Erasmus Semilleros de Investigación

e-ISSN 2590 - 759x



Artículo de Investigación
Revista Erasmus Semilleros de Investigacion

Enero-Diciembre 2020;5(1)




Elementos Socioestructurales y Destino de los Flujos Migratorios Venezolanos



Luis J. González Oquendo1

Ana G. Hernández Castro2




Resumen

El episodio migratorio venezolano posterior a 2015 ha captado la atención mundial debido a su carácter inédito: Venezuela, país de un largo historial de atracción de migrantes y refugiados y sin guerra se ha convertido -en breve tiempo- en un país expulsor de población. La magnitud e intensidad de esta migración internacional ha llevado a que se convierta en un problema regional. El presente trabajo tiene como objetivo analizar los elementos socioestructurales implicados en la construcción y destino del flujo migratorio venezolano, abordando volúmenes, sentido y dirección de los flujos de movilidad. En este sentido, la discusión será abordada en tres secciones. En la primera se definen criterios teórico-metodológicos basados en el modelo analítico de Manuel Castells (1999a, 1999b). Más allá del uso intuitivo del término << flujo >> en tanto que corriente fluida, la idea es establecer una nueva forma de leer el proceso e identificar los elementos materiales y las secuencias de interacción y resistencia que éste genera. Segundo, se establece históricamente el proceso migratorio venezolano reciente, sus condiciones de aparición, así como los rasgos que lo convierten en una experiencia novedosa, no sólo para el propio país sino para la región. En tercer lugar, se abordaán los aspectos generales en el sentido y el volumen total del flujo para luego establecer los destinos específicos de dicho flujo. El hecho que éste siga un sentido mayoritario hacia el sur del continente, no significa que éste llegue igual a todos los países de la región, concentrándose en diferentes grupos de países: algunos esencialmente destino [Argentina, Chile] mientras que otros tienen la dualidad destino-tránsito [Colombia, Ecuador, Perú], destacando la particularidad del impacto en los territorios insulares cercanos [Aruba, Curazao, Trinidad y Tobago]. Llama la atención que las dinámicas dominantes en cada uno de estos flujos específicos son bastante desiguales.

Palabras clave:: flujo migratorio, institucionalidad de respuesta, migración, políticas públicas, Venezuela.

Abstract

The post-2015 Venezuelan migratory episode has captured worldwide attention due to its unprecedented nature: Venezuela, a country with a long history of attracting migrants and refugees and a country without war, has become -in a short time- a population-expelling country. The magnitude and intensity of this international migration have led to it becoming a regional problem. The objective of this paper is to analyze the socio-structural elements involved in the construction and destination of the Venezuelan migratory flow, addressing volumes, direction, and direction of mobility flows. In this sense, the discussion will be addressed in three sections. First, theoretical-methodological criteria are defined based on the Manuel Castells’ analytical model. Beyond the intuitive use of the term “flow” as a fluid current, the idea is to establish a new way of reading the process and identifying the material elements, the interaction and resistance sequences that it generates. Second, the recent Venezuelan migratory process, its conditions of appearance, as well as the features that make it a novel experience, are established historically, not only for the country itself but for the region. Third, the general aspects in the sense and the total volume of the flow will be addressed to then establish the specific destinations of flow. The fact that it follows a majority direction towards the south of the continent, does not mean that it reaches all the countries of the region, concentrating in different groups of countries: some of them are essentially destiny [Argentina, Chile] while others ones have a dual condition transit-destiny [Colombia, Ecuador, Peru], highlighting the particularity of the impact in the nearby island territories [Aruba, Cura¸cao, Trinidad and Tobago]. It is a noteworthy that the rule dynamics in each of these specific flows are quite unequal.

Keywords:: Migratory Flow, Migration, Venezuela.



Introducción


El episodio migratorio venezolano, a partir de 2015, ha captado la atención mundial debido a su carácter inédito. Venezuela, país de largo historial de atracción de migrantes y refugiados se ha convertido -en un breve tiempo- en un país expulsor de población. La magnitud e intensidad de esta migración internacional ha llevado a que se convierta en un problema regional prioritario para distintos organismos del sistema de Naciones Unidas [ONU], en particular la Agencia para Refugiados [ACNUR], la Organización Internacional para las Migraciones [OIM] y la Organización de Estados Americanos [OEA]. Una revisión de los distintos documentos elaborados por estas instancias termina asociando las dinámicas demográficas implicadas con factores políticos relativos al gobierno venezolano. Aunque importante, sin embargo, se ha minimizado el foco relativo a las dinámicas propiamente sociales que este proceso involucra. Cuando se les aborda, suelen considerarse sólo valores relativos a volumen y no los elementos socio-estructurales de los procesos dinámicos de fluidez que permiten aprehender la naturaleza propia del flujo migratorio.


El presente trabajo tiene como objetivo analizar los elementos socioestructurales implicados en la construcción y destino del flujo migratorio venezolano a partir de 2015. No se trata sólo de abordar los volúmenes de migrantes sino el sentido y dirección del fluir. En este sentido, la discusión abordada en tres secciones. En la primera se definirán los criterios teórico-metodológicos a utilizar en el presente trabajo: el modelo analítico de Castells sobre los flujos sociales. Más allá del uso intuitivo del término en tanto que corriente fluida, la idea es establecer una nueva forma de leer el proceso e identificar los elementos materiales y las secuencias de interacción y resistencia que éste genera. Segundo, se identifican históricamente los rasgos del proceso migratorio venezolano reciente, sus condiciones de aparición, así como los rasgos que lo convierten en una experiencia novedosa, no sólo para el propio país sino para la región. En tercer lugar, se abordarán los aspectos generales en el sentido y el volumen total del flujo para luego establecer los destinos específicos de dicho flujo. El hecho que éste siga un sentido mayoritario hacia el sur del continente, no significa que éste llegue igual a todos los países de la región. Incluso, llama la atención que incluso las dinámicas rectoras en cada uno de estos flujos específicos son bastante desiguales.


El proceso migratorio venezolano del último lustro ha suscitado interés tanto en Venezuela como en diversos países de la región. El foco de los trabajos suele ser nacional para cada uno de ellos. También se observa que las iniciativas latinoamericanas de coordinación, aunque se tiene conciencia del carácter regional del proceso, sin embargo, las respuestas siguen siendo nacionales.


Aspectos teóricos-metodológicos para el analíticamente de flujos migratorios


Aunque hay conciencia de la globalización, no hay certeza de cómo abordar políticamente sus consecuencias no deseadas. El énfasis en las sociedades nacionales y los Estados asociados contrasta con las dinámicas globales que las circundan, penetran, determinan y reconfiguran. Estas dinámicas son fácilmente reconocibles en las intensas corrientes [financieras, comercio internacional, comunicación global, etc.], particularmente en los movimientos migratorios, usualmente valorados como negativos cuando implican el traslado de pobres en busca de mejores oportunidades de vida. Aunque hay conciencia de estos aspectos, sin embargo, poco se ha logrado avanzar.


¿Cómo abordar analíticamente lo relativo a la globalización y sus dinámicas derivadas? En 1999, Manuel Castells analizó lo que denominó << sociedad informaciona >> utilizando una noción de << flujo >>, enfatizando la circulación de información [significados, datos, imágenes, sonidos, tecnologías], capital [producción, dinero] y poder, los cuales –además de organizar y dominar la vida social- hacen pedazos las instituciones económicas y sociales antes que cobren realidad y así poder engullirlas en sus redes globales. En el caso particular del Estado, << cortocircuita >> su capacidad de control. En torno a la identidad primaria, se construyen expresiones de resistencia social a la lógica de informalización y globalización, creando comunidades defensivas en el nombre de diversos criterios [Dios, patria, etnia, familia]. Al mismo tiempo, instituciones sociales básicas se ponen en entredicho bajo la presión combinada de la globalización de la riqueza y la información, y de la localización de la identidad y la legitimidad. Estos son procesos de cambios sociopolíticos que moldean y condicionan la acción social y la experiencia humana en todo el mundo contemporáneo (Castells, 1999a; 1999b).


Los flujos son la nueva materia de la que están hechas las sociedades. Es verdad que el soporte material de los procesos dominantes de las sociedades será el conjunto de elementos que sostengan esos flujos y hagan materialmente posible su articulación en un tiempo simultáneo. Pero los flujos no son necesariamente materiales o conforman lo material en primera instancia. Corresponde a las secuencias de intercambio e interacción determinadas, repetitivas y programables entre posiciones físicamente inconexas que mantienen los actores sociales en las estructuras económicas, políticas y simbólicas de la sociedad. Ahora, la materialidad de la sociedad no está hecha sólo de flujos dominantes sino también de las resistencias a estos flujos en la comunidad. Asimismo, cuando Castells habla de flujos, no hace referencia sólo a un elemento de la organización social: son la expresión de los procesos que dominan la vida económica, política y simbólica. Con los años, pasó a señalar que son corrientes de información entre nodos circulando a través de canales de conexión entre nodos. Para Castells, la sociedad de flujos es la sociedad red, lo que supone una lógica relacional Espacio y tiempo, cimientos materiales de la experiencia humana, se han transformado en la sociedad informacional: el espacio de los flujos domina al espacio de los lugares y el tiempo de reloj es sustituido por el tiempo atemporal [instantes aleatorios en el que la sociedad pierde el sentido de secuencia y la historia se deshistoriza]. Enfocando en lo relativo al espacio, no se trata de la lógica del espacio de lugares -basadas en la experiencia común y en la cultura de los pueblos- sino la lógica del espacio de flujos: se utilizan las comunicaciones y el transporte para enlazar lugares valiosos en un patrón no continuo (Castells, 1999a; 1999b).


El énfasis en los flujos de información, capital y poder no obvia la existencia de otros tipos. De hecho, aunque resaltó lo referente a los flujos migratorios, su abordaje fue mucho más limitado. Aunque lo subordinó a las otras dinámicas, no por ello los menosprecia: la combinación de la miseria en el mundo, el desplazamiento de las poblaciones y el dinamismo de algunas economías impulsa a millones de personas a migrar. Frente a esto, las sociedades [más bien los Estados] aumentan los controles fronterizos en un intento de detener este flujo de migrantes e incrementan las medidas de seguridad en un intento de limitar el creciente poder del crimen organizado que pueden aprovecharse. En este sentido, enfocando en las políticas migratorias, éstas serían reacciones de contraflujo que buscan afrontar las dinámicas de flujo migratorio. La concretización de estas políticas se dará a partir de determinadas instituciones de respuesta. Ahora, la migración final consolidada –resultante de la acumulación de inmigrantes legales e ilegales una vez desbordados los canales de inmigración legal y control migratorio- deberán afrontar la respuesta del grupo social, evidente a partir de distintas reacciones del grupo social [xenofobia, aporofobia, racismo]. Vale resaltar que Castells indica que –en este último caso más que el flujo mismo, lo que genera la reacción es la transformación de la constitución étnica (Castells, 1999a).


La explosiva migración venezolana: aparición de un proceso


A partir de mediados de la década de 1940, Venezuela comenzó a atraer población, convirtiéndose la emigración en una experiencia más personal que social. Dos factores fueron clave para ello. Por un lado, la intensa actividad petrolera atrajo corrientes migratorias internas como provenientes desde el exterior. Por el otro, la liberalización política del país implicó, además del retorno de expatriados, la minimización de la experiencia de la emigración al exilio político o residencia temporal. La emigración se convirtió era un acto individual, voluntario, dado en circunstancias muy particulares. En consecuencia, las comunidades venezolanas en el extranjero eran pequeñas. Los flujos de inmigración a Venezuela se mantuvieron mucho más allá de 1983, año de inicio de los desequilibrios económicos que hasta hoy persisten. Entre 1981 y 1990, el saldo migratorio era positivo [69.748 y 68.645 personas, respectivamente]. Fue en la década de 1990 cuando -además de la reducción de la atracción de migraciones de países vecinos- muchos de los inmigrantes y sus descendientes comenzaron a regresar a sus países de origen o a seguir a otros destinos migratorios, además que los venezolanos comenzaron a residenciarse en otros países. Todavía hasta 2015, Venezuela era destino de uno de los principales corredores migratorios de la región, aquel proveniente de Colombia, esencialmente de refugiados. Sin embargo, ya en 2012, las estimaciones permitían afirmar que la existencia de un saldo migratorio significativamente negativo [-1.200.000 personas] (Carvajal, 2017; de la Vega, 2014; Torales et al, 2003).


¿Qué convirtió a Venezuela en un país de emigración en tan poco tiempo? Durante el período 2015-2018, algunas circunstancias han hecho que la vida en el país fuera bastante difícil para sus ciudadanos. Sin ánimo de simplificar, se pueden señalar seis circunstancias clave:


• Mientras América Latina y el Caribe creció 0,9% en 2017 y algunos países -por ejemplo, Colombia- alcanzó 2,9%, Venezuela tuvo una caída de -14,5%. Durante el período 2014-2017, la economía venezolana se contrajo un 34,6%, en su mayor parte, la economía no-petrolera.


• Desde octubre de 2017, Venezuela es un caso de hiperinflación en un mundo donde el nivel general medio de inflación es más bien bajo. La tasa para 2018 fue 1.698.488% [cálculos de la Asamblea Nacional, Banco Central no publicó desde 2015]. Lo que la ha hecho particularmente dura es su duración: para enero-2019 llevaba 27 meses continuos (Hanke, 2019).


• Sumado a todo lo anterior y la brutal devaluación de la moneda nacional, el valor real del salario -clave para que los individuos y hogares accedan a bienes y servicios- fue literalmente disuelto. Entre mayo-2011 y febrero-2017, el salario mínimo nominal se había multiplicado 66 veces, durante el mismo período, el valor de la canasta básica se multiplicó 125 veces. Para diciembre-2017, mientras el salario mínimo era US$ 417 en Argentina, US$ 244 en Colombia o US$ 194 en Brasil. En Venezuela, equivalía a US$ 2,20, lo que lo ubicaba como el más bajo de toda América del Sur.


• Como resultado de la suma de todo lo anterior, ha habido un fuerte deterioro de las condiciones de vida en Venezuela y un incremento de la pobreza. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida [ENCOVI], la pobreza pas´o de 48,4% en 2014 a 87,0% en 2017, con una pobreza extrema de 61,2%. Se agrega el deterioro de la calidad y disponibilidad de los servicios públicos.


• Las condiciones de salud se han hecho precarias: incremento en los indicadores de enfermedades infeccionas [difteria, sarampión, malaria], pérdida de la capacidad operativa del sistema de salud, migración del personal de salud y escasez de insumos y medicamentos [categorías específicas de tratamiento farmacológico no existen] (Organización Panamericana de la Salud, 2018). El 56,30% de los emigrantes venezolanos hacia Colombia señalaron la falta de medicina para su tratamiento médico como uno de las razones de salida (Rodríguez et al, 1998).


• La conflictividad social y política además de la inseguridad han crecido en términos significativos. Tres indicadores lo reflejan: elevada protesta cotidiana, intensos ciclos de protesta [2014, 2017] fuertemente reprimidos, la tasa de muerte violenta más elevada de América Latina.


¿Cuál de estos factores pesa más al momento de establecer la causalidad del proceso migratorio y el flujo migratorio? Es difícil precisarlo. Ahora, hay evidencia que más allá de lo económico-materialista, << mejor calidad de vida >>, << estilo de vida >> y condiciones materiales de existencia (da Frota Simões et al; Rodríguez et al, 2018) hay un componente valorativo que propicia la práctica migratoria (Hofstede Insights, 2019).


¿Cuántos venezolanos y quiénes han emigrado desde 2014?


Algunas circunstancias dificultan estimar cuántos venezolanos han emigrado: el gobierno venezolano no publica cifras migratorias –entre otros indicadores- desde 2012; el grueso de la emigración ha sido muy reciente; limitaciones técnicas de cada país; migración ilegal; doble ciudadanía y la alta movilidad de gran parte de los emigrantes. Aunque, algunos han realizado recientemente encuestas de migración [p.e. República Dominicana] o censos [p.e. Colombia, Chile], la mayor parte no han realizado estudios sistem´aticos en gran escala. Las cifras de migración, la mayor parte estimaciones y proyecciones, muchas veces no coinciden. Para el presente trabajo, se utilizaron –además de cifras acumuladas por distintos estudios- se utilizó las estimaciones de la OIM así como cifras dadas por redes sociales, los cuales sirven como valores mínimos de referencia para hacer inferencias y estimaciones.


¿Cuándo comenzó el episodio migratorio venezolano? Es necesario diferenciar entre la existencia de un flujo migratorio y la intensidad del mismo. Esto es importante ya que muchos confunden ambos aspectos. Para el bienio 2010-2011, la tasa de emigración venezolana [2,0 emigraciones por cada mil habitantes] era la tercera más baja de América Latina y el Caribe, superando sólo a Argentina y Brasil [1,9 y 0,7 emigraciones por cada mil habitantes] (OECD-UNDESA, 2013). Entre 1990 y 2010, la emigración en Venezuela aumentó en un 60,2%, elevándose la cifra de residentes en el exterior a 550.420, lo que representaba entonces el 1,9% de la población total (Allen González y Fazito, 2017). Ya para la primera década de 2000, se puede evidenciar una aceleración del flujo migratorio. Lo que no hay certeza es acerca de los volúmenes: en este punto es que comienzan a divergir las estimaciones. De la Vega (2014) estimó que para 2013 la emigración venezolana rondaba ya 1.200.000 personas [4,28% de la población del país], distribuyendo a los expatriados en –al menos- 65 países en los cinco continentes en concentraciones bastante desiguales. Las cifras de OIM (2018a) son más discretas: indicó 700.000 venezolanos en el extranjero para 2015, cifra que se habría elevado a 1,6 millones para 2017, lo que habría implicado un incremento de 56,25% en apenas dos años. La Organización Panamericana de la Salud (2018), por otro lado, contabilizaba 2,3 millones para ese último año.


Para el momento de redacción del presente trabajo, la cifra oficial definitiva había sido establecida por la Plataforma Regional de Coordinación Interangencial (2019) –instancia multilateral coordinada por la OIM- la cual reportó para el 6 de junio de 2019 un estimado de 4.001.917 venezolanos viviendo fuera del país, cerca del 12,42% de la población venezolana estimada por el Instituto Nacional de Estadística para junio de 2019. De éstos, 1.828.250 [45,68%] correspondían a personas con estatus regular [incluyendo permisos de residencia] y 464.229 [11,60%] habían solicitado la condición de refugiado entre 2014 y 2018. Sumando ambos valores, se tendría que el 42,72% del estimado total estarían en situación irregular.


Flujos migratorios y destinos de venezolanos


Una vez establecida la existencia de un gran volumen de venezolanos residiendo en el exterior, es decir, la existencia de un flujo migratorio de salida, se hace necesario precisar cuáles son las vertientes de dichos flujos. Es importante señalar que éstas diferentes corrientes han cambiado a lo largo de los últimos años.


Para 2010, el 90,8% de los emigrantes venezolanos estaban concentrados en 12 paises, cinco de éstos [Estados Unidos, Canadá, Alemania, Reino Unido, Francia] tenian entonces politicas explicitas de migración selectiva y alto nivel de desarrollo, tres eran paises europeos con lazos históricos cuya migración primó hasta 1970 [España, Italia, Portugal], paises latinoamericanos que fueron origen de flujos migratorios importantes desde 1970 [Colombia, Ecuador] asi como aquellos con los que mantenia fuertes lazos económicos [México, Panamá]. Sin embargo, la distribucóon de la población entre estos paises era bastante desigual: el 78,8% de los venezolanos en el exterior se concentraba en los primeros cinco paises y el 58,1% residian en Estados Unidos y España (Allen González y Fazito, 2017; Vargas Ribas, 2018).


La evidencia más reciente sugiere que esta distribución ha cambiado de manera significativa. En la Tabla 1 se observa la distribución de expatriados venezolanos en los 16 países con las comunidades más grandes utilizando para ello las estimaciones de la OIM (2018a; 2018b) y Santos (2018) en los años 2015-2018, tomando como referencia este último como referencia para listar en orden decreciente. Como se puede ver, tres países son europeos [España, Italia, Portugal: 18,75%] y tres no son latinoamericanos [Estados Unidos, Canadá, Trinidad y Tobago: 18,75%]. En el subconjunto de los países latinoamericanos, cuatro están en América del Norte y Centroamérica [México, Panamá, República Dominicana, Costa Rica: 25,0%], restando siete países [Colombia, Perú, Chile, Ecuador, Argentina, Brasil: 37,5%] ubicados en América del Sur. Se observa una primacía en esta última región, incluso sobre países más cercanos a Venezuela, lo que permite inferir que –aunque importante- no es lo más significativo la distancia de recorrido del flujo. Tomando como referencia un estudio, esta jerarquización de destinos es –su mayor parte- coincidente con la secuenciación de preferencias identificada entre los migrantes que salen a través de la frontera occidental: Colombia [37,5%], Perú [36,8%], Ecuador [12,7%], Chile [7,3%] y Argentina [2,4%]. Otros países señalados en el estudio [México, Uruguay, Panamá, Costa Rica, Bolivia] están por debajo del 1,0% (Rodríguez et al, 2018).


Esto permite deducir que ha habido cambios en el sentido del flujo. Hasta 2015, éste seguía el patrón sur-norte, con la excepción de Colombia y Ecuador, países que probablemente respondieran más bien a dinámicas de frontera (Allen González y Fazito, 2017) mientras que Panamá, también cercano, respondería más bien a una dinámica económica. Para 2018, más de la mitad de la migración venezolana residía en Sudamérica. De hecho, de 1.600.000 venezolanos que se estimaban en 2017, cerca de 900.000 [56,25%] estaban en Suramérica. El incremento fue de 90,11%, muy superior a la variación regional (OIM, 2018a; Stefoni y Silva, 2018).


Tabla 1. Distribución de venezolanos 16 países [valores absolutos tres años y variaciones]


Paísa Estimaciones por año Variación %
2015b 2017b 2018b 2018c 2015b
-2017
2015b
-2018b
2015b
-2018c
Colombia 48.714 600.000 870.093 1.129.556 91,88 94,40 95,69
Perú 2.351 26.239 354.421 460.511 91,04 99,34 99,49
EE.UU. 255.520 ... ... 347.556 ... ... 26,48
Chile 8.001 119.051 105.756 234.600 93,28 92,43 97,65
España 165.895 208.333 ... 199.844 20,37 ... 16,99
Ecuador 8.901 39.519 209.000 191.156 77,48 95,74 95,34
Argentina 12.856 57.127 95.000 111.218 77,50 86,47 88,44
México 15.959 32.582 ... 86.889 51,02 ... 81,63
Brasil 3.425 35.000 50.000 62.500 90,21 93,15 94,53
Panamá 9.883 36.365 ... 69.511 72,82 ... 85,78
R. Dominicana 5.417 5.539 ... 44.313 2,20 ... 87,78
Italia 48.970 49.831 ... 34.756 1,73 ... -40,90d
Portugal 24.174 24.603 ... 26.067 1,74 ... 7,26
Canadá 17.898 18.608 20.775 21.722 3,82 13,85 17,60
Costa Rica 6.437 8.892 ... 13.092 27,61 ... 53,70
Trinidad 1.732 1.743 3.000 9.558 0,63 42,27 81,88

Notas: a/ Lista de 16 países con mayores concentraciones de venezolanos en el extranjero, ordenados por tamaño según estimaciones de Santos (2018).
b/ Estimaciones hasta julio 2018 de la OIM.
c/ Datos basados en estimaciones de números de usuarios venezolanos en la red social Facebook (Santos, 2018).
d/ El cálculo de esta variación da un valor negativo considerando que la mayor parte de esta comunidad está constituida por personas de edad avanzada. Esta característica, al hacerlos menos proclives al uso de esta disponibilidad tecnológica, subestima el valor real

Fuente: elaboración propia a partir de OIM (2018a; 2018b; y Santos (2018).


Las relaciones migratorias venezolanas con Colombia son históricas. Estas estaban marcadas por un flujo continuo hacia Venezuela, primero por motivos laborales, luego como refugiados debido al conflicto interno. Según el Censo de 2001, el número de colombianos en Venezuela era de 609.196 personas, el 2,62% de la población total venezolana. Sin embargo, a partir de 2000 comenzó a registrarse un incremento progresivo de la movilización de venezolanos hacia Colombia. Este se dio progresivamente en tres etapas: [a] emigración de venezolanos empresarios para sortear la crisis venezolana, fundamentalmente de naturaleza pendular; [b] trabajadores especializados en el sector petróleo; [c] regreso de colombianos y sus hijos procurando mejor calidad de vida. Las dos primeras fases corresponderían al período 2000-2012 mientras que la tercera al lapso 2016-2017 (Vargas Ribas, 2018). Las medidas económicas implementadas recientemente en Colombia para promover desarrollo y dinamismo productivo, atrajo capital y mano de obra venezolana. Sin embargo, la evidencia demuestra que la primacía no lo tuvieron estas categorías migratorias sino los venezolanos hijos de colombianos emigrantes que –amparados por la legislación colombiana y con redes de apoyo en el país- podían optar a políticas de retorno. Ya para 1993, el 41% de los extranjeros residentes en Colombia eran venezolanos, con la peculiaridad que el 81% era menor de 20 años, lo que da cuenta de descendientes en una migración de retorno, además de una preponderancia femenina y un menor nivel educativo en comparación con otros grupos nacionales. Con los años, comenzó a incrementarse aceleradamente el flujo de venezolanos sin vínculos familiares directos que emplean mecanismos selectivos de migración, con visas temporales y permisos de residencia, para ingresar al territorio de manera regular y acceder a un empleo formal. Para 2003, se estimaban 34.000 venezolanos en Colombia. Para 2016, aunque se registraba un incremento explosivo del flujo migratorio de Venezuela a Colombia, todavía los venezolanos no estaban entre los cinco grupos nacionales con mayor cantidad de migrantes ilegales en el país, aunque es posible que la situación esté a cambiar en un plazo relativamente corto (Allen González y Fazito, 2017; Carvajal, 2017; de la Vega, 2014; Torales et al, 2003).


Perú es el país con la segunda comunidad de venezolanos más grande. Sin embargo, apenas tres años antes ocupaba la penúltima posición en el renglón. Incluso su tamaño era un poco menor al registrado en 2003, cuando era cercano a las 3.000 personas. Los cambios en valores absolutos fueron verdaderamente explosivos: 2.351 en 2015, 25.239 en 2017 y –al menos- 350.000 personas para 2018. Aunque las razones de variación no fueron las más elevadas de todo el conjunto, sin embargo, fueron las que se mantuvieron más altas, incrementándose incluso: entre 2015 y 2017, la razón fue de 11,16 mientras que entre 2017 y 2018 fue de 13,51 (de la Vega, 2014; Torales et al, 2003).


La situación es similar en el caso de Chile. Para el período 2000-2010, el flujo era mínimo y la comunidad residente era bastante pequeña: en 2003, se contabilizaban cerca de 4.000 venezolanos en Chile (de la Vega, 2014). A partir de 2010 comenzó a crecer lentamente, intensificándose progresivamente a partir de 2014. Entre 2010 y 2017 se entregaron 111.339 permisos de residencia. Sólo en 2017 se entregaron 72.606 residencias temporales. El Censo 2017 registró 85.461 venezolanos, representando el 10,9% del total de nacidos en el extranjero residentes en Chile, cuarta comunidad en importancia después de los peruanos, colombianos y bolivianos (Stefoni y Silva, 2018).


Ecuador ocupa el cuarto lugar en cuanto al número de venezolanos. Durante la década de 1970, fue un importante emisor de emigrantes a Venezuela, los cuales regresaron en gran parte a finales de la década de 1980. De hecho, el 78% de los migrantes venezolanos para 1990 no sobrepasaban los 20 años, lo que daba cuenta –al igual que en el caso colombiano- de descendientes que forman parte de una migración de retorno. Para 2003, se estimaban 3.000 venezolanos en Ecuador. Sin embargo, durante el lapso 2000-2005 se implementaron políticas de selectividad para atraer trabajadores calificados, lo que incrementó la presencia de expatriados venezolanos, los cuales sirvieron de red social de apoyo a los flujos a partir de 2015. Aunque no tuvo las razones de crecimiento de los tres primeros países de la lista, sin embargo, su crecimiento fue muy importante: de 8.901 en 2015, pasó a 39.519 en 2017 y aproximadamente 200.000 para 2018. País pequeño en tamaño pero con peculiaridades [petrolero pero diversificado, economía dolarizada] le ha permitido ubicarse como cuarto destino de atracci´on, superando incluso a pa´ıses de mucho mayor tamaño y potencia económica [Argentina, México, Brasil], actuando –en el contexto de la región- como un atractor clave de los flujos migratorios venezolanos (Allen González y Fazito, 2017; de la Vega, 2014; Torales et al, 2003).


Argentina –país de larga tradición emigratoria hacia Venezuela- se convirtió en un receptor poblacional de este país, ocupando el quinto lugar. Para 2003, se estimaban cerca de 6.000 venezolanos en el país austral (de la Vega, 2014). Sin embargo, para 2015, esta comunidad ya contaba con 12.586 personas, elevándose a 57.127 en 2017 y 95.000 en 2018. Esto implicaría un aumento de 77,49% para el período 2015-2017 y 39,86% en un solo a˜no [2017-2018]. Otro valor importante a considerar el lugar que ocupa la comunidad venezolana en el rango de comunidades extranjeras. Para 2011, el número de ciudadanos venezolanos representaba el séptimo lugar entre las comunidades con radicación temporal y el undécimo entre las de radicación permanente. Para 2017, la combinación de ambas comunidades ubicaba a la población venezolana en tercer lugar tras los paraguayos y los bolivianos, dos comunidades que históricamente han tomado a Argentina –debido a su contigüidad- como destino de sus proyectos migratorios (Biderbost y Núñez, 2018; Santos, 2018).


Si se toma en consideración los primeros cinco países de la región [ver Gráfico 1] se puede observar que las diferencias entre Colombia y los otros cuatro son muy importantes. Incluso las razones de crecimiento de los flujos de arribo son significativas. Un elemento a considerar es que Argentina y Chile, países ubicados en el extremo sur, aunque son importantes receptores, no llegan a acumular los mayores volúmenes del flujo. Ahora, Colombia, Ecuador y Per´u, aunque evidentes países de tránsito, sin embargo, son los principales acumuladores de participantes en los flujos migratorios.


Gráfico 1. Crecimiento de la migración venezolana en los cinco países sudamericanos con mayores comunidades (2015-2018)



Fuente: elaboración propia a partir de OIM (2018a; 2018b) y Santos (2018)


Otros países latinoamericanos también tienen importantes comunidades venezolanas en su territorio, aunque con tamaños muchos menores [ver Gráfico 2]. Entre éstos, resaltan México, Brasil, Panamá, Costa Rica, Trinidad y Tobago y el Caribe neerlandés [Aruba, Curazao]. Sin embargo, éstos plantean circunstancias diferenciales para el desarrollo de los flujos, abordaje que supera los alcances del presente trabajo.


Ideas finales


Denominar al proceso migratorio venezolano con las palabras tradicionales [éxodo, diáspora, caravana, etc.] no ayuda a comprender –en términos de diseños de políticas públicas- su naturaleza de flujo e intensidad. Debido a una serie de factores de contexto de Venezuela ha partido un flujo migratorio que tiene una estructura subyacente basada en rutas de recorrido que han utilizado las migraciones latinoamericanas pero que –en este episodio- corresponde a un país que usualmente era receptor de población. Los flujos siguen recorridos de tránsito para redistribuir determinados grupos a los países más lejanos de la red [Argentina, Chile]. Sin embargo, los puntos de mayor concentración del flujo continental están en Colombia, Perú y Ecuador, los cuales se redistribuyen internamente en los principales centros urbanos. En el caso de Brasil, la situación de emergencia se focaliza en el estado de Roraima.


Gráfico 2. Inmigrantes venezolanos por país (estimado noviembre 2018)



Fuente: elaboración propia a partir de Santos (2018).


Todo esto permite señalar que -utilizando una expresión mucho coloquial- el proceso migratorio venezolano ha sido un chorro que golpeó de frente a las instituciones sociales latinoamericanas de afrontamiento del hecho migratorio. Sin embargo, el nudo crítico en este episodio es que –incluso en medio de la urgencia- se plantea la necesidad de nuevas instituciones y nuevos mecanismos de coordinación. Es necesario generar una nueva institucionalidad de respuesta.


América Latina carece de institucionalidad colectiva de respuesta a episodios críticos como el planteado por el flujo migratorio venezolano. No se trata que el proceso es tan inédito que no existe la institucionalidad: es que éste llegó sin que la región la haya desarrollado. Aunque es posible establecer algunos pronunciamientos colectivos, estos jamás llegan a ser comunitarios. En realidad, es un fracaso de la integración latinoamericana. Las respuestas dadas hasta ahora enfatizan el carácter nacional de las mismas obviando que –en realidad- corresponde a una situación regional. Algunos países cierran espacios [Chile, Costa Rica, Honduras, México, Panamá, Trinidad y Tobago] mientras que los demás cooperan de manera inarticulada, dando respuestas como si fuese sólo problemas de legalización laboral o de refugiados. En este último caso, se hacen advertencias constantes que buena parte de las solicitudes no están justificadas en este sentido. ¿Qué hacer frente a los problemas de salud pública que plantea las advertencias de la Organización Panamericana de la Salud o de identidad cultural asociado al tema indígena? ¿Cómo afrontar los problemas de transitismo e insularidad que emergen en medio del flujo migratorio? Las remesas, ¿cómo afrontarán estas salidas de capitales cuando buena parte de estos países han sido hasta hoy receptores de remesas? Hay que recordar que se convirtieron en países receptores de los flujos venezolanos sin haber dejado ellos mismos de ser países expulsores de población. Aunque ha habido esfuerzos de coordinación regional, no existe una institucionalidad comunitaria latinoamericana que permita unificar esfuerzos. En términos nacionales, cada país está dando respuestas desiguales que –en algunos casos contraviene los intereses de otros.


Referencias


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1 Sociólogo, Magister Scientiarum en Desarrollo Social, Magister en Ciencia Política, Doctor en Ciencias Humanas, Certificación Postdoctoral en Gerencia y Políticas Públicas. Investigador adscrito al Centro de Estudios Sociológicos y Antropológicos de la Universidad del Zulia. Principales temas de investigación: teoría social y métodos de investigación, análisis sociopolítico, desarrollo social, petróleo y cambio social. C-electrónico: luis gonzalez@fces.luz.edu.ve https://orcid.org/0000-0002-6268-6648


2 Socióloga. Cursante del Programa de Maestría en Gerencia Pública de la Universidad del Zulia. Principales temas de investigación: gerencia pública, políticas públicas, sociología de la educación. E-mail: anaghc21@gmail.com https://orcid.org/0000-0002-9626-4937