Revista Paideia Surcolombiana

ISSN 0124 - 0307 | e-ISSN 2538 - 9572


Artículo de reflexión

Recibido: 10 agosto de 2021 / Aceptado: 19 octubre de 2021


Afrohuilenses oprimidos: cuestiones para la organización política y una educación libertadora desde las comunidades afro en el Huila


Oppressed afrohuilenses: issues for political organization and a liberating education from the afro communities in Huila

Afrohuilenses oprimidos: questões para a organização política e uma educação liberadora desde as comunidades afro no Huila


Henry Steven Rebolledo Cortés

Doctorando en Ciencias Sociales

Universidad Surcolombiana

henrystevenrc@gmail.com



Resumen


El presente artículo presenta una revisión de contexto sociohistórico y cultural en torno a la población afrodescendiente en contexto colombiano y Huilense. Se permite mostrar brevemente algunas características del movimiento y la organización social afro en Colombia, en el territorio Huilense, así como de las condiciones actuales de lucha, precarización, en tiempos de pandemia y conflictos sociopolíticos. Posterior, para finalizar se propone la educación propia afro, afroeducación, como una alternativa de poder, destacando el papel político de una educación desde lo propio, autónoma, liberadora, poscolonial, descolonizada desde y para las comunidades Afrohuilenses, que permita promover el reconocimiento, gozar de derechos y libertades.


Palabras clave: Educación, organización, política, afrocolombianidad, libertad.


Abstract


This article presents a review of the socio-historical and cultural context around the Afro-descendant population in a Colombian and Huilense context. It is allowed to briefly show some characteristics of the Afro movement and social organization in Colombia, in the Huilense territory, as well as the current conditions of struggle, precariousness, in times of pandemic and socio-political conflicts. Later, to conclude, the own Afro education is proposed, Afro-education, as an alternative of power, highlighting the political role of an education from the own, autonomous, liberating, postcolonial, decolonized from and for the Afro-Huilian communities, which allows promoting recognition, enjoy rights and freedoms.


Keywords: Education, organization, politics, AfroColombianity, liberty.


Resumo


O presente artigo desenvolve uma reflexão sobre a população afrocolombiana num contexto Huilense, permite-se mostrar brevemente algumas características do movimento e organização afro-social na Colômbia e no território huilense, sua situação em tempos de pandemia e conflitos sociopolíticos, assim como um posicionamento da educação própria, afroeducação, para pensar e promover o reconhecimento e gozo de direitos e liberdades destacando o papel político da educação a partir de uma educação própria, libertadora, pós-colonial e descolonizada desde as comunidades Afrohuilenses.


Palavras-chave: educação, organização, política, Afro-colombianidade, liberdade.



Introducción


A los desharrapados del mundo, y a quieres, descubriéndose en ellos, con ellos sufren y con ellos luchan.

Paulo Freire


Estamos a 30 años de conmemorar la constitución política de Colombia, un hito para las comunidades afrocolombianas y originarias en el país a casi 34 años de una ley general de educación aprobada en 1994 como la ley 115 del congreso de la república, ambas con un nuevo pacto social con las comunidades rezagadas, oprimidas y discriminadas en todas las dimensiones; económicas, sociales, educativas y culturales. Valorar estos 30 años invita a pensar que el camino a la libertad y goce de derechos no solo ha sido largo y violento, sino que se nos presenta este 2021 con una crisis global de salud pública, con un estallido social y levantamiento de quienes justamente constituyeron la razón de la carta magna, así como una ley de “inclusión educativa”, que prometían libertades.


Ha sido la etnoeducación en Colombia una lucha desde las comunidades afro1, por más de 500 años para la liberación, descolonización, la explotación, esclavitud y opresión del sujeto afro. Y se ha dado en dos posibles vías; de manera endógena, es decir, hacia la libertad de la opresión por parte de las comunidades y desde generar en el actor social afrocolombiano un actor político, sociocultural. De manera exógena, hacia una educación para toda la sociedad colombiana, amplia, histórica, respetuosa y no discriminatoria, que tiene que pensarse entre otros elementos de exclusión las lógicas de exclusión con base en el género y la clase (Meneses Copete, 2016).


Se ha tenido que rememorar cada vez más que en Colombia los derechos de las poblaciones “étnicas” se reconocen desde la última constitución, que el proceso de décadas fue no solo por una disposición de quienes ostentan el poder para administrar el país, sino por las luchas de los movimientos sociales; comunidades originarias y afrocolombianas. La carga magna reconoce al país como una nación pluriétnica y multicultural, pero los actores políticos, institucionales, la sociedad civil, los rezagos en políticas y planes de desarrollo educativos, sociales, culturales siguen vigentemente anclados a viejas estructuras basadas en la idea de raza, la discriminación, el elitismo, el clasismo y la exclusión. Con base en esto, este documento presenta parte de resultados y reflexiones de estudios doctorales del autor y de la experiencia de colaboración, acompañamiento, con grupos y la organización afrocolombiana que empieza en los vínculos dignos, luchadores, resistentes jóvenes indígenas y afrocolombianos del movimiento estudiantil étnico en varias universidades; Universidad del Quindío, Universidad del Valle, Universidades del Cauca, Marina de Pasto, para cuando en el año 2016 inician los Coloquios de Educación Superior e Interculturalidad, promovidos por docentes como Elizabeth Castillo Guzmán, por Daniel Mato desde la Red de Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes de América Latina. Que dio paso a desarrollar uno de los coloquios en el año 2017 en la Universidad Surcolombiana, donde el Cabildo Indígena Universitario -CISUSCO, y estudiantes AfroHuilenses participarían reafirmando su identidad cultural en el alma mater. Y que darán paso a un trabajo en red desde otros estudiantes afro e indígenas en distintas universidades del país. Así como trabajo comunitario, barrial, en la compañía de las asociaciones afro en Huila, la Asociación Afrodescendiente Pacifico por la Paz, los líderes y lideresas cuyas familias han vivido la diáspora y violencias en los territorios del pacifico y el caribe colombiano hacia la ciudad de Neiva y municipios cercanos.


Este documento se busca reconocer el contexto de la comunidad afrocolombiana en el Huila, pensar la figura y el rol de actores socioculturales afro (AfroHuilenses) oprimidos, desterrados, exiliados, excluidos e invisibilizados, precarizados en una Colombia colonial desigual con una violencia estructural encarnada. Desde la mirada psicosocial, sociocultural propone la necesidad de pensar en la educación como promotora de libertades y posibilitadora de poderes, desde el uso de las pedagogías críticas populares. Propone analizar el proceso de organización política con la que han buscado visibilizarse, interpelar el papel de la educación en el “desarrollo” de la región, de las comunidades, al pensar desde Freire (1982) el papel de la educación como practica de libertad. Tan vigente, 100 años después.


Antecedentes de diáspora: breve apunte de la organización afro en Colombia y el sur del país


Hablar de diáspora es asumir, junto con los estudios culturales y afroamericanos, que no hablamos solamente de migración o desplazamiento. Sino de desarraigo, destierro, desterritorialización, de ruptura de lazos fraternos entre seres humanos, entre humanos y su entorno. Es la experiencia cultural, social e identitaria en su ruptura. El desarraigo cultural propio de los principios de exclusión y discriminación, como en todas las demás dimensiones históricas como migraciones forzadas (Louidor, 2016) que se dieron en medio de la segregación de personas del continente africano por las Américas y otros territorios.


El tráfico de esclavos humanos traídos de África a las Américas constituye uno de los tres movimientos de humanos en la era capitalista. Los primeros esclavos africanos llegaron a las Américas desembarcando en Puerto Rico en 1519, y en Brasil, país receptor prioritario de africanos donde aproximadamente 4 millones desembarcaron entre los siglos XVI y XIX (Invernon y Guizardi, 2014). Según el Banco Mundial, hoy día Brasil tiene algo más del 50% de personas afrodescendientes en sus territorios, seguido de Venezuela con un 55% y Colombia con 10,6% (Freire, 2015). Se ha establecido que las poblaciones africanas fueron “traficadas” hacia Colombia entrando por la región caribe y pacifico a Colombia, sus fines de explotación, los datos poblacionales y la cuantía de aniquilación son incalculables.


La herencia de los movimientos o mecanismos de resistencias de los Palenques y el Cimarronaje que empezaría a romper los sistemas coloniales de explotación afro en Latinoamérica, los procesos de organización y emancipación social de las comunidades afrodescendientes desde mediados del siglo XIX.


En Colombia la sublevación política afro se evidencia desde el siglo XVII, en 1599, con el liderazgo de Domingo "Benkos" Biohó que como caudillo liberador escapa en las provincias de Cartagena y gesta una experiencia de consolidación que da paso a palenques como el de San Miguel Arcángel en 1655. Un siglo después, en 1777 se consolida San Basilio de Palenque en las montañas de los Montes de María, dando así un espacio (socialcultural), territorial (geográfico) y de autonomía para las comunidades cimarronas de la época (Castaño, 2015). Esta triada caracterizo la época; esclavismo, libertad, cimarronaje. Por un lado, fue la esclavitud la que interrumpió el goce de la libertad, siendo el cimarronaje la expresión extrema de búsqueda y recuperación de la libertad (Navarrete, pág. 2011). Estos mecanismos de resistencia, estrategias de organización política y de lucha, han demostrado como por cientos de años las comunidades afrodescendientes en Colombia se levantan y colectivizan por la identidad cultural, el territorio, el respeto de sus libertades.


La visibilizacion y politización de lo afro en la región andina, en América latina se puede revisar a través de la historia y la comprensión sociocultural que indica el surgimiento de las identidades culturales afro en varios territorios del pacifico y el caribe colombiano. Sus características particulares han sido el surgimiento o la irrupción de lo cultural en el marco de las trasformaciones posmodernas y alternativas al capitalismo en su proceso de globalización, homogenización, colonización de determinadas poblaciones, en aras de comprender la invención de las etnicidades, la inversión del tercer mundo (Escobar, 1998) de las ciudadanías en los Estados- Nación, y de las conformaciones de constituciones y normativas multiculturales y pluriétnicas de los países del cono sur.


En el caso de Colombia con la constitución de 1991, lo que ganan las comunidades con el trabajo de los movimientos sociales afro, además de generar el debate sobre los otros sujetos racializados, invisibilizados, y, por tanto, dar esa visibilidad, es construir una nación ya no homogenizada racialmente que permitirá una denominación diferente de las comunidades. Así se inició el desarrollo de un proceso de reflexión y pedagogía con la comunidad sobre conceptos como el ser afro, la identidad, lo negro, el territorio, el desarrollo, la ancestralidad y lo propio, que dieron paso a propuesta de ley como la ley 70 de 1993, que reconoció a la población afrocolombiana el derecho a la propiedad sobre sus territorios ancestrales, el derecho a preservar y conservar su identidad cultural, el derecho al aprovechamiento de los recursos, autonomía para el desarrollo y participación política, que hoy sigue siendo una ruta en los planes de desarrollo propios. Para ampliar el panorama del movimiento social afro en todo Colombia Wabgou, M. (2012) establece un marco de acción hacia la política publica.


Estas prácticas políticas culturales afro son basadas en los principios o como los denomina Jesús Carabali (2020) los cuatro derechos fundamentales de los grupos étnicos: la identidad cultural, los derechos del territorio y participación en asuntos de gobierno. Así como la reafirmación cultural y la resistencia a los tradicionales modelos de desarrollo, exigidos por los movimientos sociales que han desafiado frontalmente la modernidad eurocolombiana (Grueso, Rosero, y Escobar, 1997).


El proceso organizativo etnicocultural, el movimiento debe ser construido en base a demandas amplias por territorio, identidad, autonomía, y derecho al desarrollo propio. Igualmente, estas organizaciones interpretan lo negro como expresión de un punto de vista político y de una realidad cultural que transciende el problema de la piel; se diferencian así de las concepciones puramente raciales de la identidad. (Grueso, Rosero, y Escobar, 1997, pág. 56)


Entonces, el punto de partida de los movimientos y la organización social afrocolombiana es la identidad cultural, entendida por Stuart Hall como la forma como nos han representado y cómo podríamos representarnos, que no son representaciones únicas sujetas a un momento histórico, y en constante cambio tiene su carácter plural e inestable producto de la globalización, en la modernidad tardía, por procesos del mundo poscolonial, “identidades dialógicas que se construyen dentro del discurso del otro y con los otros a través de la diferencia como un acto de poder, en el juego continuo de la historia, la cultura y el poder” (Hall, 1997, pág. 357).


Las resistencias cimarronas, sus principios políticos, se heredan para consolidar la organización y movimiento social afrodescendiente en el país. En el pasado las muertes y luchas de movimientos cimarrones en las provincias de la nueva Granada, en el siglo XX, se gestan como movimientos “étnicos” afrocolombianos desde las organizaciones sociales, consejos comunitarios, asociaciones municipales, comunales, barriales, que vinculan reivindican los derechos civiles, culturales, territoriales, las libertades, y reconocimiento de un pasado ancestral arrebatado. En la actualidad la tendencia de organización social comunitaria ha crecido tanto como ha crecido la población, o al menos, su identificación en los registros públicos.


Características de la población en el Huila


Para caracterizar un poco la población actualmente en Colombia solo se cuenta con la demografía nacional. Según los datos entregados por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística -DANE, del año 2018, la población que se reconoce como negra, afrocolombiana, raizal o palenquera en Colombia es de 2.98 millones de personas. Las ciudades con mayor número de personas que se auto reconocen dentro de estas identidades son: Valle del Cauca: 647.526, Chocó: 337.696, Bolívar: 319.396, Antioquia: 312.112, Cauca: 245.362, Nariño: 233.062, Cesar: 142.436, Atlántico: 140.142, Magdalena: 106. 318, Huila: 5.099. En el sur este del país, el departamento del Huila está caracterizado en la segunda categoría, es decir es un departamento intermedio por su número de población estimada de 1.122.622 de habitantes para el 2020 según el DANE. Según el censo del DANE en 2018, en el Huila el 97,82% se reconoce como Mestizos y blancos. Es decir, el 2,18% se auto reconoce como población étnica, dentro del cual, el 1,15% se reconoce como Mulata, Negra, Afrocolombiana. El departamento del Huila es un departamento receptor de gran población migrante y de frontera. Por sus características geográficas y socio culturales, resulta un territorio de gran acogida para poblaciones afrodescendientes provenientes de varios departamentos, y que han llegado producto de diversos factores de migración, entre ellos migración forzada por violencia y pobreza.


Desde el trabajo de acompañamiento social comunitario hecho por docentes y estudiantes de la Universidad Surcolombiana, en su fase de revisión de fuentes oficiales, confirma que en el Huila la mayor distribución de población auto reconocida como afro, negra o mulata está en la ciudad de Neiva, seguido del municipio de Pitalito, la plata y Garzón, en menor medida Timana y Campoalegre (Diagrama 2).


Diagrama 1. Principales palenques del Caribe Colombiano, Siglo VII.

Fuente. Navarrete (2001).



Diagrama 2. Personas auto reconocidas Afro en el Huila

Fuente. Piñeros Lizarazo, R. (2020)


Tabla 1. Organizaciones Afro en Huila

Organización Municipio
Asociación de afros nacidos y residentes en el Huila “AFROPITA” Neiva
Asociación de afrodescendiente “Afro la Plata” La Plata
Asociación colombiana de afros nacidos y residentes en el Huila “ASOCOLAFROS del Huila Neiva
Asociación “AFROPAIS” Pitalito
Asociación de afrocolombianos residentes en el sur del Huila “AFROSURHUILA” Pitalito
Fundación para el desarrollo de la población afrodescendiente del huila, “FUNDAFROH” Neiva
Asociación de afrocolombianos víctimas del conflicto interno en Colombia “ASOAFROVIC”, Neiva
Afrocolombianos en el Huila “AFROHUILA”, Neiva
Asociación de afrocolombianos residentes en el Huila. “AFROCOLHUILA” Neiva
Asociación de negritudes del sur del Huila y Pitalito, Pitalito

Nota: Fuente: plan de desarrollo Huila Crece 2020 – 20234


Según el Plan Desarrollo Departamental del Huila 2020 - 2023, la población total del Huila es de 18.000 personas, lo que equivale a un 53% mujeres y un 47% hombres. Ha reconocido que el departamento del Huila cuenta con diez (10) Organizaciones de Comunidades Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras, de las cuales seis (6) están en la ciudad de Neiva, así como lo muestra Tabla 1.


Por su parte, el Ministerio del Interior, desde la Dirección de Asuntos para las Comunidades Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras -DACN, tiene al 2021 un registro de las siguientes organizaciones en el Huila. Es importante aclarar de la tabla 2 que aparecen once (11) organizaciones de las cuales seis (6) están en Neiva, adicional presenta registros de otros municipios del Huila a diferencia del registro del plan de desarrollo en la Tabla 1.


De igual modo, se encuentra que la Asociación de Afrocolombianos Residentes en el Huila aparece con dos registros, con representantes legales y fechas diferentes, los motivos conocerán propiamente estas organizaciones y la institucionalidad.


Por otro lado, en estos registros no aparecen otras organizaciones que posiblemente han solicitado y obtenido el registro, pero que no se ha actualizado en la página oficial de registros del DACN, como es el caso de la Asociación Afrodescendiente Pacifico por la Paz2 con resolución 272 de diciembre de 2019. Organizaciones que de acuerdo con las entrevistas a sus miembros han tenido relaciones de trabajo solidario, ejecución de actividades y proyectos con la secretaria de asuntos étnicos de la alcaldía de Neiva.


Mas allá de las inconsistencias en los registros de las organizaciones, se quiere resaltar la necesidad de construir e implementar sistemas de identificación y reconocimiento de las comunidades que se organizan en asociaciones, así como de revisar los lineamiento y requerimientos para constituirse, reconocerse y sostenerse como organización en cada territorio.


En los datos del año 2018 del DANE se registra que la población afro en el país disminuyo. Borrando del registro oficial más del 30% de la población afro de la estadística nacional con relación a la medición de 2005.


Para muchas comunidades afro de Colombia, pensadores y académicos, lo que ocurre con este “error” en la caracterización y medición de las poblaciones afro en Colombia es un “genocidio estadístico”, calificado así por el Consejo Nacional de Paz Afrocolombiano3, y definido como formas no sutiles sino directas de racismo institucional, que es estructural en nuestros países y contextos,


Estas desventajas son resultado de inequidades y formas de desigualdad y exclusión de carácter económico, político, y sociocultural, que se reproducen y multiplican a través tanto de prejuicios y formas de “sentido común”, como de normas, dispositivos y prácticas institucionales. La idea de “racismo estructural”. (Mato, 2020, pág. 1)


Una vez más un acto de “epistemicidio” e injustica al reconocimiento de la diversidad, no solo por la muerte los saberes ancestrales (Santos, B, 2018), sino que un genocidio estadístico de muchas maneras continúa constituyendo las formas de violencia institucional y estructural (Rodríguez Morales, M. 2010) que durante siglos ha tenido a nuestras comunidades en rezago, discriminación y desigualdad.


Las investigaciones, el trabajo psicosocial comunitario y pedagógico con las poblaciones afro en el huila, han logrado entre otras cosas reconocer que las organizaciones sociales afro llevan más de 20 años de trabajo. En el departamento han tenido un crecimiento en los últimos diez años, aunque no gozan de una alta representatividad política tienen representantes de la mesa nacional de víctimas y han logrado reconocimiento a través de programas vinculados a secretarias de desarrollo social y por entidades del orden nacional con quienes han ejecutado proyectos productivos y de desarrollo social.


La ciudad de Neiva conglomera la mayor parte de organizaciones y recientemente hace cinco años se vienen consolidando nuevas propuestas de organización, con tensiones entre los liderazgos, pero con objetivos comunes que apuestan entre otras cosas por contar con una caracterización real de la población en el departamento, estructurar una política pública afrohuilense y responder las necesidades de la población con programas y proyectos de emprendimiento y cultura.


De otro lado, la relación de las comunidades con actores institucionales y políticos se han visto fortalecidas y más horizontales en los últimos años, por ejemplo, logrando dentro de la última administración local una representación como secretario de educación del Neiva con Giovanny Córdoba Rodríguez un profesor reconocido por sus méritos en la ciudad y auto reconocido afrodescendiente.


Así mismo, las mujeres afro huilenses han obtenido su reconocimiento y espacio laboral de inclusión dentro de los programas de la secretaria de la mujer, infancia y adolescencia, entre otros, que, si bien no resuelve estructuralmente las carencias y desigualdades de la población afro con el territorio, posibilita iniciar acciones y trasformaciones desde dentro.


Alrededor de estos alcances, ciertas organizaciones afro han estado desarrollando proyectos en programas de la alcaldía y la gobernación del Huila. Aunque se desconoce aun públicamente y en datos oficiales el impacto para las comunidades, familias y población afrohuilense en general.


Conflicto social y pandemias, impactos sociales sobre las comunidades afrohuilenses


En los diagnósticos sociales realizados con las comunidades ha establecido que parte de la población estan registradas como víctimas de las violencias directas de grupos armados en sus territorios de origen, sufriendo el desplazamiento forzado desde los departamentos del Cauca, Valle del Cauca, Nariño y Buenaventura. Estas poblaciones se han establecido en Neiva consolidando familia donde según los relatos llevan más de tres generaciones establecidas en la ciudad de Neiva, por tanto, más de 40 años en el departamento.


Tabla 2. Registro de organizaciones afro en el Huila

Organización Municipio Fecha de resolución
Asociaciones afrodescendientes “Afro La Plata” La Plata 06/02/2015
Asociación "AFROPAIS” Pitalito 06/07/2018
Asociación de afrocolombianos residentes en el sur del Huila Pitalito 12/15/2009
Asociación Negritudes del Sur del Huila y Pitalito Pitalito 02/03/2014
Afrocolombianos en el Huila "AFROHUILA" Neiva 04/16/2008
Asociación afrocolombianos víctimas del conflicto armado interno en Colombia – ASOAFROVIC Neiva 11/04/2014
Asociación Colombiana de afros nacidos Y residentes en el Huila Neiva 06/05/2018
Asociación de afrocolombianos residentes en el Huila Neiva 08/21/2003
Asociación de afrodescendientes residentes en el Huila Neiva 03/29/2010
Fundación para el desarrollo de la población afrodescendiente del Huila Neiva 11/19/2014
Asociación de afrocolombianos del centro del Huila BARULE Garzón Sin fecha

Nota: Fuente: plan de desarrollo Huila Crece 2020 – 2023


En la actualidad el país continúa en una crisis sociopolítica y atraviesa en paralelo una crisis de salud pública mundial por pandemia. El empobrecimiento socioeconómico, impacta además la vida familiar, psicológica, emocional, y repercute en las dimensiones culturales si consideramos que son las poblaciones más desfavorecidas y con características sociales y racialmente diferenciadas las que han sido impactadas por estos problemas.


La pandemia generada por la COVID-19 en el año 2020 en Colombia genero unos impactos negativos incalculables que se sumaban a los anteriores rezagos políticos y sociales. En términos de pobreza multi dimensional las comunidades afro en el Huila se ubicaron en el 30,6% de pobreza, los indicadores que presentan mayores niveles de privación en todos los dominios son: Trabajo informal, bajo logro educativo, rezago escolar, inadecuada infraestructura sanitaria, poco acceso a consumo de agua, sin seguridad social, en el respectivo orden.


Si bien es un virus que contagia sin discriminar procedencias culturales o posiciones jerárquicas en la sociedad, afecta fuertemente las poblaciones más vulnerables, marginadas y excluidas histórica y socialmente, entre ellas las poblaciones afrodescendientes.


Según los estudios, el impacto psicológico originado por la pandemia del 2020, en su medida preventiva a través de la cuarentena se producen unos efectos amplios, sustanciales que puede ser duradero en el tiempo y que afectan tanto a la población en general como al personal de salud expuesto (Medina y Jaramillo-Valverde, 2020). Dentro de ellos, el aislamiento social, la limitación de la movilidad o la cuarentena extensa de la población no solo genera un impacto para la economía sino afecciones emocionales y psicológicas, reacciones desadaptativas, estados mentales estresores, posibles problemas mentales, así como una exacerbación o recurrencia de trastornos mentales preexistentes (Caballero-Domínguez y Campo- Arias, 2020). Dentro de las múltiples situaciones estresantes están reacciones violentas, así el hecho de que las perdidas familiares generan impactos emocionales por situaciones de duelos no resueltos y practicas fúnebres no concluidas como culturalmente se acostumbra.


Como datos demográficos y epidemiológicos, para octubre de 2020 se han presentado un total de diez y ocho mil cuatrocientos setenta y siete (18.477) casos confirmados de COVID-19 en población afro, el 3,68 % del total de casos nacionales (INS, 2020). Para el año 2021 al mes de julio, el número total ya eran más de ciento un mil (101) mil, con más de tres mil fallecidos (3000) fallecidos (INS, 2021). Sin embargo, estos datos dependen de la variable etnia, la cual a su vez depende de la aplicación y listado censal actualizado por departamento y municipio, así como el autorreconocimiento, por tanto, no vincula al total real de la población, lo que no permite medir adecuadamente la incidencia de casos frente a la población y puede ser un numero de impacto mayor.


Sumado a ello, la situación de confinamiento lleva a las empresas y producciones de servicios a prescindir de personal de trabajo, uno de los grupos más afectados es la juventud afrodescendiente, al enfrentarse a situaciones de exclusión del sistema educativo, el acceso a bienes y servicios y la discriminación frente al empleo.


En el caso del huila, se ha reconocido en los informes del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) de la cooperación canadiense, adelantó la Encuesta sobre Seguridad Alimentaria y Alimentación de los más afectados por la pandemia en Colombia (RIMIPS, 2021) que en el Huila, en una encuesta a 455 personas señalan que el 60% de los hogares reportan tener menos ingresos comparado con su situación antes de la pandemia, , el 8% de los hogares enfrentó inseguridad alimentaria severa, lo cual quiere decir que estuvo en riesgo de sufrir hambre, así mismo, el 64% de los hogares encuestados en el Huila disminuyeron el consumo de carne o pescado como una estrategia para mitigar la crisis económica originada por la pandemia.


En el acompañamiento permitió corroborar que la situación de pandemia para las familias afrodescendientes tuvo su impacto las dimensiones psicosociales, culturales y materiales. De acuerdo con un diagnostico social cuyos resultados se publicarán posteriormente, de 37 familias entrevistas entre la ciudad de Neiva, municipio de Campo alegre y Rivera, en más del 75% de las familias argumentan que su situación económica desmejoro, la mayor parte por perdida de empleo, cierre de negocios propios, considerando que más del 44% tenían negocio independiente, lo que incidió en la falta de al menos un alimento, sumado al alza de precios en general de la comida. De acuerdo con los relatos de lideres de organizaciones, pese a que el gobierno y la administración local destinaron recursos durante los meses de confinamiento, muchas de las poblaciones no estaban en los registros y listados de entrega, no recibieron apoyo alimentario o subsidiario, y su apoyo fueron las redes familiares, organizaciones y redes barriales.


Esto evidencia que, en una ciudad con alto número de población afrodescendiente en posible situación de riesgo y vulnerabilidad social, hay una gran necesidad de partir por el reconocimiento poblacional sociodemográfico con dimensiones claras de bienestar. Pues a pesar de los recursos solidarios, las poblaciones afro siguen siendo excluidas por la falta de reconocimiento y gestión de sus necesidades tanto por las administraciones públicas, como por las organizaciones de base. También ha demostrado una falta de articulación entre las acciones de programas y proyectos locales con los planes de desarrollo de las organizaciones afro locales, quienes deben consolidar sus practicas de liderazgo y gestión para la comunidad, antes que para la consolidación de sus propias asociaciones.


La situación de Colombia no fue soportable, se cumulo una crisis social a raíz de las violencias, líderes sociales asesinados, dentro de ellos campesinos, afros, indígenas, pobreza, desempleo, con el 42,5% de su población en condición de pobreza monetaria y con el 15,1% de la misma en condición de pobreza monetaria extrema, que muestra una Colombia en llamas (Sousa Santos, 2021) y un neoliberalismo abrasivo y violento. El país vivió el levantamiento social en abril 2021 que mostro una protesta social y paralizo a una colombiana ávida por el reclamo de derechos básicos a la vivienda, salud, trabajo, educación, que tendrán graves impactos a nivel económico en las familias, así como en la salud y educación, por lo menos, mientras la movilización posibilita cambios en la estructura de las políticas de gobierno.


¿Quiénes se levantaron allí? Miles de colombianos y colombianas, jóvenes, afros, indígenas, campesinos, recibiendo la represión de la institucionalidad. El descontento social se mostró una movilización histórica en las calles con mucho colorido estético, artístico, diversidad de expresiones musicales, barriales, organizaciones juveniles, que ávidos de gritar su indignación se vieron enfrentados a escuadrones y agentes de la fuerza pública que dejaron saldos aproximados de al menos 3.798 víctimas de violencia donde 1248 fueron víctimas de violencia física, 4167 homicidios presuntamente cometidos por miembros de la Fuerza Pública, 1649 detenciones arbitrarias en contra de manifestantes, 705 intervenciones violentas en el marco de protestas pacíficas, 65 víctimas de agresiones oculares, 187 casos de disparos de arma de fuego, 25 víctimas de violencia sexual y 6 víctimas de violencia basada en género (Temblores- ONG, INDEPAZ, 2021). Además de otras graves violaciones a derechos humanos que se espera estén investigando, como la decapitación5, mutilación y desaparición de jóvenes que se enfrentaron.


En este escenario, las poblaciones de jóvenes y otras personas que salieron a los puntos de resistencia y de protesta fueron poblaciones afrocolombianas, indígenas, campesinos, gente de “pie”, de barrio, sin recursos, sin trabajo, sin seguridad social, en cuya base estructural esta las violencias históricas de racismo y clasismo, reflejadas en las segregaciones tanto urbanas como rurales que acudieron a las principales ciudades del estallido, por ejemplo, Cali como epicentro. Y es que la capital valle caucana ha sido un acento importante tanto colonial desde el siglo XVIII dadas sus condiciones geográficas y de control de la tierra por esclavistas que facilitaron el control del comercio hacia el centro y sur de país, así como otras producciones agrícolas, así como de urbanización (Urrea-Giraldo y Candelo Álvarez, 2017).


Pero, sobre todo ha sido y es la primera capital de acogida de los flujos migratorios, poblaciones completas del pacifico norte y sur, de Nariño, del Cauca, de Antioquia, llegan a Cali expoliadas y en diásporas por la guerra en sus territorios. Reconocida como una ciudad alta en términos de desplazamiento que para marzo de 2021 su departamento, Valle del cauca, tuvo 26 eventos de desplazamiento masivo de 3237 familias, 10,097 personas, de los cuales 21 fueron desplazamiento intraurbano de 26 barrios del distrito de Buenaventura en donde los grupos armados ilegales sostuvieron enfrentamientos en las calles de estos barrio, sumado a las condiciones de confinamiento por la crisis de salud que presento en el Valle del cauca 15 eventos de Confinamiento lo que significa que este año en ese mismo periodo existe un aumento de los eventos en 253 % ya que se han presentado 55 confinamientos que han afectado a 111 comunidades étnicas (Defensoría del Pueblo, marzo 2021).


Son los jóvenes, las familias, las mujeres, donde las poblaciones afrodescendientes son de las más vulnerables del país quienes han sufrido la guerra, el saqueo de sus tierras, el desplazamiento forzoso, el empobrecimiento y segregación a sectores en condiciones de pobreza y hambre, falta de empleo, de atención en una crisis de salud pública, la masacre constante a 5 jóvenes, como la masacre de llano verde6, y otras muestres más a jóvenes originarios y afro en diferentes partes del país, dimensiones limite que estallaron y que actualmente siguen cobrando retaliación contra las poblaciones que marcharon y gritaron en las calles.


De esta manera, lo que se quiere resaltar, es la lucha social que han tenido que enfrentar las comunidades afro en Colombia contra el juvenecido como forma sistemática de precarización y de muerte física, moral, cultural (Valenzuela, 2015) de las denominadas “economías de la muerte” como un poder entre actores del conflicto armado, ilegales y legales (Santana-Perlaza, 2021) que se han impuesto por siglos en la reciente historia de las poblaciones afrocolombianas. Pero que justamente lleva a que la lucha se mantenga, no solo en las calles, sino que se organice, se reflexione, se cuestione, se colectivice, se politice y se eduque. Una lucha que desde la pedagogía emancipatoria genere conciencias políticas deliberantes.


La educación propia: un compromiso social y político con la comunidad afrohuilense


El hombre debe ser sujeto de su propia educación. No puede ser objeto de ella.

Paulo Freire


Como parte de las experiencias investigativas, del acompañamiento social-comunitario, desde las reflexiones hechas con las pedagogías críticas, emancipadoras, propias, populares, y en compañía con líderes, organizaciones afro, personas afrodescendientes en el Huila, estas líneas permiten preguntarnos por la responsabilidad histórica de la sociedad Huilense con la comunidad afrodescendiente, además de su propia comunidad, por tratarse de una población doblemente víctima de las violencias estructurales y de las violencias directas de los grupos que las han llevado a segregarse por el país, a perpetuar el éxodo de sus ancestros y diáspora de su cultura.


El maestro Paulo Freire (1976) en Educación para el cambio sostuvo que el profesional, una sociedad preponderantemente alienada, es un sujeto privilegiado. Y que, como tal, el compromiso de este seria unirse al proyecto de nación, pero se refiere allí, a un proyecto de cambio, de transformación y de emancipación de la sociedad oprimida y esclavizada. Pero ese cambio, para el autor, está en la educación, e implica que el ser humano haga una búsqueda donde el hombre sea sujeto de su propia educación y no objeto de ella, lograda a través de una “comunión de conciencias”, en la medida de todas las personas (pág. 8).


La idea de partida es que la sociedad en su deuda social y política con las comunidades afro continua con una matriz colonial eurocéntrica impuesta a las realidades de América Latina. Y es la escuela el sistema que permite sostener esa matriz. El sistema educativo promueve ciudadanías, mentes y masas, la cultura, la humanización. Por ello el proceso educativo debe permitirse un proceso liberador, que permita a las personas salir de la cultura cerrada, homogenizada, opresora, y que reconozca las diferencias y diversidades culturales de sus propios grupos sociales.


De esta manera, el sentido de la educación es un horizonte político, libertad y educación. En el marco histórico de las luchas populares, la movilización social étnica que ha caracterizado por décadas a Colombia desde los setenta del siglo pasado a la fecha, se gestaron como vimos, importantes movimientos preocupados por promover en sus territorios la transformación educativa propia.


Desde los noventa, el movimiento pedagógico de carácter étnico en su lucha y reivindicación logró incorporar en el ámbito de las políticas educativas públicas los problemas de la educación desde los grupos étnicos del país. Pretendió la reforma a la política educativa nacional concibiendo un cambio en la escuela, el currículum, los contenidos escolares, la evaluación, los procesos de enseñanza y aprendizaje, la educación y la escuela en relación con las diferencias étnicas y culturales, la educación apareció en el contexto como el emblema étnico político (Castillo et al., 2005). Desde allí, el concepto de etnoeducación aparece en el discurso y normativa oficial del ministerio de educación de Colombia, pero también ha sido un constructo critico de las comunidades indígenas y afrodescendientes quienes sienten esta categoría lejana a las realidades, epistemologías y cosmovisiones propias de cada etnia.

Lo que lleva a proponer que la etnoeducación afrocolombiana, afroeducación, sea un proyecto educativo en un proceso de desalineación, de humanización identitario, antipatriarcal y decolonialista (Meneses Copete, 2016) reivindicativo, dignificador y de memoria. Cuestión que está más allá de incluir en los currículos una catedra, un currículo o actividades folclóricas y artísticas.


En este contexto histórico fueron surgiendo además de decretos, resoluciones y lineamentos ministeriales, muchas instituciones de educación que adoptaron acuerdos para el acceso de grupos étnicos en la educación superior.


En el Huila, la Universidad Surcolombiana con el acuerdo 18 del año 2002 establece medidas para los aspirantes por los denominados “regímenes especiales”. Que les brinda cupo a cuatro poblaciones diferenciadas; miembros de comunidades negras, comunidades indígenas, desplazados por la violencia y reinsertados por proceso de paz.


Desde entonces, este acuerdo genera unas dinámicas de organización de unidades, programas y facultades, ha tenido logros para las comunidades al profesionalizar muchos jóvenes que retornan a sus territorios a trabajar para la comunidad, aunque no siempre sucede. Ha presentado muchos retos para darle cumplimiento y equidad en el acceso al cupo. Ejemplo de esto ha sido el trabajo del Cabildo Indígena Universitario -CIUSCO que de la mano con el Consejo Indígena Regional del Huila han velado por establecer mecanismos de verificación y control de los aspirantes, promoción del acceso desde una lengua materna, así como reflexiones y exigencias a la institución para hacer un acompañamiento para la permanencia y graduación asertiva. Las formas de lucha y resistencia de estas comunidades la hemos investigado desde otras categorías de análisis y experiencias de politización que visibilizan el rescate cultural desde la acción política juvenil indígena (Rebolledo Cortes, 2018).


Sin embargo, las comunidades afro dentro del contexto universitario no tienen un proceso organizado entre estudiantes y estos procesos no cuentan con una veeduría ni seguimiento. Al no haber organización, tampoco se posibilita un dialogo y reflexión en torno a la presencia de lo afro en la universidad, a excepción del trabajo de algunos docentes e investigadores que desde sus propios autorreconocimientos como afrodescendientes o por interés propio por la diversidad cultural y étnica apoyan causas desde reflexiones en espacios académicos. De este modo, se cuenta con educadores reflexivos y comprometidos, pese a que las necesidades del entorno educativo requieren la vinculación de educadores formados desde la diversidad, lo étnico, y con alta sensibilidad por las comunidades, es decir, educadores originarios de comunidades étnicas.


Por otra parte, en el Huila a nivel de instituciones de educación superior, solo la Universidad Nacional Abierta y a Distancia cuenta con un programa de licenciatura en etnoeducación, que en consulta con los coordinadores de programa (lideres locales entrevistados en la universidad) es un programa que tienen mas acogida por parte de comunidades indígenas, en otros departamentos como Putumayo, Caquetá, y al sur del Huila, en la sede de la Plata. Pero tampoco hay antecedentes y registros de investigaciones, sistematizaciones o proyectos con la comunidad.


De este modo, se reconocen algunos educadores afrodescendientes que desarrollan su labor educativa con un compromiso reivindicativo, de auto reconocimiento, sin ser etnoducadores formados y especialistas en los temas de la educación afro. Pero deja cuestionamientos sobre el compromiso del Ministerio Nacional y la secretaria de educación del departamento por generar estrategias efectivas para promover la formación de docentes en el tema, la potenciación de la investigación desde la cuestión afro, la proyección social, la reflexión y construcción social de lo afro en el contexto educativo y, por tanto, en las ciudadanías locales. Los interrogantes invitan a pensar las políticas de educación afro en el departamento del Huila, que pasa por algo más que tratar de implementar la catedra de estudios afrocolombianos, la que, además, no ha sido sistemática. No existen tampoco registros de quienes somos, cuantos, procedencia, descendencia, y como se planteó anteriormente, tampoco registros claros de la organización política.


A 100 años de la propuesta pedagógica liberado de Paulo Freire, nos seguimos pensando ¿cómo las poblaciones oprimidas pueden ganar el goce de sus derechos y libertades humanas? Si no las conocemos ni permitimos reconocer voces y sus praxis ¿Cómo las comunidades afrohuilense, oprimidas por un sistema educativo aun excluyente y discriminador, siguen resistiendo a la homogenización y exclusión social? siendo la clave la pedagogía del oprimido, una pedagogía humanista y liberadora que permita a los oprimidos descubrir el mundo de la opresión y comprometiendo su praxis para la transformación de la realidad opresora (Freire, 1993). ¿Cómo vamos a transformar la cultura de la dominación en una cultura comprensiva, incluyente, diversa? Deconstruir los mitos, la representación y las actitudes frente al otro diferente, en la cultura Huilense, permitiría cambiar la estructura opresora. Y en ello, el papel del afro educador es revolucionario.


Algunas conclusiones para seguir reconstruyendo


En este documento se deja un panorama afro en el Huila, con solo unas líneas que permitan seguir pensando y construyendo las cuestiones para la organización de las comunidades afro, sus necesidades en tiempos de crisis sociales, y una educación propia o afroeducación en el departamento.


La crisis social y política que vive el país hoy dando lugar al además del levantamiento a las diversas formas de exclusión racismo y violencia estructural que por cientos de años sigue en la matriz colombiana, encuentra un pueblo afrocolombiano como las poblaciones más subsumidas en la precarización en todas las dimensiones, jóvenes, familias y territorios en general.


El movimiento social afrocolombiano habrá de pensarse ya no únicamente desde la asociación formal reconocida, sino también, desde la emergencia de actores, el levantamiento comunitario, barrial, con la activación de otras formas de protesta y politización performativas de grupos de personas, sobre todo los jóvenes, que se arman con herramientas estéticas, culturales, artísticas, en las calles y de frente a los aparatos, sistemas y dispositivos de necropolíticas de los gobiernos gobiernos coloniales. Serán los nuevos sujetos descolonizados contra las viejas estructuras coloniales.


Desde el trabajo de acompañamiento social y comunitario se reconoce que las organizaciones afro en el departamento del Huila se presentan tantos logros como tensiones y retos por abarcar. Frente a esto último, las relaciones filiales entre organizaciones deben consolidarse desde la fraternidad y la unión por las causas, las diferencias en principios, cosmovisiones, posturas políticas y objetivos organizativos, aunque varían, tienen puntos de encuentro para superponer los procesos y no para continuar desviándolos o generando competencias. En ello, las organizaciones se deben a mismas la consolidación de un movimiento social unido. La reivindicación debe sumar fuerzas para enfrentar la sociedad y el contexto poscolonial.


En termino políticos, aunque hay iniciativas y expectativa respecto a la construcción de una política Afrohuilense, la administración local tiene aún compromisos pendientes. Pese a los reclamos que han hecho las asociaciones y comunidades afro por su reconocimiento, hay una gran necesidad de conocer, establecer y comprender como están las comunidades afro en territorios específicos con relación a sus condiciones sociales, culturales, educativas, económicas, de salud, entre otras dimensiones, así como pensarse junto con la academia la forma en que potenciara la reflexión, la discusión, el acuerdo, la investigación y proyección de lo afro en el departamento. Situación que se hace mas relevante cuando las condiciones de pandemia y estallido social ha abierto mas las brechas de acceso a los recursos y segregado las poblaciones ya empobrecidas.


Por su parte, la academia en el Huila aún debe mucho a las comunidades. Porque tiene un compromiso histórico pendiente por develar las estructuras que desde ella misma se ha impuesto sobre las poblaciones afrodescendientes. Desde el reconocimiento de sus poblaciones afro estudiantiles, la formación de sus docentes mestizos tanto como afros en temas de inclusión y diversidad étnica, así como el desarrollo de políticas, programas y currículos.


Finalmente queda mucho por construir, visibilizar, deconstruir y potenciar frente a las formas en que de descoloniza la cultura Huilense, se organizan política y culturalmente las comunidades con todas poblaciones de adultos, mujeres, jóvenes afro, y el tejido entre el pensamiento popular y académico. Cultura, política y educación, son categorías con las que seguiremos tejiendo quienes nos definimos, trabajamos con y desde lo afro en la región.


1 En este documento utilizare los términos; comunidades afro, afros, afrocolombianos, afrodescendientes, AfroHuilenses, negros, de manera indistinta, pero reconociendo que se trata de etnónimos aun en debate y contextuales para referirse a las comunidades con un vínculo, herencia e historia africana en particular.

2 Organización que tiene su sede en Neiva, con la que el autor ha realizado varias actividades comunitarias y dos proyectos de desarrollo, puede visitarse en: https://www.facebook.com/Asociaci%C3%B3n-afrodescendiente-Pac%C3%ADficopor-la-paz-111267657184406

3 Para ver el comunicado y carta publica el crimen del DANE: el genocidio estadístico de la gente negra, afrocolombiana, raizal y palenquera en Colombia, por el consejo Nacional de paz afrocolombiano, visitar: https://renacientes.net/blog/2019/11/15/el-crimen-del-dane-el-genocidioestadistico-de-la-gente-negraafrocolombiana-raizal-y-palenquera-encolombia/

4 Se puede revisar en; https://sidacn.mininterior.gov.co/DACN/Consultas/ConsultaResolucionesOrgConsejoPublic?grid-page=1

5 Desde el mes de junio de 2021 se investiga el asesinato de un joven de 23 años de la llamada "primera línea" de las protestas, encontrado decapitado. Revisar: https://www.infobae.com/america/colombia/2021/06/21/santiago-ochoa-elcrimen-del-joven-decapitado-en-tuluaque-recuerda-la-oscura-epoca-delparamilitarismo/

6 Masacre de cinco jóvenes entre los 14 y 16 años, cocurrida el 11 de agosto de 2020 cuyos cuerpos tenían signos de tortura y tiros de gracia, en un cañaduzal a pocos metros de llano grande, Cali. Revisar: https://www.clacso.org/masacre-decinco-jovenes-afrocolombianos-en-barriollano-verde-en-cali/



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