Revista Paideia Surcolombiana

ISSN 0124 - 0307 | e-ISSN 2538 - 9572


Artículo de reflexión

Recibido: 22 enero de 2021 / Aceptado: 6 mayo de 2021


Proyección social y necesidades básicas


Social projection and basic needs


Projeção social e necessidades básicas


Daniel Yovanovic Prieto

Licenciado en Educación Física

Universidad Surcolombiana

yovano@usco.edu.co



Resumen


Aceptamos la idea de que el hombre, debido a su avanzada civilización sobre el planeta, tiene múltiples necesidades desde el punto de vista de su desarrollo y de calidad de vida. También aceptamos que muchas de estas necesidades difieren grandemente según la época y el lugar. Sin embargo, existe un grupo de necesidades comunes a todo ser humano y se mantienen invariables a través de la historia y en todas las latitudes. Son las necesidades básicas.


Palabras clave: Proyección social, necesidades básicas, ser humano.


Abstract


We accept the idea that man, due to his advanced civilization on the planet, has multiple needs from the point of view of his development quality of life; We likewise accept that many of these needs differ greatly according to time and place. However, there is a group of needs that are common to all human beings and remain unchanged throughout history and in all latitudes. These are the basic needs.


Keywords: Social projection, basic needs, human being.


Resumo


Aceitamos a ideia de que o homem, devido à sua civilização avançada no planeta, tem múltiplas necessidades do ponto de vista de seu desenvolvimento e qualidade de vida. Também aceitamos que muitas dessas necessidades diferem muito conforme a época e o lugar. No entanto, existe um conjunto de necessidades comuns a todos os seres humanos e que permanecem inalteradas ao longo da história e em todas as latitudes. São as necessidades básicas.


Palavras-chave: Projeção social, necessidades básicas, ser humano.



Si alguien habla de necesidades cambiantes es porque piensa exclusivamente en el mercado y no en el desarrollo humano. Lo que cambia es, simplemente, la manera que las necesidades se satisfacen en cada entorno. Las necesidades básicas del ser humano no cambian y pueden agruparse de diversas maneras:


Por categorías existenciales: vivencia, convivencia, supervivencia y trascendencia.


Por necesidades integrales, según Max-Neef (1984): subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad, libertad.


El hecho de que la valoración de alguna necesidad pueda variar de unas culturas a otras no obsta para que sigan considerando básicas. Por ejemplo, en Japón se valora la identidad en un grado mucho mayor que en otras naciones del mundo, y la subsistencia en un grado significativamente menor, a juzgar por conductas tales como el hara-kiri y el kamikaze.


La proyección social (PS), además de ser una tarea misional de toda institución formal, es uno de los sistemas de satisfacción de necesidades, junto con otros sistemas esenciales, tales como la producción industrial, los recursos naturales y los servicios.


En concreto, y sin desconocer la responsabilidad de otras instituciones como la gobernación, la alcaldía, la electrificadora y el bienestar familiar, entre otros, la universidad tiene el perfil y la capacidad necesaria, suficiente y oportuna para contribuir de manera directa o indirecta al desarrollo de diversos sistemas satisfactores. Los anterior, identificando necesidades insatisfechas en su entorno y aplicando alternativas de solución total o parcial. Ejemplo de satisfactores susceptibles de mejorarse por acciones de PS serían:


Protección: ambiente libre de contaminación líquida, sólida, gaseosa, visual, auditiva y electromagnética.


Afecto: relaciones humanas calidad y sinceras entre los agentes de la comunidad universitaria y los ciudadanos residentes.


Entretenimiento: educación popular, publicaciones, medios de comunicación, capacitación de padres y docentes, diplomados y cursos.


Participación: en el desarrollo de políticas públicas, planes, proyectos y programas.


Ocio: eventos culturales, recreativos y deportivos extra-murales con las comunidades.


Creación: actividades artísticas incorporadas en las prácticas pedagógicas, pasantías, etc.


Identidad: amor al terruño, buena vecindad, raíces, pertenencia, grupos científicos, clubes, y todo ello en cumplimiento de los principios de Huilensidad y de Surcolombianidad.


Libertad: comenzando por tiempo y espacio, recursos clave que definen el margen de libertad al cual uno puede acceder. Es importante recordar la distinción que hace Bantock (1952) entre ser libre “para” (para expresarse, para circular) y ser libre “de” (libre de epidemias, de peligros, de tiranías).


Existe una tendencia –errónea– a considerar la administración como una tarea misional. La universidad no se inventó para administrar, pero necesita de la administración para poder desempeñar las tareas que, por su naturaleza, le son propias. La asistencia a comités de consejo de programas, consejos de facultad y similares, es una actividad importante, pues allí se tratan temas misionales y se analizan diversos aspectos de la academia universitaria. Asimismo, se toman decisiones y se emiten documentos normativos. Esta participación es indispensable y podría ubicarse en cualquiera de los tras rubros misionales como una actividad complementaria (a semejanza de los planes de trabajo de las prácticas pedagógicas), pero no caben en la denominada “administración”. Claro está que, si un profesor dedica parte de su agenda a una jefatura, decanatura o coordinación de comités, esas horas pueden ser perfectamente administrativas. Existen dependencias como presupuesto, tesorería y otras similares, cuyas funciones son esencialmente de carácter administrativo, y ninguna de estas dependencias cumple tareas misionales. Son unidades de apoyo, muy importantes, pero no sustantivas.


Es necesario aclarar que bienestar tampoco es una tarea misional, aunque es ciertamente una transversalidad. El bienestar en entornos vecinales no es responsabilidad directa de la universidad. Para eso existen entidades oficiales como bienestar familiar o semioficiales como Comfamiliar. Ocasionalmente, dependiendo de las tareas a desarrollar, se puede aportar, en alguna medida, al bienestar de una comunidad participante.


Cabe agregar que tanto el bienestar como la administración, la docencia, la proyección social y la investigación son factores de acreditación y, desde este punto de vista, deben contribuir al cumplimiento de los objetivos de desarrollo integral, equitativo y sostenible, al menos mientras Colombia continúe perteneciendo a la Organización de las Naciones Unidas.


Todos los subsistemas de la USCO también aportan a los procesos de construcción del buen vivir, con base en nuestras raíces autóctonas, y también en estudios más recientes sobre epistemologías del sur, un tema que, desde luego, amerita mucho más análisis y discusión.


Aunque existe cierta tendencia a considerar ambos puntos de vista como irreconciliables –sin posibilidad de armonización o equilibrio–, resulta algo forzado imaginar que nosotros tendríamos que retirarnos de las Naciones Unidad para poder desarrollar nuestro buen vivir. Los países nórdicos pertenecen a la ONU, pero son extraordinariamente leales a sus raíces vikingas y laponas. Los nórdicos, y muy en particular los finlandeses, prefieren productos artesanales de su propio terruño y evitan consumir joyas, cosméticos, ropa de marca, licores importados, en fin, bienes suntuarios, de los cuales nosotros somos prácticamente esclavos.


En nuestro medio, la cantidad de recursos naturales, humanos y financieros que se invierte en artículos suntuarios es algo que raya en lo escandaloso, con tanta necesidad insatisfecha que existe, tanto en nuestras grandes ciudades como en muchos asentamientos del área rural. Tal vez un poco más de aprecio por lo autóctono podría sacarnos de esta fea situación y estimular nuestro altruismo, nuestro amor al prójimo y al terruño, como lo sugiere Carlos Mario Yori (2013) con su interesante propuesta de “Topofilia”.


Es oportuno señalar que el positivismo nos ha dejado bastante capacidad intelectual instalada, de la que sin duda una buena parte es perfectamente desmontable (porque esa parte favorece un crecimiento económico sin límites y obstaculiza la protección del medio ambiente). Pero dar cabida al buen vivir en nuestro horizonte no significa que por ello debamos destruir todo el pasado, para en seguida comenzar a construir nuestra civilización otra vez desde cero.


Tal vez ha sido un error centrar los estudios de impacto de la proyección social en rubros tales como rentabilidad, competitividad, la productividad, el emprendimiento, el costo-beneficio y el crecimiento económico, variables muy importantes, pero insuficientes.


Dentro de la concepción de impacto por lo general omitimos algunas variables esenciales: satisfacción de necesidades básicas desarrollo integral (incluyendo inteligencias múltiples), construcción de ciudadanía, ciudad educadora, tejido social. Falta armonía entre estos dos grandes grupos de variables, y por eso nuestro desarrollo continúa en manos del comercio, de la fiebre inmobiliaria, de los artículos suntuarios, de la privatización extrema (en Chile ya se ha privatizado hasta el agua potable) y de la inestabilidad institucional crónica. Algunos ejemplos son Cajanal, Inderena, Banco Cafetero, Seguro Social, CEP, Coldeportes, Caja Agraria, Coduc.


La inestabilidad institucional es ya tan grave que han llegado a proponer mandar el Colegio Nacional Santa Librada a un sector periférico (para que los niños pierdan más tiempo movilizándose) y poner en su lugar un centro comercial, que podría perfectamente construirse en la periferia, ya que los clientes van a ir en automóvil, con parqueadero gratis. Apoyar tan descabellada propuesta es no valorar ni nuestra historia ni nuestro patrimonio.


Resumiendo, se trata de medir el impacto de la proyección social usando indicadores en los dos grupos ya mencionados. Una estrategia sería el observatorio, que permite manejar indicadores muy diversos y, lo más importante, posibilita la comunicación horizontal entre las entidades y entre las personas, por el carácter participativo de sus operaciones de campo y por la disponibilidad de la información hacia toda la ciudadanía y no sólo hacia empresas inmobiliarias o comerciales, como sucede con la metodología de las entidades “consultoras” a las que se recurre para la elaboración de los planes de desarrollo municipal y regional.


Referencias


Max-Neef, M. (1984). Desarrollo a escala humana.


Bantock, G. H. (1952). Freedom & Authority in Education.


Yori, C. M. (2013). Desarrollo territorial integrado.


PAIDEIA, No. 26. Universidad Surcolombiana / Facultad de Educación, 2021