La urgencia de politizar la Universidad
##plugins.themes.bootstrap3.article.main##
Las comunidades universitarias del país comenzamos a vivir los finales de la primera experiencia de gobierno autónomo, elegido internamente, de acuerdo a los parámetros aprobados por los distintos Consejos Superiores, sin la imposición directa y grotesca de los barones del poder. Los resultados actuales aparecen deficientes, opacos, sin marcar la diferencia entre los Rectores de antes y los de ahora, no se vislumbra la liberación del engranaje politiquero del país.
Todavía percibimos los recintos universitarios cundidos de intrigas, de componendas directoriales, de clientes en cautiverio, de votos chantajeados, de voluntades compradas a bajo precio, de amigos en contubernio, de ofertas en un mercadeo electoral, de concertaciónes con sensación de repartija y todo la avalanche de vejámenes propias de la política nacional.
Nuestro deber histórico debería incitarnos al ejercicio de una política distinta, más a la altura de la honestidad, tendida hacia el arte(Platón) o hacia la ciencia regia (Aristóteles), alternativa real del bien y del bien supremo, decantación en lo inmediato pero también en lo mediato, actividad de trascendencia, de humanización.
Pero nos hemos atascado en el lodo, en una política anémica, atacada por todo tipo de fervor sin contenido, no es el arte, tampoco la ciencia, ni siquiera una técnica, es lo peor, una carpintería barata, una mecánica repugnante para repartir baratijas.