Mi lámpara y mi papel blanco
Resumen
Cuando se recuerda un lejano pasado de trabajo, cuando se repiensan las numerosas, pero monótonas, imágenes del trabajador obstinado, leyendo y meditando bajo la lámpara, uno empieza a vivir como si fuera el personaje único de un cuadro.
Una pieza con muros desvaídos y como apretados sobre su centro, concentrada en torno del hombre que piensa, sentado ante la mesa iluminada por la lámpara. Durante su larga vida, la mesa ha recibido mil variantes, pero conserva su unidad, su vida central. Ahora es una imagen constante en la que se funden los recuerdos y los sueños. El soñador se concentra en ella para recordar al hombre que trabaja. Se reconforta y añora las piecitas donde se trabajaba, en las que tenía la energía para trabajar bien. El verdadero espacio del trabajo solitario es, en una habitación pequeña, el círculo iluminado por la lámpara. Jean de Boschére sabía esto cuando escribió: Sólo en una habitación exigua se puede trabajar. Y la lámpara de trabajo concentra la habitación en las dimensiones de la mesa. ¡Cómo la lámpara de antaño, en mis recuerdos, concentraba la pieza, restablecía las soledades del coraje, mi soledad de trabajador!
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