Orlando Fals Borda Profesor Emérito y Honoris Causa de la Universidad Nacional de Colombia y de la Central de Venezuela. Bogotá. |
Latín American Stuclies Associatio (LASA) Oxfam/Diskin Lectureship Award Montreal (Canadá), Septiembre 8, 2007 |
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Deseo iniciar mi intervención con una confidencia personal y con una respetuosa petición. Resulta que el 18 de mayo pasado, en la espléndida clausura del 12 Congreso Mundial de Investigación-Acción realizado en la Universidad de La Salle en Bogotá, „ delegados de Australia, Gran Bretaña y Estados Unidos comunicaron a la audiencia que yo acababa de ser designado receptor de dos de los galardones más cotizados del mundo de las ciencias sociales: el Premio Malinowski, de la "Society for Applied Anthropology" y el Premio Oxfam- America/ Martin Diskin de la "LatinAmerican Studies Association" (LASA).
Lo inusitado del asunto fue la simultaneidad de aquellas decisiones. Fueron como dos centellas que al tiempo cayeron al mismo pararrayo. Créanme que con uno solo habría sido suficiente para calcinarme, más aún tomando en cuenta que ambas citaciones se referían por igual al origen y difusión de la Investigación-Acción Participativa (IAP) alejándose de la primera escuela psico-social de Kurt Lewin. Se había pasado a un nivel más complejo de participación académica, social y política. Aun así, me invitaban a rememorar y explicar la historia de un proceso de continuidad y disenso en la acumulación del conocimiento científico, proceso que, por supuesto, bien merecía tan alto reconocimiento internacional.
Cómo compartir esta tarea entre la Sociedad y la Asociación fue entonces mi primera preocupación que, como ustedes saben, quedó interrumpida por una grave dolencia que habría impedido tener el placer de verles en persona y estrechar sus manos en Montreal. Me fui decidiendo como lo habría hecho en mis años mozos de candidato al doctorado: aplicar de manera pragmática una división del trabajo. Para LASA, por la interesante tradición Diskin con "investigadores activistas" en Centro América, podía haber un tratamiento más bien cognitivo y descriptivo de experiencias en el trabajo de campo, lo que me haría doblemente feliz y muy complacido, por encajar con aquella importante labor de Diskin en El Salvador. Y para la Sociedad de Antropología Aplicada y su venerable revista Human Organization, haría en ingles una disquisición interpretativa de la experiencia, quizás fenomenológica, con miras a explorar las posibilidades de un paradigma alterno. Así, pues, estoy procediendo.
Perdónenme, si por esta inesperada, doble tarea, resulte algo repetitivo, porque trataré de armonizar ambos trabajos. Pero me temo que, en el futuro, estos informes habrán de consultarse de manera complementaria. Espero así cumplir con las expectativas de ambas instituciones, y tener la indulgencia de ustedes, mis colegas y amigos de LASA, para abrir aquí el debate en español. Me siento muy emocionado y honrado al aceptar este extraordinario Premio Oxfam/América 2007 Martin Diskin Lectureship, y extiendo mi sincero reconocimiento a la señora Diskin, aquí presente y al distinguido Comité Evaluador coordinado por Brinton Lykes que lo dispuso, así como al Consejo Directivo de la Asociación. En especial, van mis agradecimientos a los profesores Milagros Pereyra, Charlie Hale y María Claudia Duque por su estímulo y apoyo. También al profesor Kevin Yelvington quien tuvo la gentileza y energía para postularme y documentar mi nombre ante las entidades. Aprecio la presencia de tantos colombianos y colombianas en este recinto, y la de mis familias Fals y Samper: siento el calor de mi tierra y de mi gente en estas frías, aunque acogedoras planicies del dinámico Québec. Gracias, muchas gracias a todos.
Y ahora paso a exponer la tesis sobre funciones de la IAP en convergencias disciplinarias, como interesante expresión de la postmodernidad.
Recordemos cómo mis colegas y yo, de países del Tercer Mundo, fuimos articulando desde los años de 1970 nuestro pensamiento y acción, combinando, como decíamos, corazón y cabeza para proponer técnicas y procedimientos que satisficieran nuestras angustias como ciudadanos y como científicos sociales.
Éramos sociólogos, antropólogos, economistas, teólogos, artistas, agricultores, educadores y trabajadores sociales. Se trataba, pues, de un grupo diverso y complejo, algunos de cuyos miembros habríamos decidido abandonar las rutinas universitarias y dedicarnos a búsquedas alternas. En ia India estaba floreciendo el grupo paisano de BhoomiSena (Ejército de la Tierra, con sus intelectuales orgánicos Da Silva, Wignaraja, Rahman y otros); en Brasil, Paulo Freyre (1970) y Darcy Ribeiro se enfrentaban a la dictadura militar y alimentaban la "concientización"; en México, Rodolfo Stavenhagen (1971), ponía en práctica su celebrado artículo sobre "descolonizar las ciencias sociales"; en Tanzania, Marja Swantz abría avenidas de estudio popular al talento local; y en Colombia, el padre Camilo Torres, María Cristina Salazar y otros colegas ponían las bases de la "acción comunal" y predicaban la línea nacionalista con temas de lucha contra el latifundio y por los derechos humanos, así como la búsqueda de raíces históricas de los pueblos. Muchos de estos pioneros procedían de la docencia y eran educadores populares que hallaban complementos técnicos en la IAP (Fals Borda y Rahman 1991). A este contingente sentipensante se añadieron después profesores y sindicalistas de países avanzados, como John Elliott y Peter Reason (2000), en Inglaterra, Stephen Kemmis y Robín McTaggart (2000) en Australia con los Aborígenes, y Myles Horton en los montes Apalaches de Tennessee, con grupos mineros empobrecidos (Horton y Freyre 1990).
La interdisciplína fue tomando fuerza y hubo acercamientos marginales a veces inesperados. Por ejemplo, además de los educadores, llegaron los agrónomos y veterinarios que fueron de los primeros en buscar y aplicar técnicas de investigación-acción como sociología rural, hasta su eventual incorporación a los pénsumes académicos. Con los periódicos congresos regionales y mundiales, se fueron acercando los médicos, odontólogos y enfermeras, economistas sociales e ingenieros. Más recientemente, hubo convergencias con la historia, la literatura y la música, Entre los matemáticos surgió, con estos contactos, en 2002, una nueva interdisciplína: Sla etnomatemática, cuya principal preocupación era mejorar sus esquemas de enseñanza para hacerlos menos aterradores para la niñez (Valero y Skovmose 2002).
Además de las consignas mencionadas, ocurrió también la asimilación de la idea de "participación" para remplazar la de "desarrollo" que venía fallando desde su iniciación en 1949 como se demostró en estudios destacados (Escobar. 1995). Había razones de contexto para ello. El Banco Mundial creo así su propio equipo participativo e impuso condiciones pertinentes en sus contratos con gobiernos. La IAP se extendió también a agencias de Naciones Unidas.
¿Cómo se realizaron estas convergencias disciplinarias e institucionales, que explican la expansión actual de la IAP en el mundo? Me parece que en ello jugó papel importante el sentido de compromiso con las clases populares y el peso de la filosofía de la vida que se iba desarrollando en la IAP. Valores y actitudes pesaron en los encuentros. Allí se compartió lo que, en esencia, constituye el meollo de la metodología participativa, lo que denominamos "tensiones estratégicas", como un conjunto de esquemas derivados del clásico concepto de "praxis", al que se le fueron añadiendo, heréticamente, elementos éticos.
Se determinaron entonces tres de tales tensiones, bajo el acápite, hoy más corriente de "praxiología": 1) entre la teoría y la práctica; 2) entre el sujeto y el objeto de las investigaciones; y 3) la que se deduce de la participación como filosofía de vida y la búsqueda de conocimientos válidos para el cambio social. Paso enseguida a explicarlas.
Esta temática era la que más problemas suscitaba entre las disciplinas interesadas. Partiendo de paradigmas establecidos, más bien cerrados y deductivos -el positivismo de Rene Descartes, el mecanicismo de Isaac Newton y el funcionalismo de Talcott Parsons--, al usarlos, no queríamos ver ninguna hipótesis a priori ni ninguna práctica preestablecida. Aconsejábamos recurrir a un pausado ritmo de reflexión y acción que permitiera hacer ajustes por el camino de las transformaciones necesarias, con participación de los actores de base.
Como Diskin, no veíamos con bueno ojos el activismo solo o puro, sino guiado por claros principios ético-políticos. Nos ayudó apelar, con los colegas interdisciplinarios, a conceptos útiles pero olvidados de la escuela aristotélica, como el de "frónesis" o "buen juicio" que vimos podía refrenar a la praxis hegeliana o marxista. Praxis cum phronesis o propósito (Fals Borda 1979) se convirtió en marco deseable de los cuadros e investigadores en el terreno. Así también en la aplicación de las diversas disciplinas que buscan el cambio social, idea cercana al concepto de "praxis transformadora", de Brinton Lykes ( ).
Otro de los problemas de esta tensión teórico-práctica provino de las reglas usuales sobre validez de resultados. Si se limitaba a las mediciones de consistencia interna basadas en atributos o factores estadísticos, se caía en la auto-objetividad que no compartíamos. Se fueron así desarrollando otros criterios de validez que dependían directamente de resultados en el terreno, y de percepción de grupos locales de referencia, además de diversos pasos de participación, intervención o inserción en los procesos reales (Lincoln y Guba 2000).
Sin el insumo de esta tensión, no habríamos podido plantear las posibilidades de un nuevo paradigma holista participativo. Ayudó el estudio de filósofos potmodernos como Bateson y el holismo (1972), Gadamer y Checkland sobre sistemas abiertos (1960), Lorenz y teoría del caos y Boaventura de Souza Santos, sobre reconstrucción de la democracla (2003).
En la primera etapa de la IAP fuimos tan cuidadosos como los matemáticos en no extender al dominio de lo social la distinción positivista entre sujeto y objeto, que puede hacerse mejor en las ciencias naturales. En especial, en el aprendizaje y en la pedagogía resultó contraproducente considerar al investigador y al investigado, o al maestro y al estudiante, o al experto y su cliente, como polos discordantes o antagónicos. En cambio, quisimos considerarlos a ambos como personas vinculadas entre sí por sentimientos, normas y actitudes, con opiniones y experiencias diversas que podían ser tenidas en cuenta en los proyectos, de manera conjunta. Para resolver esta tensión y llegar a una relación de sujeto a sujeto que fuera horizontal o simétrica, era imperativo que los individuos respetaran y apreciaran las contribuciones de los otros. El papel clave de los jóvenes resultó tácticamente esencial, como refrescante vanguardia del cambio. También buscamos que las personas respetaran a la mujer y a la naturaleza ambiente, todo lo cual abrió el alcance técnico de nuestro trabajo (Fals Borda 2000).
Estos hallazgos ayudaron a definir lo que se denominó "participación auténtica". Esta se diferencia de las versiones liberales y manipuladoras de participación popular que se usan por gobiernos. En la "participación auténtica" se trata de reducir la distancia entre superior y subalterno, entre opresor y oprimido, explotador y explotado. Además, se combinan o dialogan diferentes tipos de conocimientos, por ejemplo, la erudición académica y la sabiduría popular. Esto a la vez permitió elaborar novedosas herramientas de investigación y docencia tales como el diálogo intergeneracional, los sondeos en grupos o simposios, los mapas culturales, el uso de archivos de baúl o familiar, la-imputación y la triangulación.
La resolución horizontal de la tensión entre sujeto y objeto supuso una técnica de "devolución sistemática" para intercambiar conocimientos y datos con personas no profesionales o no capacitadas, hecho que reconoció el papel fundamental del lenguaje dentro del proceso investigativo y de acción. Tuvimos que cambiar nuestra jerga y la forma complicada de presentar los resultados de nuestros trabajos, con el fin de que los estudiantes y las personas con quienes trabajamos, pudieran comprendernos. Desarrollamos luego un diferencial de comunicación según el nivel de educación y/o capacitación de los participantes, e incorporamos técnicas de música, dibujo, multimedia y teatro popular (Fals Borda 1979: 33-56).
Nuestra experiencia de campo ha tenido la ventaja de facilitar la interacción con la gente del común en sus propios barrios y comunidades. Si bien los procesos de cambio han sido lentos y multidireccionales, siempre han constituido una experiencia fascinante, enriquecedora y emancipadora, una experiencia formativa no sólo para los líderes comunitarios y otras personas interesadas, sino para los investigadores, maestros y activistas externos. Nos dimos cuenta de que el espíritu científico puede florecer en las circunstancias más modestas y primitivas, que un trabajo importante no es necesariamente costoso ni complicado, ni debe constituirse en monopolio de clase o de la academia (Fals Borda y Rahman 1991).
En consecuencia, encontramos poco espacio para la superioridad académica y para la auto-objetividad científica. En su lugar, aprendimos a adoptar una actitud empática hacia los demás que denominamos "compromiso" o "vivencia" y que significan experiencias de vida y participación autentica. Esta también es una lección que nos han transmitido con su ejemplo gigantes del conocimiento como Galileo, quien reconoció en sus días la importancia formativa de su contacto juvenil con los pescadores y constructores de barcos en Venecia; o como Humboldt, quien adoptó el ethos tropical como eje de su vida y de su trabajo científico. Además, los físicos cuánticos nos dieron lecciones sobre relatividad de materia y energía, extendible a lo social. Reconocimos que no podíamos acceder a la verdad, como otros han querido, pero sí a lo verosímil. Y combinamos lo cualitativo con lo cuantitativo cuando fue necesario.
Estos y otros ejemplos de humildad científica y realismo contextual, así como las actitudes colectivas emancipadoras determinadas en el terreno, contribuyeron a que redefiniéramos la investigación-acción y el aprendizaje participativo como vivencias necesarias para el logro del progreso colectivo y de la democracia; como un conjunto de actitudes y valores que infunden sentido a la práctica técnica en el campo, en el salón de clase y hasta en el hogar. A partir de ese momento de acumulación de saberes, la IAP se podía considerar no sólo como una metodología de investigación para ser tenida en cuenta por las instituciones, sino también como una filosofía de vida cuyos practicantes sentipensantes estarían listos a luchar por cambios.
Sobre la experiencia colombiana. Una nota sobre el desarrollo específico de esos trabajos en mi país, parece de oficio. Voy a hacerlo de manera sintética, aunque tenga peligros narcisistas que ustedes me sabrán perdonar.
La IAP en Colombia tuvo una partera demoníaca: la Violencia política ancestral que llegó a su clímax en el "bogotazo" de 1948. Los izquierdistas hemos responsabilizado a las oligarquías por el pésimo manejo del problema, cruzado de miopes políticas liberales y neoliberales que reflejan egoísmo de clase social, que han complicado y empeorado la situación.
En el nacimiento de la IAP hubo dos tendencias entre intelectuales: la bélica representada por Camilo Torres -uno de nuestros padres fundadores- que vio en las armas y en las guerrillas históricas la única salida posible; y otra vía de resistencia cívica que asumieron instituciones autónomas como la Fundación Rosca que yo presidí, el CINEP de los padres jesuítas de avanzada, y movimientos críticos tipo Freyre, como en FECODE (federación de educadores).
En tal situación, la incidencia política y partidista tuvo que ser ubicua y fuerte. La Rosca no sólo innovó en la investigación participativa como viene descrito, sino que intentó organizar un partido y reforzar el extraordinario movimiento campesino de la ANUC. Desde sus primeros trabajos ya se buscó la vía propia, llamándola la del "conocimiento vivencial", respetuoso del contexto cultural y ambiental, en lo que se diferenció de las fórmulas comunistas y socialistas colonizadas por europeos. En la Rosca sentimos que debíamos intentar volar con nuestras propias alas, y así lo hicimos. Pero sufrimos el alto costo del macartismo, así de derechas como de izquierdas.
Entre estos fuegos cruzados, quienes persistimos con la IAP buscamos apoyos internacionales -en Flolanda, Suecia, la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos-, intensificamos nuestras publicaciones con libros y revistas que recuperaron la historia popular y los héroes del pueblo, y alimentaron la antiélite juvenil. Fueron grandes los riesgos y hubo matanzas. Yo mismo me salvé de algunos trances.
Adoptamos luego la técnica de la inmersión en las comunidades que usaron los colegas que resistieron la dictadura de Pinochet en Chile, con apreciable éxito. Y nos dispusimos a usar de la prudencia, recordando lo que Jesucristo una vez dijo a sus discípulos desanimados por su falta de eficacia: "Sed puros como palomas, más sabios como serpientes". Esta figura críptica, proveniente de uno de los grandes subversores de la historia, fue un emblema de la IAP por un buen tiempo, creo que hasta hoy.
Mientras tanto empezó la cooptación de la metodología participante en universidades, gobiernos y agencias internacionales como viene dicho. La IAP dejó de ser mal vista, y mis antiguos alumnos empezaron a ocupar ciertos puestos directivos en instituciones importantes. Algunos llegaron a ser ministros y viceministros. Hasta el actual presidente de la República, Álvaro Uribe, llegó para participar en la inauguración del último congreso mundial de IAP hace pocos meses.
Aparecieron movimientos políticos de origen sindical, como el Frente Social y Político, que acogieron principios prácticos e ideológicos de la IAP. A mí mismo me eligieron presidente, y en el partido que le siguió el Polo Democrático Alternativo fui designado presidente honorario. A veces me he sentido sólo en un foso de leones políticos más pragmáticos que yo. Pero han aguantado mis recomendaciones, que hoy incluyen avanzar hacia un verdadero partido democrático radical, hacia un socialismo raizal o autóctono, que no sea copia de las experiencias fallidas de otras partes, sino que se base en nuestra teoría del contexto y que adquiera el sabor y la consistencia de nuestros trópicos y pueblos originarios, los de toda América.
Siguiendo los pasos de los marxistas peruanos Mariátegui y Argüedas, e inspirados en los principios de la IAP sobre recuperación crítica de la historia y la cultura, he recomendado volver los ojos, respetar y reaprender de cuatro pueblos que han conformado la esencia de la nación colombiana. Son ellos: los indígenas, los negros de palenques, los artesanos y campesinos antiseñoriales y los patriarcas colonos de la frontera agrícola. De ellos queremos recuperar valores sociales fundantes, de presencia reconstructiva y universal, respectivamente así: la solidaridad, la libertad, la dignidad y la autonomía. Tal es el reto que he dejado a mi partido, mi voz de ultratumba que, quizás por ello tenga mayor resonancia.
En ese reto cuento con la esperanza del contingente juvenil inspirado en la IAP. Para ellos aplicamos el concepto Huitoto del Kaziyadu o Renacer, con el que los jóvenes organizados empiezan a enfrentarse a los políticos tradicionales que se asustan con la ideología.
Sin las tensiones estratégicas explicadas atrás, no habíamos llegado a este nuevo desarrollo político ni madurado para frentear decididamente la Violencia, cuya cabeza de Gorgona sigue en su sitio. Cortar de tajo la cabeza de esa hidra es la última consigna del Polo Democrático Alternativo. Y allí sigo con la IAP, hasta cuando el cuerpo aguante.
De nuevo, gracias a Diskin y a LASA por esta oportunidad de trabajar juntos por una ciencia útil para los pueblos. El énfasis en el papel de los contextos culturales, sociales y ambientales puede ayudar a enfocar, desde una nueva perspectiva, el tema de los paradigmas científicos que, en opinión de muchos, sigue siendo el próximo paso con la IAP Este es un reto para el cual contamos, de manera preliminar, con los presupuestos de la praxiología, los de los filósofos postmodernos citados atrás, y los resultados de las convergencias interdisciplinarias planteadas.
Al tomar al contexto como referencia, y a los conceptos teóricos de praxis con frónesis, descubrimos una veta casi virgen de ricos conocimientos de las realidades de nuestros pueblos autóctonos, de nuestras raíces más profundas, por fortuna todavía vivas. Recordemos que los paradigmas que han moldeado nuestra formación profesional, en general, han sido constructos socioculturales de origen eurocéntrico.
Ahora tratamos de inspirarnos en nuestro propio contexto y dar a nuestros trabajos el sabor y consistencia propias del Tercer Mundo y su trópico, con un paradigma más flexible de naturaleza holística y esencia participativa democrática. Para llegar a estas metas, la arrogancia académica es un serio obstáculo: debería archivarse.
Hace tres siglos, Juan Bautista Vico delimitó con su crítico bisturí, una "ciencia nueva" para un "nuevo orbe". Como el mismo autor lo previo, aquel reto se ha adelantado con dudosos resultados. Hoy hay un desafío paralelo para desarrollar una nueva ciencia responsable, democrática y participante, para arreglar un mundo sobreexplotado y envejecido, en crisis, con amenazas de descomposición desde los cielos hasta las cavernas.
Como muchos avezados observadores, uno desearía que la de LASA no sea otra voz en el desierto. Por fortuna ha articulado la de Martin Diskin. Puede ser que el "investigador activista" de éste siga dando frutos, que pronto podamos recoger. No hay mucho campo para el optimismo, pero como decimos en la IAP, hay que luchar para vencer. Propuestas políticas renovantes así inspiradas, como las del Socialismo Raizal atrás descrito, empiezan a conocerse y activarse en toda América Latina (Fals Borda 2007). Que nuestras múltiples deidades ancestrales nos asistan. Tal es el deseo de muchos científicos comprometidos, como yo, que deseamos llegar al desocupado limbo para seguir observando desde allí, con nostalgia, el Kaziyadu-Renacer de este todavía hermoso globo azul.
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