Editorial
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Desde tiempos inmemorables, las supersticiones han acompañado al ser humano. Pasar por debajo de una escalera, romper un espejo, derramar la sal, que un gato negro se atraviese en nuestro camino, son algunas de los elementos supersticiosos que nos rodean. Dentro de estas supersticiones, se encuentra la del número 13 que, entre todas parece ser la más difundida, aunque sus orígenes no son judeocristianos, como podría suponerse. Una de las primeras citas escritas referidas a este número data de la mitología nórdica, en un mundo precristiano. Dice la leyenda que en un banquete en el Valhalla, es decir el paraíso al que iban los héroes muertos en batalla, fueron invitados 12 dioses Loki, dioses gigantes de la mitología nórdica, se coló astutamente el espíritu del mal y del conflicto, por lo cual el número de invitados subió a trece. En el combate que se dio para expulsar este espíritu, Balder, el favorito de los dioses encontró la muerte. Desde Escandinavia, la superstición se difundió a través de Europa, y al iniciarse la era cristiana la creencia fue notablemente reforzada con los acontecimientos de la Ultima Cena: Cristo y sus apóstoles eran trece, y en menos de veinticuatro horas después de esta Cena, Cristo era crucificado.