Erasmus Semilleros de Investigación

e-ISSN 2590 - 759x



Ensayo
Revista Erasmus Semilleros de Investigacion

Enero-Diciembre 2020;5(1)




Sobre consumo de marihuana, Jóvenes socialmente responsables, proyecto de vida, psicoanálisis y algunas que otras imposturas críticas



On marijuana use, socially responsible youth, life project, psychoanalysis and some other critical impostures



Marlon Grisales1




Resumen

El presente ensayo, busca comprender el fenómeno del consumo de la sustancia psicoactiva denominada marihuana, en personas que, a pesar de que la consumen, continúan sin alterar el curso normal de su proyecto de vida, lo cual no implica fracasos escolares, pérdidas de empleo, conflictos familiares e interpersonales, entre otros. Por el contrario, el desempeño en estas esferas puede resultar funcional, hasta el punto de que puede incluso llegarse a reconocer, sujetos sobresalientes en algunas de sus diferentes esferas: personal, familiar y social. En conjunto a esto se tomarán en cuenta algunos elementos explicativos desde la perspectiva Psicoanalítica sobre el consumo de sustancias psicoactivas, las adicciones y las toxicomanías, ubicando los elementos más relevantes para su comprensión, en particular, el asunto del deseo. El fenómeno del consumo de sustancias psicoactivas está colocado para el psicoanálisis freudiano en el lugar de la lucha por la felicidad y por el alejamiento de la miseria que enfrenta el sujeto en la realidad, dado que este último estará sujeto siempre a la falta en ser. Bien lo decía Freud, desde muchos frentes, venían para el hombre amenazas, las cuales trata de contrarrestar de distintas maneras. Poderosas distracciones que hacen soportable estas amenazas. Las categorías que se desarrollan en el ensayo son: consumo responsable de marihuana, juventud, proyecto de vida, relaciones interpersonales y algunas consideraciones sobre el deseo. Se abordará de esta manera debido a la creencia existente de que el sujeto puede consumir sustancias como la marihuana de forma recreativa o por salud, una formación sustitutiva que no implica tener que dejar sus responsabilidades sociales y culturales, funcionando a la inversa en las toxicomanías, en donde el consumo aparece como un modo de satisfacción único y exclusivo, en donde parece que se sumergen en un goce permanente con el objeto.

Palabras clave: Sustancias psicoactivas, toxicomanías, adicciones, proyecto de vida.

Abstract

This essay seeks to understand the phenomenon of the consumption of the psychoactive substance called marijuana, in people who, despite using it, continue without altering the normal course of their life project, which does not imply school failure, job losses , family and interpersonal conflicts, among others. On the contrary, performance in these spheres can be functional, to the point that it can even be recognized, outstanding subjects in some of their different spheres: personal, family and social. Together with this, some explanatory elements will be taken into account from the psychoanalytic perspective on the consumption of psychoactive substances, addictions and drug addictions, locating the most relevant elements for their understanding, in particular, the matter of desire. The phenomenon of the consumption of psychoactive substances is placed for Freudian psychoanalysis in the place of the struggle for happiness and for the distance from the misery that the subject faces in reality, since the latter will always be subject to the lack of being. Freud said it well, from many fronts, threats came for man, which he tries to counter in different ways. Powerful distractions that make these threats bearable. The categories that are developed in the essay are: responsible consumption of marijuana, youth, life project, interpersonal relationships and some considerations about desire. It will be approached in this way due to the existing belief that the subject can consume substances such as marijuana recreationally or for health, a substitute training that does not imply having to leave their social and cultural responsibilities, working in reverse in drug addictions, where consumption appears as a unique and exclusive mode of satisfaction, where it seems that they are submerged in a permanent enjoyment with the object.

Keywords: Psychoactive substance, drug addiction, addiction, life project.



“La vida, como nos es impuesta, resulta gravosa: nos trae hartos dolores, desengaños, tareas insolubles. Para soportarla, no podemos prescindir de calmantes (Eso no anda sin construcciones auxiliares, nos ha dicho Theodor Fontane. Los hay, quizá, de tres clases: poderosas distracciones, que nos hagan valuar en poco nuestra miseria; satisfacciones sustitutivas, que la reduzcan, y sustancias embriagadoras que nos vuelvan insensibles a ellas. Algo de este tipo es indispensable”

S. Freud (El Malestar en la Cultura)


La manera como se viene significando al sujeto que consume sustancias psicoactivas por parte de los órdenes simbólicos, amos actuales, es la de alguien que no es capaz de asumir responsabilidades laborales o sociales. Esta visión en la que predominan estos y otros significantes que hacen síntoma, va acompañada con una postura de señalamiento y discriminación, las recomendaciones de rehabilitación, o la represión, que se convierten en el común denominador para con el sujeto que consume. No es posible otra cosa, por ejemplo, pensar el fenómeno como una posibilidad en la cual el sujeto pueda equilibrar el consumo a las fuerzas funcionales, para lograr el desarrollo del proyecto de vida y el mantenimiento de las redes vinculares sin deterioro.2


Para entender este fenómeno, hay que recurrir y hacer alusión a las consideraciones que enmarcan la definición de sustancias psicoactivas, denominadas también con la sigla SPA por los especialistas o sujetos al discurso de la ciencia. Las sustancias psicoactivas son todos aquellos elementos, naturales o químicos, que, ingeridos o aplicados, alteran el sistema nervioso central. stas sustancias se encuentran divididas, de acuerdo con la definición otorgada por la ciencia y luego asumida por el Otro de la ley, en dos, las drogas legales y las drogas ilegales. Una muestra de las sustancias legales son el cigarrillo, la cafeína y el alcohol; a la mano de todas las personas y de uso público; mientras que las ilegales, serán la marihuana, la cocaína, el bazuco, entre otras. Según Espinosa, Castellanos y Osorio (2016), en uno de sus estudios basado en encuestas, las sustancias legales casi siempre son las que dan apertura o inicio, a lo que posteriormente se constituirá, en el consumo de sustancias ilegales.


El consumo de sustancias psicoactivas se constituye en una problemática presente a nivel mundial. Se estima que, entre 155 y 250 millones de seres humanos, con edades comprendidas entre los 15 y 64 años, consumen las llamadas drogas ilegales, siendo la de mayor consumo la marihuana y, en orden decreciente, las anfetaminas, la cocaína y los opiáceos (González, 2016). En el mundo el sujeto con el consumo de sustancias psicoactivas como actor de una función adictiva, no puede ser considerado como el único actor en la pantomima teatral. Hay que reconocer que algunas otras circunstancias o aspectos pueden llegar a generar el mismo matiz adictivo en un sujeto a la representación, como es el consumismo de alimentos, de bienes materiales, y hasta el sexo, lo cual no solo pueden llegar a generar una representación de la adicción sino también una de malestar social y personal. En este caso se constituiría entonces en adicción a la comida, al juego de azar, a los chocolates o al té, y demás, dependiendo del objeto con que se ligue el sujeto; es importante decir que en las últimas décadas también entran las nacientes tecnologías informáticas como el televisor, los celulares, el computador, que pueden generan un comportamiento adictivo (Garzón, 2005). Por lo tanto, el consumo de marihuana puede ser solo una adicción en medio de muchas otras adicciones que afectan al sujeto. Este último anclado a ciertos objetos con los cuales fija la posibilidad de su satisfacción de forma compulsiva.


En la actualidad los significantes del consumo de sustancias psicoactivas, en particular la marihuana, en la cual nos centraremos, han experimentado una transformación por responder a las necesidades (o al deseo o al goce) de la sociedad cambiante. Es muy distinto hablar de la planta sagrada de tiempos remotos con nuestros ancestros aborígenes, a como lo hacen las tribus urbanas actuales; un referente simbólico, un Otro distinto hace su aparición en interpretativo. Garzón (2005), al respecto dice: “no obstante, del consumo ritual, místico, curativo o auto formador que realiza “El Chamán”, se pasa en cuestión de décadas, al consumo masivo, no ritualístico, al consumo desenfrenado, automático y sin un significado aparente, el goce en estado puro, fuertemente impulsado por el sistema de mercado” (pág. 18).


Según Cristian Palma (2007), ese goce inmediato que genera el trabarse3, pues así lo llama él, goce, es la decantación de la palabra inglesa fixe4, de donde se puede obtener algo más que un automatismo orgánico, esto es, el encuentro con el objeto de deseo. Este objeto de goce narcótico, inerte o maloliente para el que no está atravesado por él, viene a sustituir una satisfacción sexual que ha quedado fija en lo psíquico a partir de las primeras experiencias de satisfacción de deseo. Cuando la sustancia se convierte en un toxico para la persona es porque se ha instaurado la idea de que la marihuana ha traspasado su satisfacción a otras fuentes, quizá ya no orales, quizás de experiencias anales sádicas. Para el discurso psicoanalítico una toxicomanía es algo distinto de una drogadicción, como ocurre en el discurso de la ciencia, aun cuando esta diferenciación no es suficiente para quitar la idea del sujeto enfermo que recae aun a pesar de estos momentos distintos.


El vínculo que opera y domina con la adicción a el objeto droga, con todo y esto, es decir, aun con la existencia de indicios de que algo está pasando, algo infantil se está repitiendo, es que el discurso de la ciencia, el discurso social dominante, termina poniendo al sujeto en el lugar de objeto e tratamiento. Por esto, la Organización Mundial de la Salud (2004) considera al consumidor de sustancias psicoactivas como una persona que cuenta con una enfermedad que está asociada a la dependencia de una sustancia. Este apartado, representativo del modelo biomédico, es el que aleja al sujeto de sus responsabilidades y lo convierte en objeto de cura y no como sujeto de su propia “sanación”, cuanto más del reconocimiento de su voluntad por ocupar el lugar que ocupa en el mundo, no habla más que de una forma de goce puro, propio de lo contemporáneo. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (2004) solamente habla de que la persona que presenta al menos tres de las siguientes caracter´ısticas, fuerte necesidad por consumir la sustancia5, dificultad para controlar dicho consumo, síndrome de abstinencia, tolerancia a altos consumos para llegar a la ebriedad de la sustancia, abandono progresivo de actividades externas al consumo, o persistencia en el consumo aun viendo sus consecuencias, significa que cuenta con una enfermedad o trastorno. No logra decir nada más.


Aparte de estos conceptos proporcionados por el discurso de la ciencia, que encuentran como un enfermo al sujeto que consume sustancias psicoactivas, existe un pensamiento en lo social que se impone y es el siguiente, “no importa que tanto se consuma o comparta la marihuana, todos los que le dedican tiempo a fumar, así sea mínimo el consumo, son señalados con estereotipos o sofismas que generan discriminación y rechazo al sujeto”. Esta imagen de delincuentes o personas con problemas de salud, o simplemente estigmatizados, también es promovida por los medios de comunicación y las escuelas, ordenes discursivos nuevos, pero con poder en lo social.


Peña (2015) que rastrea en la protohistoria de este giro a favor del significante sintomático, una pura puesta en acto del goce, manifiesta como “en lo que hoy se llama América, en honor a Americo Vespucio, amo desde su origen, fue arrasado con un conjunto de conocimientos y prácticas que no obedecían al método científico, pero que redundaban en la formación de sociedades menos desiguales y disfuncionales que las invasoras” (pag.150), y con sus producción de ordenes simbólicos distintos; ordenes que mantienen su continuidad empañada en los órdenes religiosos, de la misma ciencia, formas nuevas de discurso del amo.


A pesar de estos juicios, el sujeto contin´ua haciendo valer su deseo por el objeto, viviendo ilusoriamente ese reencuentro tras los objetos drogas, es decir, ubicado más allá del goce. Una completitud aparente tras la falta que lo inaugura y el vacío que se crea. La respuesta a la pregunta entonces planteada, ¿por qué algunos llegan a estar casi atados al consumo de su placebo6 y otros no?, ¿A qué se debe la persistencia de estas aproximaciones propias de un poder total sobre el sujeto?, la respuesta es encontrada en el acto en el cual el sujeto experimenta estabilidad y acompañamiento como cuando estaba en presencia de la madre y de forma parcial, mucho antes, con el objeto parcial pecho, objeto causa del deseo. El encuentro propicia un abandono de lo displacentero para dar lugar a la calma y satisfacción plena (López y Palacios, 2014). Está ubicada más allá de la insatisfacción.


Según Palma (2007), coincidiendo con las argumentaciones que se vienen haciendo todo el tiempo desde lo psicoanalítico, es que, aunque este objeto (marihuana) parece mediar las relaciones sociales y sustituirlas con el tiempo, encontrando allí su razón de ser, en el que el consumo puede llevar a alcanzar ilusoriamente el cumplimiento de deseo, esto no se constituye en generador de una impostura ante la ciencia. En este sentido, insto a ello, a pesar de que se tiene todo lo que un día se anheló, en este lugar, es pertinente volver a preguntar, como lo hace Rengifo (2007), por ese saber inconsciente que se escapa y da cuenta del sujeto de deseo, (goce), pero que en la medida en que no se sigue denegando, e impide su permanente disolución, puede aportar en eso que se da en llamar el advenimiento en la reconstrucción del proyecto de vida. Es decir, asumir el síntoma de tal forma que le encuentra su remedio. Solo una intuición salta a la vista, que pueda tratarse no solo del objeto total madre, sino también del objeto parcial pecho, lo que se encuentra en disputa con el Otro de la ciencia biomédica, este ultimo la encarnación inconsciente del padre castrante.


El enfoque conductual (Behaviorista), hablemos también de esto, pues no hay sesgo de tinte represivo, viene a dar su apoyo en este momento, pero sin adentrase en el fondo e indagar sobre el revestir del deseo, como se dice, sin entrar a comprometer la susodicha personalidad del individuo, y resecando las fascinantes explicaciones no concretas del psicoanálisis. Para Garzón (2005), la persona acá tiene “elementos” de la consciencia para dar cuenta de su consumo lo que sería la base de un consumo funcional o no, dar cuenta de causalidades que pueden terminar más allá de la consciencia, pero sus categorías interpretativas, las de este enfoque, quitan toda esta lógica devenida del discurso del saber para dentrarse en una denegación permanente de toda estructura que subyace al sujeto y que puede resultar de ayuda en las lecturas propias de lo que tiene que ver con el proyecto de vida y con parte del goce devenido allí por el Otro.


En este punto, se encuentra que el consumo ya se localiza despojado de los referentes simbólicos para tomar la dirección de lo, incluso, mágico-religioso-científico, lo que predomina en el mundo actual. Depresores, alucinógenos y estimulantes, rezos, suplicas, aparecen en la ida de distintas personas que los consumen, sin importar su rol en la sociedad, sin importar si son profesionales, artistas, madres o padres de familia, obreros, entre otros, pero, sobre todo, portadores de un saber. Para (Garzón 2005), este consumo simboliza lo concreto de la realidad de cada uno solo para evadir también un problema. El lenguaje ya no es el portador de un mensaje sobre el sujeto del inconsciente más que con un gran disimulo.


Prosigue el sujeto de la ciencia. Desde algunos autores como Rengifo (2007) toma el consumo por niveles de satisfacción. Parodias y más parodias. Dice, cuando es inicial u ocasional, es una satisfacción substitutiva, un quitapenas7, cuando ya se vuelve toxicomanía, la satisfacción se transforma en única, como una manía. Charada que dictamina que, esto sucede así porque, dado que, con estas, además de tener placer inmediato, logra interiorizarse y dejar de lado el mundo exterior, quitando la presión de la realidad. Con esto, la relación con el objeto va a lograr “la desinvestidura del mundo exterior”, se desliga de los demás, y se construye la magia del mundo, ya que su conexión con la sustancia lo resguarda en un espacio interno, que lo silencia. Delirio neurótico vs delirio psicótico.


Delirio científico. El manual diagnostico (DSM-V), propone otras formas o niveles de consumo que lo definen como trastorno. Para este manual según Riva-Posse (2016), el consumo de sustancias es visto como una condición generada por el alcohol o sustancias que originan cambios a nivel fisiológico, actitudinal e intelectual. Esta puede darse en distintos niveles, el primero es el leve, el segundo es moderado y el tercero es severo; los cuales tendrán que ver con la dosis ingerida o el grado de abuso de la sustancia. Se trata como podrán avizorado, de un delirio neurótico.


Por otro lado, la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (2016) muestra un tercer grupo de niveles, ahora no determinados por el solo grado de consumo de la sustancia, sino por el determinado tiempo de consumo, tanto de la marihuana, como de otro tipo de sustancias. En esta interpretación el consumo es dividido en consumo experimental, que es definido como el contacto inicial que tiene el sujeto con una o varias sustancias, constituyéndose en la puerta de entrada a los siguientes niveles o, por el contrario, llevando a la persona a abandonar el consumo de inmediato. Se considera que este nivel generalmente aparece en la adolescencia, por curiosidad, presión del grupo, o atracción de lo prohibido. De aquí en adelante, de adelante hacia atrás, hay otro tipo de impostura.


Viene el sujeto a la política. La atención al consumo de sustancias psicoactivas en salud pública ya es clásica, generada a partir del stablecimiento de estos niveles, conocidos por la política de gobierno de algunos alcaldes. Por ejemplo, desde la Alcaldía de Bogotá (2013), con el programa que se dio en llamar Bogoá Humana, se promovió el cuidado y la recuperación para todas las personas que ingresaban al servicio, para desintoxicar, y promover un estilo de vida digno. Dependiendo de los niveles de consumo, se les orientaba con consumo regular, tratamiento ambulatorio de doce horas semanales y dos horas al día de psicoeducación o restricción del consumo abusivo; la atención podía ser breve, pero debía realizarse por alguna institución; y en la dependencia a la sustancia, primero se debía tener la valoración de la abstinencia, luego se le maneja el control y la sustitución con fármacos. En resumidas cuentas, la puesta en acto de una ilusión.


Para estas posturas ajenas a la postura en el que se reconoce un lugar para el deseo (o goce) en el síntoma, se establece que el momento en donde se da inicio al consumo de sustancias psicoactivas es la juventud y la respuesta ineludiblemente son los trastornos que se presenten por el consumo de sustancias psicoactivas, problemas que son atendidos desde la salud pública, extensión del discurso de lo social, o por un psicoterapeuta, si desde donde se aborda es el sujeto de la clínica; persistiendo la idea sobre las sustancias empleadas por los jóvenes, marihuana, anfetaminas, cocaína, opiáceos, entre otros, (Alcaldía de Bogotá, 2013), como aquello que se opone a un proyecto sano de vida de los usuarios de las drogas.


Prosiguen las dilucidaciones propias de lo que es propio, ahora de un más allá, de lo que es propio al autor. Según Castellanos y Picón (2004), Citando a Erikson, manifiestan que en la adolescencia se sufre una crisis de identidad, que se vuelve inicialmente conflictiva, pero luego da lugar a la aparición de dos factores como son las conductas adictivas y delictivas retrasando procesos como la corporalidad, racionalidad, temporalidad y la espacialidad. Las sustancias psicoactivas, que hacen parte de las dinámicas sociales con mucha frecuencia, en especial sustancias como el alcohol y el cigarrillo, drogas legales que atentan contra la salud, terminan siendo promovidas por los amigos y/o familias e inductoras de consumos iniciales de drogas ilegales en los sujetos.


Dentro de las posibilidades de orientación para la vida, claves en la construcción de un proyecto de vida desde la nulidad de una idea orientadora, como la satisfacción de deseos y goce8, pero haciendo de suya la permanente realización, se tiene que en la juventud la construcción de la identidad, puede constituirse en un marco de valor para la vida adulta tomándose como un factor determinante para evitar que el sujeto caiga en un consumo de sustancias excesivo. Para esto se siguen indicaciones como, la delineación de la imagen de sí mismo, la definición de un sistema de creencias y valores, el establecimiento de área que se relaciona con la vocación y la ocupación, y áreas relativas a un conjunto de prácticas, todas, las cuales deben ser trabajadas para poder llegar satisfactoriamente a la adultez. Además de esto, según Pabón (2005), habla de la necesidad de enmarcar una identidad social.


Para esta forma de ver las cosas, habría otros aspectos de la identidad que se desarrollan en la juventud desde los doce a los veinte años que terminan siendo, dígamelo, reforzados. Según Bordignon, (2005), eso sería lo psicosexual, lo ideológico, lo psicosocial, lo profesional, lo cultural y lo religioso; vuelven los órdenes simbólicos. Esta forma de ver a lo humano es una recopilación de los principios epigéneticos de Erikson, los cuales hacen referencia al ser vivo con un plan básico de desarrollo al que se van agregando las partes cada vez que se da un cambio de estadio. En este punto se piensa que los jóvenes pueden construir su identidad, abordar los aspectos ya mencionados como orientadores para la vida, o por el contrario puede llevar a que se dé una alteración hacia las conductas adictivas y las delictivas que pueden generar una confusión en el sujeto excluyéndolos del rol social que se encuentre desempeñando ya sea, estudiante, trabajador, entre otros. En este punto es donde se puede visualizar la importancia de este componente, la estructuración del sujeto desde los primeros años del desarrollo y la identidad, en la determinación de las crisis y/o la forma como se hace frente en la adolescencia y la juventud.


Permeando a esta juventud en formación de su identidad, se terminan encontrando factores como la que propone la mirada sociologizante con el nombre de cultura cervecera y tabacalera, constructos que predominan el denominado cotidiano vivir, para tentar a los más jóvenes a caer y/o repetir la conducta ya vividas en casa, entendida como la que está antes de la mencionada cultura. Según Espinosa, Castellanos, y Osorio (2016), existe una fecha, los quince años, momento de inicio para la etapa de experimentación, pero existe otra, al alcanzar los diecisiete, en donde se asciende a sustancias más fuertes que consumen simultáneamente. Por otro lado, Zabala y Borrero (2012) plantean que el alcohol es la primera sustancia que se prueba, principalmente por su fácil adquisición; a mayor edad la marihuana se vuelve un mayor aliciente y los sitios de mayor consumo son las casas de los amigos, bares y discotecas, y sus propias casas.


Lo anterior se relaciona con la búsqueda hedonista por el placer dirigida desde el discurso dominante, es decir el amo social, que le da l sujeto un lugar en lo marginal del consumo. El sujeto en este punto cae en una trampa, como lo diría Díaz (2007), hallándose inmerso en el mundo del consumismo, encontrándose presionado por alcanzar el estatus social que no preside. Por lo tanto, para esta postura teórica, el sujeto de la ciencia psicológica, entre más temprano se pueda detectar y acompañar al joven en proceso de convertirse en un toxicómano, esto será mucho más provechoso para brindarle factores de protección y ese consumo se quede en fases iníciales o desaparezca; aunque ningún autor hasta el momento ha asegurado que siempre que se esté en alguna fase o se pase a la siguiente, necesariamente continuara con el consumo. En este punto tampoco es claro que, entre más temprano un joven inicie su consumo, así sea con una sustancia legal (alcohol y tabaco), se puede asegurar que se continúen con las ilegales Wicks-Nelson e Israel, (1997).


Cabe resaltar que a pesar de tener la creencia de que el consumo de SPA es un problema exclusivo del discurso de la salud, esto no excluye la existencia de otros factores que puedan estarlo atravesando, y que implican a otra discursiva. Es el caso de los factores familiares y las relaciones que establecen los hijos con los padres. Es decir, la discursiva de lo familiar. para este discurso, existen hogares en el que los padres deben salir a trabajar casi a todo momento, por lo que los jóvenes quedan sin figuras para identificarse, generando una érdida de unos modelos de vida9; como si la identificación fuera el producto de una inmanencia presencia menos que ausencia. Para esto, la ausencia de los padres ocasiona que los jóvenes queden sin figuras para identificarse y pierdan un modelo de vida, como se dice atrás. Esto ocasiona que esta ausencia sea resuelta muchas veces por el discurso de los medios, más media, y las figuras que ellos reproducen, los cuales como “padres erráticos”, quizás perversos, exponen a los jóvenes a sus dobles mensajes, idealización del padre de la violencia, de la vida en la ilegalidad, el engaño, el daño al otro, en últimas, la asunción de una construcción solida de proyectos de vida, pero que hace quiebre en las relaciones humanas, pero también hace lazo social, que constituye en goce en el tráfico de las sustancias psicoactivas, la corrupción, el daño al medio ambiente, entre otros.


Zabala y Borrero (2012), hacen del problema anterior, un problema contextual con una orientación al consumo indiscriminado, que debe constituirse, según él, en una preocupación de las instancias gubernamentales para romper con la estructura de la denominada hipocresía cultural. Si se reduce el problema al consumo único de las sustancias psicoactivas y más específicamente la marihuana se reducirá el conflicto real que pone en riesgo a nuestros jóvenes. En este sentido, la misma situación continuaría de forma rampante, generando sus productos, sujetos constituidos en objetos de la discriminación y del abandono, mientras que los verdaderos responsables continúan sin ser llevados a asumir eso mismo, su responsabilidad.


Ahora bien, no solamente en lo que se conoce como nuestro medio social se presentan estas condiciones de consumo. Una de las interpretaciones que se proponen es que, las representaciones de las que somos espectadores los sujetos, activos o pasivos, pueden presentase en medios que están alejados del nuestro, de tal manera que no importe el lugar en el que este posicionado. Con esto como garantía, el resto es realizar una “prevención integral”, como diría Zabala y Borrero (2012), que impliquen una serie de acciones que busquen evitar la ocurrencia del evento, educar a la persona para que esté preparada, que reconozca factores de riesgo al tomar una decisión de consumo, que asuma una actitud, un compromiso y una opción de vida en la cual potencie sus características personales positivas


Con esto, el consumo de sustancias psicoactivas parecería como si fuera un fenómeno con el que el joven tratara de ocupar un tiempo que tiene libre y sin orientación. Como si se tratara de expandir una cortina de humo con la cual tapar un vacío no soportable10. Sin embargo, en el caso de los consumidores de coca, descritos en los hallazgos de Pabón (2005), se encuentra que los jóvenes lo realizan mientras “disfrutan” de las fiestas los fines de semana, juegan a parqués y cartas, apuestan su dinero, ven televisión, escuchan música en las esquinas del sector, entre otras actividades, siempre de carácter hedonista, sin conciencia de la realidad psíquica de la que se hacen objeto por parte del Otro.


Por esta razón, junto a esto, surge una alternativa en el que los jóvenes puedan orientarse y tener metas a donde llegar, una guía, ruta o camino, por medio de la construcción de un proyecto de vida ajustado a sus necesidades y capacidades, acompañado de la toma de consciencia de la realidad psíquica encubierta11. En esta medida, D'Angelo (2002), da algunas pautas para la conformación del proyecto de vida, como si se tratara de ponerle un cerco a la impotencia. Deviene entonces el listado, 1. Autodirección personal: Esencial para resolver situaciones vitales, si se fomenta la creatividad, así mismo resolverá sus problemas., 2. Autoexpresión y autoestima: El silenciamiento es la puerta a la enajenación, por lo tanto, se debe propiciar el reconocimiento propio y su verbalización para una integración social., 3. Perspectivas futuras: Encierra la proyección individual y social, en un sentido de trayectoria pasada, enlazada con el futuro, potencializando la autorrealización (la temporalidad debe siempre unir pasado y futuro)., 4. Praxis social: Formación de sentido, valores y contemplación de metas, es importante que el joven tenga vínculos sociales, pero estos deberán buscar su orientación., y 5. Sentidos vitales: Se debe estar pendiente del manejo de sus emociones y saber cuáles son los sentires del joven, entender sus pensamientos, deseos para encaminarlos positivamente.


Para enfatizar la importancia del proyecto de vida en los jóvenes se debe entender de qué se trata, saber qué es el proyecto de vida, qué es una vida sometida al poder del Otro en donde, digámoslo, no hay cabida para la castración. Según los conceptos de Bordignon, (2005), todo esto se constituye en un término que conlleva a mirar y desenvolverse en un futuro como una interpretación válida que de sus aportes a la comprensión y, por qué no, tenga efectos en la construcción del proyecto de vida. Entonces dirá el autor qué, ocurrirá, si todo anda como debe de andar, un proceso de identificación con una nueva otredad, pensar en el ser del sujeto, en una instancia con la posibilidad de sujetarse en ordenes simbólicos que no encuentran un solo centro. Como resultado será la ilusión de fidelidad y la fe, ya con esto se buscará el perfeccionamiento del amor, la profesión, la cultura, y con esto una cosmovisión sólida de un mundo realista.12


En este sentido el proyecto de vida se constituiría en aquel juego de ilusiones en el que participan dos personajes con roles distintos. Por un lado, el interno, un personaje que representa al sujeto, y por el otro lado, el externo, un personaje que representa al objeto. Estos dos personajes lían estar en sincronía para llegar a la meta, juntar la intencionalidad y la acción, los cuales atravesarán momentos cumbre que estarán situados en los campos de la adolescencia, la adultez y la jubilación; así con un proyecto de vida claro y establecido se llegará a este último momento (Rodales, 2015).


Ahora bien, si el proyecto de vida es importante, las relaciones sociales y los v´ınculos también serán fundamentales como redes de apoyo, tanto como para que nunca lleguen a un consumo de sustancias, o en el caso de que se haya llegado, pueda ser un consumo funcional, es decir, no llevado a lo extremo de la autodestrucción; con esto se puede entender entonces, la importancia de las relaciones sociales en la vida. Desde el psicoanálisis, más específicamente desde la orientación Freudiana, esta idea de los vínculos como determinantes de unas acciones en la dirección a la vida o la muerte resultan ser importantes. Freud (1905) decía que, al nacer, el bebé establecerá con los progenitores o cuidadores, un vínculo que estará cruzado por un deseo sexual o el odio, que tomará la forma de atracción con destino hacia el sexo opuesto; en el caso del niño esa atracción seáa experimentada por la madre y en el caso de la niña la atracción se dirigirá al padre; complementada con sentimientos de rivalidad hacia el padre del mismo sexo. Posteriormente, al llegar a la pubertad este proceso se exteriorizará en un rompimiento con la figura de autoridad, admiración y respeto, evento importante en la estructuración subjetiva.


Un ejemplo relacionado con lo descrito se obtiene de personas que no logran romper con la autoridad paterna, mujeres u hombres que no dañan la ilusión de sus padres y ese amor infinito que experimentan por ellos no se transforma13, al momento de estar con una pareja distinta. En estos casos, cuando están ante una pareja diferente a alguno de sus padres, le destinarán poco sentimiento y recogimiento, o se comportarán de forma fía, ya que todo esto en economía libidinal sigue para sus padres14.


Con Freud (1905) es claro que debe tenerse en cuenta para la comprensión de las adicciones y el consumo de sustancias psicoactivas un algo que ha acontecido y opera de forma temprana en la vida emocional del sujeto. Este algo, sería el responsable del deterioro de las relaciones iníciales del sujeto con sus padres o cuidadores, llevándolo a remplazar el deseo sexual hacia aquellos por un deseo sexual ubicado más allá, en un objeto que le genera placer, de la misma manera que la obtendría de un fetiche, pero cuyo resultado sería la ruptura del puente que comunica o hace posible la relación con los otros, la cual parece innecesaria para aquel que comparte su vida con el objeto15.


Ejemplo de este evento se observa en edades tempranas en los niños, cuando constituyen en el objeto de la meta sexual a los padres, sin embargo, estos últimos, luego pasan, rápidamente a constituirse en los movilizadores de un sentimiento ambivalente (odio-amor) en el sujeto. Tal sentimiento se traduce en un rechazo a las figuras de autoridad, y casi siempre, a más tardar en una edad un tanto juvenil, la pulsión se vuelca hacia un objeto (marihuana) externo, denotando en el sujeto matices fetichistas, sustituto del objeto amoroso que se extraña en los padres.


D'Angelo (2002), desde una perspectiva histórica, habla de una dimensión importante en el sentido de vida, la que incluye una relación individuo-sociedad, que puede construirse de una manera responsable, consciente de su formación y orientación a la sociedad, en el que se toma un papel activo y una participación plena, con capacidad de autoexpresión alejada del egocentrismo. Por fuera de estas expresiones en la cotidianidad, el sujeto terminará desconociendo hacia dónde ir, silenciado, habitando las sombras y en ellas un cúmulo de manos que destruirán su identidad, su autonomía e individualidad, dejándolo sujeto a un objeto como las sustancias psicoactivas.


Con la existencia de factores protectores y factores de riesgo que pueden hacer vulnerables al consumo de sustancias psicoactivas, se puede incluir una mirada al “drogadicto”, que implique una salida distinta al de la represión, solución comúnmente dada desde las comunidades terapéuticas. De hecho, Palma (2007) habla de cómo la toxicomanía, más que ser una enfermedad o trastorno como lo ve el modelo biomédico, discurso del amo contemporáneo, se constituye en un síntoma social que tacha al sujeto y lo remplaza por el objeto. Manifiesta el autor que, si el fenómeno del consumo deja ver al sujeto que hay allí, y este es guiado con un proyecto de vida, podría perfectamente consumir marihuana en sus tiempos libres sin dejar de cumplir con sus metas a futuro.


Para estas distracciones Voltaire en su Cándido, citado por Freud (1999), da el consejo, de que cada uno debe cultivarse a sí mismo, para demostrar cómo hay ciertas experiencias que se pueden constituir en el “jardín para cultivar”. Sin embargo, para evitar entrar en consumos recurrentes, se puede desplazar las metas pulsionales lejos de la denegación del mundo exterior, esto, por medio de un trabajo personal en el que la psique aumenta el nivel de placer obtenido por trabajo intelectual plausible ante su otro semejante ya sea trabajo de tipo concreto y/u intelectual como también podrían ser obras de cualquier otro tipo o cualquier otro arte, en si cualquier actividad socialmente aceptada por sus semejantes y que represente una ganancia de placer para el sujeto por su realización


Sin embargo, el toxicómano no se preguntará por sí mismo, sobre su deseo hacia el objeto, como se estructura el deseo, y menos sobre cómo sustituirlo, por lo que se debe construir este conocimiento con él. Desde Gómez (2018) se puede ver que en la clínica con púberes se debe reconstruir la historia de vida para que él mismo pueda identificar si el consumo afecto a su cotidiano vivir o qué fenómenos lo determinaron, para luego si, asumirse como autor de su propiocambio.


La generación de un consumo responsable debe tener en cuenta los factores que ponen en riesgo la estabilidad psíquica y física del individuo, y buscar también los factores de protección, para no volver a la sustancia como su objeto de necesidad. En este sentido, los factores protectores serán entendidos como aquellos que evitarán la ocurrencia del comportamiento como el de consumo habitual y desmedido. Desde Garzón (2005) se menciona un cambio de mirada, dejar de buscar la extinción del consumo y buscar el manejo y el control; como se hace con el alcohol, esto por medio de habilidades que se adquieren para afrontar o diversificar as situaciones de manera exitosa y que no lo aboquen a la toxicomanía.


En el caso de un sujeto con un grado más elevado en el consumo, desde la teoría psicoanalítica, se podrían obtener algunas respuestas para tener la posibilidad de saber qué hacer con el síntoma y asumir su deseo, por qué no desde el consumo denominado responsable. Ante esto, el sujeto deberá revisar su historia y asumir qué situaciones influyeron en su consumo, que pueda reconocer que tiene un objeto causante del deseo y que pueda asumir su deseo como proscrito por la ley del padre, sin renegar por ello; el sujeto debe ser responsable de su deseo, y en la clínica, pero tambén más allá, es importante dar espacio a la escucha de su propia palabra. Para esto también se debe contar, en la interdisciplinariedad de los abordajes, con un otro que pueda servir de guía a un modelo de proyecto de vida reflexivo-creativo, es decir, una persona crítica con una mirada social. En palabras de D'Angelo (2002), un alguien con conocimiento y experiencia personal que favorezca la deliberación de un nuevo sentido a sus acciones, según Betancourth y Cerón (2017), con una nueva visión que resulta favorable, la cual se apoya en la creatividad e innovación de los propios procesos.


Para Bordignon (2005), la reflexión también es fundamental, ya que con ella se debe reconstruir una ideología, un modelo filosófico, social y religioso, amparado en la verdad y la ley, ya que seguira dentro de un contrato social. Con estos procesos el sujeto puede llegar a la adultez y la formación de la identidad, según la teoría del yo, en donde “asumir esa individualidad es necesaria para la vivencia de la intimidad afectiva, expresada en la intimidad sexual en un estado de donación mutua, sin proyecciones y otros mecanismos de defensa. La experiencia de intimidad se percibe, también, en la capacidad de amor universal, que es la expresión mayor que el ser humano puede desarrollar” (Pág. 59). En este punto, se debe tener en cuenta que en el transcurso de la vida las dinámicas psíquicas, evolutivas y contextuales o ambientales son transversales en la transición a la vida adulta y por ende su tratamiento debe abordarse desde distintos puntos de vista Wicks-Nelson e Israel, 1997).


Desde la teoría psicoanalítica en el sujeto se identifican adolecías desde su más temprana edad, observando allí en el encuentro del lactante con el objeto parcial materno pecho, la satisfacción a una de sus primeras necesidades básicas, en la cual halla en la madre el colmo para todas sus necesidades. La madre en cuanto provee por medio del lenguaje y los objetos a todo por cuanto y cuando el infante requiere, este último empieza a identificar en la investidura libidinal de la madre que ella también puede ser objeto de placer, en su deseo por complacerla se encuentra con la ley del Padre que le impone el rol que debe asumir solo como hijo, esto deja en él una marca indeleble en la falta de satisdación de su deseo, lo cual de un modo u otro se va ver reflejado en su vida anímica. El sujeto configura su deseo de un modo inacabado, ya que este no es consciente del fin último de lo que en realidad desea, esto entendido como si detrás de una esperanza concretada hubiera una tras otra y otra, manteniéndola inconclusa, aun así no importa cuán se halle “satisfecho” no habrá colmo para su deseo ya que la satisfacción de este no es plena y esta falta de completitud será siempre la impronta de la “satisfacción inicial” estando así inmerso en un circuito en donde su verdadero deseo es la falta, la cual se rastrea en el inconsciente., Es en esta estructura del sujeto en donde se encuentra atado el objeto de necesidad parcializado en el consumo como acto representativo de aquella falta, la cual no usa el lenguaje para manifestarse, pero su acto de consumir revela la inconformidad de estar subordinado a la ley del Padre. (Zúñiga y Erazo, 2018)


Lo anterior muestra el lugar del Padre ante el deseo del sujeto, y nos devela como este se constituye en un Otro autoritario que impone en su ordenamiento fálico (ley del Padre) el lugar que debe simbolizar el sujeto en la sociedad, privándolo de la posibilidad de complacer a su madre, dejando su deseo siempre inconcluso, lo cual lo marcará mnémicamente en una falta en su deseo que nunca será colmada. Esto último Teniendo en cuenta algunos de los procesos intervinientes desde psicoanálisis. De esta manera se podría decir que el sujeto joven/adulto puede en su libre albedrio elegir consumir marihuana de un modo conmensurado, interiorizando que en su virtud de su libertad se encuentra inmerso en la de los otros, teniendo que compartir un mismo entorno donde se hace necesario reconocer que aquella libertad que empieza y termina donde comienza la voluntad del otro semejante, que si este último consumiera o no, tiene sus propias y diferentes motivaciones o estilos de vida sin llegar a afectar negativamente las funcionalidades de su propio contexto y el de los demás, conservando un delineamiento constante de su desempeño, en las diferentes esferas de su vida, reconociendo sus metas y/o objetivos a priori y en pro de su constante porvenir.


Referencias Bibliográficas


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1 Estudiante de último semestre de Psicología de la Universidad Surcolombiana. Calle 51 a ] 1 w – 18 Neiva, Huila. Correo electrónico: marlongricar@gmail.com


2 Freud familiariza con el hecho de que toda persona, por más que experimente un desvío respecto del objeto de satisfacción sexual, y que por esto se convierta en perverso, dado por los alcances de la pulsión, no por ello puede significar que en otros aspectos sea considerado sobresaliente en lo ético.


3 En la actualidad entre los jóvenes la expresión frecuentemente utilizada es trabarse, y cuando están bajo el efecto de la sustancia psicoactiva, estoy trabado, es el decir, como si ese trabarse, esa relación con el objeto droga, tuviera que contar con una pérdida de una visión profunda del acto. Con una cabeza trabada no hay posibilidad de pensar-se.


4 La experiencia del fixe, según es descrita por el toxicómano, evoca un momento místico en que el cuerpo está fusionado con el mundo, no existe el dolor y el placer es absoluto; el objeto ya no es un medio para la pulsión, sino que es la fuente misma de esta.


5 Acá aparece por primera vez el deseo distinto a la necesidad operando en la “enfermedad”.


6 Placebo es entendido como una Sustancia que carece de acción curativa, pero produce un efecto terapéutico si el enfermo la toma convencido de que es un medicamento realmente eficaz; tiene el mismo aspecto, gusto y forma que un medicamento verdadero, pero está hecho de productos inertes y sin ningún principio activo.


7 Bien se sabe que con ayuda de los “quitapenas” es posible sustraerse en cualquier momento de la presión de la realidad y refugiarse en un mundo propio, que ofrece mejores condiciones de sensación.


8 En este punto es importante por fin, establecer que es eso del goce para el psicoanálisis, en particular para Lacan. El goce es sufrimiento, expresando entonces perfectamente la satisfacción paradójica que el sujeto obtiene de su síntoma o, para decirlo en otras palabras, el sufrimiento que deriva de su propia satisfacción (la ”ganancia primaria de la enfermedad” en los términos de Freud).


9 Cuando se es niño, los ritmos de lactancia se ven suspendidos con el destete de una manera abrupta, desligando de la boca el objeto de placer originario, el pecho de la madre, objeto que va a ser reencontrado en las experiencias de satisfacción posteriores en el que la boca como zona parcial erógena se encuentre implicada. Continuando con el dedo, el biberón, la alimentación, el cigarrillo, la marihuana y el bazuco, se dice por esto que las primeras experiencias de satisfacción, las vividas con el pecho, son determinantes para las consiguientes búsquedas de placer y satisfacción.


10 Para Joice Macdougall (2018), cualquiera sea el objeto de adicción, este ofrece al adicto la promesa de placer y alivio temporario para su dolor y ansiedad: está al alcance de su mano en cualquier momento, listo para atenuar dolorosos estados emocionales que de otro modo resultarían intolerables. En su carácter de tales, todos los objetos de la adicción, en el momento de ser seleccionados, se presentan al pensamiento como objetos buenos, extremadamente buenos, como aquello que da sentido a la vida


11 Hay que recordar acá la distinción que hace lacan entre Necesidad-demanda y deseo. No está demás decir que todo transcurre de acá en adelante sin contar con el deseo, o mejor, haciéndolo permanecer en lo inconsciente.


12 Otra forma de ver el proyecto de vida, es, seg´un Betancourth y Cerón (2017), como un subsistema psicológico, un modelo “ideal” de lo que la persona espera ser y hacer, el poder definir su relación hacia el mundo y con él (posibilidades internas y externas) que atraviesan todas las esferas sociales del individuo, (trabajo, profesión, familia, tiempo libre, actividad cultural, sociopolítica, relaciones interpersonales (amistad y amorosa), organizacionales, etc.).


13 El niño amara a la madre, pero se identificará con el padre, aunque rivalice con el inicialmente. A la salida del complejo de Edipo y de castración, asumirá a la ley de prohibición del incesto.


14 En el caso de la inversión para su explicación en el escrito Tres ensayos de la teoría sexual, Freud reconocerá un mecanismo parecido solo que estos invertidos, como el los llama, ocurre que ellos depositan su deseo sexual en personas del mismo género, resultándoles carente de interés y con esto comportándose de forma fría, ante las del sexo contrario.


15 He de anotar que la relación con un objeto fetiche, no es la relación original. Esta sustituye una relación anterior que es la del sujeto consigo mismo, de tipo narcisista, en el que ni siquiera existe un objeto externo en el cual depositar la libido. Esta relación, al parecer en el consumidor de SPA, es el supuesto, es sustituida por una relación de objeto. El sujeto mantiene la investidura de objeto.