Autor: ARÓSTEGUI, Julio.
Libro: La Investigación Histórica. Teoría y Método.
Ciudad de Edición r Barcelona (España)
Ed\ orial: Critica. S.L.
Año de Publicación: 2.001. (Segunda edición)
Número de Páginas: 460.
Abogada especialista en Derecho Administrativo y en Instituciooones Jurídico
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Martha Cecilia Abella de Fierro
- Políticas y de Derecho público-, necana de la Facultad de Derecho.
Universidad Surcolombiana.
La Teoría y el Método en Investigación Histórica. la Tres grandes partes estructuran esta obra, a saber: Los fundamentos de la disciplina; la teoría propia de la historia; y los instrumentos del análisis histórico. Como bien se especifica en la presentación de esta segunda edición del texto, en lo relativo a los fundamentos de la historia plantea la relación de esta con la ciencia en general y con las ciencias sociales en concreto, así como también su reciente renovación; respecto de la teoría propia de la disciplina, estudia “La naturaleza de lo histórico, su objeto, el análisis temporal, y la explicación histórica”; y la tercera parte correspondiente a los instrumentos del análisis histórico comprende“ El diseño y proceso de la investigación, la información historiográfica, (las fuentes, su análisis y critica) y las técnicas empleadas por el investigador”. |
Dentro de una claridad y precisión excepcionales, que ha llevado al Profesor FONTANA a calificarlo como “único e insustituible”, se destaca este libro por su significativo aporte al devenir de la historiografía y las dificultades que implica. La visión normativista, ligada a las ciencias sociales, el formalismo en el método, el carácter interdisciplinario, estricto pero flexible, conduce a sostener que el historiador esta más próximo del científico que del artista o del filosofo. Desde luego, se advierte la distancia del criterio seudocientífico de la historiografía tradicional y las crisis de los paradigmas, las cuales dificultan una perspectiva clara en el discurrir de la disciplina. Al comenzar el nuevo milenio la situación se presenta bastante compleja: Se ha reducido la exigencia de una práctica adecuada, se ha restado profundización a las publicaciones, con contenidos bastantes superfluos. Una manera ligera de trabajo ha impregnado las publicaciones oficiales, todo lo cual se ha constituido en óbice para la formación correcta de nuevos historiadores. |
En su capítulo “la crisis de la historiografía y las perspectivas en el cambio del siglo” de la Primera sección del texto, trata también el profesor Julio Aróstegui lo relativo a los protagonistas del tema entre los que se cita a Lyotárd. Para éste la crisis de la modernidad (valoración de la racionalidad teórica e instrumental, conocimiento científico, historia evolutiva, progresiva y optimista), el escepticismo frente a las metanarrativas; el abandono del discurso ideológico y de las formas de representación del mundo son aspectos que permiten sustentar la crisis de la historiografía. Plantea *1 maestro que “al fin y al cabo, la crisis de la historiografía ha sido también de “representación”, de la capacidad de representación del pasado y de la posibilidad de dar cuenta completa de sus dimensiones socioculturales. Por ello resulto positivo que el criticismo textual y literario llamase la atención de que muchas de Ias construcciones del lenguaje científico que se pretende aplicar a la realidad no son sino eso "construcciones” y no puede pretenderse que reflejen una realidad verdaderamente intocable del pasado que se reconstruye”f (Página 179) Vuelve el autor a las fuentes de autoridad para abordar su última crítica, acudiendo a Burke: cuando plantea que una crisis no necesariamente: es sólo negatividad, pues también suele servir de agitación y debate. Mas Aróstegui teme las poderosas tendencias al interior de la disciplina, las cuales amenazan con disgregar la historia en pedazos. Así lo expresa: “lo cierto es que la situación creada por el posmodernismo, criticismo, deconstruccionismo, ha servido para que en muchos sectores y campos historiográficos se haya tendido al acercamiento a las perspectivas como la antropológica, la lingüística, la microsociológica, de las historias de vida, la historia oral y de la vida cotidiana, todo lo cual parece apuntar a un evidente cansancio de la investigación globalizadora, despersonalizadora, sin duda, que buscaba las condiciones “abstractas” de la acción y resultados de lo histórico” (Página. 155). |
Curiosamente no considera aJ libro de Burke dentro de los intentos renovadores, por considerarlo engañoso, en su mezcla indiscriminada de meras ampliaciones temáticas con verdaderas propuestas de nuevas historiografía, pero si encuentra de buen recibo la nueva historia cultural de hace veinte años, con su nueva visión de la cultura popular, lo que conduce a su definición de discurso como producto de orden sociaJ y en orden social no es el producto del discurso, con lo cuaJ se diferencia claramente de los solipsistas lingüísticos. El aporte más destacado de la nueva historia cultural es sin duda el paso del análisis objetivo de realidades sociales al del discurso y la representación que los sujetos se hacen de esas realidades. , * Otras modalidades historiográficas son relacionadas por el autor, a saber: ciencia histórica sociocultural, la oral, de mentalidades, etc., precedentes históricos del posmodernismo. El mismo posmodemismo es una metanarrativa, según lo advierte, antes de indicar su gran contradicción: el extraordinario incremento de la producción historiográfica no se ve acompañado aun por una renovación clara de sus propuestas explicativas, de sus métodos, o de un nuevo perfil del investigador (p. 180). Corrobora su crítica citando a Iggers: “La ciencia histórica ha sido obligada por la teoría posmoderna a una mayor circunspección. Pero no debe renunciar a su derecho a afirmar que reconstruye - por muy perspectivistica que sea al hacerlo- la vida rea!” (Página 181). Se refuerza la crítica con la cita de Jameson:“Lo más seguro es entender el concepto de lo posmodemo como un intento de pensar el presente históricamente en una edar4 que ha olvidado ante todo, cómo se piensa históricamente” (Página 183). En referencia a la historia del presente, catalogada por el autor como una nueva empresa de gran riesgo y trascendencia, manifiesta: “siendo historiográfica no puede trabajar en el límite de la disciplina, con una orientación necesaria hacia la interdisciplinariedad, con métodos necesariamente nuevos, y en ausencia de algunos determinantes básicos de la visión histórica vigente, como es la determinación cronológica” (Página 185). |