presentación

La Historia Comprehensiva de Neiva se ha escrito bajo el estímulo de la conmemoración de los cuatrocientos años de existencia de la ciudad. Como se sabe, Neiva fue fundada por don Diego de Ospina y Medinilla el 24 de

Diego de Ospina fundó la ciudad bajo la advocación de Nuestra Señora de la Limpia Concepción del Valle de Neiva, nominación que se inscribía en una corriente del catolicismo que buscaba propagar en el Nuevo Reino de Granada y en general en el Nuevo Mundo y en España, la devoción y la defensa de la creencia en la inmaculada concepción de la Virgen María. No se conoce en nuestra historiografía las razones de esta adscripción inmaculista de la ciudad, por lo cual es pertinente indicar de manera breve un acercamiento al tema, haciendo eco a la sugerencia de Héctor Lara indicada en el primer tomo de esta obra. En efecto, desde el siglo XIII existía un debate en el seno del catolicismo entre los inmaculistas, que sostenían que la Virgen había sido concebida sin la mancha del pecado original, y los maculistas, que opinaban que «la Virgen fue santificada después de haber contraído el pecado original», es decir, que «fue santificada antes del nacimiento, pero después de la concepción». Concordaban con el planteamiento maculista teólogos como san Bernardo, san Alberto, san Buenaventura, santo Tomás y la orden de los dominicos. En el lado opuesto, Duns Scoto asumió la defensa de la inmaculada concepción de la Virgen, lo mismo que los franciscanos, los jesuitas y las prestigiosas universidades de Leipzig, Sorbona, Colonia, Maguncia, Viena, Valencia y otras. En España la secular polémica tuvo una gran resonancia. Los protagonistas ciertamente fueron los dominicos (maculistas) y los franciscanos (inmaculistas). Los Reyes Católicos favorecieron la postura inmaculista. La polémica que comenzó a intensificarse en el siglo XVI llegó a su punto culminante en el XVII, con el resultado de que suscitó en España un gran fortalecimiento de la postura inmaculista en los niveles institucionales y populares (con excepción de los dominicos). La monarquía española siempre defendió la creencia inmaculista y persistió en su petición a Roma para que la declarara dogma del catolicismo, objetivo que no le fue posible conseguir. Esto solo sucedería en 1854, cuando el Papa Pío IX, mediante la Bula Ineffabilis Deus, proclamó como dogma de fe de la Iglesia la Inmaculada Concepción de la Virgen. Fue en el contexto de la controversia entre maculistas e inmaculistas que se buscó propagar en el Nuevo Mundo, y en nuestro caso, en el Nuevo Reino de Granada, el culto a la Virgen y a la doctrina de su inmaculada concepción. Uno de los diversos dispositivos de esta propagación consistió en consagrar las ciudades en el acto de su fundación, mediante la articulación y determinación significante de su nombre, a la devoción y misterio de la Inmaculada Concepción. En este sentido, en la fundación de Neiva no solo se entretejieron diversos factores económicos, políticos, territoriales, militares, institucionales, etc., estudiados por Hernán Clavijo en el capítulo sobre la fundación de la ciudad y contenido en el primer volumen de la presente obra, sino también estrategias religiosas. La principal de ellas estaba en función del misterio de la Inmaculada Concepción, difundido obviamente por los inmaculistas, de quienes eran afectos Diego de Ospina y los clérigos que lo acompañaban en la fundación de la ciudad. Esta estrategia obedecía, igualmente, al proyecto religioso (y también político) de la monarquía de instar al papado para que proclamara como dogma de fe la Inmaculada Concepción de la Virgen. De este modo, mediante la determinación imaginaria y simbólica de su nombre, Neiva quedó primigeniamente consagrada a la Inmaculada Concepción. Esta identificación de la ciudad con su santa patrona conllevó importantes significaciones para la construcción del imaginario social de la ciudad, tema que aún espera un estudio detallado.



En relación con las motivaciones conmemorativas del cuarto centenario de la ciudad -a las cuales esta obra debe su existencia-, es necesario reseñar sucintamente algunos aspectos que contribuyeron a su realización. Con ocasión de la presentación el 5 de agosto de 2009 en el Museo Nacional de Bogotá del «Proyecto de ley 358-09 de la Cámara, por medio del cual la Nación se asocia y rinde un homenaje al municipio de Neiva, con motivo de la celebración de los 400 años de su fundación», se produjo el primer encuentro con Guillermo Plazas Alcid, coordinador del Comité Neiva 400 años, quien nos planteó la propuesta de elaborar una historia de Neiva como realización significativa para conmemorar el cuarto centenario de la ciudad. En los meses siguientes continuaron las conversaciones encaminadas a definir los objetivos del proyecto, las características científicas, temáticas y metodológicas de la investigación y escritura de la historia de la ciudad, las condiciones de financiación y el apoyo institucional, la conformación del grupo de investigadores, el cronograma, las modalidades de trabajo y los aspectos editoriales. Todo ello se concretó el 27 de febrero de 2010, en la elaboración del «Proyecto de la Historia Comprehensiva de Neiva», que fue acogido por la Academia Huilense de Historia, institución que se constituyó en la sede para el desarrollo y ejecución del proyecto.

En el concepto de historia comprehensiva, tal como lo empleamos en el proyecto, se condensa el propósito central de la investigación y escritura de la historia de Neiva. En este orden, la palabra comprehensiva se articula en su doble significado: primero, de abarcar, incluir, englobar, contener; segundo, de entender, percibir el significado de algo, penetrar en el sentido de las cosas. Teniendo entonces como fundamento esta doble acepción, con historia comprehensiva, estamos aludiendo, de un lado, a una historia que abarque, incluya o englobe los principales y variados aspectos de la vida de los hombres y de las mujeres que han construido y habitado la ciudad de Neiva en el transcurso de una temporalidad de cuatro siglos; y de otro lado, a la narración de una historia que permita entender el acontecer histórico, que contribuya a otorgarle sentido y significación a los sujetos, acontecimientos y procesos históricos de la ciudad. Esto es lo que como objetivo y aspiración hemos querido señalar con el nombre de nuestra historia. Debe entenderse que no se trata de un empeño de exhaustividad que se adscriba a la fantasía de una imposible totalidad historiográfica. Lo comprehensivo de nuestra historia se toma en un sentido relativo y selectivo es decir, referido a la inclusión no de todos sino de los principales elementos que resultan observables, según la documentación disponible, en los ámbitos económicos, sociales, políticos y culturales del proceso histórico de la ciudad. Con base en esta concepción se diseñó el contenido de la obra y se impartieron las orientaciones para la investigación y escritura de los temas seleccionados. El desarrollo de cada tema debía llevarse a cabo investigando en fuentes documentales (escritas, orales y visuales) y consultando la información bibliográfica. El grupo de autores se conformó con historiadores e investigadores pertenecientes en su mayor parte a la Academia Huilense de Historia, a la Universidad Surcolombiana, a la Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá, y a la Universidad del Tolima; también integraron el equipo autores de otras instituciones universitarias e investigadores independientes. Los trabajos debían realizarse de conformidad con las pautas establecidas por la dirección del proyecto y según el rigor característico de la investigación y la escritura en el campo de la disciplina de la histórica. Cada autor, sin embargo, dentro de la libertad de investigación y de pensamiento, es responsable de las opiniones y planteamientos desarrollados en su respectivo trabajo.

Para la realización de la Historia Comprehensiva de Neiva contábamos con la experiencia exitosa de la Historia General del Huila, obra igualmente de elaboración colectiva, que se publicó en cinco tomos entre 1995 y 1996. La segunda edición se realizó en 2005, con motivo del centenario de la creación del departamento del Huila. A esta edición se agregó un sexto volumen, dedicado casi en su totalidad a los trabajos escritos por los historiadores formados en la Maestría de Historia en convenio entre la Universidad Nacional y la Universidad Surcolombiana. Un buen número de autores que integraron el equipo de investigación de la Historia General del Huila participan de nuevo en la Historia Comprehensiva de Neiva. Por varias razones puede observarse una cierta continuidad entre las dos obras que son resultado de experiencias similares. Esto constituye, entre otros aspectos, la expresión inobjetable de la insistencia en un trabajo historiográfico iniciado décadas atrás, que además de estas dos obras cuenta con otras realizaciones importantes; un trabajo historiográfico que ha supuesto la conformación de un grupo de historiadores e investigadores preocupados por la historia regional y local del espacio huilense y surcolombiano, y, en el caso presente, por la historia de la urbe neivana que en tanto producción historiográfica representa un suceso de no poca significación.

Revista ENTORNOS Volumen 26. Núm. 2. Septiembre de 2013

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Como se señaló al comienzo de esta presentación, Neiva tuvo tres fundaciones, las cuales se sucedieron dentro de un lapso de 73 años, periodo que corresponde prácticamente a la fase de conquista de este territorio, iniciada en 1538, año en que también se fundó Timaná. Otra ciudad fundada durante esta fase fue San Sebastián de la Plata, en 1551, la cual fue objeto de un ataque devastador de los indios en 1577. La fundación definitiva de La Plata se realizó en 1651. Al abordar los comienzos de la ciudad de Neiva se comprende que el periodo de conquista del valle alto del Magdalena hace parte, obviamente, de su historia, no solo por el lado español, sino también por la presencia originaria de la población indígena, e, incluso, por llegada de los primeros esclavos de procedencia africana, que también se convirtieron en pobladores de la ciudad. Al centrar la atención en la población indígena, objeto de la conquista española, se abre un panorama histórico que en su retrospectiva temporal conduce necesariamente a la época prehispánica. De ahí que la Historia Comprehensiva de Neiva, en su primer volumen, no se inicie propiamente con la fundación definitiva de la ciudad, sino con una incursión en el remoto pasado prehispánico en el que hunde sus raíces la formación de la población indígena. La narración aborda a continuación el periodo de conquista, los asentamientos españoles y las primeras fundaciones de Neiva, una ciudad que en estos momentos iniciales estuvo habitada por conquistadores y encomenderos e indios de servicio. Se hacen referencias a la guerra contra los pijaos, se traza una semblanza de don Diego de Ospina y Medinilla y se relata con minuciosidad la complejidad de los factores que concurrieron para el proceso de la tercera y última fundación de Neiva, ciudad que empezó a transitar por una etapa de lento desarrollo un fenómeno acerca del cual se llama la atención en la narración es el desarrollo de las haciendas ganaderas que nutrieron el abasto de carne de los mercados de Santafé y Popayán. Neiva comenzó a emerger como una ciudad ya no de encomenderos, sino de hacendados ganaderos, a los cuales se agregaban los grandes comerciantes que negociaban en géneros importados de España, los pequeños comerciantes que vendían productos de la tierra, los que se ocupaban en la extracción de oro y quienes se dedicaban a oficios artesanales (herreros, zapateros, carpinteros, sastres, sombrereros, hacedores de tejas, ceramistas, etc.). De esta forma, Neiva fue articulando su economía en íntima relación con la dinámica económica de la provincia, y los flujos comerciales que discurrían por el transporte terrestre y fluvial que beneficiaba a la ciudad. Se describe la conformación social caracterizada, como en otras provincias del Nuevo Reino de Granada, por la presencia, dentro de la jerarquización sociorracial, de españoles, criollos, mestizos, indígenas, negros, mulatos y zambos. Es materia igualmente del primer volumen la relación entre la Iglesia, la ciudad y la provincia de Neiva, la historia del cabildo, con sus funciones y los conflictos que envolvieron a esta institución. Otros temas tratados corresponden a las fiestas y diversiones de la ciudad, a los pecados y delitos de orden sexual, y a los lugares que las mujeres ocupaban de modo diferenciado en la sociedad colonial neivana, en tanto españolas, criollas, mestizas, indígenas y esclavas. Con amplitud se desarrolla la cuestión de la economía neivana durante el siglo XVIII, que experimentó una diversificación y crecimiento importante sobre todo en la segunda mitad de este siglo. Los principales renglones que componían la economía de la provincia eran la ganadería, la extracción de oro, el cultivo del cacao, el negocio de la pita, la fabricación de petacas y empaques, la extracción de quina (fines de siglo), y los monopolios de aguardiente y tabaco. Neiva se beneficiaba de los efectos derivados de dichos renglones, así como del paso de la ciudad por la caravana que llevaba el situado fiscal de Quito para Cartagena y que animaba la economía local. Por último, se relatan las revueltas comuneras en Neiva, tema con el cual se cierra del primer tomo de la Historia Comprehensiva de Neiva.

El segundo volumen está dedicado a la historia de Neiva durante el siglo XIX con referencia tanto a la ciudad como al contexto provincial, se abordan el proceso de independencia, el comportamiento de las finanzas desde finales de la época colonial hasta mediados del siglo XIX, y la trayectoria de la esclavitud a partir del siglo XVI hasta su abolición en 1851. Recibe atención especial el desarrollo del sistema educativo de Neiva, en el cual se observa de modo particular la incidencia del liberalismo y la masonería. Otros temas corresponden a la función cumplida por la Iglesia en la organización sociopolítica de la ciudad, a los gobiernos municipales y a los principales aspectos económicos, sociales, políticos y culturales de Neiva durante el periodo en que fungió como capital del Estado Soberano del Tolima. Constituye una parte novedosa de la historia de la Neiva decimonónica los relatos acerca de la vida cotidiana, las viviendas, las fiestas, el teatro, la educación de la mujer, el imaginario femenino, el comportamiento sexual, el matrimonio, la familia, el maltrato, el delito sexual, la infancia, la prostitución y otros aspectos de la vida urbana. Se presenta a continuación una descripción del crecimiento de la ciudad durante la centuria decimonónica, las actividades laborales y el incremento poblacional. Completa la información anterior la relación sobre el movimiento comercial de Neiva en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XIX y el cuadro de los oficios urbanos que por entonces existían: militares, ministros del culto, instructores, propietarios, capitalistas, agricultores, ganaderos, mineros, pescadores, fabricantes, comerciantes, arrieros, artistas, artesanos, administradores dominicales, legistas, médicos, estudiantes, sirvientes y otros. En cierto contraste con los desarrollos anteriores se aborda la cuestión de la vagancia, el ocio y la mendicidad en los siglos XVIII y XIX, y las medidas que se implementaron para tratar estos problemas. Una contribución sugestiva es el estudio de la prensa neivana del siglo XIX, seguido del análisis de las imágenes y representaciones que de Neiva se difundieron en dicha prensa. Este trabajo permitió la recopilación de los periódicos que se encuentran en la Biblioteca Nacional (Bogotá) y en la Biblioteca de la Universidad de Antioquia (Medellín), y que ahora reposan, en copia digital, en la Academia Huilense de Historia. El siguiente capítulo se ocupa de los pioneros de la fotografía en la Provincia de Neiva entre 1861 y 1885. Para el último decenio del siglo XIX se describen las conmemoraciones patrióticas, especialmente la que tuvo lugar el 24 de julio de 1883, al cumplirse el centenario del nacimiento del Libertador Simón Bolívar, y se analiza la exhaltación de los héroes de la patria en la prensa neivana. Finalmente, se trata el tema de las repercusiones que tuvieron en Neiva las guerras civiles del siglo XIX, entre otras, la Guerra de los Supremos, la Guerra de 1876, la Guerra de 1885 y la Guerra de los Mil Días con el relato de la batalla de Matamundo concluye el segundo volumen de nuestra historia.

El tercer volumen se inicia con la creación del departamento del Huila en 1905, hecho que marca para Neiva la apertura de una etapa fundamental en tanto ciudad capital de la nueva entidad territorial, ahora con mayores posibilidades de desarrollo en el comercio, el espacio urbano, los servicios públicos, las comunicaciones, la dimensión institucional, la localización demográfica, la educación, la política, etc. Luego, en continuidad con la agitada década final del siglo XIX y la primera del XX, se aborda el preocupante fenómeno social del comportamiento criminal. Se estudian, entre otros delitos, los homicidios, hurtos, falsedades, robos, raptos, estupros, estafas, etc. Un aspecto notorio en este volumen es el espacio que se le otorga al estudio de varios componentes centrales de la historia económica y empresarial de Neiva durante el siglo XX y comienzos del XXI. En este orden, se presenta un trabajo sobre los pioneros de la actividad empresarial en Neiva, campo en el cual sobresalieron, entre otros, Alberto Suárez Zambrano, Gabriel Vega Lara, Hermógenes Liévano, Luciano y Milciades Manrique Monje, Oliverio Lara Borrero y Reynaldo Matiz Trujillo, personajes de los cuales se rescata su memoria. En sentido similar, dentro de la dinámica económica de la primera mitad del siglo XX, se registra la inmigración siriolibanesa, de la cual se examina su incidencia en el entorno local y su posterior desvanecimiento de la vida económica y social de la ciudad. Asimismo, se describe el despliegue de las actividades industriales de Neiva durante el siglo XX, las cuales se limitaron principalmente a los proceso del arroz, el cacao y los lácteos, con incursiones en el campo de las bebidas, aceites, maderas, procesamiento de frutas e, incluso, con iniciativas en la industria química, confecciones y plásticos. También se articulan en esta parte la historia de los planes del desarrollo urbano de la ciudad durante el siglo XX, la descripción del mismo crecimiento urbano de Neiva, la ampliación y modernización de los servicios públicos, el desenvolvimiento del cooperativismo, el desarrollo de la industria petrolera, el asunto de la economía neivana en la transición del siglo XX al XXI y la historia de los planes turísticos. Neiva se ha configurado mediante la creación y articulación de las unidades barriales. Cada barrio comporta una trayectoria que hace parte de la densa historia de la ciudad. Una aproximación a la compleja historia barrial de Neiva se presenta aquí con el estudio del barrio San Pedro, que data de la época colonial; del barrio Quirinal, un espacio de «élite»; del barrio Las Granjas, promovido por el Estado; y de los barrios La Libertad, Santa Isabel, Las Palmas, Alfonso López y Alberto Galindo que se formaron por invasión. Otros relatos que hacen parte de este volumen corresponden a la historia de la educación primaria y secundaria durante la primera mitad del siglo


XX, a la historia de la educación superior y a los desarrollos de ciencia, tecnología e innovación en la ciudad.

Revista ENTORNOS Volumen 26. Núm. 2. Septiembre de 2013

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El cuarto volumen está destinado en su mayor parte a diversos temas de la historia cultural de Neiva, especialmente durante el siglo XX y el primer decenio del XXI. Los objetos de estudio de estas narraciones históricas abordan la ciudad con relación a la literatura (novela, cuento y poesía), la dramaturgia, el movimiento teatral, la prensa, la radio, la fotografía, el vestido, las artes visuales, la religiosidad popular y la geografía de lo sagrado, la formación de los nuevos sacerdotes de la Diócesis de Neiva, las parroquias de esta diócesis, la danza, la música, el Festival Folclórico, Reinado Nacional del Bambuco y Muestra Internacional de Folclor, la historia de la comida, el deporte, la historia de las mujeres neivanas, los conflictos y la marginalidad urbana, la situación actual de Neiva y las perspectivas para la construcción de una ciudad más democrática y equitativa. Por último, el quinto volumen contiene, en su capítulo inicial, la descripción de los ecosistemas y el espacio geográfico de Neiva, una temática fundamental para el funcionamiento, el desarrollo y la problemática ambiental de la ciudad. A continuación, se presentan las semblanzas biográficas de los hombres y de las mujeres (ya fallecidos) que se destacaron a lo largo de la historia de la ciudad, cuyas imágenes han trascendido las fronteras locales y departamentales. Siguen algunos aspectos de la memoria política contemporánea, la crónica médica sobre la higiene y la salud pública, las enfermedades, los hospitales y el desarrollo de la medicina en Neiva. Se dedica un espacio aprecia-ble en este volumen al registro del patrimonio cultural inmueble de la ciudad. En este orden, se describen con detalle lo más importantes bienes inmuebles del patrimonio cultural declarado de la ciudad de Neiva. Además, se relacionan las plazas, parques y monumentos que se encuentran en el espacio público de la urbe. Otros temas desarrollados hacen referencia a las fiestas, juegos y diversiones, y al inventario de las principales leyes referentes al municipio y la ciudad de Neiva, leyes de las cuales se hace una síntesis que orienta sobre la incidencia de la normatividad en el desarrollo de la ciudad. El volumen concluye con el trabajo sobre Neiva rural, en el cual se cuenta la historia de la ocupación, poblamiento y desarrollo de las actividades económicas de la zona rural de la ciudad, con especial referencia a El Caguán, San Antonio, Órganos, Fortalecillas, Vegalarga, Guacirco, San Luis, y las cuencas de los ríos Las Ceibas y Fortalecillas; incluye la narración del periodo de la violencia que afectó a la zona durante los años cincuenta del siglo pasado e, igualmente, la descripción de algunos aspectos culturales, como la celebración de las festividades tradicionales de San Juan y San Pedro en estos poblados de la Neiva rural.

Con la publicación de la Historia Comprehensiva de Neiva se dispone de una obra que en una extensión bastante considerable (cinco volúmenes) presenta al público lector el conocimiento de los principales aspectos de la experiencia histórica de la ciudad durante sus 400 años de existencia. Se trata de un conocimiento del pasado fundamental e imprescindible para comprender lo que ha sido y lo que es hoy la ciudad; de un saber histórico necesario para entenderla, para vivirla, para gobernarla, para proyectar el desarrollo a corto y largo plazo de la ciudad que deseamos. Es una historia que a través de este saber del pasado, articulado al presente, contribuye a la formación de la identidad cultural de la ciudad, identidad sin la cual la urbe no puede concitar los esfuerzos comunitarios para su progreso en los tiempos actuales y futuros. Asimismo, los alcances historiográficos de esta obra permiten aseverar que no solo Neiva, sino también el departamento del Huila, e incluso la región surcolombiana, se ven beneficiados de una u otra manera con el conocimiento de la ciudad que históricamente ha cumplido una función nodal en estos espacios de la geografía nacional. Finalmente, consideramos que se ha llenado un vacío historiográfico, cuyo resultado es un aporte significativo a los estudios históricos huilenses y a la historiografía nacional en el campo de la historia de ciudades colombianas.

Esta obra es el resultado de un esfuerzo colectivo. Queremos, en consecuencia, dejar testimonios de nuestros agradecimientos a todas las personas e instituciones que contribuyeron para llevar a cabo la elaboración y publicación de la Historia Comprehensiva de Neiva. Entre ellas, a Guillermo Plazas Alcid, gestor de la iniciativa para la realización de la historia de Neiva; a Héctor Aníbal Ramírez Escobar, alcalde de Neiva durante el periodo 2008-2011, por la financiación del proyecto de Historia Comprehensiva de Neiva en su fase de realización; a Pedro Hernán Suárez Trujillo, alcalde actual de Neiva, por el patrocinio y financiación de la obra en la fase de publicación; a Ramiro Falla Cuenca, secretario municipal de cultura de la administración pasada, por el apoyo eficiente en la etapa de ejecución del proyecto. De la presente administración agradecemos igualmente a Juan Carlos Ramón, secretario de hacienda municipal, y a Carolina Sandino, secretaria municipal de cultura, por sus gestiones para llevar a buen término la publicación de la obra.


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1

Aloïs Riegl. 2001. Le culte moderne des monuments. Socio-anthropologie. http://s0ci0-anthr0p0l0gie.revues.0rg/5

severa formación y conocedor de ambos idiomas, el alemán que fue su lengua nativa y el español que practicó entre nosotros.

De los dos tomos de la edición original se ha hecho uno solo que comprende el texto y la reproducción en facsímile de las ilustraciones de Preuss. El texto se respeta y reproduce en todas sus partes, incluyendo proemio, prefacio y notas del autor y de los traductores; las referencias a las placas fotográficas y a los dibujos continúan iguales, por lo cual se explica la reproducción en facsímile de la parte gráfica, es decir, de todo el segundo volumen de la edición de 1931. Incluimos también nuevas ilustraciones, tomadas de fotografías de las que es autor Pablo

2

   Obras de Caldas, recopiladas y publicadas por Eduardo Posada, Biblioteca de Historia Nacional, vol. IV, pág. 260, Bogotá, 1912.

3

   Lucas Fernández Piedrahíta, Historia General de las Conquistas del Nuevo Reino de Granada, pág. 122, Bogotá, 1881.

4

Tal y como se desarrolla en Cisneros 2008: Ciencia y lenguaje en el contexto académico. LenguajeVol. 36-1.