¿Avanza Colombia hacia la paz?
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El estado de proceso de paz a un año de la administración Pastrana, puede leerse de varias maneras. Va desde el escepticismo que exhibe un gran sector de opinión pública, hasta el optimismo aparentemente infundado que muestran algunos funcionarios del Gobierno. En cada una de las interpretaciones se combina de manera desigual diversos elementos: los compromisos políticos, los estados del ánimo, las percepciones subjetivas y los criterios ‒ unos más analíticos, otros más voluntaristas‒. Tales criterios incluyen desde las cercanías ideológicas o políticas con alguna de las partes hasta la comparación con experiencias de procesos en Colombia o de otros países. Refiriéndonos solo a los extremos, hay quienes desde una posición escéptica solo ven en los hechos (desde el desaire de Tirofijo en la instalación del proceso de paz, el pasado siete de enero [1999, EE], hasta la suspensión de las conversaciones en el mes de julio) los desaciertos del alto comisionado, el exceso de voluntarismo del presidente o la mala fe de las FARC. En las dificultades otros parecen advertir más bien los inconvenientes y obstáculos de laguna manera “naturales” en procesos complejos en los cuales no se dispone de un libreto fijado de antemano, ni de una fórmula a la cual acogerse para transitar por el camino correcto.