"A pesar del ruido de las balas estamos trabajando por la paz”: Bibliotecas Públicas y construcción de paz en Colombia
“In spite of the bullets noise we are working for peace”: public libraries and construction of peace in Colombia
Andrés Cancimance López*
* PhD., en Antropología y Trabajador Social de la Universidad Nacional de Colombia. Integrante del Grupo de Investigación Conflicto Social y Violencia del Centro de Estudios Sociales -CES- Bogotá, Colombia. jacancimancel@unal.edu.co
* Cómo citar este artículo: Cancimance, A. (2019). “A pesar del ruido de las balas estamos trabajando por la paz”: Bibliotecas Públicas y construcción de paz en Colombia. Revista PACA 9, pp. 23-43.

Resumen: En este artículo me propongo reflexionar sobre cómo las bibliotecas públicas colombianas lograron mantener sus puertas abiertas pese a la existencia de una guerra que afectó el funcionamiento de las instituciones estatales y de las organizaciones de la sociedad civil o eclesiástica. Los bibliotecarios y las bibliotecarias pocas veces tuvieron que cerrar forzosamente las instalaciones de sus bibliotecas pues estos lugares no se convirtieron en los blancos de ataques armados. Tampoco recibieron órdenes, de quienes detentaban el poder de la violencia, de suspender actividades o programas de lectura desarrollados en ellas y, a diferencia de oficios como la docencia, el periodismo o el liderazgo comunitario, no se conocen estadísticas sobre persecución, amenaza o asesinatos de bibliotecarios o bibliotecarias por desempeñar su labor. Los armados no percibieron en las acciones y programas que se emprendían desde la biblioteca pública amenaza alguna y, esa podría ser, desde la perspectiva de los y las bibliotecarias, una de las posibles razones por las que esta entidad del Estado colombiano no se convirtió en un objetivo militar y sí en un espacio para la construcción de la paz.

Palabras clave: bibliotecas públicas, construcción de paz, bibliotecarios, bibliotecarias, conflicto armado.

Abstract: In this article I intend to reflect on how Colombian public libraries managed to keep their doors open despite the existence of a war that affected the operation of state institutions and civil or ecclesiastical society organizations. Librarians seldom had to forcefully close the facilities of their libraries as these places did not become the targets of armed attacks. They did not receive orders, from those who held the power of violence, to suspend activities or reading programs developed in them and, different from works as teaching, journalism or community leadership, no statistics on persecution, threat or murder are known of librarians for performing their work. The armed did not perceive in the actions and programs that were undertaken from the public library any threat and, that could be, from the perspective of the librarians, one of the possible reasons why this entity of the Colombian State did not become a military objective but in a space for the construction of peace.

Keywords: public libraries, peacebuilding, librarians, armed conflict.

Presentación

¿Qué ofrecer desde la biblioteca pública a una sociedad tan dolida, tan silenciada, tan impotente; a una sociedad en donde la vida, ¡el valor de la vida! ha quedado en la nada? Algunas personas dirían que no se podría ofrecer mucho. Incluso, otras dirían que nada, pero mi experiencia como bibliotecaria, me dice otra cosa totalmente distinta, aunque parezca imposible de creer. Entonces yo diría que desde la biblioteca pública pueden ofrecerse desde unos brazos abiertos, unos oídos que escuchan, una lectura que anime, una mirada y una sonrisa de bienvenida, hasta espacios donde se llevan a cabo programas permanentes de lectura, música, cine, manualidades y en los cuales tienen cabida todas las personas, sin ningún tipo de discriminación y que se sostienen a pesar del ruido de las balas1 Entrevista # 1 a Estela Nupán Bibliotecaria Valle del Guamuéz....

Eso dijo Estela Nupán, una mujer adulta de origen campesino que lleva 25 años al frente de la Biblioteca Pública Luis Carlos Galán en el municipio Valle del Guamuez, Putumayo, cuando le pregunté sobre cómo creía que las bibliotecas aportaban a la construcción de la paz en Colombia Esta pregunta hizo que ella se conectara espontáneamente con lo doloroso que resultó el conflicto armado en el país y en el lugar que habita; sin embargo, esa misma conexión le permitió reflexionar sobre una serie de funciones que cumple la biblioteca pública en medio de situaciones violentas como las que ha tenido que experimentar la población que vive en esta zona del sur del país.

Las palabras de esta bibliotecaria no solo dan cuenta de que en medio de los conflictos armados las personas logran seguir construyendo sus vidas mientras la guerra las acecha (Cancimance, 2018), algo en lo que se ha insistido desde el campo de los estudios antropológicos sobre las violencias2 En este campo de estudio sobresalen los siguientes autores: Carolyn..., sino que también condensan aportes valiosos y específicos a eso que desde los estudios de paz se ha denominado como paz positiva y que ha sido definida como aquellos emprendimientos políticos que tienen como objetivo “crear paz sostenible enfrentando las causas estructurales o profundas de los conflictos violentos a partir de capacidades locales para la gestión pacífica de los mismos” (Galtung en Paladini, 2011, p.11).

En varios municipios de Colombia que fueron azotados por el conflicto armado las personas que se desempeñan como bibliotecarias lograron, en medio del terror, mantener abierta la biblioteca pública y el desarrollo de las actividades programadas en ellas. Otras, bajo este mismo contexto de violencia, hicieron de su trabajo una oportunidad para transformar la vida de quienes frecuentaban esos espacios, pues ayudaron, tal como lo expresaba Fernando Gamboa, un bibliotecario de Norte de Santander con 26 años de experiencia en una biblioteca pública de ese departamento, “a que en la sociedad se estableciera un cambio de mentalidad y de valores que la violencia pudo haber instalado en los niños, las niñas, los jóvenes y los adultos. Todo esto a través de la lectura y del desarrollo de actividades culturales”3 Notas de campo. Encuentro Departamental de Bibliotecarios de....

Otras tantas consiguieron ampliar las fronteras de la biblioteca, pues pudieron llegar con sus libros y programas de lectura no sólo a las zonas más alejadas de los cascos urbanos en donde generalmente se encuentran ubicadas las bibliotecas públicas, sino a aquellos sitios “prohibidos” o en los que la presencia de diferentes entidades del Estado estaba vetada. También es posible encontrar a bibliotecarios y bibliotecarias que se desempeñaron como custodios que recuperaban, conservaban y ponían en circulación documentos, libros, objetos y saberes que, relacionados con la historia local o regional, contribuyen a la construcción de memoria y de una nueva perspectiva de país.

Todos estos actos podrían verse y analizarse como prácticas a favor de la vida a través de las cuales la población civil ha sobrevivido a la violencia del conflicto armado y que pueden ser abordados como experiencias de paz positiva. Este artículo tiene como objetivo precisamente contribuir a ese campo de los estudios sobre la paz y, específicamente, a nutrir con contenidos esa relación entre bibliotecas públicas, conflicto armado y construcción local de la paz.

Abordaré en primer lugar las maneras en que las bibliotecas públicas colombianas han logrado mantener sus puertas abiertas pese al conflicto armado, pues es conocido que la guerra en el país no sólo ha afectado negativamente a determinadas personas con algún rol de liderazgo o a grupos poblacionales específicos (indígenas, campesinos, afrocolombianos, con identidades sexuales diversas) sino también, aunque poco explorado, al funcionamiento de las instituciones estatales y de las organizaciones de la sociedad civil u eclesiástica. Sin embargo, me llama la atención que la mayoría de las bibliotecas públicas han salido ilesas del conflicto armado. Por ejemplo, los bibliotecarios y las bibliotecarias pocas veces tuvieron que cerrar forzosamente las instalaciones de sus bibliotecas pues estos lugares no eran blancos de ataques armados. Tampoco fue usual que hayan recibido órdenes de quienes detentaban el poder de las armas para suspender actividades o programas de lectura desarrollados en ellas y, a diferencia de oficios como la docencia, el periodismo o el liderazgo comunitario, no se conocen estadísticas sobre persecución, amenaza o asesinatos de bibliotecarios o bibliotecarias por desempeñar su labor.

Según la narrativa de los y las bibliotecarias con los que conversé, lograr mantener las puertas abiertas de las bibliotecas públicas pasó por la consideración tácita que hicieron los armados de estos lugares como “sitios neutrales” o sin el poder de ocasionar una oposición, alteración o derrocamiento explícito de sus dominios militares. En otras palabras, los armados no percibieron en las acciones y programas emprendidos desde la biblioteca pública amenaza alguna y esa podría ser, desde la perspectiva de los y las bibliotecarias, una de las posibles razones por la que esta entidad del Estado colombiano, a diferencias de otras, no se convirtió en un objetivo militar.

Lo segundo que trataré en este artículo tiene que ver con la idea de que las bibliotecas han logrado emprender una ardua tarea en función de la construcción de la paz en el país. Estos sitios se han venido consolidando en la narrativa nacional como espacios idóneos para incentivar el diálogo plural, la memoria histórica local, la lectura y la escritura como herramientas indispensables para la superación de los conflictos armados y para la creación o fortalecimiento de una cultura de convivencia pacífica y respetuosa entre los seres humanos. La biblioteca pública en Colombia se ha posicionado como una institución estatal de carácter social y cultural articulada a la comunidad.

Sobre la investigación y la estrategia metodológica

El proceso de paz emprendido por el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y los representantes de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –FARC, motivó a que la Biblioteca Nacional de Colombia diera inicio, en el año 2015, a una serie de reflexiones sobre la manera como las bibliotecas públicas del país aportan o podrían aportar a la construcción de la paz. En función de ese propósito y partiendo de entender la construcción de la paz como un proceso que comienza mucho antes de la firma de los acuerdos de finalización de un conflicto armado y continúa con mayores desafíos después de éstos (Calderón, Percy 2009), lideré una investigación que puso como centro de atención las voces y experiencias de bibliotecarias y bibliotecarios públicos de los departamentos de Putumayo, Norte de Santander, Caquetá, Nariño, Valle del Cauca y Chocó.

Este artículo tiene como objetivo presentar unos resultados preliminares, y por lo tanto generales, de esa investigación. Es un documento construido con base en los relatos de veintiséis bibliotecarias y bibliotecarios públicos entrevistados en sus lugares de trabajo y en observaciones no participantes llevadas a cabo en tres encuentros departamentales de bibliotecarios públicos durante el año 2015. Con estas personas conversé alrededor de las siguientes preguntas: ¿Qué ha hecho y cómo ha logrado la biblioteca pública sobrevivir a los embates del conflicto armado colombiano o a dinámicas relacionadas con este? ¿Qué hace que las bibliotecas públicas en Colombia sean percibidas como lugares que le aportan a la construcción de la paz? ¿Cómo se construye, se entiende y se asume la paz desde una institución como la biblioteca pública? ¿Cuál es papel de la biblioteca pública durante el postconflicto armado?

Bibliotecas Públicas, conflicto armado y construcción de la paz

El conflicto armado en el país no sólo afectó negativamente a diversos grupos poblacionales específicos sino también al funcionamiento de las instituciones estatales y de las organizaciones de la sociedad civil. En algunas zonas de Colombia, entidades como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar –ICBF4 “El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, creado en 1968, es... u otras instituciones vinculadas al desarrollo de políticas sociales para la garantía y el acceso a derechos básicos5 Este es el caso de las entidades que pertenecen a la Agencia... tenían restringida la entrada y, en casos más lamentables, no podían ingresar a ellas ni mucho menos poner en marcha sus programas o proyectos. Desafiar esas órdenes impuestas por los grupos armados que dominan el territorio podía traer consigo la amenaza, el destierro o la muerte violenta.

Según el Grupo de Memoria Histórica, entre 1988 y 2012 “los ataques contra instituciones públicas (alcaldías, concejos, sedes de la Caja Agraria, sedes de la Registraduría del Estado Civil, empresas de servicios públicos, entre otras) registraron 366 acciones (7.1%)” (GMH 2103, página 101) de los 5.138 casos de daño analizados por esta entidad. Todas estas entidades fueron objeto directo de la guerra en “un ejercicio de la violencia que no sólo aniquila a las personas, sino que destruye el entorno material y simbólico de las víctimas” (CNMH, 2013, p.38).

De hecho, en medio de las confrontaciones bélicas, algunas de las instalaciones de estas instituciones estatales se usaron como escudos protectores, en otras ocasiones se convirtieron en cuarteles provisionales y en otros momentos se las atacó e incluso destruyó materialmente. Estas formas particulares de ejercer la violencia bien podrían catalogarse, tal como lo propone el Centro Nacional de Memoria Histórica –CNMH, como arrasamiento. A través de esta manera de vaciar los territorios hemos presenciado en el país el cierre temporal de estos lugares públicos, la interrupción del funcionamiento de los mismos o la amenaza de muerte, el destierro y el asesinato de las personas que están al frente de ellos.

Otros hechos violentos que tienen como finalidad “ocasionar una alta letalidad y devastación sobre la población civil” (GMH 2013, página 101) como el ocurrido el 2 de mayo de 2002 en Bojayá (Chocó), cuando un cilindro bomba, lanzado por guerrilleros de las Farc en medio de enfrentamientos con paramilitares, hizo impacto en la iglesia donde la población civil se resguardaba del fuego cruzado dejando consigo la muerte de 79 personas (GMH, 2010); evidencian maneras crueles de impedir la labor que se les ha encomendado a las instituciones públicas y sociales. Todos estos actos podrían dar cuenta de los daños que la guerra le ha ocasionado a la democracia, pues se “trata de ataques que pretenden asegurar una visibilidad pública de la violencia que contribuya a generar pánico entre la ciudadanía y a propagar una percepción de desestabilidad” (GMH 2013, página 101). Para el Grupo de Memoria Histórica, los daños a la democracia “inhiben e impiden la participación ciudadana en las decisiones públicas, así como en la organización, deliberación y oposición política” (GMH 2013, p.281).

También se ha documentado que otra forma en que las instituciones del Estado se han visto afectadas por el conflicto armado colombiano es por la captación (Garay, Jorge et al, 2008) que algunos grupos armados o redes del narcotráfico han hecho de ellas. Este término ha sido “usualmente definido como una especie de corrupción económica a gran escala en la que agentes privados influyen en la formulación de leyes, normas, decretos, regulaciones y políticas públicas, en la búsqueda de favorecer sus propios intereses egoístas y en detrimento del bienestar general” (Ibíd., p.10). Los diversos dominios armados que lograron establecer los paramilitares de las AUC en una serie de municipios o el fenómeno conocido en el país como la parapolítica, que da cuenta de los vínculos entre políticos y paramilitarismo, son claros ejemplos de esa captación del Estado.

A pesar de esos daños, resulta llamativo que las bibliotecas públicas colombianas no se hayan convertido directamente en objetivos militares6 Aunque algunas de ellas, por encontrarse ubicadas cerca o al lado de otras.... De hecho, no se conocen estadísticas sobre persecución, amenaza o asesinatos de las personas que las atienden por desempeñar su labor, tal como sí ha ocurrido en otros contextos mundiales de guerra. A propósito del primer planteamiento, Alberto Zapata, que para el año 2013 se desempeñaba como director técnico de la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá, afirmaba, durante un seminario de adquisiciones de materiales bibliotecarios latinoamericanos, lo siguiente:

No son pocos los casos en los cuales las bibliotecas han sido objeto de los rigores de la guerra. Los más recientes, al menos por su importancia mundial, fueron la destrucción de la Biblioteca Nacional de Bosnia y la Biblioteca Nacional de Irak, cuyos fondos fueron prácticamente destruidos producto de las acciones bélicas (Zapata 2003, 3).

En un encuentro de bibliotecarios de Norte de Santander (2015) y después de que uno de los promotores de lectura de la Estrategia Promotores de Lectura Regionales de la Biblioteca Nacional de Colombia leyera un pequeño fragmento del libro El secuestro de la bibliotecaria, de Margaret Mahy7 “La señorita Ernestina Laburnum es una bella bibliotecaria a cargo..., varias de las personas que asistieron a ese evento se cse conectaron con sus experiencias como bibliotecarias en medio del conflicto armado. En ese acto de rememoración, algunas de ellas insistieron en que durante la época “dura de la violencia” los grupos armados presentes en la región no se “metieron” con las bibliotecas públicas, pues al parecer “era como si los violentos respetaran esos lugares”. Una posible explicación de por qué ocurría “semejante cosa”, tenía que ver con esa idea de que las bibliotecas, en tanto son entidades públicas se perciben como lugares o sitios neutrales y, en razón de ello, “los violentos se abstienen de dañarlas, destruirlas u hostigarlas”8 Notas de campo. Encuentro Departamental de Bibliotecarios de....

Esta apreciación fue acompañada de otra afirmación proporcionada por alguien más: las bibliotecas públicas se configuran como lugares que eclipsan o conjuran las acciones violentas emprendidas por los grupos armados. Y tal conjuro no se debe necesariamente a que los grupos armados respeten los lugares que han sido protegidos por el Derecho Internacional Humanitario (DIH), pues las infracciones a este tratado internacional a lo largo de la historia de la confrontación armada en el país han sido amplias y dolorosas. Según algunos de los bibliotecarios que participaban de este encuentro departamental, los armados no “sienten que las bibliotecas sean una amenaza” a sus intereses de control o estrategias de guerra. En razón de esa “no amenaza”, las bibliotecas han pasado desapercibidas, pues “quién va a creer que, con solo prestar libros, realizar jornadas de lectura en voz alta, ayudar a los niños a hacer tareas, leer cuentos, novelas, poesía, se está transformando la vida de las personas, pues eso es lo que hace una biblioteca comprometida con su comunidad”9 Notas de campo. Encuentro Departamental de Bibliotecarios de....

Al contrario de lo que podría esperarse de lugares en donde predomina la muerte violenta, la biblioteca en Colombia como una institución pública, de carácter social y cultural articulada a la comunidad (Rodríguez Gloria, 2011), ha alcanzado a posicionarse, según la narrativa de varias bibliotecarias, bibliotecarios y personas que apoyan las labores de la biblioteca pública, como un lugar de paz y para la paz, de reconocimiento de los otros y de tranquilidad para quienes la visitan, la construyen y la hacen posible. A propósito de esto, una bibliotecaria de un municipio del Caquetá afirmaba que para ella la biblioteca precisamente era “la esperanza de una generación pisoteada por la guerra”10 Notas de campo. Encuentro Departamental de Bibliotecarios... en tanto es un espacio que ofrece alternativas a favor de la vida.

La “esperanza” para estas personas tiene múltiples formas y gestos de expresión que se revelan en el día a día. Están, por ejemplo, aquellas sonrisas que se despliegan cuando llega un usuario; aquel saludo cálido de bienvenida; aquellas invitaciones a leer en voz alta o en la intimidad pasajes o libros de literatura y, de esta forma, ampliar la mirada y los referentes de nosotros mismos y de los demás o de procesar experiencias dolorosas de la vida; están presente también aquellas apuestas de extensión bibliotecaria que tienen como propósito acercar a más personas a la biblioteca y de paso contribuir a que los derechos de acceso a la información y a la cultura lleguen a más pobladores, especialmente, los que habitan el campo colombiano o de aquellos que viven en las periferias de los cascos urbanos y de las ciudades.

Estos actos de esperanza sólo pueden comprenderse y dotarse de sentido bajo la siguiente idea expresada por Estela Nupán, la misma bibliotecaria que cité al inicio de este texto, a propósito del desarrollo de actividades de lectura en voz alta con comunidades rurales:

Nosotros asumimos que cada vez que llegamos a las comunidades y leemos literatura en voz alta, no nos estamos limitando a una actividad más de recreación para la gente; no sólo se trata de compartir con esas comunidades la palabra escrita y las historias que a través de esas letras se cuentan como un acto de recreación. Cada vez que le lees un libro a otro lo que realmente estás haciendo es trasmitiendo gestos de afecto y ese afecto es un acto político, pues se trata de reconocer y valorar a otro que por lo general no se valora ni se reconoce. Entendemos que quizá para muchos niños que participan de esa actividad de lectura se convierte en una experiencia afectiva, pues las voces que ellos escuchan generalmente son voces de desánimo, de agresión, de ofensa, de miedo, mientras que la voz de quien les lee un cuento o una historieta va acompañada de unos brazos abiertos, de unos oídos atentos, de una voz que dice quiero acompañarte en este proceso de acercamiento al mundo de los libros11 Entrevista # 1 a Estela Nupán Bibliotecaria Valle del Guamuez,....

Las palabras de esta bibliotecaria me conectan claramente con algunos planteamientos expuestos por la antropóloga francesa Michèle Petit en su estudio El arte de la lectura en tiempos de crisis. Esta autora señala que a lo largo del siglo XXI los programas de lectura, incentivados por mediadores culturales12 Tales como bibliotecarios o agentes de lectura vinculados a entidades..., han ocupado un lugar central en diferentes regiones del mundo en las que aún se viven situaciones de guerra o de violencia, crisis económicas intensas, éxodos de poblaciones o catástrofes naturales (Petit 2009, 19)13 En esta investigación la autora centra su atención el Latinoamérica.... Y esto se debe, según la autora, a que “los libros leídos ayudan a veces a soportar el dolor o el miedo, a transformar las penas en alegrías y a recuperar la alegría” (Petit 2009, 29), es decir, sirven para enfrentar las aflicciones de la vida. Desde esta perspectiva, la lectura ofrece “salidas para no quedar atrapados en los componentes destructivos de aquello que nos toca enfrentar” (Petit 2009, 28). En ese mismo estudio, Petit plantea que “casi siempre, esas experiencias tienen poca difusión y son ignoradas o poco conocidas […] Sin embargo están llenas de enseñanzas” (Petit 2009, 19). De ahí que Petit se haya interesado por mostrar los aportes de la lectura de literatura a la transformación de la vida.

Además de las experiencias de lectura, las bibliotecas resultan un espacio de encuentro entre el patrimonio material representado en libros y documentos y la transmisión oral de los saberes alrededor de situaciones de conflicto o paz. Por ejemplo, en la biblioteca pública Misak Misak Ala Kusrei, en Silvia Cauca, uno de los documentos más valiosos para la comunidad es el acta en la que el territorio pasa de los terratenientes a la comunidad indígena, un hecho crucial después de muchos conflictos y vejaciones a la que comunidad indígena de la zona fue sometida. María, la bibliotecaria, dice que quiere que estos documentos se preserven y se trasmitan a otras generaciones junto con los saberes y conocimientos del taita Javier Calambas, que es la persona en la que se encarnan estas historias. Este documento, junto con otros que tiene el taita, habla de violencia, de derechos indígenas, de la historia de este territorio. Estos soportes documentales hacen parte de la experiencia de encontrar salidas para la paz y por ello resulta importante saber cuáles son, dónde están y en qué estado se encuentran.

“Acá mantenemos las puertas abiertas”

Ignacio Martín-Baró logró constatar en El Salvador que durante los períodos de crisis social por los que un determinado país puede transitar, cuando está en guerra o en conflicto armado, no sólo se genera destrucción, sino que también se desencadenan reacciones favorables en ciertos sectores de la población. Él afirmaba que “enfrentados a situaciones límite, hay quienes sacan a relucir recursos de los que ni ellos mismos eran conscientes o se replantean su existencia de cara a un horizonte nuevo, más realista y humanizador” (Martín-Baró, 1990: 5).

Esto es precisamente lo que ha ocurrido en diversos lugares de Colombia a través de la labor que emprenden algunas bibliotecarias y bibliotecarios. Estas personas han logrado hacer de la biblioteca pública un microespacio para confrontar los impactos negativos del conflicto armado y en el cual “los valores de la civilidad se sobreponen a las dinámicas de la violencia” (Barreto, 2015:47). Es decir, sus acciones, así como las promovidas por otros pobladores y sus organizaciones, muestran “como ganarle espacio civil a las dinámicas de la violencia mediante procesos sociales, culturales, políticos y económicos” (Varios autores, 2015:36).

Los bibliotecarios y las bibliotecarias con los que conversé, pocas veces han tenido que cerrar forzosamente las instalaciones de sus bibliotecas pues estos lugares no se han convertido en los blancos de ataques armados. Tampoco han recibido órdenes de quienes detentan el poder de la violencia de suspender actividades o programas de lectura desarrollados en ellas y, a diferencia de oficios como la docencia, el periodismo o el liderazgo comunitario, no se conocen estadísticas sobre persecución, amenaza o asesinatos de bibliotecarios o bibliotecarias por desempeñar su labor.

Paradójicamente, las narrativas de los y las bibliotecarias entrevistados, coinciden en que en Colombia las bibliotecas públicas se cierran principalmente por la falta de apoyo y voluntad política de los gobiernos locales y regionales de turno. Así lo expresaba una bibliotecaria de un municipio de Nariño:

Tristemente tengo que decir que lo que más nos afecta en el funcionamiento de la biblioteca pública no es el conflicto armado sino la poca importancia que le dan a la cultura y al conocimiento los alcaldes que hemos tenido. Aquí estuvo la guerrilla y luego los paramilitares, pero eso no fue un obstáculo para mantenernos en pie, para mantener las puertas abiertas de este lugar. Sí lo ha sido el no compromiso de los políticos14 Entrevista # 15 a Eduardo Tarapues Bibliotecario de Cumbal, Nariño, 14 de....

Según la narrativa de los y las bibliotecarias, lograr mantener las puertas abiertas de las bibliotecas públicas pasa por la consideración tácita que hacen los armados de estos lugares como sitios neutrales o sin el poder de ocasionar una oposición, alteración o derrocamiento de sus dominios militares. En otras palabras, los armados no perciben en las acciones y programas que se emprenden desde la biblioteca pública amenaza alguna y esa podría ser, desde la perspectiva de los y las bibliotecarias, una de las posibles razones por las que esta entidad del Estado colombiano no se ha convertido en un objetivo militar. En razón de esa “no amenaza”, las bibliotecas han pasado desapercibidas, pues “quién va a creer que, con solo prestar libros, realizar jornadas de lectura en voz alta, ayudar a los niños a hacer tareas, leer cuentos, novelas, poesía, se está transformando la vida de las personas, pues eso es lo que hace una biblioteca comprometida con su comunidad”.

La apreciación de los y las bibliotecarias es distinta a la que tiene “la gente armada”. Para ellos, la biblioteca es un espacio a través del cual es posible “eclipsar o conjurar las acciones violentas emprendidas por los grupos armados”. Tal conjuro es posible por mostrarse “inofensivos” en su labor de bibliotecarios y por “sólo hacer uso de la literatura o de los libros” en cada actividad que desarrollan. Debajo de esta sutileza se configura toda una estrategia de resistencia contra el terror y el miedo. La siguiente historia compartida por una bibliotecaria pública del departamento de Putumayo alrededor de la consolidación de una revista literaria, ejemplifica ese modo de confrontar, desde lo sutil y cotidiano a los violentos.

Una revista literaria que alivia dolores

“Los muertos jamás trancarán nuestras puertas porque la vida siempre puede y los fusiles no son blindados” (Katharis No 1, 2004, p.1). Estas fueron algunas palabras que Ítalo Pantoja escribió en la presentación de la primera edición de Katharsis, la revista literaria del Putumayo, allá en un pueblo del piedemonte amazónico que se llama La Hormiga.

Estas palabras fueron escritas en el año 2004 y aquel lugar, como muchos otros municipios que conforman el departamento de Putumayo, en el sur del país, estaba invadido y controlado por el Bloque Sur de las Autodefensas Unidas de Colombia. Estos paramilitares entraron violentamente a inicios de 1999, y para finales de ese año ya se habían instalado y obligado a cientos de campesinos a tener que cohabitar con ellos, pagar vacunas o impuestos, cederles sus casas, obedecer órdenes, enmudecerse (Cancimance, 2012). Todo esto para evitar la muerte violenta o el desarraigo.

En medio de las atrocidades cometidas por los paramilitares fue que nació la revista Katharsis con el propósito de convertirse en un medio de expresión que desde la literatura le hiciera frente a la guerra desatada por paramilitares, narcotraficantes y guerrilleros. Se trataba de una lucha silenciosa y sutil que aprovechaba su expresión en la idea que tenían los armados de lugares como la biblioteca pública: “un sitio para guardar y prestar libros viejos”.

Un pequeño grupo de personas, jóvenes y adultos, estudiantes y profesores, amas de casa, hombres y mujeres, hermanados alrededor de la Biblioteca Pública Municipal, observaron que los armados que vivían en el lugar estaban silenciando la libre expresión del pueblo, pues por imposición del Bloque Sur, las personas tenían prohíbo referirse a la guerra, protestar, reclamar o simplemente preguntar por un ser querido desaparecido, asesinado o desterrado, controlando de este modo no sólo la economía del lugar, la tierra, los cultivos, sino las emociones, los dolores y los duelos no resueltos de la gente.

Para esa época, una madre o un padre, o cualquier familiar, vecino, compadre, no podía denunciar a su verdugo por la muerte, amenaza o los golpes físicos que había recibido su ser querido. Usualmente el dolor quedaba enterrado y escondido en el cuerpo, quedaba condenado a las fatigas del corazón, a los nudos en las gargantas, a los pechos y ojos ahogados por el llanto, a las pesadillas, al insomnio, a los sobresaltos. A cualquier malestar físico. No había palabra que mediara, que ayudara a alivianar las cargas, a compartir con otros también adoloridos, a sanar las heridas.

En función de ese malestar colectivo, estas personas que se conformaron como Grupo Amigos de la Biblioteca Pública, tuvieron la valentía de desarrollar una estrategia de resistencia a la guerra. Creyeron que una manera de ayudar a tramitar el dolor de la gente y a hacer público los daños que el conflicto estaba dejando en todo un pueblo, era a través de la literatura, de la escritura y la lectura en voz alta o en susurros de esas cosas que afligían al corazón. La literatura se presentaba entonces como una opción sutil de protestar, de hacer memoria, de dignificar a los muertos, de evitar el olvido, de ser letras que condensaban múltiples voces y experiencias alrededor de los sufrimientos. La literatura era entonces un lenguaje alterno a la voz denunciante y reclamante, a las marchas ausentes, a las súplicas no atendidas que se les hacía a los perpetradores para que respetaran la vida de alguien. Eran palabras escritas en relatos, cuentos, poesía a las que los paramilitares no podían vetar o castigar. Eran relatos que después se leían en tertulias, al lado de una fogata, bajo los cielos estrellados de la llanura amazónica, al lado de los ríos y quebradas, debajo de los puentes desde los que habían sido lanzado los cadáveres de campesinos. La literatura era la forma de oponerse a la maldad de los verdugos, de repudiarlos y de exigir su castigo.

“Nuestro oficio es más que prestar libros”

Lograr mantener las puertas abiertas de las bibliotecas públicas no sólo cumple con el propósito de ganarle la batalla al conflicto armado en los términos planteados en la sección anterior. Para los y las bibliotecarias también significa proporcionar a todas las personas que frecuentan estos espacios, alternativas de acceso al conocimiento, a construirlo a través de la recuperación de la memoria local y contribuir a hacer posible los derechos humanos. Varios investigadores sobre la cultura escrita han asegurado, con suficiente evidencia empírica, que la lectura y la escritura contribuyen al fortalecimiento de la democracia y al desarrollo social, pues son derechos a través de los cuales se pueden mejorar las condiciones de vida y las posibilidades de ser, de estar y de actuar en el mundo. Los siguientes relatos respaldan estas afirmaciones:

Sabemos que, en pueblos como estos, con una poca oferta cultural para la gente, principalmente para los niños, los jóvenes y los adultos mayores, la biblioteca es un lugar muy importante. Nuestras actividades, además de convertirse en una manera para el aprovechamiento del tiempo libre de los jóvenes y de los niños, también entran a suplir esas necesidades culturales y sociales15 Entrevista # 18 a Lucely Narváez Bibliotecaria de Samaniego, Nariño....

Recuerdo una jornada de lectura en voz alta con un grupo de mamás y sus niños pequeños. Y le voy a contar esa historia porque muestra que desde la biblioteca pública también podemos generar que las personas dialoguen sobre un tema y a partir de esos diálogos o debates no sólo interactúen con otras personas, sino que construyan una manera de relacionarse con el mundo, que amplíen sus conocimientos y reflexionen sobre la vida misma. En esa ocasión trabajamos con el tema de monstruos. Leímos el libro Ahora no, Bernardo, un libro que sirve para hablar sobre cuáles son los monstruos que pueden estar atrapando a nuestros hijos. Después de leer ese texto, lanzamos la pregunta ¿cuáles son los monstruos que creemos pueden raptar a nuestros hijos y no nos damos cuenta? Entonces las mamás empezaron a decir: las drogas, el abuso y las armas. En esos conversatorios, sin importar si son madres creyentes de una religión como la pentecostal, o si son de la zona rural, ellas tienen algo por decir en relación a esos monstruos. Entonces trabajar con esas madres leyendo cuentos es muy bonito porque ellas mismas empiezan a generar debate, y en el caso de los cuentos de monstruos ellas mismas descubren quiénes son los monstruos y de este modo estar más atentas16 Entrevista # 26 a Margoth Rojas Bibliotecaria de Palmira, Valle, 19 de....

Las bibliotecas públicas entonces se han venido consolidando como espacios idóneos para incentivar el diálogo plural, la memoria histórica local, la lectura y la escritura como herramientas indispensables para la superación de los conflictos armados y para la creación o fortalecimiento de una cultura de convivencia pacífica y respetuosa entre los seres humanos. Tenemos el privilegio de contar en todo el país con lugares de encuentro abiertos a toda una comunidad y a partir de los cuales se tiene como propósito formar ciudadanos lectores y bien informados, capaces de participar activamente y contribuir al desarrollo social y cultural de cada localidad. Desde esta perspectiva, posicionamos las bibliotecas públicas como un instrumento de cambio social y un espacio para el ejercicio de los derechos ciudadanos.

Muchas bibliotecas públicas se han dedicado a recolectar información sobre la historia de su municipio, a homenajear a sus líderes comunitarios y dar a conocer sus historias de vida, a recuperar las tradiciones o esas historias sobre las festividades, la comida, las prácticas religiosas. Este proceso de recuperación de la memoria aporta a la identidad local y a la creación de conocimientos sociohistóricos. Este rol de salvaguardar la memoria ha sido una función llevada a cabo principalmente por las bibliotecas rurales e indígenas del país.

“Aquí es posible transformar la vida de las personas”: aportes a la construcción de la paz en Colombia

La biblioteca pública en Colombia se ha posicionado como una institución estatal de carácter social y cultural articulada a la comunidad. Desde esta perspectiva varios bibliotecarios han hecho de su trabajo una oportunidad para transformar la vida de quienes frecuentan estos espacios. Otros tantos han conseguido ampliar las fronteras de la biblioteca, pues han podido llegar con sus libros y programas de lectura no sólo a las zonas más alejadas de los cascos urbanos en donde generalmente se encuentran ubicadas las bibliotecas públicas, sino a aquellos sitios “prohibidos” o en los que la presencia de diferentes entidades del Estado ha sido vetada. Esta sección muestra algunos relatos en función de esos puntos.

“Canjeo juguetes bélicos por la lectura de cuentos”

Varias bibliotecarias y bibliotecarios públicos entrevistados se refirieron al alto impacto negativo que sufren los niños y las niñas que crecen en medio del conflicto armado. Sus relatos hacían referencia a niños y niñas que entraban con juguetes bélicos a la biblioteca pública, a la agresividad con la que interactuaban con otros usuarios de este espacio y al “poco cuidado y amor” que tenían con los libros, con ellos mismos y con los demás.

Martín-Baró (1990) señaló que el crecimiento de los niños en medio de un contexto bélico hace que éstos aprendan que la violencia es la respuesta más importante para resolver los problemas de la existencia y que su actitud tienda a oscilar entre el empleo de la violencia y la impotencia, según la capacidad que atribuya a aquellos con quienes se relaciona. De esta manera, las reacciones de los niños frente a la guerra, según Baró, suelen ser fuertemente emocionales: gritos, llantos, terror; pero también es característico que desarrollen un patrón relativamente estable de insensibilidad emocional, es decir, que el excesivo costo emocional de las experiencias vividas los lleve a una desensibilización defensiva que los hace aparecer como fríos, insensibles, y aun carentes de emociones en la vida.

“Es doloroso ver a los más pequeños actuando así” decía una bibliotecaria del Caquetá mientras recordaba la época de la violencia en la zona. “Parece que de tanto presenciar las matanzas y de ver a los adultos con armas, nuestros niños no sólo quieren imitar en esas cosas a los adultos, sino que se han llenado de rabia y odio y uno los ve en sus juegos queriendo matar a los demás”, aseguraba otra bibliotecaria de Putumayo. Pese a esos sentidos comentarios, todas estas personas albergaban la esperanza de que desde la biblioteca pública se podía transformar esa realidad. Así se evidencia en el siguiente relato:

Acá a la biblioteca algunos niños llegan muy violentos, llegan con juegos violentos e incluso con juguetes bélicos y uno como bibliotecario, si uno quiere que esto de la paz ocurra, que la biblioteca se posicione como un lugar para la paz, uno debe explicarle a ese niño por qué no deben traer esos juguetes a la biblioteca o porque no deben jugar con agresividad. Yo personalmente he recurrido a varias cosas. Primero les advierto que con esos juguetes no se debe entrar acá, les digo que no están permitidos porque la biblioteca pública es un espacio de paz, tranquilidad. En otras ocasiones he tenido que suspendérselos y devolvérselos sólo si viene la mamá y cuando la mamá viene, yo también le explico el por qué le quité al niño ese juguete. A mí me ha ocurrido algo muy bonito con algunos niños que vienen a la biblioteca con esas armas de juguetes. Cuando les digo que ese tipo de juguetes no son permitidos acá en la biblioteca me han dicho: pues entonces, profe, si usted me lee tantos cuentos, yo no vuelvo a jugar con esos juguetes y eso que le digan a uno es muy chévere. Por supuesto que les digo que lo haré, que les leeré cuentos y que les ayudaré a hacer las tareas. Y mire que esas cosas son bonitas que pasen y por eso la biblioteca transforma vidas17 Entrevista # 23 a Hernán Santiago Bibliotecario de Palmira, Valle del Cauca....

Proporcionarles a los niños otras opciones a las que sus lugares más cercanos les ofrecen, en este caso la casa, negociar con ellos, proponerles un canje de las armas de juguete por lecturas de cuentos se convierte entonces en una estrategia a favor de la construcción de la paz.

“Los jóvenes que rescatamos de la guerra”

Existen otras historias que también dan cuenta de cómo se transforma la vida de quienes frecuentan la biblioteca pública. En el departamento del Cauca, un bibliotecario y una bibliotecaria pública, cada uno de ellos ubicados en diferentes municipios de este territorio, lograron que algunos jóvenes no se fueran para la guerra. En el primer caso, el bibliotecario recurrió a otras instituciones del Estado para evitar que un joven indígena de aproximadamente 11 años ingresara a un grupo de las Farc. En el segundo, la misma bibliotecaria fue la intermediaria entre la guerrilla y un grupo de 7 jóvenes que estaban listos para “subirse al camión de los armados”. Estas son sus historias:

En una ocasión tuve la oportunidad de hacerle seguimiento a un niño indígena que iba a la biblioteca a que le prestara internet. En el historial del computador aparecía que él miraba videos de niños en las FARC, el niño tenía más o menos 11 años, muy avispadito el pelao. Después de que me di cuenta de eso ahí mismo busqué a la psicóloga del ICBF y le conté el caso, le dije que hiciera algo, pues el niño estaba a punto de irse para el grupo armado18 Entrevista # 23 a Nohora Zorrilla Bibliotecaria de Jamundí, Valle del Cauca....

Un día me llamaron y me dijeron: señora bibliotecaria, véngase a la vereda porque a mí hermanito se lo van a llevar al monte. Entonces, como yo ya venía realizando trabajo desde la biblioteca en ese lugar, fui. Y pues resulta que no era el hermanito sino el mismo muchacho que me llamó y seis muchachos más los que estaban listos para irse al grupo armado, esperando el carrito que viniera por ellos. Entonces yo llevaba la mochila viajera, los libros, pero yo no sabía nada, entonces yo les leí un cuento, a ellos les gustó y hasta unos se identificaron con el cuento. De repente empezaron a llorar y a abrazarme y pues a mí me preocupaba tanta emoción ¿por qué? ¿será que en vez de estar haciendo un bien con esto de leerles cuentos estoy haciendo un mal? Entonces yo le dije a uno: ¿ustedes a qué están jugando? Y uno me contestó: lo que pasa es que nosotros les dimos nuestra palabra a la guerrilla y nos vamos a ir a la guerra. A pesar de que yo podría entrar en problemas, ahí mismo busqué a la junta comunitaria y entre todos rodeamos a esos jóvenes. Cuando la guerrilla llegó, empezamos a decirles a ellos que nosotros nos responsabilizábamos de los jóvenes, que yo los iba a acompañar desde la biblioteca pública para que tuvieran algo que hacer en el tiempo libre mientras la junta comunal les iba a buscar algún trabajo. Todo terminó en que la guerrilla nos dio dos meses de plazo para demostrar que esos jóvenes de verdad iban a ser algo útil en la comunidad. Yo sí creo que, si esos jóvenes no hubiesen tenido el apoyo de la biblioteca pública, ahora estuvieran en la guerra o quizás ya estuvieran muertos.

Salimos de las cuatro paredes de la biblioteca pública

La construcción de la paz desde las bibliotecas públicas también ocurre a través de sacar los libros y los servicios bibliotecarios a las zonas rurales más alejadas de las bibliotecas públicas e incluso llegar hasta los sitios en los que ninguna otra institución del Estado logra acceder por las restricciones que les imponen los grupos armados. Cuando una institución del Estado logra llegar a zonas distantes de los conglomerados urbanos ofreciendo servicios que garanticen su función social, se está contribuyendo a la construcción de la paz y a ese interés de finalizar el conflicto armado.

Las conversaciones con varios bibliotecarios y bibliotecarias entrevistados para esta investigación, evidenciaban que muchas comunidades rurales del país no han podido hacer posible estos derechos, pues los servicios bibliotecarios no tienen mayor incidencia en estos espacios. Es más, una gran cantidad de la población rural desconoce que existe una biblioteca pública y que pueden acceder a estos espacios en calidad de ciudadanos. Pese a esta situación, en varias bibliotecas públicas visitadas durante esta investigación, se viene trabajando en el fomento de los derechos a la lectura y a la escritura en las zonas rurales. Varios bibliotecarios del país han creado programas de extensión bibliotecaria para acceder a estas zonas.

Incluso, fue sumamente relevante conocer el interés de una bibliotecaria del Chocó de trabajar en una zona rural en la que habitan hombres y mujeres desmovilizados de las AUC. Para lograr iniciativas como estas se requiere fortalecer la biblioteca pública y estimular la creación de actividades de lectura, escritura y de divulgación cultural, a través de las cuales se contribuya a la promoción de la convivencia, la tolerancia y la no estigmatización. Ya existen experiencias en las bibliotecas públicas que han prestado sus instalaciones para el trabajo con excombatientes y en ocasiones ha sido la misma biblioteca la que ha buscado este tipo de población para trabajar desde la lectura y la escritura. La biblioteca pública se ha convertido entonces en un lugar de acogida de los excombatientes en el que no sólo se ha trabajado para mejorar sus vidas personales, sino que también se ha incentivado para que estas personas lideren trabajos en la comunidad y puedan con ello contribuir a la reconciliación nacional. Estamos al frente de bibliotecas públicas que le apuestan a la reconciliación. Por ejemplo, volviendo al caso de la bibliotecaria del Chocó que estaba interesada en trabajar con excombatientes a partir de la creación de un programa de servicio social que fuese liderado por ellos. Estas personas, según el deseo de la bibliotecaria, podrían convertirse en promotores de lectura en voz alta después de que ellos hayan transitado por los programas estatales de reinserción a la vida civil, pues este tránsito requiere procesos complejos no solo para los sujetos individuales sino también para las comunidades a las que ellos llegan. Una posible cultura de reconciliación comienza entonces cuando una sociedad se relaciona de forma diferente con aquellas personas que algún momento fueron los perpetradores. Cuando una comunidad se da la oportunidad realmente de recibirlos y no excluirlos o estigmatizarlos.

Referencias Bibliográficas

Calderón, Percy (2009). Teoría de conflictos de Johan Galtung. En Revista Paz y Conflictos. Nº 2, 2009. Instituto de la Paz y los conflictos. Universidad de Granada, España.

Cancimance, Andrés. (2018). Echar raíces en medio del conflicto armado. Resistencias cotidianas de colonos en Putumayo. Centro de Estudios Sociales –CES- Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá.

Das, Veena, Arthur Kleinman. 2000. Violence and Subjectivity. Londres: University of California Press.

Das, Veena, Arthur Kleinman y Margaret Lock. 1997. Social Suffering. Berkeley: University of California Press.

Galtung, Johan. 1964. ‘An Editorial’. En Journal of Peace Research, 1 (1), 1-4.

Grupo de Memoria Histórica. 2013. ¡Basta Ya! Colombia: Memorias de guerra y de dignidad. Informe General Grupo de Memoria Histórica. Bogotá: Imprenta Nacional.

Grupo de Memoria Histórica. 2010. Bojayá. La guerra sin límites. Bogotá: Ediciones Semana.

Grupo de Memoria Histórica. 2009. Caja de herramientas para la reconstrucción de memoria histórica. Bogotá

Jimeno, Myriam. 2007. “Lenguaje, subjetividad y experiencias de violencia”. En: Antípodas 5: 169-190. Bogotá: Universidad de los Andes

Jimeno, Myriam. 2006. Juan Gregorio Palechor: historia de mi vida. Bogotá, Colombia: Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), Universidad del Cauca, Universidad Nacional de Colombia.

Jimeno, Myriam. 2003. “Unos cuantos piquetitos. Violencia, mente y cultura”. En: Palimpsestvs 3: 110-125. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

Mahy, Margaret. 1999. El secuestro de la bibliotecaria. Madrid, España: Grupo Santillana de Ediciones S.A

Norsdtrom Carolyn & Joam Martin. 1992. The paths to domination, resistence and terror. Berkeley: University of California.

Nordstrom, Carolyn y Antonius Robben. 1995. Fielword under Fire: Comtemporary Studies of Violence and Suvirval. Berkeley: Universidad de California Press.

Paladini Adell, Borja. (2011). “Módulo 5: Construcción de Paz, transformación de conflictos y enfoques de sensibilidad a los contextos conflictivos”. Universidad Nacional de Colombia.

Petit Michèle. 2009. El arte de la lectura en tiempos de crisis. España: Editorial Oceano

Rodríguez Gloria. 2011. Bibliotecas Vivas. Las bibliotecas públicas que queremos. Bogotá: Ministerio de Cultura. Biblioteca Nacional.

Sanz María Alexia (s.f) “Fuentes orales y documentales en la investigación social” En: Proyecto social: Revista de relaciones laborales, ISSN 1133-3189, Nº 3, 1995, págs. 217-230

Zapata, Alberto. 2013. “La biblioteca pública y el conflicto armado en Colombia. Acerca del papel de la biblioteca pública en la construcción de un nuevo país”. En: XLVIII Seminar Adquisitions in Latin American Library Materials. Cartagena: mayo 23-27.


___________
1 Entrevista # 1 a Estela Nupán Bibliotecaria Valle del Guamuéz, Putumayo, 17 de marzo de 2015. Entrevista realizada por Andrés Cancimance.
2 En este campo de estudio sobresalen los siguientes autores: Carolyn Norsdtrom & Joam Martin, 1992; Nordstrom & Robben, 1995; Das, Et al,. 1997; Das, Veena, Arthur Kleinman, 2000; Jimeno 2007 y 2003; Scheper-Hughes & Bourgois, 2004; Cancimance, 2018.
3 Notas de campo. Encuentro Departamental de Bibliotecarios de Norte de Santander, 26 y 27 de marzo de 2015.
4 “El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, creado en 1968, es una entidad del estado colombiano, que trabaja por la prevención y protección integral de la primera infancia, la niñez, la adolescencia y el bienestar de las familias en Colombia” (Qué es el ICBF. En: [Link] [Visitada el 2 de marzo de 2015]).
5 Este es el caso de las entidades que pertenecen a la Agencia Nacional para la Superación de la Pobreza Extrema (ANSPE), una “entidad del Gobierno Nacional encargada de la estrategia de promoción social para la población más pobre y vulnerable del país” (Sobre la ANSPE. En: [Link] [Visitada el 2 de marzo de 2015]).
6 Aunque algunas de ellas, por encontrarse ubicadas cerca o al lado de otras instituciones que han sido atacadas, han resultado afectadas.
7 “La señorita Ernestina Laburnum es una bella bibliotecaria a cargo de la biblioteca principal de una ciudad y, aunque es huérfana y carece de amigos o familiares con dinero, los bandidos de esta novela han decido secuestrarla. Pretenden con esta acción generar un desorden en el orden municipal que obligue a las autoridades pagar por el rescate” (Tomado de: [Link] [Visitado el 1 de julio de 2015])
8 Notas de campo. Encuentro Departamental de Bibliotecarios de Norte de Santander, 26 y 27 de marzo de 2015.
9 Notas de campo. Encuentro Departamental de Bibliotecarios de Norte de Santander, 26 y 27 de marzo de 2015.
10 Notas de campo. Encuentro Departamental de Bibliotecarios del Caquetá, 9 de abril de 2015.
11 Entrevista # 1 a Estela Nupán Bibliotecaria Valle del Guamuez, Putumayo, 17 de marzo de 2015. Entrevista realizada por Andrés Cancimance.
12 Tales como bibliotecarios o agentes de lectura vinculados a entidades estatales y no estatales.
13 En esta investigación la autora centra su atención el Latinoamérica (Estados Unidos, México, Colombia, Brasil) y Europa.
14 Entrevista # 15 a Eduardo Tarapues Bibliotecario de Cumbal, Nariño, 14 de octubre de 2015. Entrevista realizada por Andrés Cancimance
15 Entrevista # 18 a Lucely Narváez Bibliotecaria de Samaniego, Nariño, 19 de octubre de 2015. Entrevista realizada por Andrés Cancimance.
16 Entrevista # 26 a Margoth Rojas Bibliotecaria de Palmira, Valle, 19 de noviembre de 2015. Entrevista realizada por Andrés Cancimance.
17 Entrevista # 23 a Hernán Santiago Bibliotecario de Palmira, Valle del Cauca, 10 de noviembre de 2015. Entrevista realizada por Andrés Cancimance.
18 Entrevista # 23 a Nohora Zorrilla Bibliotecaria de Jamundí, Valle del Cauca, 11 de noviembre de 2015. Entrevista realizada por Andrés Cancimance.

Revista Paca 9, Diciembre 2019, ISSN 2027-257X