Desde tiempos inmemorables, las supersticiones han acompañado al ser humano. Pasar por debajo de una escalera, romper un espejo, derramar la sal, que un gato negro se atraviese en nuestro camino, son algunas de los elementos supersticiosos que nos rodean.

Dentro de estas supersticiones, se encuentra la del número 13 que, entre todas parece ser la más difundida, aunque sus orígenes no son judeocristianos, como podría suponerse. Una de las primeras citas escritas referidas a este número data de la mitología nórdica, en un mundo precristiano. Dice la leyenda que en un banquete en el Valhalla, es decir el paraíso al que iban los héroes muertos en batalla, fueron invitados 12 dioses Loki, dioses gigantes de la mitología nórdica, se coló astutamente el espíritu del mal y del conflicto, por lo cual el número de invitados subió a trece. En el combate que se dio para expulsar este espíritu, Balder, el favorito de los dioses encontró la muerte. Desde Escandinavia, la superstición se difundió a través de Europa, y al iniciarse la era cristiana la creencia fue notablemente reforzada con los acontecimientos de la Ultima Cena: Cristo y sus apóstoles eran trece, y en menos de veinticuatro horas después de esta Cena, Cristo era crucificado.

Nuestros editores no creen en la mala suerte pero no quieren correr riesgos y, por esto, sale el número 13 de Paideia, como una forma de conjurar todo aquello que nos impida su lectura y goce.

Y de verdad que este número es una invitación a disfrutar de un menú variado: encontraremos una profunda reflexión sobre el conocimiento del conocimiento; un informe técnico sobre el volumen de oxígeno fotosintético; una remembranza en torno a uno de los aires musicales más hermosos del país; una discusión sobre los problemas pedagógicos de la lingüística; un artículo que por su título cronicón pareciera ser una fina sátira acerca de los salones departamentales de artistas; una aproximación crítica a las relaciones entre educación, civilización y desarrollo; una postura estratégica sobre la enseñanza en el sistema de créditos académicos; una evidencia de la limitación pedagógica inducida por los libros de texto y una visión esperanzada sobre Saramago.

Con este número, además queremos anunciar nuestro deseo de continuar, con más ahínco, el desarrollo de los procesos tendientes a la indexación de Paideia como una expresión más de la tarea de cualificación de toda la Facultad, no sólo en sus procesos académicos, sino en los de generación rigurosa de conocimiento a través de acciones investigativas y de proyección social que respondan a las expectativas y necesidades de la región y el país.

Por otro lado, sea esta la ocasión de anunciar que la Facultad se encuentra estructurando su Plan Quinquenal de Desarrollo que esperamos nos sirva de instrumento apropiado para dimensionar positivamente nuestras fortalezas y reducir o controlar, ojala eliminar, nuestras debilidades. Este proceso ha sido llevado a cabo de manera metódica y ha contado con la participación de un número apreciable de miembros de nuestra comunidad académica y estamos seguros de que su resultado final aportará a nuestra idea de configurar una Facultad con responsabilidad social.

Queda puesto el mantel para esta degustación por diferentes disciplinas, no temamos regar la sal sobre la mesa ni mirarnos en espejos rotos.

Maria Ligia Lavao de Serrato Decana