Revista Estudios Psicosociales Latinoamericanos

ISSN 2619 - 6077



Revista Estudios Psicosociales Latinoamericanos -REPL
repl@usco.edu.co

DOI: / Vol. 3, Número 1, 2020 / pp. 6-202: / ISSN 2619-6077



Resituando lo político desde el cuidado: Acciones y coaliciones de las mujeres del barrio San Martin de Porres (Bogotá-Colombia)

Resituting the political from care: Actions and coalitions of women in the San Martin de Porres neighborhood (Bogotá-Colombia)



Catalina Cortes Severino1. ccortess@unal.edu.co

Doctora en Antropología, Historia y Teoría de la Cultura.

Profesora Asociada Universidad Nacional de Colombia.


Recibido: 26-Mayo-2020
Aceptado: 8-Septiembre-2020

Resumen


Esta investigaciónexploracómo determinados procesos de despojo y violencia (desplazamientos forzados, faltas de oportunidades laborales en las regiones, relaciones de poder, ausencia de educación escolar, explotación laboral, relaciones afectivas, entre otros) producen subjetividades y estrategias particulares de repensar y resituar lo político desde nuevas formas de apropiarse del mundo y de reformular la existencia. Por lo cual, la noción de lo político se halla íntimamente entrelazada con la vida cotidiana. Desde esta perspectiva, en este artículo nos situamos particularmente en la articulación entre el cuidado y lo político desde un estudio de caso en el Barrio San Martin de Porres en la ciudad de Bogotá-Colombia.

Palabras Claves: Cuidado de la vida, Agencias desde la vulnerabilidad, Etnografía de la cotidianidad, Procesos de subjetivación y lo Domestico.


Abstract


This research explores how certain processes of dispossessment and violence (forced displacement, lack of job opportunities in regions, power relations, absence of school education, labour exploitation, affective relations, and others) produce particular subjectivities and strategies of rethlying and resituting the political from new ways of appropriating the world and reformulating existence. Therefore, the notion of the political is intimately intertwined with the life. From this perspective, in this article we are particularly in the articulation between care and the political from a case study in the San Martin de Porres neighborhood in the city of Bogota-Colombia.

Keywords: Life care, Agencies from vulnerability, Ethnography of routine, Processes of subjection and Domesticity.



Cómo citar este artículo: Cortés, C. (2020). Resituando lo político desde el cuidado: Acciones y coaliciones de las mujeres del barrio San Martin de Porres (Bogotá-Colombia). Revista Estudios Psicosociales Latinoamericanos, 3: 131-147.



No podemos construir una sociedad alternativa y un movimiento fuerte capaz de reproducirse, si no redefinimos nuestra reproducción
en términos más cooperativos y ponemos un punto final a la separación entre lo personal y lo político, entre
el activismo político y la reproducción de nuestra vida cotidiana”(Silvia Federici, 2013)


“Cuando se cuida, se comprende en qué medida la vida es frágil” (Alicia Puleo, 2018)


“Como los nómadas que saben que tienen que crear un nuevo territorio cada vez que la vida lo indica o lo requiere como
condición para mantener su procesualidad” (Tim Ingold, 2015)


“Nosotras venimos del fango, fango y el ver a donde hemos llegado nos da mucha satisfacción” (La Negra, 2017)



La invitación de este número a pensar y reflexionar sobre feminismos latinoamericanos, quiero desarrollarla a partir de un acercamiento a ciertas prácticas y acciones cotidianas, que se configuran desde lo frágil y crean tejidos de solidaridad para habitar el mundo. Nos interesan esas acciones que se gestan en la cotidianidad, elaborando duelos y regenerando tejidos sociales rotos o violentados, por eso nuestra comprensión de lo político en la investigación, que a continuación presentaremos, tiene que ver con la reproducción de la existencia en tanto que “lo común, lo colaborativo y lo relacional son centrales en la sostenibilidad de la vida a partir de las solidaridades y reciprocidades” (Gil, 2017, p. 220). Desde esta perspectiva, en este artículo nos situamos particularmente en la articulación entre el cuidado y lo político desde los procesos que emergieron de las reclamaciones y demandas comunes por parte de las mujeres que lideraron la toma de tierras en los 80 ́s en el barrio San Martin de Porres. Su condición compartida -común- de la ausencia de un lugar para vivir, articulósus intereses y esfuerzos políticos para emprender una acción de ocupación territorial.


Uno de los principales objetivos del proyecto, es repensar y resituar lo político desde posiciones de vulnerabilidad, a partir del caso de las mujeres del barrio San Martin de Porres, lo cual nos lleva también a indagar sobre la relación entre la espacialización del poder en la ciudad de Bogotá y la producción de subjetividades, con un especial énfasis en la producción cotidiana de la subsistencia, que realizan la mayoría de las mujeres y las diferentes acciones, que llevan a cabo para mantener la vida, es decir, nos enfocaremos principalmente enlas prácticas de sostenibilidad de la vida humana o trabajos del cuidado y los saberes alrededor de estos.


Desde estos planteamientos, las preguntas que nos han acompañado, a lo largo de este proyecto tienen que ver con: ¿De qué maneras este estudio de caso nos empuja a repensar y cuestionar lo que estamos entendiendo por lo político desde el cuidado y la vulnerabilidad?, ¿Por qué es necesario repensar los procesos de subjetivación en términos de vulnerabilidad y del trabajo del cuidado?, ¿Hacia cuáles retos conceptuales y metodológicos nos están lanzando estas experiencias de construcción y transformación de ciudad y de sujetos en medio de dichos contextos de despojo y vulnerabilidad? y ¿Cómo reactivar las memorias de las luchas y coaliciones de las mujeres del barrio San Martin de Porres para crear resonancias y movilizaciones en las generaciones futuras?


El artículo está dividido en tres partes: (I) la primera, es un recorrido de nuestra aproximación hacia agencias, desde la vulnerabilidad y lo común introduciendo el caso a tratar de las coaliciones de mujeres que se crearon en el barrio San Martin de Porres desde los 80's, paralelamente, desde esta experiencia etnográfica queremos replantear y repensar lo que estamos entendiendo por la vulnerabilidad ylo común. (II) La segunda, es un acercamiento al cuidado-entendido como el mantener la vida, y su relacionalidad con la vulnerabilidad y lo común, desde la aproximación a la formación de las coaliciones en dicho barrio y un replanteamiento de lo político desde estas experiencias. (III) La tercera parte,es un planteamiento a la necesidad de hacer un seguimiento de itinerarios vitales de algunas líderes, desde la pregunta por cómo ellas han construido sentido, resignificado y habitado sus cuerpos, lugares, relaciones, prácticas cotidianas y objetos en medio de los trasegares de sus vidas. Y por último, terminamos con una reflexión, sobre la necesidad de activar la memoria de las acciones y coaliciones de las mujeres del Barrio San Martin de Porres a través de las narraciones de sus historias de vida y experiencias cotidianas.


1. Recorridos y aproximaciones hacia agencias desde la vulnerabilidad y lo común


La primera aproximación a esta investigación comenzó, con un proyecto titulado “Trasegares” (2015), que realicé con un grupo interdisciplinario de filósofas, antropólogas y artistas en el marco del 15 salón regional de artistas-zona centro. El proyecto de investigación–creación tuvo como objetivo, repensar la relación entre ciudad (Bogotá) y producción desubjetividades, desde algunos espacios domésticos. Pero no con el objeto de hacer una cartografía ‘esencialista’ o ‘identitaria’ (Guattari, 1989 & Preciado, 2008). Se trataba, más bien, de reparar en ciertos cuerpos atravesados por múltiples relaciones depoder, y la manera en que circulan por espacios bien delimitados y codificados de la ciudad —del sur al norte, del norte popular al norte ‘estrato 5 y 6’2; de sus casas a otros espacios domésticos, de una intimidad a otra—; para atender cómo experimentanesas relaciones, codificaciones y fronteras, subjetivándose en el espacio, en las segmentadas geografías por las que transitan, al incorporarlas en sus formas de tener experiencia, en sus prácticas cotidianas. En concreto, el proyecto se enfocó en las prácticas de cuidado de niños y de ancianos, partiendo de la reflexión sobre lo que está en juego en la misma actividad del cuidado; una práctica laboral que implica el involucramiento de las emociones, de los afectos y del contacto, como parte del proceso detrabajo y de las labores de servicio,y que por esto mismo parece exceder también lo que se considera como 'actividad productiva'. Además, se trata de prácticas que producen cierta feminidad como identidad cultural y social sedimentada —en nuestro medio el trabajo de cuidado, se sabe, es básicamente femenino—, pero que también permiten reinventar de cierto modo estas subjetividades, en sus formas de circular y habitar los espacios y los flujos afectivos, perforando las sedimentaciones socio-culturales que atraviesan las segmentadas geografías de la ciudad. De ahí que el proyecto se interesó en seguir prácticas cotidianas en Bogotá, en las que se producen y viven unas formas de subjetivación atravesadas por desplazamientos y ambivalencias3 (Cortés y Quintana, 2016).


A partir de ese proyecto quedé en contacto con Luz, una de las mujeres que trabaja cuidando niños y la cual es habitante y líder del barrio San Martin de Porres, uno de los tantos barrios populares en los cerros que se conformaron en Bogotá con las migraciones que llegaron a la ciudad desde los 50's debido a desplazamientos por la violencia rural4. Mis conversaciones con Luz, comenzaron durante la realización del proyecto “Trasegares” las cuales se enfocaron principalmente sobre el trabajo de cuidado, que ella realiza con niños y niñas y en la narración de su historia de vida. También compartimos varios espacios en común, donde los niños salen a jugar en el barrio, donde ella cuida los niños y yo habito. Conocer las perspectivas de Luz sobre su trabajo de cuidadora, al igual que su historia de vida de líder comunitaria, me hicieron expandir mis preguntas sobre el cuidado, es decir, comencé a ver la necesidad de ampliar y complejizar el concepto, no solo al trabajo del cuidado de niños y ancianos sino el mantenimiento de la vida, las prácticas de sostenibilidad de la vida y de reproducción de la vida cotidiana. Al mismo tiempo que empecé repensar los procesos de subjetivación en términos del cuidado, del mantener la vida. Mi amistad con Luz y mi interés en estos temas de investigación me llevaron a conocer otras dos lideresas del Barrio, la Negra y Zoila, con las que pude tener varias conversaciones, espacios de encuentro y recorridos por su barrio. Una relación a manera de correspondencia etnográfica donde mutuamente fuimos generando reflexiones, intercambiando historias y compartiendo experiencias singulares con el componente común de situarnos en nuestras experiencias de cuidado.


Parte de la lucha de los habitantes del barrio San Martin de Porres-Bogotá-ha sido la defensa de sus terrenos, la construcción de sus casas y el reconocimiento legal de sus barrios por parte del distrito5. Barrios como San Martin de Porres han surgido por fuera de la planeación de la ciudad, dejando ver el exceso y lo que escapó a esos deseos y utopías de la tan anhelada ciudad moderna, planificada y controlada en su crecimiento. Circuitos viales, la séptima y después la circunvalar6, fueron agentes para poder crear fronteras entre la ciudad del progreso y la ciudad que escapaba a estas utopías, ya que estos permitieron circular mejor entre sur y norte y al mismo tiempo situar los barrios populares más hacia la montaña, donde estorbaran menos, donde esa ciudad no planeada tuviera sus confines y no interrumpiera los deseos y fantasías del proyecto moderno. Pero dichos procesos de urbanización, desplazamiento, reasentamiento y reconfiguración espacial, desbordaron esas fronteras, esos confines y permitieron que surgiera lo inesperado, el exceso y lo no controlado en la ciudad. Barrios que nos muestran otras formas de hacer ciudad, de vivirla y habitarla.


A lo largo de los años, estos barrios han tenido una condición de segregación al estar alejados de las vías principales, el transporte público, las expropiaciones de sus terrenos, la ausencia de servicios públicos y la intervención constante de las fuerzaspoliciales para desalojarlos. Las luchas que sus habitantes, han llevado a cabo se encuentran entre el lograr el reconocimiento legal de los barrios por parte del Estado y al mismo tiempo el enfrentamiento a los intentos de desalojamientos, al visibilizarsu pertenencia, presencia y apropiación de sus terrenos y casas. La mayoría de las mujeres que habitan el barrio, trabajan en casas de los estratos 5 y 6 como empleadas domésticas, cuidadoras de niños y ancianos, o en economías domésticas vendiendo comidao productos cosméticos. La mayoría de los hombres trabajan en construcción. Como vemos, los habitantes de los barrios populares como San Martin de Porres son “armada de reserva” de la ciudad de Bogotá, en el sentido que son ellos los que trabajan en la industria de servicios y de la construcción que es pilar importante del crecimiento económico general del país. Luz (2017), un día me dijo una frase que resume esta dinámica “Si los de abajo se mueven los de arriba se caen”. (Comunicación personal, 10 de marzo)


Mi interés de aproximación al Barrio San Martin de Porres y en específico al grupo de mujeres que lideraron la toma de tierras de los 80´s para la construcción de sus casas, se debe principalmente a que en las acciones y coaliciones que llevaron a cabo estas mujeres encuentro un espacio enriquecedor para acercarme a repensar conceptos como resistencias y agencia. Una de las frases que repetía una de las mujeres mientras me contaba sobre esos años de lucha, me hacía pensar en la necesidad de entender lopolítico desde lo cotidiano y la vulnerabilidad: “Nuestra lucha era por la casa, teníamos la meta por una vivienda en paz y tranquilidad, eso es por lo cual luchábamos todo el tiempo” (Negra Márquez, comunicación personal, 18 de agosto de 2017).


La casa, la tierra y consecuentemente la subsistencia y el poder mantener la vida, fueron los objetivos principales de sus luchas políticas. Mujeres que desde su posición de vulnerabilidad (hijas de migrantes campesinas, falta de acceso a servicios públicos, trabajos precarios, etc.) se unieron para lograr desde intereses comunes, la vivienda, la sostenibilidad de la vida, de sus hijos, hermanos y padres, y en general lograr la reproducción de la vida cotidiana. Saba Mahmood (2006) nos recuerda que “la capacidad de agencia social está implicada no sólo en aquellos actos que producen cambio (progresista) sino también en aquellos cuyo objetivo es la continuidad, la estasis y la estabilidad” (p. 184). Y es desde acá que este artículo se sitúa, al querer entender lo político desde las micropolíticas, que permiten vivir en medio de las estructuras de poder que configuran la experiencia de la vida cotidiana, y al mismo tiempo proponen nuevas formas de apropiarse del mundo y de reformular la existencia.


Las movilizaciones que emprendieron dichas mujeres en los 80 ́s eran con el fin de tener un espacio, una vivienda, en la ciudad de Bogotá donde habían llegado sus mamás y abuelas desplazadas de la violencia rural, luchas barriales, para solucionar problemas cuyo origen está en las contradicciones asociadas a la organización colectiva del modo de vida: las tácticas cotidianas a nivel familiar y las prácticas colectivas concertadas o conflictivas gestadas en el espacio barrial, tendientes a la consecución de vivienda, construcción de la infraestructura de servicios comunales. Las acciones y coaliciones del grupo de mujeres que lideraron la toma de los 80 ́s hay que comprenderlas dentro de sus contextos específicos y condiciones materiales emergentes, es decir, no podemos hablar de agencias y resistencias llevadas a cabo por ellas deliberadamente sino entender en qué consistieron esas acciones en esos momentos particulares, de qué estaban compuestas y con qué y quienes estaban articuladas. Sus coaliciones no nacieron de ninguna mesa de estrategas políticas, sino que sus puestas en común surgieron desde el engranaje de las múltiples experiencias de vulnerabilidad y despojo en las que se encontraban, experiencias singulares pero que remitían a un mismo mundo, a un común.


Para el ejercicio acá planteado, la complejización de los conceptos de despojo y vulnerabilidad desarrollados por Judith Butler (2013) son los que nos servirán al articularlos y traducirlos a la investigación acá propuesta. Por una parte, la autora plantea que el despojo y la vulnerabilidad hace parte de nuestra constitución como sujetos, donde nuestros cuerpos “van más allá de ellos mismos” ya que constantemente estamos expuestos y construidos en relación a los otros, por normas, deseos, reglas sociales, prohibiciones, etc. Y también, de cómo no se podría pensar la construcción y reproducción de los sujetos contemporáneos o la formación de los sujetos modernos sin la exclusión, la diferencia y la marginalización. Es decir, los modos de producción del sujeto suceden en medio dela arquitectura, el desplazamiento, la espacialización y temporalización del poder como tecnologías de producción de la subjetividad (Preciado, 2008) en medio de contextos sociales, políticos, históricos y económicos. El articular los conceptos de despojo y vulnerabilidad nos permite situar desde otros lugares lo político, donde los sujetos constituidos, y condicionados a través de mecanismos de despojo y una constitución desde la vulnerabilidad, también encarnan una posibilidad de ruptura y transformación de sus posicionamientos, cuerpos y determinaciones.


El trabajar con el concepto de vulnerabilidad que maneja Butler (2013) para comprender las acciones y movilizaciones del grupo de mujeres del Barrio San Martin de Porres, nos ayuda articular aún más como esa pregunta por el sujeto es necesariamente una pregunta por lo político, ya que el acercarnos a como se vive desde los lugares y cuerpos que han estado despojados (por relaciones de raza, clase, desplazamientos forzados, segregaciones espaciales, etc.) e inscritos dentro de relaciones de poder. Esto nos han dejado ver también sutiles, implícitas, poco visibles, transformaciones, formas de elaboración de sí, actitudes críticas con respecto a sí mismo y un deseo de devenir otro con respecto a lo que uno se ha acostumbrado a ser (Das,2012). Y es que la atención a la cotidianidad también muestra que este trabajo sobre sí, y esa reflexividad crítica no tiene que operar siempre discursivamente, ni en prácticas usualmente asumidas como “intelectuales”, sino que puede emerger en “imperceptibles” y a veces consideradas banales prácticas (silencios, ocultamientos, gestos)de la cotidianidad, en las que se sostiene y altera la vida (Das,2012).‘Se sostiene’ porque hacen posible que la vida continúe incluso cuando ha sido devastada y despojada por eventos muy dolorosos y traumáticos, con los que entonces sec onfronta; y ‘se altera’porque en la repetición de hábitos, se pueden introducir reconfiguraciones y desplazamientos que permiten sentir y pensar de otra manera (Quintana y Cortés, 2016, p. 57).


Duramos dos años recuperando nuestro territorio y haciendo nuestras casas, en esos momentos hervíamos, ya no nos paraba nadie, habíamos aprendido a defender nuestros terrenos, a estrechar afectos y tejer nuestro proyecto de vida, nos reuníamos, planeábamos, nos enfrentábamos a la policía, aprendimos a hablar en voz alta, realizamos la autoconstrucción de las casas, hacíamos turnos de vigilancia, en fin, aprendimos a cuidarnos mutuamente....Nuestro principal preocupación era que teníamos que pensar en viviendas dignas, no más ranchos de lata y fortalecer la pertenencia al territorio, al barrio, es decir, nuestras hormonas se fueron hacia el hacer tejido social. (Negra Márquez, comunicación personal, 29 de agosto de 2017)


Esa chispita era la que nos movía, mucho lo hicimos por intuición, nosotras trabajamos en las construcciones de nuestros salones comunales, pegábamos ladrillos...ahí fuimos aprendiendo, llevábamos ladrillos a la espalda..., por eso es que nos sentimos tan orgullosos de esos barrios, lo amamos... (Luz Chaparro, comunicación personal, 10 de marzo de 2017)


Las mujeres de San Martin de Porres crearon un accionar en común, desde su posicionalidad vulnerable, el compartir fragilidades, una comunidad que aconteció en un momento determinado y que se fue desplegando en mediodel devenir barrio, mujeres cabezas de familia, líderes barriales, etc. Dichas mujeres, lograron crear un espacio común desde la relacionalidad que se fue tejiendo entre ellas y entre el mismo deseo de hacer barrio, hacer casas, es decir, en hacer un lugar para sostener la vida. Claro está, que también es clave pensar acá en cómo la vulnerabilidad que ha hecho parte de la formación de estos cuerpos ha sido un lugar común que las hizo unirse y pensarse en colectividad Butler (2017) nos recuerda la necesidad de penar en:


La forma en que la idea de vulnerabilidad corporal se configura en la constitución de coaliciones que intentan contrarrestar la precariedad. Los cuerpos se congregan precisamente para demostrar que son cuerpos, y para que quede políticamente claro lo que significa persistir como cuerpo en este mundo, que requerimientos deben ser cumplidos para que los cuerpos sobrevivan, y que condiciones hacen que una vida corporal, la única que tenemos, sea finalmente digna de vivir. (p.16)


Acá, lo político no tiene que ver con cuestiones identitarias, sino más bien con la vulnerabilidad y precariedad compartida que generan acciones, coaliciones y afectaciones que permiten el desencadenamiento de ciertos movimientos.


¿Cambio social? ¿Concientización? ¿Transformación? ¿Resistencia? Conceptos que siempre nos han rondado en la antropología, atormentándonos, poniéndonos a pensar, a sentir, a desear y también a darnos cuenta de su dificultad y la necesidad de sus resignificaciones, de sus profundos cuestionamientos, y de la constante necesidad de entenderlos dentro de sus contextos específicos y condiciones emergentes. ¿Cómo entender lo afectivo de esas movilizaciones? ¿movimientos racionales, planeados, o trazos generados por los deseos y necesidades de teneruna casa, un barrio, y agua que llegue a su casa?, ¿Acá dónde quedó ese proyecto moderno, planeado, ordenado y racional de la ciudad moderna?, ¿podemos encontrar esos deseos en algún rincón de San Martin de Porres? ¿Hacia cuáles puntos de fuga nos están lanzando estas experiencias de construcción de ciudad y de sujetos en medio de dichos contextos de despojo y vulnerabilidad?


Las movilizaciones y coaliciones que se generaron desde los 80's en San Martin de Porres, nos llevan a cambiar y retar el pensamiento de la transformación hacia el problema de la duración, la continuidad de un hacer colectivo, un hacer en común, que se reapropia de las posibilidades de vida. En los últimos años, me ha interesado aproximarme desde mis exploraciones etnográficas y apuestas teóricas a cuestionar qué estamos entendiendo por agencia, acción y resistencia, al igual que desde dónde estamos entendiendo lo político. Es necesario que estos conceptos los cuestionemos y complejicemos, y la etnografía es una práctica que nos permite dicha labor. Así, repensar y resituar lo político desde posiciones de vulnerabilidad y apuestas en común me ha permitido complejizar la relación entre la especialización del poder en la ciudad de Bogotá y la producción de subjetividades, con un especial énfasis en la producción cotidiana de la subsistencia que realizan la mayoría de las mujeres y las diferentes acciones que llevan a cabo para la reproducción de la vida cotidiana y el acceso a recursos comunes, es decir, para mantener la vida.


2. El cuidado, el mantener la vida como lugar de lo político


Me ha interesado aproximarme a las prácticas de sostenibilidad de la vida humana o trabajos del cuidado y los saberes alrededor de estos, los cuales no están separados del mismo vivir, sino que por el contrario están inscritos en los cuerpos y en las prácticas sociales. Nos situamos en el cuidado como, “el trabajo fundamental para que la vida continúe, el cual nos hace repensar la dependencia humana como la representación de nuestra vulnerabilidad” (Carrasco, 2009, p. 177 y 178).


Como lo expuse anteriormente, al entrar en contacto con Luz, la Negra y Zoila, mi pregunta por el cuidado se expandió, es decir, comencé a ver la necesidad de ampliar y complejizar el concepto, no solo al trabajo del cuidado de niños y ancianos sino al cuidado de la vida, el cuidado como práctica de sostenibilidad de la vida7. Ellas hicieron parte de la apropiación de tierras y construcción de casas en los años 80 ́s debido a que eran madres jóvenes que ya no cabían en las casas de sus padres, y que consecuentemente veían la necesidad de tener su propia casa, ese espacio donde es posible mantener la vida, además de fortalecer la formación del barrio. Ese mantener la vida, siempre ha estado ligado al trabajo de las mujeres, como las que “saben cuidar”, por eso una perspectiva críticafrente a las prácticas de cuidado, nos debe ayudar a problematizar lo únicamente femenino y subalternizado e incluirle lo político y ético del cuidado, como Zoila lo recordaba:


“Yo siempre he cuidado, a mis hermanos los cuide por ser la mayor y mi mamá trabajaba y después cuando enfermo mi mamá yo la cuide siempre, entonces siempre he cuidado...” (Zoila, comunicación personal, 10 de marzo de 2017). También, trabajaba en un restaurante ayudándole a un sobrino y actualmente por cuestiones de salud dejó ese trabajo y vende productos de belleza.


Las luchas y acciones de las mujeres del Barrio San Martin de Porres, han partido de la necesidad de crear y conservar la vida, sostenerla y cuidarla, en medio de procesos de despojo (desplazamientos, falta de acceso a los servicios públicos, marginalización y segregación en la ciudad, entre otros), donde no solo han logrado la sobrevivencia y la toma de tierras públicas para la construcción de sus casas y de espacios para su barrio sino también todo esto las llevó a procesos de reconfiguración de sus subjetividades y a repensarse desde otras posiciones diferentes a las que fueron educadas y ubicadas socialmente.


A nosotras las mujeres nos han dicho que somos para lavar pañales y dar de comer, como decía la canción, pero no, todas esas luchas por las que pasamos nos enseñaron que somos para más que eso, y que en verdad somos más valientes que los hombres, ya que pudimos enfrentar muchas situaciones difíciles... (Luz Chaparro, comunicación personal, 10 de marzo de 2017)


Vemos que el cuidado, como parte de las prácticas cotidianas de esas mujeres, también se amplía al cuidado de su barrio, a la construcción de las viviendas, a los planes con la junta de acción comunal para pasar proyectos de comedores comunitarios, un salón para actividades culturales, “hacíamos préstamos, trueques de comida, había mucha pobreza, pero hambre nunca se aguantó” (Luz Chaparro, comunicación personal, 2017)es decir, unas prácticas de mantener la vida que nos complejizan indudablementeel concepto del cuidado y nos llevan a entender estas prácticas dentro de las micropolíticas de la vida cotidiana. Acá, es necesario pensar la relación entre el cuidado, lo político y la vulnerabilidad para poder entender la agencia de estas mujeres, las cuales cada una ha tenido sus experiencias singulares, radicalmente diferentes, pero donde también comparten muchos experienciales en común. Mujeres que no hacían parte de movimientos sociales, partidos políticos, sindicatos, etc., sino que, desde las necesidades cotidianas, el cuidado de los hijos y de sus familias fue que surgió la necesidad de la acción, las coaliciones y las fuerzas de las movilizaciones.


Es necesario cuestionar este concepto del cuidado y ver que esas relaciones de poder en las que están inmersas estas mujeres-como las que les recaen del cuidado como su función “natural”- son también las que les han permitido emanciparse y desde el cuidado generar sus acciones y coaliciones; es decir, no podemos entender sus agencias como resistencias al entramado de relaciones de poder en las que viven, sino en medio de estas relaciones de poder es que han configurado su accionar político. Ha sido desde el cuidado, y en general desde la necesidad de sostener la vida que sus coaliciones se crearon y generaron acciones claves dentro de sus hogares y barrio como la adquisición de terrenos, la construcción de sus casas y el fortalecimiento de las relaciones vecinales, entre otros. Por eso, aproximarnos al cuidado desde la mirada amplia de la sostenibilidad de la vida implica entender prácticas como las de reparar el territorio, la solidaridad entre ellas mismas, las economías alternativas, las ollas comunitarias, el trabajo en las casas, como formas que cargan con ciertos saberes y conocimientos que permanecen inscritos en los cuerpos y en las prácticas sociales.


Todo esto tiene que ver con la reproducción de la vida, la cual ha estado principalmente en manos de las mujeres y la cual como nos recuerda Silvia Federici (2013):


Se necesita abrir una lucha colectiva en torno a la reproducción, que reclame el control sobre las condiciones materiales de nuestra reproducción y cree nuevas formas de cooperación alrededor de este trabajo, que se encuentra fuera de la lógica del capital y el mercado. (p. 46)


Desde estos planteamientos, podemos comprender aún más como lo político de las coaliciones que surgieron por parte de las mujeres de San Martin de Porres, no se puede entender alejado del trabajo de reproducción de la vida cotidiana, el cual implica tanto cargasafectivas como materiales, sino como parte fundamental de este, ya que desde ahí, desde las luchas por la reproducción de la cotidianidad fue que surgieron la necesidad de juntarse y de hacer y pensar formas posibles de mantener la vida.


Quiero resaltar otro punto que nos complejiza aún más estas acciones desde la vulnerabilidad y es su relación con la perspectiva de género, es decir, estas luchas en ningún momento tuvieron una apuesta feminista hacia la reivindicación de la igualdad de derechos de las mujeres, la liberación del género femenino, y demás luchas de los movimientos feministas liberales y progresistas, sino que la sustancia de sus movilizaciones fue el mantener la vida, la lucha por la sobrevivencia, la vivienda digna y el mantenimiento y conformación del barrio. Claramente, y como muchas lo expresan en todo este proceso surgieron muchas resignificaciones y replanteamientos de su rol como mujeres, pero no desde una apuesta dentro de algún movimiento feminista sino desde las prácticas y problemáticas cotidianas:


No hablamos de derecho de género..., no nos dimos cuenta de eso, je...je..., empezamos fue a descubrir que teníamos un espacio para defender el bienestar de nuestra familia, comenzamos a tener un papel protagónico a través de la acción comunitaria, de las acciones cotidianas y fuimos muy protagónicas en ese momento, defendiendo y protegiendo espacios fundamentales como la casa, el puesto de salud, la educación de nuestros hijos. Comenzamos a descubrir que estábamos aportando a nuestras familias y a nuestro barrioy eso nos empoderó. (Negra Márquez, comunicación personal, 29 de agosto de 2017)


Estas mujeres como ellas lo narran, vienen de contextos de madres campesinas “machistas y donde la letra entraba con sangre, todo era rejo y el privilegio lo tenían nuestroshermanos, a nosotras las mujeres nos tocaba cuidar a los hermanos menores, ayudar en la casa, en fin...” (Luz Chaparro, comunicación personal, 10 de marzo de 2017). Estas trayectorias, nos permiten entender de qué manera sus subjetividades, como mujeres fueron cambiando, en relación a las dinámicas de la ciudad, las luchas que emprendieron, el cambio de trabajos, en fin, pensar en esas reconfiguraciones de género no desde movilizaciones feministas sino desde lo cotidiano, lo emergente y relacional; que fue precisamente el lugar donde como ellas dicen, comenzaron a empoderarse y entender lo fundamental de su papel, tanto al interior de sus hogares como por fuera de estos.


La Negra (2017), una de las líderes de este grupo, me contó que la formación que ellas tuvieron durante su niñez y adolescencia fue fundamental para emprender sus luchas y formarse como sujetos políticos. Primero las monjas que llegaban al barrio a catequizar les comenzaron a mostrar otras cosas a través de las actividades culturales y el énfasis en el trabajo comunitario, después en los 70' la entrada de los jesuitas al barrio las impulsó a la defensa del territorio por medio de la lectura de textos sobre la teología de la liberación, la realización de obras de teatro desde la pedagogía del oprimido de Freire (1974) y en general como nos cuenta la Negra (2017) “la presencia de los jesuitas en nuestro barrio fue muy importante para formarnos, impulsarnos y concientizarnos de nuestra condición...los curas nos protegían, siempre estaban de nuestro lado” (Comunicación personal, 29 de agosto).


Luz (2017) me contaba que ellas como “grupo” se unieron por los talleres de educación popular del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP) y los encuentros con los jesuitas8.


Los 80’s para nosotras fueron una época álgida, candente, de tomas, movilización, nuestra biblia se llamaba organizar y concientizar a la masa. Nos tocó y sensibilizo mucho, también leímos la rebelión de las ratas. Un tipo de lectura que nos metió conciencia, leíamos, discutíamos. En el año 83`hubo una toma del M-19-uno de los grupos guerrilleros-en esos barrios y nos hicieron sacar todo eso para no pasar como sospechosos... (Comunicación personal, 10 de marzo)


El énfasis que estas mujeres hacen constantemente sobre los años de formación con los jesuitas, también nos lleva a no pasar por alto la relación que tuvieron sus acciones y movilizaciones con lo religioso, es decir, acá la catequesis de los jesuitas hizo parte de la formación política de ellas desde las prácticas y relaciones cotidianas. Al igual que las relaciones que se fueron conformando con agentes solidarios, como militantes de partidos comunistas, estudiantes y médicos de la Universidad Nacional que hacían brigadas de salud, y más tarde con iniciativa de estas mujeres conformaron un puesto de salud donde se atendían las emergencias y los médicos comprometidos abastecían de muestras médicas el puesto gratis. Luz (2017) me contaba que el tema de salud siempre le interesó, y que fue en la práctica que ella comenzó aaprender antes de estudiar enfermería: “Yo llegue a atender más de quince partos en el barrio, también en las peleas con la policía hacia suturas, por eso mi escuela fue la práctica, no teníamos servicio de salud había que buscar soluciones a esto...” (Comunicación personal, 10 de marzo).


3. Itinerarios vitales. Procesos de subjetivación, entre la vulnerabilidad y el cuidado.


Mi aproximación a esta investigación partió desde una etnografía de la cotidianidad (Das, 2008) y de los procesos de subjetivación (Bielh, 2007) de las tres lideresas nombradas anteriormente, es decir, desde la pregunta por cómo los sujetos vuelven a construir sentido, a resignificar y a habitar sus cuerpos, lugares, relaciones, prácticas cotidianas y objetos. La etnografía permite ese descenso a lo cotidiano (Das, 2006), un acercamiento a las experiencias de vivir en medio de despojos, relaciones de poder y afectivas y a las maneras como estas se despliegan e instauran en los cuerpos, entendiendo el cuerpo como una encarnación de posibilidades y a la vez condicionado y circunscrito históricamente (Butler, 2001).


Por medio de una indagación materialista y cotidiana, enfatizamos en un descenso al registro etnográfico para seguir los ritmos, rumores, desvíos y eventos que transcurren en el terreno inestable de las subjetividades e identidades. La pregunta por la reconstrucción de estas a través de itinerarios impredecibles, -por ejemplo, jóvenes cabeza de familia que buscan un lugar digno donde vivir en la ciudad, mujeres campesinas desplazadas donde se ve una reconfiguración de género por el desplazamiento y el comenzar a trabajar de domésticas en la ciudad, mujeres que trabajan cuidando niños y ancianos de las localidades pudientes de la ciudad y al regresar a su barrio velan por el cuidado de su calle, el salón comunal, sus hijos . Paralelamente esto nos lleva a resituar lo político desde la micro-política procesual propuesta por Guattari (2005), donde lo político tiene que ver con nuevos modos de subjetivación y la invención de nuevas praxis que cuestionan los procesos de normalización e integración, “la lucha no serestringe al plano de la economía política sino también de la economía subjetiva” (p. 60).


Me interesa enfatizar de qué maneras a través de sus prácticas cotidianas de resignificación de los espacios, la creación de nuevas relaciones en los barrios, conla gente que cuidan, o en las mismas mediaciones con las instituciones, entre muchos otros ejemplos; nos hacen situar lo político desde los cuerpos, la experiencia, la relacionalidad y la cotidianidad. Acá nos enfrentamos a la pregunta sobre cómo explorary poner de manifiesto desde el quehacer etnográfico unos flujos de afectos que atraviesan esos espacios cotidianos, dejándolos resonar sin fijarlos a narrativas o a andamiajes conceptuales-ya establecido, como lo que entendemos por resistencia, acción, agencia, etc. Que solidificarían y neutralizarían su fluidez; insistiendo en la manera en que estos afectos pueden vincularse también con formas de desidentificación que alteran a las subjetividades y mostrando también cómo ellos circulan en prácticas relacionales en las que se juega una cierta ética y política de la cotidianidad (Quintana y Cortés, 2016).


Estos planteamientos nos dejan ver de qué forma la vida cotidiana se convierte en un espacio de posibilidad histórica, un espacio para otras formas de ser-en-el-tiempo (Chakrabarty, 2007) donde los límites de los códigos de normalización y sujeción se reconfiguran por medio de la imaginación, la alteridad y la heterogeneidad. Esta aproximación desde una etnografía de la cotidianidad y de los procesos de subjetivación a esos cuerpos femeninos comprende también la necesidad de un acercamiento a dimensiones estructurales y cotidianas que nos permite acercarnos tanto a relaciones de poder, luchas y eventos pasados, como a las conformaciones espontáneas e inexploradas que han permitido re-habitar nuevamente esos cuerpos y espacios,


El sujeto ético y político se configura en la plasticidad de la materialidad misma de lo real-contingente, como un cuerpo, o un conjunto de cuerpos, efectuado y no naturalizado, que es siempre el efecto de prácticas en las que se encuentra históricamente arrojado, donde se articulan fuerzas, afectos, regímenes de sentido, formas de ser, de pensar y de sentir que estos sujetos pueden también torcer y reconfigurar desde su mismo arrojamiento. (Quintana, 2015, p. 7)


Así, a través del desarrollo de este artículo, quiero subrayar las maneras como la etnografía y la teoría social contemporánea pueden ayudarnos a complejizar las formas de acercarnos a los modos de producción de la subjetividad, y a complejizar la relación entre el cuidado, lo político y la vulnerabilidad.


Mi aproximación a las mujeres que lideraron las luchas de los 80 ́s del Barrio San Martin de Porres, parten de dichas problemáticas y se sitúan en una economía de la subjetividad (Guattari, 2005) para repensar lo político desde el cuerpo, la cotidianidad y los afectos. Aunque claramente parto de lo expresado por Butler (2001) sobre como las subjetividades contemporáneas no podrían entenderse por fuera de los despojos causadas por las prácticas reguladoras y las relaciones de poder que emanan del Estado, la familia, las jerarquías sociales de clase, raza, el desplazamiento de los territorios, entre tantos otros. Paralelamente, los procesos de subjetivación no los podemos entender solamente desde las inscripciones de estos despojos, sino también desde las potencialidades, rupturas y reconfiguraciones que surgen en medio de la materialidad de estas inscripciones, lo cual nos deja ver como los sujetos piensan y actúan a travésde las violencias, la devastación, las contingencias y contradicciones que surgen en medio de dichas desposesiones; Como no los recuerda Butler (2001) “El cuerpo es una encarnación de posibilidades a la vez condicionadas y circunscritas por las condiciones históricas” (p. 307).


La etnografía llevada a cabo con las mujeres del Barrio San Martin de Porres, me permitió aproximarme a estas problemáticas, por medio de sus relatos de itinerarios vitales y corporales como los denomina Esteban (2005), en relación con la ciudad tanto en los espacios públicos y privados. La idea de itinerario sirve sobre todo para mostrar las vidas, los cuerpos en movimiento, como procesos absolutamente dinámicos, abiertos y en continua transformación y, por tanto, singulares, contradictorios e inacabados. De este modo me intereso atender a la manera en que estas mujeres ven ellas mismas los contextos que habitan, y cómo inciden en sus circunstancias a través de sus prácticas específicas.


Luz (2017) nos cuenta:


La historia más bonita que yo tengo para contar es como formamos barrio, comunidad. Me encanta esa parte de la historia mía, de la historia que yo viví. Yo fui madre soltera, desde los quince años fui mama y papa al mismo tiempo, pero yo no quería solo lavar los panales y dar de comer, como dice la canción, ja...ja... yo también quería armar comunidad. En esa época es que comencé a involucrarme en los programas de vivienda, en poder crear vivienda para mujeres madres solteras que necesitábamos de un espacio para vivir. Desde ahí fuimos armando nuestros comités de trabajo y de chisme, ja...ja.... Nuestros trabajos eran otros, de niñeras, empleadas, pero en los tiempos libres lográbamos avanzar en nuestros proyectos barriales. Nos llamaban invasores, pero nosotras solo estábamos luchando por una vivienda digna, acá no había dueños. Nuestros Abuelos y padres trabajaron en las ladrilleras y por eso se asentaron por acá. Los que hemos vivido este lugar somos nosotros.


A nuestras mamás les toco muy duro, viniendo del campo, nos criaron con rejo en mano, nosotras hemos criado diferente a nuestros hijos, pero igual, nos tocó madurar a las malas.


Aunque ya logramos el tener vivienda, la lucha tiene que seguir, ya que hay muchas miradas hacia los cerros, hay muchos constructores que quieren nuestros terrenos para construir vivienda de estrato 5 y 6 y desalojarnos a nosotros. Por eso hemos tenido muchos enfrentamientos, pero de aquí no nos movemos. Nosotros amamos nuestro barrio, para el resto de la ciudad puede parecer insignificante, invisible, pero para nosotros lo es todo. Yo me siento orgullosa de cómo hemos construido barrio entre nosotras mismas. (Comunicación personal, 10 de marzo)


El aproximarnos a estas especializaciones y encarnaciones cotidianas del poder a través de itinerarios, desplazamientos por las geografías, localizaciones, segmentos de la ciudad, y sobre todo al detenernos en la cotidianidad de las mujeres del Barrio San Martin de Porres con las ambigüedades y fricciones que tácita e intensamente circulan en ellos, nos aproximamos también de otro modo a la ciudad: no solo como espacio segmentarizado y encuadrado, sino también como punto de fuga; como espacio de posibles devenires y transformaciones. Lugares como el Barrio San Martin de Porres y las acciones y coaliciones emprendidas por estas mujeres nos acercan al exceso de las utopías de la modernidad y nos hacen pensar y afectarnos por esas distopias que se materializaron y crearon otros órdenes, sujetos y deseos. Fronteras entre las utopías y distopias del proyecto moderno bajo las cuales se ha conformado la ciudad y sus sujetos, y desde donde se desprenden sus violencias, desigualdades, choques, segregaciones y límites. El caso de las mujeres del Barrio San Martin nos ayuda a pensar las ciudades contemporáneas como una amplia red de sujeciones, como maquinas dedicadas a la creación de cuerpos explotados, cuerpos (in) visibles, cuerpos productivos, y cuerpos deseantes, cada uno de ellos espacialmente situado y dispuesto para ser partícipe de una forma concreta de experiencia. En la ciudad también estos cuerpos que han sido subalternizados, disputan sentidos y maneras de habitar.


En el imaginario de sus madres, Luz (2017) contaba que Bogotá era vista como una ciudad que supuestamente les ofrecía progreso, superación y una vida alejada de la violencia que habían vivido en el campo, pero la llegada les dejó ver una ciudad regida por el capital financiero y las fuerzas del Estado donde la sobrevivencia no era fácil, donde los deseos de superación y progreso que prometía la misma ciudad eran muy tortuosos de poder alcanzar. Una ciudad que se debatía entre la migración de la violencia rural y los intentos de lograr la industrialización. Mujeres que han tenido que ser flexibles a la adaptación a diferentes trabajos, a aprender a construir sus casas, a enfrentarse a la policía, a andar por la ciudad, en fin, cuerpos flexibles, cuerpos que han transitado en medio de relaciones de poder y negociado diferentes posiciones en medio del constante movimiento.


La ciudad como un escenario en el que las fijaciones y localizaciones a la vez que se representan en las codificaciones, rituales y roles sociales que asumen los cuerpos, también fácilmente se disimulan, tuercen, subvierten, con el anonimato de los cuerpos, y la suspensión de su reconocimiento. Por eso la ciudad puede vivirse también como un escenario abierto, de múltiples e indecidibles apariciones, en el que esos cuerpos que viven y se han formado en medio de mecanismos de despojo, relaciones de poder, violencias estructurales y cotidianas (relaciones de raza, clase, género, desplazamiento de sus tierras, entre otros), han comenzado nuevas vidas, otras relaciones con sus cuerpos y el espacio, otros usos de sus tiempos; desplegando así también con ello nuevos deseos; deseos otros que los han movilizado hacia direcciones impensadas, regresos nunca planeados y algunos jamás vueltos a encontrar; y tal vez también con esto otras frustraciones (Quintana y Cortés, 2016).


Consideraciones finales


A lo largo del artículo, he pretendido mostrar como la aproximación al grupo de mujeres que lideraron la toma de los 80 ́s en el Barrio San Martin de Porres, desde la práctica etnográfica me permitió cuestionar conceptos como los de agencia, acción, resistencia. Las acciones y coaliciones de estas mujeres, nos hacen darnos cuenta de que la resistencia no es solamente ir en contra y subvertir las relaciones de poder, sino que las acciones y coaliciones creadas y generadas por estas mujeres desde la vulnerabilidad y lo común -no tener vivienda digna, servicios públicos, oportunidades educativas, entre otros-tenían como principal objetivo mantenerse, sobrevivir y lograr una vivienda digna. Sus reconfiguraciones de género tampoco se dieron por medio de movimientos feministas o apuestas políticas de igualdad de género, sino desde sus prácticas y vivencias cotidianas que poco a poco hicieron que repensaran su rol demujeres en su hogar, barrio y sociedad. Acciones y coaliciones frágiles, vulnerables pero que desde su posición fueron generando cambios cotidianos y estructurales. Y es precisamente esto lo que me interesa de sobremanera, el indagar en esa articulación entre el cuidado-como la necesidad de mantener la vida-y lo político-como forma de apropiarse del mundo y de reformular la existencia. Por medio de la articulación entre estos dos conceptos, podemos comprender mejor como la necesidad que vieron estas mujeres por mantener la vida, al luchar por su vivienda, su barrio y su sobrevivencia las llevo a nuevas formas de ser mujeres. Madres, esposas, hijas y apropiarse de los procesos de organización comunitaria.Sus coaliciones no nacieron de ninguna mesa de estrategias políticas, sino que sus puestas en común surgieron desde el engranaje de las múltiples experiencias de vulnerabilidad y despojo en las que se encontraban, experiencias singulares pero que remitían a un mismo mundo, a un común.


También es clave resaltar la no garantía de estas acciones y coaliciones, es decir, la necesidad de comprenderlas a través de sus contextos específicos y condiciones materiales emergentes, ya que en los 80's lograron la obtención de sus terrenos y construcción de sus casas al igual que la fuerte unión y movilización del Barrio para obtener servicios públicos, empezar la legalización, etc. Hoy en día, existe un constante lamento y queja de estas mujeres hacia los jóvenes del barrio, como nos cuenta Luz (2017) “A ellos no los mueve nada, ellos ya nacieron con todo, y no ven la necesidad de seguir luchando por el barrio, solo quieren ganar plata para comprarse un celular, ir a ver futbol, consumir...” .(Comunicación personal, 10 de marzo)


Las preguntas por seguir haciéndose seria, ¿cómo entender esos cambios generacionales y su posicionamiento frente a lo político hoy en día? ¿Cuáles nuevas subjetividades han surgido y producido las nuevas reconfiguraciones espaciales como el haber nacido ya con casa, servicios y la subsistencia asegurada? Preguntas que nos muestran la necesidad de la articulación entre la etnografía y la teoría crítica para cuestionar los conceptos con los cuales trabajamos al mismo tiempo que para replantearnos la necesidad de pensar y reflexionar desde las contingencias, menos de posición que de movimiento, no tanto de representación como de performatividad, menos en términos de objeto o cuerpo que en términos de relacionalidad (Preciado, 2008).


Desde estos planteamientos, uno de los principales intereses deeste proyecto es preservar y activar la memoria de las acciones y coaliciones desde la vulnerabilidad de las mujeres del Barrio San Martin de Porres a través de las narraciones de sus historias de vida y experiencias cotidianas. El traducir sus experiencias permite que estas historias atraviesen nuestros cuerpos y nos hagan repensar la relación con la ciudad, lo íntimo, lo público, el cuidado y las fronteras. Los recuerdos de las luchas de estas mujeres los situó como una forma de relacionalidad, es decir son:


Nuestra relación corporal a través del tiempo y el espacio con aquellos cuyas palabras transportamos..., Somos también las historias que nunca vivimos, pero que, sin embargo, transmitimos en nombre de la lucha por preservar la historia de los oprimidos y para movilizar esa historia en nuestra lucha por justicia en el presente. (Butler, 2017, p. 22)


Esta investigación también nos ha llevado a pensar la ciudad de Bogotá desde la producción de subjetividades y las relacionalidades que surgen en los diferentes espacios, tanto íntimos como públicos, y en esas fronteras que constantemente todos estamos cruzando. Procesos como el que surgió en el Barrio San Martin de Porres liderados por dichas mujeres nos muestran otras formas de hacer ciudad, de vivirla y habitarla, al igual que cuestionar las propuestas, deseos y apuestas hegemónicas que predominan en las proyecciones de lo que debe llegar a ser la ciudad de Bogotá, moderna, cosmopolita, y siempre a merced del desarrollo y el progreso siempre deseados y nunca alcanzados.


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Esta obra está bajo licencia internacional Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0





1 Resultado del proyecto de investigación Narrativas del conflicto social, el despojo y la violencia en Colombia y del proyecto Trasegares en el marco del 15 Salón Regional de Artistas, Zona Centro: el “museo efímero del olvido”.
Profesional, y Antropologa de la Universitá di Siena (Italia). Magister en Artes y Estudios de la Comunicación de la University of North Carolina (EE.UU.) Diplomada en Producción de documental de la University of Duke (EE.UU). ORCID: 0000-0001-6480-7274.


2 La ciudad de Bogotá está dividida en estratos socio-económicos. El Distrito Capital se clasifica en seis (6) estratos. La estratificación en el Distrito Capital se emplea para: realizar la facturación de las empresas de servicios públicos domiciliarios, focalizar programas sociales y, determinar tarifas del impuesto predial unificado de las viviendas, de la contribución por valorización y de las curadurías urbanas. La estratificación es un proceso para clasificar los inmuebles residenciales de un municipio o distrito con base en las características de la vivienda y de acuerdo al nivel socioeconómico, para efectos de facturación y subsidios. Alcaldía de Bogotá. (2018). ABC de la estratificación. https://bogota.gov.co/mi-ciudad/planeacion/estratificacion-todo-lo-que-debe-saber


3 Parasaber más sobre este proyecto consultar: Colectivo las disensuales. (s. f). http://efimero.org/project/colectivo-las-disensuales-trasegares/y Cortés, C., y Quintana, L. “Trasegares: una exploración por espacios cotidianos de la ciudad”. Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas, 11 (2), 51-73, 2016. https://revistas.javeriana.edu.co/index.php/cma/article/view/16170/Art%204


4 La época deLa Violencia de los 50 es como se denomina al período histórico deColombiadel siglo XX, donde hubo enfrentamientos entre simpatizantes del Partido Liberal y el Partido Conservador que, sin haberse declarado unaguerra civil, se caracterizó por ser extremadamente violento, incluyendo asesinatos, agresiones, persecuciones, destrucción de la propiedad privada y terrorismo por el alineamiento político. El conflicto causó entre 200.000 y 300.000 muertos y lamigración forzosade más de dos millones de personas, equivalente casi a una quinta parte de la población total de Colombia, que para ese entonces alcanzaba los 11 millones de habitantes . Migración forzosa en Colombia. (6 mayo 2020). En Wikipedia.https://es.wikipedia.org/wiki/La_Violencia


5 La legalización de barrioses el procedimiento mediante el cual la Administración Distrital reconoce, si a ello hubiere lugar, la existencia de un asentamiento humano, aprueba planos, regulariza y expide la reglamentación para los desarrollos humanos realizados clandestinamente, sin perjuicio de la responsabilidad penal, civil y administrativa de los comprometidos. Secretaría distrital de planeación. (1933). http://www.sdp.gov.co/


6 Estos circuitos viales son algunos de los prioritarios al unir el sur de la ciudad con el norte.


7 Con la noción de “sostenibilidad de la vida humana”, se trata de proporcionar una comprensión del trabajo que dé cuenta del sostenimiento de la vida como “un proceso que requiere recursos materiales, pero también contextos y relaciones de cuidado y afectos” (Carrasco, 2009, p. 169).


8 Durante sus 42 años de existencia, (CINEP)ha mantenido su identidad como un centro deinvestigación y de construcción de información. El servicio que la institución presta a la sociedadcolombiana es fundamental para que múltiples actores sociales e institucionales tengan un acceso más profundo e integral a los problemas estructurales y coyunturales de la vida política, social, económica, cultural y ambiental del país. Las acciones de incidencia están fundamentadas en un fuerte rigor investigativo y de producción de información. CINEP/PPP. (1972). https://www.cinep.org.co/Home2/